Capitulo 5

—¿Tienes un novio del cual no sabemos nada, hermanita? —pregunta Mateo, curioseando un poco.

—Si así fuera, no es tú problema, hermano. —le respondo, ocultando la nota en el bolsillo de mi pantalón. —Ahora si me disculpas, voy a llevar este ramo de flores a mi habitación. ¡Nos vemos! —

Tomo el ramo de flores, era enorme y lo llevo a mi habitación. En verdad que era un hermoso e inesperado detalle, más aún por quién lo envía. Llego a mi habitación y solo me quedó admirando ese hermoso arreglo, primera vez que recibía algo así de bello, en eso escucho que llega un mensaje a mi celular, era de un número desconocido.

“Te espero en la cafetería que está frente al parque en una hora. Por favor no faltes.

Atentamente: Theo”

Ahora me estaba citando, ¿Qué querrá? Después de lo que pasó está mañana, en verdad no lo quiero volver a ver, pero después de este tan hermoso detalle, tal vez quiere que nos veamos para pedirme disculpas en persona.

Estaba en un debate entre ir o no ir, estaba molesta por su atrevimiento, pero debo aceptar que me gustó, aunque tal vez no era la manera. ¿Qué debo hacer?

Se acercaba la hora de la cita y con quedarme sentada pensando no iba a lograr nada, así que comencé a alistarme, por si al final decidía ir, ya estaba lista, si no, no perdía nada. Me coloqué un vestido color beige, era un vestido casual, manga corta y escote en v, hasta la rodilla pegado al cuerpo, con una pierna al descubierto. Lo convino con unos tenis blancos, nunca fallan. Mi cabello largo, totalmente negro lo dejo suelto, solo me hago unas ligeras o das en las puntas y sello con un maquillaje sutil, de diario. Siento que me estoy arreglando mucho para nada, agregando que aún no estoy segura de ir, pero no quiero verme fea, ¿A quién quiero impresionar? ¿Qué pasa conmigo?

Se hizo la hora, aún indecisa y con miedo, aunque la verdad no sé de qué, decido ir. El parque a donde me cito no era tan lejos de dónde vivo, así que ya preparada para ir, cojo mi bolso y salgo.

Llego al lugar en menos de nada, camino despacio, buscando a mi alrededor a ver donde se encontraba Theo, a primera vista no lo encuentro, ¿Dónde podrá estar? ¿Será que todo era una broma y no vendrá?

—¡Miranda! —escucho que me llaman. Volteo a ver rápidamente desde donde me llaman y allí estaba él, Theo, sentado en una mesa. Se levanta y comienza acercarse a mi. —Pensé que no vendrías. —comenta, en un tono de alivio, como alegre de que al fin llegara.

—Lo dude bastante en verdad. Si acepte la invitación es porque quiero hacer mi tesis y te necesito para eso. —le explico, muy seria y dura. Esa era mi intención con él, terminar con esa tesis.

—¡Si, claro! Por eso te cité aquí, es un lugar más público y tranquilo para conversar, espero hayas traído tu libreta. —dice, dirigiéndome hasta la mesa donde él estaba sentado. —Estoy dispuesto a responder todas tus preguntas y colaborar en todo lo que necesites. —saca la silla y me invita sentar con él, acepto, me siento y luego él se sienta frente a mí. —¿Quieres algo? ¿Jugo, café? —me ofrece.

—Un café estaría bien. —respondo. Llamo al mesero y le pidió dos cafés y unos pasteles.

—Antes de comenzar con la entrevista, quiero ofrecer una disculpa, tienes toda la razón de enojarte, fui un desubicado totalmente, no debí besarte a la fuerza, no se que me ocurrió. En serio lo siento. —sonaba arrepentido, pero podía estar mintiendo. Aunque en sus ojos en verdad reflejaba culpa, en serio estaba arrepentido o en verdad sabía fingir bien. —Espero puedas disculparme —

—¡Está bien! —opte por confiar en él, lo sentía sincero, le iba a dar el beneficio de la duda. —Pero que no vuelva a repetir. —le advierto.

—¡De acuerdo! No se volverá a repetir, ¡Claro! A menos que tú quieras. —vuelve con su coqueteo, que me caía mal, era muy creído.

—Prestemos nuestra atención a la tesis, conmigo no llevas chance. —le informo, aunque por dentro solo deseaba lanzarme a él. En eso llegó el mesero con los cafés y los pasteles que habíamos pedido. Tomé un sorbo del café y que divino sabor tenía. —Ya entiendo porque todos hablan maravillas de este lugar, en verdad que el café es exquisito. —

—¿No habías venido nunca a esta cafetería? —me pregunta.

—No, estaba entre el trabajo y la universidad. Además, no es que tenga tanto dinero para venir a un lugar así. —respondo. —Pero eso no fue a lo que vinimos. —

—Tienes razón, tú tesis es lo importante. ¿Te gusta la comunicación social? —me pregunta probando un bocado de su pastel.

—Soy yo la que debería hacer las preguntas. —argumento.

—Si, tienes razón, pero me gustaría que también nos demos la oportunidad de conocernos, mutuamente, tú quieres conocer de mi para tu tesis, pero yo quiero conocer por fines más personales, me pareces una chica bastante hermosa e interesante, a parte de inteligente, no frívola como la mayoría de las chicas que conozco. —comenta, con esa mirada tan profunda, que parecía que sus bellos ojos brillaran. ¿Qué me pasa con este niño? Siento que lo odio, pero al mismo tiempo me vuelvo loca por él. —Pero repito, eso solo será si tú quieres. —

—Yo también repito mejor nos enfocamos en la tesis. —

—¡Está bien! Tú mandas. —dice con una sonrisita burlona.

—Tu padre es un reconocido empresario, tanto en el país como internacionalmente. Con muchas influencias. ¿Alguna vez te has aprovechado de esas influencias para salirte con la tuya? —lanzo la primera pregunta. Su mirada fue de desagrado, obvio la pregunta que le hice no le gustó mucho.

—Esa pregunta me ataca mucho. Tienes razón, obvio cada hijo de un multimillonario ha tenido algún que otro aprieto por el cual se ha tenido que beneficiar de la posición de su padre. —responde muy serio, mirando directamente a mis ojos, casi que sin parpadear. —Te confieso que de adolescente fui muy rebelde, irresponsable e incluso imprudente. Mi papá estaba bastante decepcionado de mí es de admitir, pero nunca dejó que algo me pasará. Siempre buscando que mejorara. —

—Es el trabajo de nuestros padres hacer eso. —agrego.

—En mi caso, solo mi papá. Ya te había dicho que mi madre murió cuando era solo un niño. —

—Tienes madrastra, ella debe contribuir en algo. —

—Si, tengo un madrastra, que justamente allí viene. —me avisa.

—¿Cómo? —pregunto muy sorprendida y nerviosa volteando a ver.

—Si, ella y mi padre están aquí. Les dije que me reuniría con la chica de la universidad que me haría la entrevista y mi padre quiso hacerse un tiempo para pedir disculpas por no poder ayudarte. —me explica.

La veo acercarse, vuelvo mi mirada a la mesa, solo me quedo viendo el café, agachó la mirada y mis piernas comienzan a temblar, allí venía ella. Theo se levanta para recibirlos.

—Padre, Mérida. ¡Qué bueno que lograron venir! —los saluda con beso y abrazo. Yo continuo con la cabeza baja, ella estaba aquí, mi madre estaba aquí, ¿Cómo afrontaría esto. —Les presento a la hermosa… —

Antes de que pudiera decir mi nombre, me levanto de mi asiento interrumpiendo la presentación. Quedó frente a frente con ella, que obvio quedó totalmente impactada al verme, sus ojos de asombro se comenzaron a humedecer.

—¡Hola! Soy Miranda Cooper. ¡Un placer conocerlos! —termino por presentarme yo misma. La miré fijamente, firme y sin ninguna emoción, tenía que afrontarla, que no me viera vulnerable, así como me dejó cuando nos abandonó.

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