Irina yacía inmóvil en la silla, con los ojos vendados y las manos atadas a la espalda. El rugido del caos resonaba fuera de la habitación, gritos y sonidos de pelea, intensificaban su ansiedad. La voz de Amir, áspera y tensa, se escuchó al otro lado de la puerta, confirmando lo que temía él era quien estaba fuera.Un escalofrío recorrió su cuerpo al escuchar disparos. Varias lágrimas brotaron de sus ojos mientras un único pensamiento la atormentaba: que el muerto no fuera él.La puerta se abrió de golpe, y el corazón de Irina galopó como un caballo salvaje. Sentía que iba a estallar en su pecho. Un ataque de pánico la invadió. Forcejeó contra las cuerdas que la ataban, desesperada por quitarse la venda y confirmar que Amir estaba a salvo. La idea de un mundo sin él se le hacía tan insoportable que prefería morir que seguir viviendo si él ya no estaba.Intentó hablar, pero la mordaza le impedía emitir sonido alguno. Sus esfuerzos por liberarse se intensificaron.—Soy yo, Irina…Su voz
Cuando salieron de la casa, la batalla que se acababa de librar en el exterior parecía terminada.Un rugido de furia escapó de los labios de Amir al contemplar el escenario: varios hombres yacían en el suelo, víctimas del enfrentamiento. Irina se aferraba a él como si su vida dependiera de ello, y Amir no podía más que mantenerla así, con una mano alrededor de su cintura, contra su cuerpo, sin ser capaz de soltarla.—Ya estás a salvo, mi amor— susurró en su oído—. Te he rescatado y nadie volverá a alejarte de mí.En el instante en que la chica iba a responder, uno de sus hombres se acercó, con el rostro curtido por la batalla, interrumpiendo su conversación.—Señor, ¿qué hacemos con los supervivientes?Amir dirigió una mirada gélida al grupo de hombres maniatados que se encontraban en un rincón.—Conviértanlos en prisioneros— ordenó—. Interroguenlos y averigüen quién está detrás de todo esto. —Justo cuando iba a marcharse, recordó el encuentro con el hombre que había querido impedir qu
En ese instante, Irina abrió los ojos, parpadeando varias veces para adaptarse a la luz. Su mirada se encontró con la de Amir, y una sonrisa débil se dibujó en sus labios.—Amir…—murmuró, con la voz ronca por el sueño.—Estoy aquí, mi amor— respondió Amir, con un suspiro de alivio. No te vayas de mi lado nunca más.Irina se aferró a su mano con una fuerza inesperada.—No lo haré—prometió. —Nunca te dejaré solo, no vuelvas a marcharte.El médico, conmovido por la escena, se acercó a ellos con una sonrisa.—Parece que no hay nada de qué preocuparse— dijo, con una voz calmada. — Solo ha sido un desmayo debido al cansancio y la tensión. En unos minutos estará completamente recuperada.Amir respiró aliviado, sintiendo como una ola de calor recorría su cuerpo. Apretó la mano de Irina con más fuerza, agradeciendo al cielo por tenerla a salvo.— Doctor, Irina está embarazada — explicó Amir — debe tener poco más de un mes ¿Es posible explorarla ya? El médico, con una sonrisa amable, se dirigi
William y Sven habían observado en silencio las imágenes que les llegaban desde las cámaras ocultas en el lugar del secuestro. La tensión era palpable en la sala.—¿Estás seguro de que esto es lo mejor? —preguntó Sven algo dudoso William respiró hondo antes de responder.—Sí, estoy seguro. Es la única forma de asegurarnos de que… —se interrumpió al ver la mirada de duda en el rostro de Sven—. Confía en mí, Sven. Sven frunció el ceño y asintió con desgana.—¿Y ahora qué? —preguntó, ansioso por saber cuál era el siguiente paso.William esbozó una sonrisa apenas perceptible.—Ahora solo queda esperar. Apareceré cuando sea el momento adecuado. Todo saldrá como lo planeamos.Sven tragó saliva, intentando reprimir el miedo que le atenazaba el estómago. No podía evitar pensar en todo lo que podía salir mal. ¿Y si algo salía mal y terminaba por perjudicar a Amir? Al fin y al cabo él era el único por el que se había metido en esa guerra que estaba por suceder.En la consulta médica, la ten
Cuando Amir llegó a la habitación de Irina para estar un rato a solas con su mujer sin su padre, sin el médico, solo ellos dos tal y como le apetecía después de un mes de imaginar lo imaginable y de sufrir porque le estaría ocurriendo, solo becesitaba abrazarla y asegurarse nuevamente de que estaba en sus brazos y nadie le había hecho daño. Pero al llegar se encontró con la puerta cerrada con llave.Llamó con los nudillos esperando que la puerta se abriera.—Irina, por favor, abre. Necesitamos hablar—insistió Amir preocupado.Irina se acercó a la puerta, pero no la abrió. La acarició con los dedos, negando con la cabeza. Tenía sentimientos contradictorios hacia Amir, lo amaba con toda su alma, no había dejado de pensar en el en todo el cautiverio.A pesar de eso y de que su corazón seguía palpitando por él, aún recordaba la forma en que se había marchado y la había dejado un mes atrás, a pesar de sus súplicas, sin tener en cuenta sus sentimientos ni los de él simplemente por orgullo p
A Amir se le erizó la piel al sentir el contacto de esos dedos.No hacía falta más que la caricia de Irina en su rostro para que él se perdiera en las sensaciones que ella le provocaba. Fijó sus ojos negros en la profunda y serena mirada azulada que le devolvía el espejo y casi necesitó contener la respiración. ¿Cómo podía ser tan hermosa?— ¿Entonces vamos a desayunar juntos? —preguntó, armándose de valor para alejarse de ella, porque en ese instante lo que menos le apetecía realmente era desayunar o hablar, tenía ganas de agarrarla y lanzarla en la cama, y tomarla como lo que era: su mujer.Le tendió la mano para ayudarla a levantarse de la silla frente al tocador, y ella tomó su mano para caminar juntos hasta la mesa que había en un rincón de la habitación, con dos sillas una a cada lado donde se sentaron juntos.Pero Amir no quería estar lejos de ella, así que acercó su silla a la de ella mientras servía los cafés en dos tazas.— Sé que tal vez esto pueda ser difícil para ti, nena
Amir se acercó a Irina, sus miradas se encontraron en el espejo. Sus ojos brillaban con emoción y determinación mientras le decía:— ¿Y si nos volvemos a casar? —preguntó Irina, sorprendida por la propuesta. Las tradiciones de su cultura pesaban en ella, pero no esperaba que Amir las aceptara.Un torrente de dudas la invadió. ¿Era lo correcto? ¿Podría superar el dolor del pasado y empezar de nuevo?— ¿Tú lo deseas? —preguntó con un deje de tristeza en su voz, buscando la verdad en los ojos de Amir.Él la miró con firmeza pensando realmente en lo que quería decir antes de responder.—Si te lo propongo, es porque lo quiero con todo mi corazón. Quiero darte la boda que siempre has soñado, esa que te prometí y que por las circunstancias no pudimos tener. Quiero que este sea un nuevo comienzo para nosotros, un nuevo capítulo en nuestra historia, lleno de amor y felicidad.Una sonrisa radiante iluminó el rostro de Irina. Se giró hacia él y le dio un beso lleno de emoción y complicidad. Cada
En menos de una semana, la boda de Amir e Irina se había convertido en el evento del año. La noticia de que Asad, el hombre más poderoso del país, había dado en matrimonio a su supuesta hija a su propio hijo, su heredero Amir, había causado un escándalo sin precedentes. Irina, la protagonista de esta historia, no era realmente la hija de Asad. La habían adoptado en circunstancias extrañas que no se desvelaron y todos, habían creído siempre que era sangre de su sangre, ilegítima si, pero hija de Asad al fin y al cabo.Las pruebas de ADN, realizadas a petición del gobierno para dejarlos contraer matrimonio, no confirmaron que no era hija de Asad, y por lo tanto no había problema para que se casara con Amir.A pesar de las dificultades, el amor entre Amir e Irina se mantuvo firme. Y ahora, en la víspera de su boda, se celebraba la tradicional "Kına Gecesi", la ceremonia de la henna. Irina, sentada en un taburete bajo, con las manos extendidas sobre sus rodillas, observaba a las mujeres