Amir cruzó el umbral del salón con la mirada clavada en Said. Su hermano, que mantenía una actitud tensa y vigilante, parecía estar preparado para cualquier cosa.—¿Algún problema? —preguntó Amir, atento a cualquier gesto o expresión que revelara algo más.Asad observó a su primogénito, extrañado por su actitud. La turbación que anidaba en los ojos de Amir era evidente, y su mirada oscilaba entre él, Said y el americano con una desconfianza palpable.—¿Qué os ha traído aquí?—inquirió Asad, dominado por la curiosidad.—William me ha presentado una propuesta muy interesante—respondió Asad con voz pausada—. Se trata de invertir en el combustible de la empresa de William, una nueva energía renovable. He de admitir que la última vez que estuvo en el país no le presté mucha atención a su proyecto, pero ahora que me lo ha explicado detenidamente, estoy convencido de que vale la pena invertir en él.De hecho, me gustaría que viajaras a Estados Unidos para conocer de cerca el nuevo combustible
El cuerpo de Irina se estremeció ante el contacto de los labios de Amir sobre su piel, incrementándose al sentir su mano bajar hasta su vientre donde su hijo se encontraba creciendo.—Amir...— el nombre del padre de su hijo se deslizó por sus labios cargados de deseo, que se manifestó en la forma en que sus pechos se apretaron contra el torso de su esposo, al abrazarse más a él en busca de más contacto, llevando sus manos por los hombros y parte alta de la espalda de Amir, también hasta su cabeza enredando los dedos en su cabellera, impidiendo que se alejara de ella.Amir no pudo resistirse a ella. Sus manos resbalaron con cuidado por su cuerpo, acariciando sus curvas hasta llegar a la cadera de Irina y de allí a sus nalgas levantándola y atrayéndola más contra él haciéndola que se sentara sobre él.— Mía... Tantos años esperando tenerte así y ahora eres mi esposa y puedo disfrutarte siempre que quiera.Murmuró contra su boca antes de atacar sus labios y profundizar el beso, completam
Mantuvo el chorro de agua directo en la zona más sensible de la feminidad de su esposa mientras sus caderas bajaban y subían al mismo ritmo en que ella lo hacía, en que se dejaba caer en busca de más, y él le daría más. Él necesitaba más porque jamás tenía suficiente de su cuerpo.El placer que estaba experimentando en ese momento era brutal; con el embarazo, se encontraba mucho más sensible y Amir lo sabía y se aprovechaba de eso para hacerla gemir.— Mi amado y tramposo esposo — jadeó ella con la voz afectada, rotando sus caderas subiendo y bajando, aferrada a sus hombros.Sus ojos se encontraban cerrados y aún así ella podía imaginar el rostro de él en esos momentos, disfrutando de su cuerpo de la misma manera que lo hacía ella.— Mía... Eres mía por fin.No podía más, necesitaba hacerlo a su manera. Soltó la ducha y llevó las dos manos a sus redondeadas nalgas para alzarse con ella y llevarla hasta el borde del jacuzzi sin salirse de su interior, reposando su trasero ahí solo para
Después de un rato de estar besándose y ya calmados, Amir salió del jacuzzi, agarró una toalla y ayudó a salir a su esposa. No la dejó siquiera poner los pies en el suelo, la tomó en brazos y la llevó hasta la cama.—Descansa, mi amor —dijo Amir con ternura mientras la acomodaba suavemente sobre las sábanas y se dejaba caer a su lado para luego taparse y taparla para que no cogiera frío.Irina sonrió apoyando la cabeza en la almohada y observándolo con todo ese amor que tenía para darle, sintiéndose amada y reconfortada por su esposo, pegándose más a él, le era tan necesaria su cercanía.—Gracias, Amir. Estoy completamente agotada, pero estar contigo aquí es todo lo que necesito —respondió, acariciando su rostro.Amir la abrazó con cariño, acariciando suavemente su cabello y dejando besos en su rostro y cuello a ratos, mientras llevaba su mano hasta la pequeña tripa que había empezado a formarse en el abdomen siempre plano y terso de Irina.—¿Ya has pensado en algún nombre? —preguntó
Irina se despertó esa mañana entre los cálidos brazos de Amir, sintiendose a salvo entre la protección y el amor de su esposo. Unos sonidos del exterior de la habitación interrumpieron la suave melodía del despertar, lo que la llevó a emitir un leve gemido de queja contra el cuello de Amir.— ¿Qué ocurre? —murmuró, aferrándose a Amir con fuerza, sin querer separarse de él, mientras deslizaba la nariz por su cuello para inhalar su reconfortante aroma refugiándose un poco más en su abrazo odiando que la vida fuera de su cuarto, fuera de su bonita burbuja de amor les distrajera de lo que realmente era importante para ella, ellos dos.— No estoy seguro, pero parece que Asad está gritando —respondió Amir. intentando resistirse al ligero ronroneo de satisfacción que emitió su esposa en el instante en que la rodeó más fuerte entre sus brazos.Dejó un beso en su frente y suspiró fastidiado porque lo que menos le apetecía era saber lo que ocurría fuera, quería quedarse en la cama y volver a di
Amir no batalló para convencer a Said de volver a casa. Aunque Said no deseaba casarse, la forma en que su hermano le juró evitar esa boda le infundió una confianza inquebrantable. Sabía que si Amir daba su palabra, la cumpliría sin titubeos.Al llegar a casa, la calidez del hogar los envolvió. Irina fue la primera en recibirlos, lanzándose a los brazos de su esposo con un brillo de alegría en sus ojos. Amir la atrajo hacia él en un abrazo apasionado, rodeando su cintura con ternura y saboreando sus labios con devoción. En ese instante, el mundo entero se desvaneció para Amir; solo existía Irina, su amor, su vida.—Te extrañé—murmuró Irina contra sus labios, aferrándose a él con más fuerza—. No viniste a despedirte y me preocupé.—Tienes razón, cariño, pero era necesario solucionar el problema cuanto antes—respondió Amir con seguridad, rozando la nariz de su esposa con ternura. Cualquiera que los viera interactuar no podría creer que se trataba del mismo Amir que cargaba con el peso d
El rugido del motor del Mercedes Benz resonaba en las calles de aquella ciudad Tuca, Nadia apretó los puños con frustración mientras observaba por la ventana del coche los edificios pasar a toda velocidad.Se dirigía a un futuro prefabricado, un matrimonio por conveniencia con un hombre al que ni siquiera conocía. Su padre, sentado a su lado, miraba hacia adelante con expresión seria, como si estuviera contemplando un horizonte lejano.— Siempre me dijiste que podría elegir a mi esposo, que yo podría decidir a quién amar —se quejó Nadia indignada, viendo cómo el fin de su libertad se acercaba un poco más a cada segundo—. Del mismo modo en que tú solo tuviste una esposa por amor. No quisiste tomar una segunda esposa ni siquiera volviste a casarte el día en que ella murió, asegurándote un heredero y teniéndome como única hija. Y ahora comprometes mi vida a un hombre que no conozco.Su padre, un hombre de negocios adinerado y tradicional, había decidido que era hora de que su hija sentar
La puerta sonó y la futura prometida de Said esperaba por conocerlo. Irina estaba en la habitación de su hermano intentando controlarlo mientras Asad y Amir recibían una mala visita y, por supuesto, también un futuro socio para el negocio familiar.—Tú solo hazme una señal, Said, y yo fingiré desmayarme —aseguró Irina—. Aún así, recuerda lo que te dijo Amir, no vas a casarte, solo a comprometerte. Hay parejas que pasan años comprometidas.Said sonrió con pesar, sintiendo cómo de repente el mundo pesaba demasiado, cómo se hacía consciente de la gravedad que lo rodeaba y solo quería dejarse caer al suelo y no levantarse.—Yo no quiero herir a ninguna mujer. No quiero hacer sentir a nadie desdichada. No puedo casarme con ella ni comprometerme —explicó Said, pensando en la mujer con la que debía comprometerse—. Y luego romperé el compromiso a última hora. ¿Sabes lo que eso puede hacerle a una mujer? La juzgarán, le dirán que no fue digna de que continuara con el compromiso. La culparán po