― Cada instante que no has estado a mi lado, he deseado estar contigo... ―Murmuró Amir contra su boca, solo un momento antes de volver a besarla con desesperación. No podía dejar de hacerlo, necesitaba sus labios y su cuerpo, todo de ella.Levantó el rostro y la observó, recordando que tenía un manjar que probar sobre su cuerpo. Eso lo hizo inclinarse sobre uno de sus pezones y comerse esa fresa cubierta con chocolate, la cual no tardó en llegar a la boca de Irina para que ella también la probara.Saboreó su boca con insistencia hasta que el delicioso sabor de la fresa mezclado con el amargor del chocolate se fundió entre sus bocas. Solo entonces se alejó para lamer el pezón que estaba ocultando la fresa, para morderlo y tirar de él levemente con los dientes hasta arrancarle un gemido notando como se tensaba.—No sé si voy a ser capaz de esperar para comerme toda la comida de tu cuerpo.Murmuró Amir con un tono de deseo apenas contenido. Sus ojos brillaban con intensidad mientras cont
Amir e Irina se quedaron momentáneamente petrificados al escuchar la voz desconocida resonando desde el salón de la suite. La sorpresa se apoderó de sus rostros mientras intercambiaban miradas cargadas de incertidumbre, parecía que la tranquilidad se había terminado y la burbuja de felicidad en la que se habían inmerso reventó en ese mismo instante trayendo los de vuelta a la realidad.Rápidamente, Amir reaccionó tapando a Irina con el cobertor y levantándose de la cama con agilidad. Su mente trabajaba a toda velocidad, evaluando posibles escenarios y buscando soluciones. Sin perder un instante, se puso rápidamente el boxer y comenzó a buscar su arma, que siempre mantenía cerca, preparado para enfrentar cualquier amenaza que se presentara.El corazón de Irina latía con fuerza, pero su confianza en Amir la reconfortaba en medio de la incertidumbre. Sus ojos seguían cada movimiento de su esposo con preocupación, sintiendo la necesidad de protegerse mutuamente en ese momento de intriga.
Irina se sintió abrumada por el peso de la decepción y el remordimiento cuando Amir la miró con los ojos llenos de dolor. Había querido explicarle todo antes, pero las circunstancias se lo habían impedido, y ahora se encontraba ante las consecuencias de su silencio.—Déjame explicarte, Amir —suplicó ella con la voz temblorosa, intentando acercarse a él y deseando que pudiera comprender la situación.Amir negó con un gesto de la mano, advirtiéndole con su lenguaje corporal que no avanzara, que no la quería cerca en ese instante, lo cual la confundió aún más.Las palabras de Amir resonaron como bloques de hielo, cortantes y frías, mientras se acercaba a Irina con determinación. Era como si su mirada penetrante quisiera desentrañar la verdad en el corazón de ella. El hombre de Asad observaba la escena con un deje de diversión maliciosa, como si disfrutara del drama que se desenvolvía frente a él.El corazón de Irina cayó en un abismo de desolación ante la severidad de las palabras de Ami
La risa de Amir resonó en la habitación, un sonido áspero y desprovisto de alegría, más bien cargado de desprecio y amargura, un eco punzante de su dolor y decepción que parecía clavarse directamente en el corazón de Irina.— Este matrimonio no tiene validez. Lo anularé en cuanto pueda, si es que puedo, si Asad no termina antes con mi vida — habló con desprecio desviando la mirada, ni siquiera quería verla, Amir no podía creer que ella lo hubiera traicionado, en los años de su vida lo único que pensó fue en liberarla y ahora ella lo había vendido.El hombre de Asad era solo un espectador sombrío de la escena, interrumpió el intercambio con calma, sus palabras eran cortantes como el filo de una navaja en el silencio tenso de la habitación.— En realidad, no puedes hacer eso —explicó con calma — La verdadera misión de Irina era casarse contigo. Irina estaba confundida observando a ese hombre y negó. Nadie le había mencionado que su misión incluía casarse con Amir. — Eso no puede ser c
El mayordomo de Amir, con su característico porte distinguido, observaba con inquietud cómo la fiesta llegaba a su fin sin la presencia de Amir, el anfitrión que había organizado el evento y que, para sorpresa de todos, había desaparecido misteriosamente. Había sido el propio mayordomo quien, con esmero, había colaborado en los preparativos para la Boda fugaz con Irina, asegurándose de que cada detalle estuviera perfectamente dispuesto por eso no se explicaba el retraso, él debía aparecer y cerrar la fiesta justo antes de marcharse en su viaje para su luna de miel.Pero desde que Amir e Irina abandonaron la fiesta, no había vuelto a saber de ellos. Amir le había prometido estar presente antes de que terminara el evento para el cierre, sin embargo, no solo no se había comunicado con él, sino que además estaba completamente fuera de su radar. Esta ausencia resultaba muy extraña en su jefe, pero lo primero era lo primero: debía cerrar la fiesta como correspondía.Con elegancia y serenida
Asad aguardaba la llegada de sus hijos en el aeropuerto, su jet privado aterrizó y él observaba desde su limusina mientras las escaleras se desplegaban sobre la pista. Al descender, Asad salió del vehículo, apoyado en su bastón, con una presencia imponente y una expresión imperturbable.Amir fue el primero en bajar por las escaleras, seguido de cerca por Irina. Asad se quitó las gafas de sol para observar a su primogénito con detenimiento, mientras Amir, al ver a su padre, experimentaba una mezcla de emociones encontradas. Por un lado, la nostalgia de tiempos pasados.Amir se quedó parado por un instante al ver a su padre caminando con cierta dificultad con la ayuda de ese bastón parecía que los años se le habían hechadi encima de repente solo habían pasado siete años pero parecía que hubieran pasado al menos el doble para élPor otro lado, un profundo resentimiento crecía en el corazón de Amir hacia el hombre que le había privado del amor de su vida con engaños y manipulaciones, una
Amir salió de la limusina con paso firme y se quedó en silencio observando la casa que alguna vez llamó hogar, más bien era un palacio que una casa.Su mente era un torbellino de recuerdos y emociones mientras contemplaba la imponente fachada. Cada rincón de aquel lugar guardaba una historia, algunas llenas de felicidad, pero otras teñidas por el dolor y traición.Mientras Irina descendía del vehículo, su semblante reflejaba una tristeza apenas contenida. Cuando intentó acercarse a Amir en un gesto de cariño, él la rechazó con un frío desdén, dejando claro el abismo que los separaba.Asad los observaba con atención, escrutando cada movimiento, aquello no era bueno para su plan y no quería tener que desvelar sus razones todavía. Se dirigió al interior de la casa tras Irina, pero se paró en seco y se giró al ver cómo su hijo tomaba una dirección diferente.— ¿Amir, a dónde vas? —inquirió Asad con un tono de voz que pretendía ser amenazante.— Si yo puedo esperar, tú también. Voy a vis
— Debo contaros muchas cosas — reconoció Asad — Aunque sospecho que Irina ya le habrá dicho la verdad a Amir, esperemos que él llegue de visitar la tumba de su madre.—Sí, creo que es lo mejor. Todo debe salir a la luz— respondió Irina asintiendo para reafirmar sus palabras.—Cuando él llegue, los espero a los tres en mi despacho— anunció Asad —Después de eso, veremos cómo proceder —concluyó, antes de continuar su camino acompañado por su hombre de confianza, quien había sido el encargado de traer a Aida y Amir.Mientras tanto, Said y Irina se quedaron en la sala, sumidos en sus pensamientos, esperando el momento crucial en el que Amir revelaría la verdad.Said observaba a Irina con una expresión confusa. Se sentía muy contrariado en ese momento, al menos eso parecía, y la miraba como si no la conociera de nada. Siempre supo que existía una conexión extraña entre sus hermanos, pero algo como eso era difícil de imaginar.A decir verdad, Asad mantenía a Said lejos de sus negocios ilegal