Amir e Irina se despidieron de los invitados con cálidos abrazos y palabras de afecto. La fiesta había sido un éxito rotundo, a pesar de los imprevistos. Por fin, la celebración había llegado a su fin y Amir podía disfrutar de su esposa como se debía, sin tener que pensar en nadie más que en ellos dos.Tomados de la mano, se dirigieron hacia la salida, dejando atrás el bullicio y la música. La noche era cálida y la luna brillaba con fuerza en el cielo, creando un ambiente romántico y perfecto para el inicio de su nueva vida juntos.Al llegar al auto, Amir se giró hacia Irina y le susurró al oído:—Prepárate para la sorpresa que tengo para ti, mi amor.Con una sonrisa pícara, abrió la puerta del vehículo y la invitó a entrar. Irina se acomodó en el asiento del copiloto, llena de expectación por lo que deparaba la noche.Al cabo de unos minutos, llegaron a un destino inesperado: en medio del desierto, una gran jaima se alzaba frente a ellos. Al entrar, Irina quedó sin aliento. La jaima
Las manos de ella no dejaban de explotar su pecho, sus hombros hasta llegar a sus abdominales y de ahí a su polla la cual se encontraba duro dentro de ese pantalón.—Dejame sacarla y mostrarte dónde te necesito.Sintió como ella liberaba su polla y él no podía dejar de tocarla, de desearla de necesitar sentirse dentro de ella, notando como se alzaba levemente solo para dejarse caer, autopenetrandose.— Irina— gimió su nombre mientras se empujaba con dureza en su interior incapaz de ser delicado, de ir despacio atrapando uno de sus senos con su boca y saboreándolo, le encantaba esa posición porque tenía sus pechos a la altura del rostro.— te crecieron los senos con el embarazo — más seguro llevando la otra mano al otro seno sostenerlo y acariciar el pezón con el pulgar.—Amir ...— gimió ella con fuerza al sentirlo penetrarla, entrando en su interior con fuerza, incrementando su placer en el momento en el que lo sintió saborear uno de sus pechos.Llevándola a gemir suavemente mientras
Los tres días posteriores a la boda, Amir e Irina fueron incapaces de salir de la cama. Prácticamente vivían en aquella lujosa haima en medio del desierto. Habían decidido no ir de viaje de novios a causa del secuestro de Irina una semana atrás. Sin embargo, no echaron nada de menos porque con tenerse el uno al otro les bastaba.Aquella tienda digna de un sultán se convirtió en su refugio. Comían lo que les servían cuando tenían hambre: dulces y ricas comidas árabes. No tenían ningún tipo de contacto con nadie aparte de ellos mismos, y tampoco lo necesitaban. Conversaban durante horas, compartiendo sueños y anhelos, risas y confidencias. Luego, expresaban su amor con sus cuerpos. La luna de miel que no habían podido disfrutar en el exterior se transformaba en una experiencia íntima y profunda dentro de esas cuatro paredes.A pesar de estar aislados del mundo por seguridad, aquello se había convertido en un paraíso. Era su paraíso porque ninguno de los dos quería apartarse y tener que
Hacía más de una década que Irina no había soñado con lo ocurrido con su familia. Pero algo había sucedió esa noche tras cerrar los ojos. Un terror paralizante la recorrió de pies a cabeza, reviviendo el horror de la masacre que la dejó como única superviviente.En el sueño, los hombres irrumpieron en su casa como una ola de violencia. Los gritos de sus padres y hermanos resonaban en sus oídos mientras la obligaban a presenciar cómo los acuchillaban uno por uno. La sangre brotaba de sus cuerpos como un río carmesí, manchando el suelo y las paredes. El miedo la paralizó, incapaz de moverse o defenderse. Solo era una niña de 12 años, Irina se convirtió en un testigo mudo de la crueldad humana.Desde entonces, su vida se había dividido en dos. Un antes y un después de aquel suceso. Los rostros de sus padres, hermanos y amigos se difuminaban en su memoria, como si una niebla espesa los hubiera tragado. El recuerdo de su terror y la impotencia ante la muerte también se había ido perdiendo
El sol apenas se asomaba por el horizonte cuando Irina se despertó empapada en sudor. Habían pasado dos meses desde su boda y seguía soñando a menudo con la muerte de su familia y la voz de Asad repitiendo una y otra vez evitando que la mataran.Un escalofrío recorrió su cuerpo y una oleada de náuseas la invadió, aquello se había convertido en un sueño recurrente que cada vez le parecía menos producto de su imaginación y más la realidad de lo sucedido.— ¿Irina? ¿Estás bien? — preguntó Amir con voz ronca, todavía adormilado y abrazándola para que no se moviera de su lado.— No — susurró mientras se levantaba de la cama y se escapaba de sus brazos para ir un momento al baño — He vuelto a tener ese sueño — habló un poco más fuerte para que su esposo pudiera escucharla desde lejos mientras entraba al baño para hacer el primer pis de la mañana.— ¿El sueño de tu pasado? — insistió él, sentándose en la cama y mirando en la dirección de la puerta del baño.Irina se quedó callada al ver una
— Sabes que no puedo dejar que assad descubra que tengo a mi mejor hombre aquí conmigo y este es el lugar ideal para vernos.Era la primera vez que Sven volvía a ver a Irina. A pesar de que siempre había notado que era una mujer muy hermosa, nunca se había fijado demasiado en ella, tal vez por la lealtad que le tenía a Amir. En ese instante, se encontraba repasando las facciones, los gestos e incluso los movimientos de la esposa de su jefe y amigo, buscándole parecidos. ¿Cómo no se había percatado antes si era tan evidente?—Buenos días, señor, señora Irina —dijo Sven, haciendo un leve movimiento de cabeza para saludarlos.—Sven —saludó Amir de vuelta, notando la incomodidad de la mujer.—¿Todo bien con su embarazo, señora? —insistió Sven, intentando entablar un acercamiento con ella. La actitud extrañó a Amir, quien arqueó una ceja con curiosidad. Era extraño que Sven se interesara por alguien.—Sí, todo parece seguir con normalidad. Según el doctor, es probable que tengamos un niño.
Irina se acercó a comprobar cómo estaba, acariciando el cuello de su hermano con sus dedos. Varias marcas rojizas se apreciaban en la piel, sin duda se volverían más oscuras con las horas.Amir bajó el arma y se la guardó, al ver que su hermano volvía a respirar, intentando regular el flujo normal de su respiración.—¿Qué te hace tanta gracia, Asad? —preguntó Amir con voz áspera, sin entender qué le pasaba a su padre y por qué se reía de ese modo.—Ver que al menos sí supe criar a un hombre —dijo Asad con una sonrisa cruel, sus ojos brillaban con desprecio al observar a Said.—¿Intentas humillar a mi hermano con eso? —preguntó Amir, con los puños apretados, la ira recorría su cuerpo.—Intento decir la verdad. Crié a un hombre. Tú eres mi orgullo, Amir. Said solo es… la gente habla…Amir se adelantó amenazante. No permitiría que insultara o quisiera humillar a su hermano.—Ten cuidado con lo que dices de mi hermano, padre. —le advirtió Amir con voz feroz, su mirada fulminante clavada e
Los sueños recurrentes atormentaban cada vez más a Irina. La despertaban en mitad de la noche, empapada en lágrimas y con el corazón palpitando con fuerza. Imágenes borrosas de su familia y un baño de sangre asaltaban su mente, pero no lograba identificar los rostros de sus seres queridos.Amir estaba muy preocupado, se había documentado sobre el tema. Los traumas como el que Irina había vivido podían provocar que la mente borrara los recuerdos como mecanismo de defensa. Cuanto más joven era la persona, más fácil era el proceso. Sin embargo, Irina no era tan joven cuando la tragedia se cebó con su familia. ¿O tal vez sí? Lo que sí sabía Amir era que las chicas que caían en las redes de las mafias de trata de personas no solían durar mucho tiempo sin ser vendidas. Por lo tanto, era poco probable que hubiera pasado mucho tiempo entre la masacre de sus familiares y la subasta en la que Asad la había comprado. Lo que tenía claro era que quería ayudarla a desvelar todo el misterio porque