—¡Miranda, Miranda! —me llama mi amiga, quién me viene persiguiendo, ya que después dela clase salí corriendo del salón. —¡Miranda, alto! —continua insistiendo, ya agotada de correr tras de mí.
—No puedo creer mi tan mala suerte. —comento, al fin deteniéndome, yo también estaba exhausta de correr. —¿Me explicas para poder entender? —pregunta, encorvada con sus manos en sus rodillas, tomando aire. —Theodor Lancaster es el mantenimiento de mi madre y Theo Lancaster su hijastro. Hasta lo que tengo entendido es un pedante insoportable hijo de papi. —le explico. —¿Y como sabes eso? —pregunta confundida. —Se supone que no sabías nada de ese hombre, ni siquiera si tenía familia. — —Pues al principio, cuando mamá se fue, dijo el nombre de ese sujeto y yo me sentía tan mal, abandonada, que me puse a investigar y descubrí que era un multimillonario inglés, con empresas y asociaciones en este país, que tenía un hijo y había enviudado. —le conté, mi tono y expresión cambiaron por completo, en vez de irá reflejaba tristeza, ya no me dolía como antes, pero era una herida que aún estaba allí. —Edo es todo lo que sé, no volví a buscar más de ellos, pero en uno de esos artículos salía que su hijo era un rebelde que creía que el mundo era de él simplemente por tener el papá que tenía. — —Ahora entiendo porque te afecta tanto. —exclama mi amiga, dándome un fuerte abrazo. —¡No, deja! —le frito con una voz quebrada y enojada, alejándola de mí. —No quiero que sientas lastima por mí porque para mí madre fue más importante un hombre y el dinero que sus hijos. Pues no, no quiero que sientan lastima por mí, gracias a las decisiones de esa mujer. Y ya no quiero hablar más del tema, tengo trabajo. — Tal vez fui un poco dura con mi amiga, cuando simplemente ella quería ser un apoyo para mí. Yo solo comencé a alejarme, pero ella no me dejaba sola, nunca lo haría, éramos como hermana. Nos encaminamos a mi trabajo, había conseguido un trabajo en una lujosa cafetería, solo trabajaba unas cuantas horas y el pago era bueno. —No entiendo tú necesidad de trabajar. —comenta mi amiga. Se encontraba sentada en la barra, mientras le preparaba un café. —Tu padre te ha ofrecido Miles de veces pagar por tus cosas y tienes una beca en la universidad, no hay necesidad de que trabajes. — —Ya mi padre tiene suficiente con pagar todas las estupideces en que mi hermano se gasta su dinero. Además, yo trabajando puedo pagar por mis cosas y ser más independiente y no me afecta en nada en los estudios. —le explico, mientras le sirvo su café. —Por cierto, sé que te molesta el tema, pero ¿Le contarás a tú padre que te encontrarás con tú hermanastro? —pregunta, tímidamente, con miedo a mi reacción, mientras le tomaba un sorbo a su café. —Le tengo que decir, pero ahora no, aún no digiero la noticia, ¿No habrá manera de cambiar? —lanzo la pregunta, subiendo que no habría respuesta. Sarah no me dio respuesta, el profesor era muy estricto y no cambiaba nada nunca. Cómo cosas del destino, a la misma cafetería donde me encontraba, Theo y su amigo Octavio decidieron ir a comer. Yo sabía de la existencia de Theo, pero nunca había visto una foto de él, así que no sabía en realidad como era. —¿Dices qué Jazmín no te gusta para nada? —le pregunta Octavio a Theo, mientras que caminaban hacía una mesa. —Es linda sí y una divinura en la cama, pero me aburre, digamos que me gusta divertirme y una chica que sea divertida, pero no solo eso, quiero más que frivolidad. —le explica. —O se, que quieres belleza, pero también cerebro. —analiza Octavio, un poco sorprendido, ya que no imaginaba a su amigo con ese tipo de gusto en mujer. —Algo así. —le afirma. —Iré al baño, ¿Ordenas tú? — —Solo si pagas tú. —los dos se ríen. La vida está llena de sorpresas y coincidencias, está parecía ser una de ellas. Yo iba camino a ser la entrega de una orden a una de la mesas, era una entrega grande y pesada, así que iba caminando con cuidado y viendo al suelo para no caer, Theo venía levantándose de su mesa sin apartar la mirada de su amigo mientras se reían, así que cuando se dio vuelta ya yo estaba tras de él, no se dio cuenta de mi y yo no me di cuenta de él, así que al voltear chocamos haciendo un gran desastre, ya que toda la charola cayo al suelo y llenándonos de comida y batidos la ropa. —¿Qué te pasa? ¿ No ves por donde vas? —grito totalmente alterada tratando de limpiarme la comida de la ropa. —La que por lo visto no ves es otra. —me responde igual de enojado. Alza la miraba y me observa de pies a cabeza. —¿Cómo una chica tan linda puede ser tan despistada? —pregunta en un tono coqueto fastidioso para mí gusto. —¿Cómo un chico tan guapo puede ser tan idiota? —le respondo muy cortante. En eso aparece el gerente de la cafetería, con una cara de enojo y obviamente la que saldría mal de todo esto sería yo. —¿Qué has hecho, Miranda? —me grita muy enojado. —Señor, lo siento, está chica por lo visto vino inútil hoy. — —Oiga, tampoco le hable así, solo fue un accidente. —intentaba defenderme. —No me defiendas, no lo necesito, yo puedo sola. —le reclamo su intento de ayuda. —¡Por favor, Miranda! No le hables así a los clientes. —me continúa regañando el gerente. —Lo siento, señor. Esto fue un accidente, no fue intencional. —le trataba de explicar, pero el gerente estaba más enojado que yo por lo visto. —No me interesan tus explicaciones, Miranda. Mira el desastre que acabas de hacer, como le hablas al cliente. —comienza a señalar todo lo que aparentemente estaba haciendo mal. —Ahora, te pido que recojas y limpies todo, luego te vas, estás despedida. — —No señor, no puede despedirme. —le suplico. —No Miranda, ya tomé mi decisión. —confirmo, muy firme y decidido. —Está bien, pues como ya no trabajo aquí, no tengo porque limpiar esto, pídaselo a los que sí son sus empleados. —le respondo, obviamente enojada porque me despidió, me quité el delantal y lo lancé al suelo y me fui a buscar mi bolso para irme de ese lugar. Me fui rezongando, obvio bastante enojada por lo sucedido, no fue mi culpa, fue culpa de ese tipo que se atravesó en mi camino. —¡Hey, chica, detente! —escucho que alguien me sigue y que me llama, volteo a ver quién era y era él otra vez, ¿Qué quería ahora? —Miranda, ¿Verdad? —dijo mi nombre. —¿Qué quieres ahora? ¿Burlarte de mí por qué por tú culpa me despidieron? —le reclamo. —¿Por mi culpa? —preguntó, muy indignado de que le acusara. —Fuiste tú quién no veía por dónde iba y chocó contra mí. — —En verdad que eres un idiota. —que sínico era. Me doy la vuelta para irme, pero siento que me toman del brazo y me regresan, era él y del jalón que me dio, quedamos muy cerca, tanto que si me acercaba un centímetro más, terminaría besándolo. De cerca era aún más apuesto y debo admitir que no me molestaría besarlo, esos labios gruesos, en tono rosado, eran demasiado provocativos. ¡Por Dios, Miranda! ¿Qué te pasa? Es un extraño. —¡Suéltame! —le exijo mientras le arrebato mi brazo, alejándome de ese momento incómodo. —¿Cómo una chica tan bella puede ser tan obstinada? —pregunta, con una sonrisa de medio lado, bastante coqueta. —Entiendo que estés enojada, ese gerente no fue muy justo contigo, pero si quieres hablo con él para que te regrese tú trabajo. —propone. —No gracias, no me gusta estar debiendo favores. —digo. Me doy la media vuelta y está vez si me voy dejándolo con la palabra en boca. —¿Quién era esa chica? —pregunta Octavio, quién salió de la cafetería luego de que yo me fui. —¡Está loca! — —Demasiado y quiero saber quién es y tú te encargaras de averiguarlo. —le responde Theo, un poco ido sin perderme de vista mientras me alejo. Me sentía humillada, además de sucia de comida y bastante enojada, hoy no era mi día, eso era seguro. Caminé al metro para irme a casa, en mi celular recibía muchas llamadas de mi amiga, la había dejado e la cafetería, no le respondí ninguna llamada, no quería hablar con nadie, por lo menos no por ahora. El metro me dejaba a una cuadra de mi casa, así que caminé un poco, iba totalmente distraída, sin darme cuenta de mi entorno, caminando de forma automática. —¡Miranda! —escuché a lo lejos, pero estaba tan sumergida en mis pensamientos que no volteaba a ver. —¡Miranda! —volví a escuchar, pero está vez sentí nuevamente un jalón por el brazo. —¡Miranda! —dijo otra vez, era Samanta era una amiga de mi madre y fue de mucho apoyo para mí cuando nos abandonó. No lo pensé dos veces y me lancé a ella a darle un abrazo, con ella podía ser más emocional, con todos los demás prefería ser fría, solo Samanta sabe todo lo que sufrí. Ella vivía cerca de mi casa y por como me vio, supo que necesitaba hablar con alguien; así que acepte su invitación y me fui con ella a su casa, a contarle sobre mi larga mañana. —No puedo creer que te toca entrevistar al hijo del hombre por el cual tú madre los abandonó. —comenta sorprendida por lo que le contaba. Tomábamos té que preparó para tomar mientras conversábamos. —¿Irás mañana con él? — —Me toca, el profesor no me cambiará la persona, tengo que hacer mi tesis, solo tengo 6 meses. —le explico, un poco deprimida. —Pues creo que esta puede ser una oportunidad para enfrentar a tú madre. —dice, con cara de que se le había ocurrido una loca idea. Obviamente la miré con confusión. —Tienes 6 meses en los que tendrás que verte con ese chico, puede que en cualquier oportunidad te encuentres con ella, ni ese chico ni su padre deben saber quién eres, es hora de hacerle frente a tú madre. — Si plan en verdad que era loco, e innecesario, yo no quería saber nada de mi madre, pero si tenía encontrarme con Theo Lancaster, haría lo posible por no encontrarme a mi madre y obvio diría quién soy.—¡Qué hotel! —exclama Sarah. Ya era el día que tocaba ir a mi entrevista con Theo Lancaster, Sarah me había acompañado, sobre mis nervios y en verdad la necesitaba allí conmigo. Entramos al hotel donde se quedaba, pasamos primero por recepción para avisar sobre nuestra presencia y nos permitieran entrar.—Es recepción, nos avisa que Miranda Cooper está abajo y ya viene subiendo al penthouse. —le avisa Octavio. —Ella es la chica que hará tú entrevista. ——Por lo visto Miranda es un nombre común en esta ciudad así se llama la chica de la cafetería. —comenta Theo, un poco asombrado.Las puertas del ascensor se abrieron y nos dio con un vestíbulo enorme, estábamos dentro del lujoso penthouse. Theo y Octavio se encontraba en la sala del fondo, cuando las puertas del ascensor se abrieron ellos enseguida voltearon, nosotras al igual que ellos nos los quedamos viendo, ¡No puede ser! Theo Lancaster es el mismo chico con que ayer me tropecé en la cafetería.—¡Esto es increíble! —exclama The
Esos labios tan ricos me impedían apartarme, era el beso más apasionado e intenso que había dado en mi vida. Sus manos sujetaban con fuerza mi cintura, mi cuerpo pegado al suyo, mi corazón latía a mil por horas y sentía al suyo latir con la misma intensidad. Mi mano sujetaban su mejilla y con mi otra mano lo tomaba del pecho, ese pecho duro, y ancho. Su mano subía a mi mejilla y la otra poco a poco bajaba a mi trasero, cuando llegó allí y dio un ligero apretón, cuando sentí esa acción regresé en mi, ¡Oh por Dios! ¿Qué estoy haciendo? Abro los ojos y me empujó con las manos. Lo veo directamente, esto no podía estar pasando, él era un desconocido y a parte de eso, era mi hermanastro, aunque no lo supiera en ese momento.—¿Qué te pasa idiota? En serio, ¿Qué te pasa? —le grito. —En serio que eres un desubicado, ¿Cómo te atreves a besarme? Ni nos conocemos. ——¡Lo siento! Tienes razón, me provocó. —intentaba excusarse, pero la verdad que quedaba peor.—Eres un abusador, eso es lo que eres.
—¿Tienes un novio del cual no sabemos nada, hermanita? —pregunta Mateo, curioseando un poco.—Si así fuera, no es tú problema, hermano. —le respondo, ocultando la nota en el bolsillo de mi pantalón. —Ahora si me disculpas, voy a llevar este ramo de flores a mi habitación. ¡Nos vemos! —Tomo el ramo de flores, era enorme y lo llevo a mi habitación. En verdad que era un hermoso e inesperado detalle, más aún por quién lo envía. Llego a mi habitación y solo me quedó admirando ese hermoso arreglo, primera vez que recibía algo así de bello, en eso escucho que llega un mensaje a mi celular, era de un número desconocido.“Te espero en la cafetería que está frente al parque en una hora. Por favor no faltes.Atentamente: Theo”Ahora me estaba citando, ¿Qué querrá? Después de lo que pasó está mañana, en verdad no lo quiero volver a ver, pero después de este tan hermoso detalle, tal vez quiere que nos veamos para pedirme disculpas en persona.Estaba en un debate entre ir o no ir, estaba molesta
—¡El placer es para nosotros, Miranda! —me saluda el señor Theodor con un beso en la mejilla. —Cuando mi hijo me dijo que se reuniría contigo, insistí en venir para pedirle disculpas de antemano, pero sé que mi hijo te ayudará en todo lo que necesites para tu tesis. —dice, dándole una palmada por la espalda a Theo.—Sí, en eso ya hemos quedado. —digo en forma de broma.—Sí, un poco mano dura la niña. —me sigue el juego.Ella seguía en silencio, solo me veía, intentaba disimular y mezclarse en nuestra conversación, pero se notaba que mi presencia le afectaba.—¡Por cierto! ¿Qué pasó con nuestros modales, Theo? —dice el señor Theodor un poco alarmado. —No te hemos presentado a mi hermosa esposa, Mérida. —Volteo a verla, ella obvio me miró fijamente, con miedo, no sé si por encontrarnos después de tanto miedo o porque le arruine su falsa, obvio si nueva familia no tenía idea de que ella era casada y con hijos además.—¡Mucho gusto, señora Mérida! —le estrecho la mano. Continuo con su ju
—¿En dónde estabas? —a penas abría la puerta de mi casa, para encontrarme con la sorpresa de que mi padre estaba sentado en el sofá de la sala, creo que esperándome. —Te he hecho una pregunta, Miranda. ¿Dónde estabas? —Yo estaba sorprendida por ese repentino interrogatorio que me quedé pasmada.—Estaba en una reunión sobre mi tesis. —respondo.—¿Así de elegante? —continua con sus extrañas preguntas.—¡Por favor, papá! Hablas como si estuviera vestida de gala. —bromeo, al escuchar lo tonta de su pregunta.—¿Por qué me mientes? —sigue, en verdad no sé que estaba pasando, estaba extraño. —Cuando llegue me encontré con tú hermano, quién me dijo que después de que recibiste un ramo de flores, te arreglaste y saliste. Fui a tú habitación y junto al ramo había una nota firmada por un tal Theo, solo quiero saber quién es y por qué se disculpa. ——Theo es mi tesis, papá. Está mañana fui a reunirme con él y no estaba, pero si su asistente. Me imagino que este le comento que estuve allá y él me
—Bueno, el trabajo se ve interesante y con buen pago. —comento.Ya habíamos llegado a la empresa y hablado con la que sería mi supervisora, el trabajo era verdad era increíble y bien pagado, pero no quería actuar desesperada frente a Theo.—Entonces, ¿Qué dices? ¿Entras a trabajar con nosotros? —me pregunta muy entusiasmado. —¡Sí, me encantaría trabajar aquí! —respondo, en verdad si me emociona la idea.—¡Excelente! Entonces le voy a decir a Silvia para que haga tu contrato y mañana mismo empieces. —se emociona. —Espera aquí, ya regreso. —Por lo que me había comentado, Silvia era la señora de recursos humanos, obvio con ella tenía que hablar para darme el empleo. De cierto modo me siento mal de conseguir mi empleo así y no por mérito propio, pero Theo estaba muy entusiasmado.—¡Buenos días! —de repente a la recepción llegó una chica muy guapa, vestía un hermoso vestido de envidia y su zapatos eran demasiado bellos. —¿Será que se encuentra Theo Lancaster? —preguntó por Theo, tal vez
—Lo siento, no quería interrumpir. —se me hizo un nudo en la garganta y sentí de repente que los ojos se me llenaban de lágrimas. —Solo venía a avisarte que ya me iba. ——No… Miranda. Espera, deja que te explique. —insistía totalmente desesperado y nervioso. Se acercaba a mi rápidamente.—No tienes porque explicar nada, Theo. —digo, trato de alejarme de él.—Es verdad Theo, ella es simplemente una empleada, ¿Por qué tendrías que explicarle sobre nuestra relación? —dice ella, con una actitud pedante y con satisfacción de que lo hayas encontrado besándose —¡Cállate Jazmín! —le grita Theo, bastante enojado.—Jazmín tiene razón, yo mejor me voy Theo, ya mañana vengo a comenzar con mi trabajo. —Sin decir más, salí casi que corriendo de la oficina, me sentía fatal, aunque sin razón, como dijo ella, yo solo soy una empleada, no tengo porque meterme en eso y como yo misma lo he repetido, es solo mi tesis. Tal vez la discusión con Mérida me dejó tan afectada que esto también me hizo sentir m
La verdad que descubrir que Samanta y mi hermano tienen una relación me dejó pasmada, Samanta es como mi madre, se ha comportado como tal desde que mi madre nos abandonó, creo que fue distinto con Mateo y vaya que sí. Caminaba a casa, pero totalmente sumergida en mis pensamientos, que prácticamente iba en modo automático; me iba acercando a casa cuando se repente vi un auto frente a mi casa, nuevamente ese auto yo lo conozco, era el auto de Theo. Me imagino que me vio acercarme, porque de inmediato salió del auto. —Miranda, tenemos que hablar. —se acerca a mi antes de que yo pudiera salir huyendo. —Tengo que explicarte, lo que viste no es lo que crees. — Yo caminaba tranquilamente hasta la entrada de mi casa, mientras él me seguía dándome sus explicaciones, que la verdad no le estaba prestando atención. —Si ella es tú novia Theo, no tienes porque explicar nada. —digo, sin mirarlo, estaba más ocupada buscando mis llaves en mi bolso. —Es que ella no es mi novia. —responde.