— Póntelo — exigió observándola desde su asiento. Era perfecta, no había visto nada más bonito en su vida y el probador estaba rodeado de espejos, así que podía verla desde todos los ángulos.Irina no tardó en colocarse la lencería haciendo sonreír a Amir porque, ante él, volvía a ser esa adolescente, volvía a ver inocencia en ella, volvía a tener vergüenza y él adoraba esa parte de ella que estaba seguro de que solo salía en su presencia.—Ven aquí — exigió sin dejar de observarla. Su voz era ligeramente más grave y el pantalón le apretaba a causa de la erección que ya ocultaba en el interior.Irina caminó hasta él, quedando de pie frente a Amir, clavando sus enormes y azules ojos en los negros del árabe con esa mirada que verá capaz de derretirlo ¿Sería consciente de todo lo que ble provocaba solo con mirarla así?Amir subió una mano por su muslo derecho, acariciándola e inclinándose para besarlo.— Voy a saborear tu piel todos los días, voy a llenarme de ti todo el tiempo, no te de
Estaba exhausta, extasiada por el placer que acababa de experimentar. Nunca creyó que llegaría ese momento en que disfrutaría haciendo el amor con el hombre al que realmente amaba. Porque era cierto, Irina había entregado su cuerpo muchas veces. Algunas incluso había disfrutado del placer sexual, pero jamás había hecho el amor. Y con él... con él sentía que su corazón quería salirse de su pecho, explotar cada vez que estaban juntos, por lo mucho que lo amaba, por lo mucho que sentía por él. Cuando se encontraba entre sus brazos, Irina sentía que moría y renacía.― Irina... ― Amir acarició ese hermoso rostro había dejado de extrañar en todos esos años sin ella, estaba levemente sonrojada por lo que acababa de suceder entre ellos, y la veía aún más hermosa, despeinada, entregada a él―. Cásate conmigo... cásate conmigo ya. Si ha de ser, mañana como muy tarde, aunque prefiero que sea hoy, sé mi esposa, Irina, se mi esposa y no te separes nunca más de mí.Esas palabras la sacaron de sus di
Irina entró en aquel enorme probador con los tres vestidos de novia y no podía apartar la mirada de las elegantes telas, de los encajes y los detalles meticulosamente elaborados. Ni siquiera se fijó en el rostro sonrojado de la dependienta, porque no podía ver más allá de los vestidos de novia y de la propuesta que le acababa de hacer el hombre que había amado siempre, pero sobre todo cuando se arrodilló y le pidió matrimonio.Las lágrimas comenzaron a empañar sus ojos mientras un nudo se formaba en su garganta. Incapaz de contener la oleada de emociones, Irina dejó que las lágrimas rodaran por sus mejillas en silencio, como testigos de la felicidad y la incredulidad que inundaban su corazón.Amir permanecía arrodillado manteniendo su mano agarrada notando como los ojos se le llenaban de lágrimas.― Irina, mi amor... ―susurró con dulzura por todo ese amor que sentía por ella―. No puedo esperar más para llamarte mi esposa, para compartir cada momento contigo, para amarte más de lo que
Irina y Amir llegaron frente al juez de paz, quien los esperaba con una sonrisa cálida. Amir había movido todos sus contactos para hacer posible que pudieran casarse ese mismo día, y ahora estaban frente al hombre que oficializaría su unión.El sol brillaba alto en el cielo, como si celebrara junto a ellos este momento especial. Irina miraba a su alrededor, asombrada por la rapidez con la que todo se había organizado. Los detalles, como las flores frescas y el suave murmullo de la fuente cercana, añadían un toque de encanto al lugar.Amir tomó la mano de Irina con ternura, sus ojos reflejaban la emoción y el amor que sentía por ella. Sus dedos se entrelazaban con ternura mientras caminaban hacia el juez de paz, listos para dar el siguiente paso, lo que los llevaría a ser marido y mujer, aquello que los haría un único ser, aquello que creían los mantendría unidos para siempre.― Estamos aquí, mi amor ―susurró Amir, con una sonrisa oreja oreja adornando su rostro― Todo está listo para c
Amir llevaba a Irina en brazos por el umbral de la habitación. La luz cálida del atardecer se filtraba a través de las cortinas, bañando el espacio en tonos dorados y creando una atmósfera de intimidad que era perfecta para el instante que estaban viviendo juntos.Irina se aferraba al cuerpo de su recién estrenado esposo sin ser capaz de aceptar todavía que ya era suyo, que por fin estaban juntos y lejos de las garras de Asad. Sin embargo, un pensamiento en Asad la llenó de temor; debía contarle todo antes de que fuera más tarde, pero no quería estropear su primera noche como recién casados juntos.― Bienvenida a nuestro refugio de amor ―susurró Amir con ternura, depositándola con suavidad sobre la cama, adornada con pétalos de rosa y sutiles fragancias afrutadas que danzaban en el aire.Irina le sonrió por las palabras de amor, sus ojos brillaban llenos de esa emoción que él le provocaba, esa hermosa experiencia que vivía en sus brazos, esa vida que les esperaba juntos.― Es perfect
― Cada instante que no has estado a mi lado, he deseado estar contigo... ―Murmuró Amir contra su boca, solo un momento antes de volver a besarla con desesperación. No podía dejar de hacerlo, necesitaba sus labios y su cuerpo, todo de ella.Levantó el rostro y la observó, recordando que tenía un manjar que probar sobre su cuerpo. Eso lo hizo inclinarse sobre uno de sus pezones y comerse esa fresa cubierta con chocolate, la cual no tardó en llegar a la boca de Irina para que ella también la probara.Saboreó su boca con insistencia hasta que el delicioso sabor de la fresa mezclado con el amargor del chocolate se fundió entre sus bocas. Solo entonces se alejó para lamer el pezón que estaba ocultando la fresa, para morderlo y tirar de él levemente con los dientes hasta arrancarle un gemido notando como se tensaba.—No sé si voy a ser capaz de esperar para comerme toda la comida de tu cuerpo.Murmuró Amir con un tono de deseo apenas contenido. Sus ojos brillaban con intensidad mientras cont
Amir e Irina se quedaron momentáneamente petrificados al escuchar la voz desconocida resonando desde el salón de la suite. La sorpresa se apoderó de sus rostros mientras intercambiaban miradas cargadas de incertidumbre, parecía que la tranquilidad se había terminado y la burbuja de felicidad en la que se habían inmerso reventó en ese mismo instante trayendo los de vuelta a la realidad.Rápidamente, Amir reaccionó tapando a Irina con el cobertor y levantándose de la cama con agilidad. Su mente trabajaba a toda velocidad, evaluando posibles escenarios y buscando soluciones. Sin perder un instante, se puso rápidamente el boxer y comenzó a buscar su arma, que siempre mantenía cerca, preparado para enfrentar cualquier amenaza que se presentara.El corazón de Irina latía con fuerza, pero su confianza en Amir la reconfortaba en medio de la incertidumbre. Sus ojos seguían cada movimiento de su esposo con preocupación, sintiendo la necesidad de protegerse mutuamente en ese momento de intriga.
Irina se sintió abrumada por el peso de la decepción y el remordimiento cuando Amir la miró con los ojos llenos de dolor. Había querido explicarle todo antes, pero las circunstancias se lo habían impedido, y ahora se encontraba ante las consecuencias de su silencio.—Déjame explicarte, Amir —suplicó ella con la voz temblorosa, intentando acercarse a él y deseando que pudiera comprender la situación.Amir negó con un gesto de la mano, advirtiéndole con su lenguaje corporal que no avanzara, que no la quería cerca en ese instante, lo cual la confundió aún más.Las palabras de Amir resonaron como bloques de hielo, cortantes y frías, mientras se acercaba a Irina con determinación. Era como si su mirada penetrante quisiera desentrañar la verdad en el corazón de ella. El hombre de Asad observaba la escena con un deje de diversión maliciosa, como si disfrutara del drama que se desenvolvía frente a él.El corazón de Irina cayó en un abismo de desolación ante la severidad de las palabras de Ami