—¿Tienes un novio del cual no sabemos nada, hermanita? —pregunta Mateo, curioseando un poco.
—Si así fuera, no es tú problema, hermano. —le respondo, ocultando la nota en el bolsillo de mi pantalón. —Ahora si me disculpas, voy a llevar este ramo de flores a mi habitación. ¡Nos vemos! — Tomo el ramo de flores, era enorme y lo llevo a mi habitación. En verdad que era un hermoso e inesperado detalle, más aún por quién lo envía. Llego a mi habitación y solo me quedó admirando ese hermoso arreglo, primera vez que recibía algo así de bello, en eso escucho que llega un mensaje a mi celular, era de un número desconocido. “Te espero en la cafetería que está frente al parque en una hora. Por favor no faltes. Atentamente: Theo” Ahora me estaba citando, ¿Qué querrá? Después de lo que pasó está mañana, en verdad no lo quiero volver a ver, pero después de este tan hermoso detalle, tal vez quiere que nos veamos para pedirme disculpas en persona. Estaba en un debate entre ir o no ir, estaba molesta por su atrevimiento, pero debo aceptar que me gustó, aunque tal vez no era la manera. ¿Qué debo hacer? Se acercaba la hora de la cita y con quedarme sentada pensando no iba a lograr nada, así que comencé a alistarme, por si al final decidía ir, ya estaba lista, si no, no perdía nada. Me coloqué un vestido color beige, era un vestido casual, manga corta y escote en v, hasta la rodilla pegado al cuerpo, con una pierna al descubierto. Lo convino con unos tenis blancos, nunca fallan. Mi cabello largo, totalmente negro lo dejo suelto, solo me hago unas ligeras o das en las puntas y sello con un maquillaje sutil, de diario. Siento que me estoy arreglando mucho para nada, agregando que aún no estoy segura de ir, pero no quiero verme fea, ¿A quién quiero impresionar? ¿Qué pasa conmigo? Se hizo la hora, aún indecisa y con miedo, aunque la verdad no sé de qué, decido ir. El parque a donde me cito no era tan lejos de dónde vivo, así que ya preparada para ir, cojo mi bolso y salgo. Llego al lugar en menos de nada, camino despacio, buscando a mi alrededor a ver donde se encontraba Theo, a primera vista no lo encuentro, ¿Dónde podrá estar? ¿Será que todo era una broma y no vendrá? —¡Miranda! —escucho que me llaman. Volteo a ver rápidamente desde donde me llaman y allí estaba él, Theo, sentado en una mesa. Se levanta y comienza acercarse a mi. —Pensé que no vendrías. —comenta, en un tono de alivio, como alegre de que al fin llegara. —Lo dude bastante en verdad. Si acepte la invitación es porque quiero hacer mi tesis y te necesito para eso. —le explico, muy seria y dura. Esa era mi intención con él, terminar con esa tesis. —¡Si, claro! Por eso te cité aquí, es un lugar más público y tranquilo para conversar, espero hayas traído tu libreta. —dice, dirigiéndome hasta la mesa donde él estaba sentado. —Estoy dispuesto a responder todas tus preguntas y colaborar en todo lo que necesites. —saca la silla y me invita sentar con él, acepto, me siento y luego él se sienta frente a mí. —¿Quieres algo? ¿Jugo, café? —me ofrece. —Un café estaría bien. —respondo. Llamo al mesero y le pidió dos cafés y unos pasteles. —Antes de comenzar con la entrevista, quiero ofrecer una disculpa, tienes toda la razón de enojarte, fui un desubicado totalmente, no debí besarte a la fuerza, no se que me ocurrió. En serio lo siento. —sonaba arrepentido, pero podía estar mintiendo. Aunque en sus ojos en verdad reflejaba culpa, en serio estaba arrepentido o en verdad sabía fingir bien. —Espero puedas disculparme — —¡Está bien! —opte por confiar en él, lo sentía sincero, le iba a dar el beneficio de la duda. —Pero que no vuelva a repetir. —le advierto. —¡De acuerdo! No se volverá a repetir, ¡Claro! A menos que tú quieras. —vuelve con su coqueteo, que me caía mal, era muy creído. —Prestemos nuestra atención a la tesis, conmigo no llevas chance. —le informo, aunque por dentro solo deseaba lanzarme a él. En eso llegó el mesero con los cafés y los pasteles que habíamos pedido. Tomé un sorbo del café y que divino sabor tenía. —Ya entiendo porque todos hablan maravillas de este lugar, en verdad que el café es exquisito. — —¿No habías venido nunca a esta cafetería? —me pregunta. —No, estaba entre el trabajo y la universidad. Además, no es que tenga tanto dinero para venir a un lugar así. —respondo. —Pero eso no fue a lo que vinimos. — —Tienes razón, tú tesis es lo importante. ¿Te gusta la comunicación social? —me pregunta probando un bocado de su pastel. —Soy yo la que debería hacer las preguntas. —argumento. —Si, tienes razón, pero me gustaría que también nos demos la oportunidad de conocernos, mutuamente, tú quieres conocer de mi para tu tesis, pero yo quiero conocer por fines más personales, me pareces una chica bastante hermosa e interesante, a parte de inteligente, no frívola como la mayoría de las chicas que conozco. —comenta, con esa mirada tan profunda, que parecía que sus bellos ojos brillaran. ¿Qué me pasa con este niño? Siento que lo odio, pero al mismo tiempo me vuelvo loca por él. —Pero repito, eso solo será si tú quieres. — —Yo también repito mejor nos enfocamos en la tesis. — —¡Está bien! Tú mandas. —dice con una sonrisita burlona. —Tu padre es un reconocido empresario, tanto en el país como internacionalmente. Con muchas influencias. ¿Alguna vez te has aprovechado de esas influencias para salirte con la tuya? —lanzo la primera pregunta. Su mirada fue de desagrado, obvio la pregunta que le hice no le gustó mucho. —Esa pregunta me ataca mucho. Tienes razón, obvio cada hijo de un multimillonario ha tenido algún que otro aprieto por el cual se ha tenido que beneficiar de la posición de su padre. —responde muy serio, mirando directamente a mis ojos, casi que sin parpadear. —Te confieso que de adolescente fui muy rebelde, irresponsable e incluso imprudente. Mi papá estaba bastante decepcionado de mí es de admitir, pero nunca dejó que algo me pasará. Siempre buscando que mejorara. — —Es el trabajo de nuestros padres hacer eso. —agrego. —En mi caso, solo mi papá. Ya te había dicho que mi madre murió cuando era solo un niño. — —Tienes madrastra, ella debe contribuir en algo. — —Si, tengo un madrastra, que justamente allí viene. —me avisa. —¿Cómo? —pregunto muy sorprendida y nerviosa volteando a ver. —Si, ella y mi padre están aquí. Les dije que me reuniría con la chica de la universidad que me haría la entrevista y mi padre quiso hacerse un tiempo para pedir disculpas por no poder ayudarte. —me explica. La veo acercarse, vuelvo mi mirada a la mesa, solo me quedo viendo el café, agachó la mirada y mis piernas comienzan a temblar, allí venía ella. Theo se levanta para recibirlos. —Padre, Mérida. ¡Qué bueno que lograron venir! —los saluda con beso y abrazo. Yo continuo con la cabeza baja, ella estaba aquí, mi madre estaba aquí, ¿Cómo afrontaría esto. —Les presento a la hermosa… — Antes de que pudiera decir mi nombre, me levanto de mi asiento interrumpiendo la presentación. Quedó frente a frente con ella, que obvio quedó totalmente impactada al verme, sus ojos de asombro se comenzaron a humedecer. —¡Hola! Soy Miranda Cooper. ¡Un placer conocerlos! —termino por presentarme yo misma. La miré fijamente, firme y sin ninguna emoción, tenía que afrontarla, que no me viera vulnerable, así como me dejó cuando nos abandonó.—¡El placer es para nosotros, Miranda! —me saluda el señor Theodor con un beso en la mejilla. —Cuando mi hijo me dijo que se reuniría contigo, insistí en venir para pedirle disculpas de antemano, pero sé que mi hijo te ayudará en todo lo que necesites para tu tesis. —dice, dándole una palmada por la espalda a Theo.—Sí, en eso ya hemos quedado. —digo en forma de broma.—Sí, un poco mano dura la niña. —me sigue el juego.Ella seguía en silencio, solo me veía, intentaba disimular y mezclarse en nuestra conversación, pero se notaba que mi presencia le afectaba.—¡Por cierto! ¿Qué pasó con nuestros modales, Theo? —dice el señor Theodor un poco alarmado. —No te hemos presentado a mi hermosa esposa, Mérida. —Volteo a verla, ella obvio me miró fijamente, con miedo, no sé si por encontrarnos después de tanto miedo o porque le arruine su falsa, obvio si nueva familia no tenía idea de que ella era casada y con hijos además.—¡Mucho gusto, señora Mérida! —le estrecho la mano. Continuo con su ju
—¿En dónde estabas? —a penas abría la puerta de mi casa, para encontrarme con la sorpresa de que mi padre estaba sentado en el sofá de la sala, creo que esperándome. —Te he hecho una pregunta, Miranda. ¿Dónde estabas? —Yo estaba sorprendida por ese repentino interrogatorio que me quedé pasmada.—Estaba en una reunión sobre mi tesis. —respondo.—¿Así de elegante? —continua con sus extrañas preguntas.—¡Por favor, papá! Hablas como si estuviera vestida de gala. —bromeo, al escuchar lo tonta de su pregunta.—¿Por qué me mientes? —sigue, en verdad no sé que estaba pasando, estaba extraño. —Cuando llegue me encontré con tú hermano, quién me dijo que después de que recibiste un ramo de flores, te arreglaste y saliste. Fui a tú habitación y junto al ramo había una nota firmada por un tal Theo, solo quiero saber quién es y por qué se disculpa. ——Theo es mi tesis, papá. Está mañana fui a reunirme con él y no estaba, pero si su asistente. Me imagino que este le comento que estuve allá y él me
—Bueno, el trabajo se ve interesante y con buen pago. —comento.Ya habíamos llegado a la empresa y hablado con la que sería mi supervisora, el trabajo era verdad era increíble y bien pagado, pero no quería actuar desesperada frente a Theo.—Entonces, ¿Qué dices? ¿Entras a trabajar con nosotros? —me pregunta muy entusiasmado. —¡Sí, me encantaría trabajar aquí! —respondo, en verdad si me emociona la idea.—¡Excelente! Entonces le voy a decir a Silvia para que haga tu contrato y mañana mismo empieces. —se emociona. —Espera aquí, ya regreso. —Por lo que me había comentado, Silvia era la señora de recursos humanos, obvio con ella tenía que hablar para darme el empleo. De cierto modo me siento mal de conseguir mi empleo así y no por mérito propio, pero Theo estaba muy entusiasmado.—¡Buenos días! —de repente a la recepción llegó una chica muy guapa, vestía un hermoso vestido de envidia y su zapatos eran demasiado bellos. —¿Será que se encuentra Theo Lancaster? —preguntó por Theo, tal vez
El sueño de toda niña en su niñez, es ser una bella y encantadora princesa, conocer a un príncipe azul de brillante armadura y vivir en un gran y esplendoroso castillo, todo un sueño de hadas. La verdad que no me burlo, ese era mi sueño y de vez en cuando, en los días difíciles aún sueño con que eso me suceda, no cuesta nada soñar, solo que a mí 23 años, trabajando y estudiando a la vez, casi no me da chance de soñar.6 am. Y así comienza mi día.Pi, pi, pi, pi … suena la alarma.—¡Un día más! —Una frase un tanto motivadora para levantarme con todos los ánimos. Apagó la alarma y corro a tomar mi toalla para ir lo más rápido posible hasta el baño antes de que mi hermano se apodere de él. Ya era demasiado tarde, una vez más se me adelantó.—¡Mateo! ¡Sal ya! —comienzo a gritar y golpear con fuerza la puerta, mi hermano tiene la mala costumbre de durar horas en el baño, haciendo que me atrase. —¡Ya sal, Mateo!—Mientras más me apures, más me demoro, ya deberías saberlo, querida hermana
—¡Miranda, Miranda! —me llama mi amiga, quién me viene persiguiendo, ya que después dela clase salí corriendo del salón. —¡Miranda, alto! —continua insistiendo, ya agotada de correr tras de mí.—No puedo creer mi tan mala suerte. —comento, al fin deteniéndome, yo también estaba exhausta de correr.—¿Me explicas para poder entender? —pregunta, encorvada con sus manos en sus rodillas, tomando aire.—Theodor Lancaster es el mantenimiento de mi madre y Theo Lancaster su hijastro. Hasta lo que tengo entendido es un pedante insoportable hijo de papi. —le explico.—¿Y como sabes eso? —pregunta confundida. —Se supone que no sabías nada de ese hombre, ni siquiera si tenía familia. ——Pues al principio, cuando mamá se fue, dijo el nombre de ese sujeto y yo me sentía tan mal, abandonada, que me puse a investigar y descubrí que era un multimillonario inglés, con empresas y asociaciones en este país, que tenía un hijo y había enviudado. —le conté, mi tono y expresión cambiaron por completo, en vez
—¡Qué hotel! —exclama Sarah. Ya era el día que tocaba ir a mi entrevista con Theo Lancaster, Sarah me había acompañado, sobre mis nervios y en verdad la necesitaba allí conmigo. Entramos al hotel donde se quedaba, pasamos primero por recepción para avisar sobre nuestra presencia y nos permitieran entrar.—Es recepción, nos avisa que Miranda Cooper está abajo y ya viene subiendo al penthouse. —le avisa Octavio. —Ella es la chica que hará tú entrevista. ——Por lo visto Miranda es un nombre común en esta ciudad así se llama la chica de la cafetería. —comenta Theo, un poco asombrado.Las puertas del ascensor se abrieron y nos dio con un vestíbulo enorme, estábamos dentro del lujoso penthouse. Theo y Octavio se encontraba en la sala del fondo, cuando las puertas del ascensor se abrieron ellos enseguida voltearon, nosotras al igual que ellos nos los quedamos viendo, ¡No puede ser! Theo Lancaster es el mismo chico con que ayer me tropecé en la cafetería.—¡Esto es increíble! —exclama The
Esos labios tan ricos me impedían apartarme, era el beso más apasionado e intenso que había dado en mi vida. Sus manos sujetaban con fuerza mi cintura, mi cuerpo pegado al suyo, mi corazón latía a mil por horas y sentía al suyo latir con la misma intensidad. Mi mano sujetaban su mejilla y con mi otra mano lo tomaba del pecho, ese pecho duro, y ancho. Su mano subía a mi mejilla y la otra poco a poco bajaba a mi trasero, cuando llegó allí y dio un ligero apretón, cuando sentí esa acción regresé en mi, ¡Oh por Dios! ¿Qué estoy haciendo? Abro los ojos y me empujó con las manos. Lo veo directamente, esto no podía estar pasando, él era un desconocido y a parte de eso, era mi hermanastro, aunque no lo supiera en ese momento.—¿Qué te pasa idiota? En serio, ¿Qué te pasa? —le grito. —En serio que eres un desubicado, ¿Cómo te atreves a besarme? Ni nos conocemos. ——¡Lo siento! Tienes razón, me provocó. —intentaba excusarse, pero la verdad que quedaba peor.—Eres un abusador, eso es lo que eres.