Esos labios tan ricos me impedían apartarme, era el beso más apasionado e intenso que había dado en mi vida. Sus manos sujetaban con fuerza mi cintura, mi cuerpo pegado al suyo, mi corazón latía a mil por horas y sentía al suyo latir con la misma intensidad. Mi mano sujetaban su mejilla y con mi otra mano lo tomaba del pecho, ese pecho duro, y ancho. Su mano subía a mi mejilla y la otra poco a poco bajaba a mi trasero, cuando llegó allí y dio un ligero apretón, cuando sentí esa acción regresé en mi, ¡Oh por Dios! ¿Qué estoy haciendo? Abro los ojos y me empujó con las manos. Lo veo directamente, esto no podía estar pasando, él era un desconocido y a parte de eso, era mi hermanastro, aunque no lo supiera en ese momento.
—¿Qué te pasa idiota? En serio, ¿Qué te pasa? —le grito. —En serio que eres un desubicado, ¿Cómo te atreves a besarme? Ni nos conocemos. — —¡Lo siento! Tienes razón, me provocó. —intentaba excusarse, pero la verdad que quedaba peor. —Eres un abusador, eso es lo que eres. Yo me largo. —cogí mi libreta la metí en mi bolso y salí a toda prisa de ese estudio, sin siquiera despedirme. —Sarah, ¡Nos vamos! —le digo a mi amiga, estaba muy furiosa. —¿Qué pasa, Miranda? —pregunta confundida, levantándose del sofá donde estaba sentada, corre a toda prisa para alcanzarme. —¿Y la entrevista? — —La entrevista se acabó. —le respondo, presionando como loca los botones del ascensor para salir de allí. —¡Miranda, Miranda! ¡No te vayas! —gritaba Theo saliendo del estudio corriendo para alcanzarme. Por suerte para mí, las puertas del ascensor cerraron justo a tiempo, no quería pasar más tiempo en ese lugar. —¿Puedes decirme que ocurre? —pregunta Octavio muy confundido. —Hace un momento que los vi estaban muy encantados. — —Se molestó porque le robe el beso, me acusó de ser un abusador. —le explica Theo, totalmente apenado por toda esa situación. —Yo te lo he dicho, no todas las mujeres son iguales, algún día iba a llegar una que no le pareciera encantador tu manera tan arrebatada de enamorarlas. Ese día es hoy y la chica es ella. —le da un sermón. —Ahora esperemos que no te acuse o algo y que tú padre se entere, porque allí sí que estás acabado. — —Tengo que remediar esto, no tanto por mi padre, porque no quiero que me vea de esa manera o sé porqué, pero no quiero que esa sea la imagen que ella se lleve de mi. — Al parecer a Theo le había afectado esto, era raro para él, pero quería corregir su error. Yo por otro lado estaba echa una fiera, era un desubicado, yo no era una puta que podía agarrar a la fuerza, aunque no puedo negar que sus besos son exquisitos, pero ese no era el caso ahora. Sarah y yo llegamos a la estación del metro, salí muy rápido de ese hotel, quería alejarme lo más posible. —No puedo creer lo que me dices, Miranda. ¿En serio se atrevió a besarte a la fuerza? —pregunta Sarah. Obvio le conté lo ocurrido, tenía que desahogarme con alguien. —Pero dime, ¿Qué tal besa? — —¿Es en serio, Sarah? —me molestó su pregunta, no venía al caso. —Te cuento que casi me violan y tú solo me preguntas cómo besa ese idiota. — —¡Está bien! ¡Tienes razón! Es una pregunta bastante desubicado, pero no me puedes negar que ese chico es un papacito. —sus argumentos ya eran bastantes detestables. —¿Eso que tiene que ver con que el muy idiota se siente el macho más macho y me robó un beso? — en serio estaba enojada. —Además, es mi hermanastro. — —¡De acuerdo! Pero él no sabe eso, además tú lo has dicho, hermanastro, no lleva tú sangre. —dice, tiene un punto a su favor, pero no quita el hecho de lo mal que estuvo él. —Por cierto, ¿Supiste algo de tú mamá? — —Vi una foto de ella, del día de su boda, cuando se casó con Theodor Lancaster. —respondo, bajo la mirada, intento ocultar lo mucho que me afectó. —Se veía tan feliz, sin ningún sentimiento de culpa en su sonrisa. — —¡Ay amiga! Me vas a disculpar, pero tú madre es una perra. —se expresa, con toda razón, ni como discutirlo. —¿Lo volverás a ver a Theo? Tú tesis es sobre él, pero tal vez si hablas con el profesor y le explicas, él entienda. — Tal vez entienda o tal vez diga que yo me fui de lanzada y por eso paso lo que pasó, no podía arriesgarme a perder mi tema para la tesis, pero tampoco podía seguir permitiendo que ese desubicado se sobre pasará conmigo. Aunque no le quitó razón a Sarah, Theo es todo un papacito. Ya sin trabajo no tenía más nada que hacer en el día y hoy no tenía clases y la verdad que no tenía ánimos de hacer nada más, así que me fui directo a casa. Mi hermano estaría en clases y mi padre trabajando, así que por fin tendría un momento a solas. Me encerré en mi habitación y me puse a terminar un trabajo que tenía para una materia, tenía suficiente tiempo para hacerme cargo de eso, pero por más que intentaba concentrarme en lo que hacía, mis pensamientos estaban en el penthouse de Theo, en ese estudio, frente a ese enorme ventanal, donde me daba esos besos tan divinos, pero no, no, no, no. No podía pensar en eso ¡Por Dios! En ese idiota que cree que se puede aprovechar de mí. —Toc, toc, toc. —escucho a alguien decir desde la puerta de mi habitación. —Es sorprendente verte tan temprano en casa. —era mi hermano. Entra a la habitación y se lanza a la cama, sin permiso, como siempre. —Termine rápido mis diligencias y no tenía nada más que hacer, ahora que estoy sin trabajo. —le explico, un poco odiosa, pero así nos la llevábamos. —¿Tú qué haces aquí tan temprano? ¿No tuviste clase? — —Si, terminaron temprano. Ya estoy en proceso de tesis, así que estoy igual que tú, con más tiempo libre. —responde. —¿Te ocurre algo hermana? —pregunta acercándose a mí escritorio, a pesar de llevarnos tan mal, los dos nos conocemos muy bien, obvio se dio cuenta de que algo me pasaba. —Solo estoy muy frustrada por esto de la tesis. —no era falsa mi respuesta, el tema con Theo me agobiada, tanto él con sus actos, como el encontrarme con mi madre y él era mi tesis. En ese momento escuchamos que tocaron el timbre de la casa, los dos nos quedamos viendo, nos pareció extraño. A esta hora no solía haber nadie en la casa, así que era raro recibir visitas. —¿Esperas a alguien? —me pregunta. —Justo te iba a hacer la misma pregunta. —le respondo. Sin decir más, los dos nos salimos de mi habitación para ir a ver a la puerta de quién se trataba. Llegamos a la puerta y cuando abrimos, era un repartidor, con un enorme ramo de flores. —¿Miranda Cooper se encuentra? —pregunta el repartidor. —Soy yo. —respondo tímidamente, veía a mi hermano, él estaba tan extrañado como yo. —Esto es para usted, firme aquí. —me dio un papel que tenía que firmar y luego me dio el ramo de flores. Solo se fue sin decir nada más, cerramos la puerta y entramos a casa, coloqué las flores sobre la mesa, estaban hermosas. —¿Quién es el admirador? —pregunta Mateo. Tomé la tarjeta que traían la flores, era una pequeña nota que decía: Sé que esto no compensa lo mal que me porté, pero es un inicio de mis disculpas. Atentamente: Theo.—¿Tienes un novio del cual no sabemos nada, hermanita? —pregunta Mateo, curioseando un poco.—Si así fuera, no es tú problema, hermano. —le respondo, ocultando la nota en el bolsillo de mi pantalón. —Ahora si me disculpas, voy a llevar este ramo de flores a mi habitación. ¡Nos vemos! —Tomo el ramo de flores, era enorme y lo llevo a mi habitación. En verdad que era un hermoso e inesperado detalle, más aún por quién lo envía. Llego a mi habitación y solo me quedó admirando ese hermoso arreglo, primera vez que recibía algo así de bello, en eso escucho que llega un mensaje a mi celular, era de un número desconocido.“Te espero en la cafetería que está frente al parque en una hora. Por favor no faltes.Atentamente: Theo”Ahora me estaba citando, ¿Qué querrá? Después de lo que pasó está mañana, en verdad no lo quiero volver a ver, pero después de este tan hermoso detalle, tal vez quiere que nos veamos para pedirme disculpas en persona.Estaba en un debate entre ir o no ir, estaba molesta
—¡El placer es para nosotros, Miranda! —me saluda el señor Theodor con un beso en la mejilla. —Cuando mi hijo me dijo que se reuniría contigo, insistí en venir para pedirle disculpas de antemano, pero sé que mi hijo te ayudará en todo lo que necesites para tu tesis. —dice, dándole una palmada por la espalda a Theo.—Sí, en eso ya hemos quedado. —digo en forma de broma.—Sí, un poco mano dura la niña. —me sigue el juego.Ella seguía en silencio, solo me veía, intentaba disimular y mezclarse en nuestra conversación, pero se notaba que mi presencia le afectaba.—¡Por cierto! ¿Qué pasó con nuestros modales, Theo? —dice el señor Theodor un poco alarmado. —No te hemos presentado a mi hermosa esposa, Mérida. —Volteo a verla, ella obvio me miró fijamente, con miedo, no sé si por encontrarnos después de tanto miedo o porque le arruine su falsa, obvio si nueva familia no tenía idea de que ella era casada y con hijos además.—¡Mucho gusto, señora Mérida! —le estrecho la mano. Continuo con su ju
—¿En dónde estabas? —a penas abría la puerta de mi casa, para encontrarme con la sorpresa de que mi padre estaba sentado en el sofá de la sala, creo que esperándome. —Te he hecho una pregunta, Miranda. ¿Dónde estabas? —Yo estaba sorprendida por ese repentino interrogatorio que me quedé pasmada.—Estaba en una reunión sobre mi tesis. —respondo.—¿Así de elegante? —continua con sus extrañas preguntas.—¡Por favor, papá! Hablas como si estuviera vestida de gala. —bromeo, al escuchar lo tonta de su pregunta.—¿Por qué me mientes? —sigue, en verdad no sé que estaba pasando, estaba extraño. —Cuando llegue me encontré con tú hermano, quién me dijo que después de que recibiste un ramo de flores, te arreglaste y saliste. Fui a tú habitación y junto al ramo había una nota firmada por un tal Theo, solo quiero saber quién es y por qué se disculpa. ——Theo es mi tesis, papá. Está mañana fui a reunirme con él y no estaba, pero si su asistente. Me imagino que este le comento que estuve allá y él me
—Bueno, el trabajo se ve interesante y con buen pago. —comento.Ya habíamos llegado a la empresa y hablado con la que sería mi supervisora, el trabajo era verdad era increíble y bien pagado, pero no quería actuar desesperada frente a Theo.—Entonces, ¿Qué dices? ¿Entras a trabajar con nosotros? —me pregunta muy entusiasmado. —¡Sí, me encantaría trabajar aquí! —respondo, en verdad si me emociona la idea.—¡Excelente! Entonces le voy a decir a Silvia para que haga tu contrato y mañana mismo empieces. —se emociona. —Espera aquí, ya regreso. —Por lo que me había comentado, Silvia era la señora de recursos humanos, obvio con ella tenía que hablar para darme el empleo. De cierto modo me siento mal de conseguir mi empleo así y no por mérito propio, pero Theo estaba muy entusiasmado.—¡Buenos días! —de repente a la recepción llegó una chica muy guapa, vestía un hermoso vestido de envidia y su zapatos eran demasiado bellos. —¿Será que se encuentra Theo Lancaster? —preguntó por Theo, tal vez
—Lo siento, no quería interrumpir. —se me hizo un nudo en la garganta y sentí de repente que los ojos se me llenaban de lágrimas. —Solo venía a avisarte que ya me iba. ——No… Miranda. Espera, deja que te explique. —insistía totalmente desesperado y nervioso. Se acercaba a mi rápidamente.—No tienes porque explicar nada, Theo. —digo, trato de alejarme de él.—Es verdad Theo, ella es simplemente una empleada, ¿Por qué tendrías que explicarle sobre nuestra relación? —dice ella, con una actitud pedante y con satisfacción de que lo hayas encontrado besándose —¡Cállate Jazmín! —le grita Theo, bastante enojado.—Jazmín tiene razón, yo mejor me voy Theo, ya mañana vengo a comenzar con mi trabajo. —Sin decir más, salí casi que corriendo de la oficina, me sentía fatal, aunque sin razón, como dijo ella, yo solo soy una empleada, no tengo porque meterme en eso y como yo misma lo he repetido, es solo mi tesis. Tal vez la discusión con Mérida me dejó tan afectada que esto también me hizo sentir m
La verdad que descubrir que Samanta y mi hermano tienen una relación me dejó pasmada, Samanta es como mi madre, se ha comportado como tal desde que mi madre nos abandonó, creo que fue distinto con Mateo y vaya que sí. Caminaba a casa, pero totalmente sumergida en mis pensamientos, que prácticamente iba en modo automático; me iba acercando a casa cuando se repente vi un auto frente a mi casa, nuevamente ese auto yo lo conozco, era el auto de Theo. Me imagino que me vio acercarme, porque de inmediato salió del auto. —Miranda, tenemos que hablar. —se acerca a mi antes de que yo pudiera salir huyendo. —Tengo que explicarte, lo que viste no es lo que crees. — Yo caminaba tranquilamente hasta la entrada de mi casa, mientras él me seguía dándome sus explicaciones, que la verdad no le estaba prestando atención. —Si ella es tú novia Theo, no tienes porque explicar nada. —digo, sin mirarlo, estaba más ocupada buscando mis llaves en mi bolso. —Es que ella no es mi novia. —responde.
—Así quedamos Silvia, ya mañana Miranda viene para tomar el puesto como secretaria. —digo muy emocionado.—Tranquilo Theo, yo me encargo de todo el papeleo que hay por hacer y mañana a primera hora espero a Miranda aquí. —me responde amablemente. Recoge unos documentos frente a ella y los coloca dentro de una carpeta, en todo momento sin dejar de mirarme.—Estas muy emocionado con esa niña, ¿Verdad?——¿Tanto se me nota? —me sonrojo.—Pues sí. —se ríe. —Sabes bien que aquí te conocemos como un perro, que con cada chica que sales es para pasar el otro y eso se nota hasta en tu cara, pero con esta no sé, hay algo diferente. ——Créeme que yo también siento ese algo diferente , que tampoco lo logro comprender, pero me gusta y quiero conocerla más y estar mas cerca de ella. —le cuento, me puse todo tierno y emocionado, yo no soy así.—Bueno, ya basta de los corazones en el aire, hay que trabajar. Espero la traten bien, porque si no tendremos problemas. ——Tranquilo jefe, yo me encargo de que
Se me hizo muy mal el desplante que le hicimos a nuestro padre, casi nunca pasamos tiempo con él, nosotros en nuestras cosas y el en su trabajo, creo que desde que nuestra madre fue, no he visto que mi padre salga, se divierta, puro trabajar.—¿Puedo pasar, hermana? —escucho a Mateo que estaba en la puerta de mi habitación.—¡Claro! Pasa. —le contesto. Yo estaba terminando de arreglarme para mi cita con Theo, a final de cuentas si quiero verlo y ya solo faltaba media hora. —Dime, ¿Qué necesitas? ——Papá, no me esperaba lo de la cena. Creo que estuvo mal decirle que no, ahora más que nuestra madre está en la ciudad. —comienza a hablar caminando a sentarse en mi cama, en serio estaba medio triste por eso. —Lo mismo estaba pensando justo. ¿Está en su habitación? ——No, salió. —responde. —Lo alcance a ver cuando se iba, pero no me dio chance de preguntarle a donde iba. ——Creo que sería muy cínico de nuestra parte preguntar, él no se metió en nuestros planes. —comento.—¿Sabes que en un