—Lo siento —comenzó a decir él— La verdad es que eso sonó medio comprometedor.—No te preocupes, se entiende lo que quisiste decir —luego no pudo aguantar la risa porque sí que había sonado comprometedor, sucio y sexual.Lonergan la miró, al principio se extrañó pero luego se dió cuenta de cómo ella había interpretado las palabras de él y que por eso le causaba tanta hilaridad, que no pudo aguantarse y él comenzó a reír también. Reían de tal forma que los que pasaban por la calle los miraban y sonreían con ellos, los que estaban en el restaurante los miraban con curiosidad y otros reían solamente con verlos reírse.Cuando ya el estómago les dolía por tanto reír y las lágrimas les brotaban de los ojos, pudieron más o menos controlarse, pero procuraban no mirarse a los ojos, sin embargo fue inevitable, al verse las caras de nuevo las risa los atacó, haciendo que casi perdieran el aliento.—¡Oh, por Dios! —dijo ella— Tenía demasiado tiempo sin reirme de esta manera.Por su parte, Lonerga
—Porque quería impresionarte, quería que me vieras.—Y lo lograste, ese día noté que eras hermosa —un nuevo golpe de rubor en las mejillas femeninas— Pero hoy me dí cuenta de que eres una mujer muy deseable, fantásticamente hermosa y perfecta.—Gracias, de verdad haces que se me salgan los colores —dijo sonriendo.—Lo malo es que me fijé en tí de una manera poco apropiada, tus formas son muy atractivas —dijo él con algo de bochorno.—¿Te gusté? —le preguntó ella sin poder evitar la picardía.—Para ser completamente franco… Sí, definitivamente sí —le dijo.—Gracias por ser sincero conmigo, igual yo siento que puedo ser sincera contigo y confiar en tí —le dijo con los ojos brillantes— Además te debo la vida.—Gracias por confiar en mí —le dijo él con gesto preocupado— Pero no sé si sería bueno que confiaras tanto en mí, hoy me sentí como una especie de patán porque quería admirar tu cuerpo.—Pero eres un hombre sumamente atractivo, Steve —le dijo ella— Las chicas deberían caer rendidas
Ella se le quedó mirando, por lo menos sabía que ella no le era indiferente, porque a medida que pasaban los minutos y las horas compartiendo con Steve Lonergan, Bridgette había ido reconociendo que este hombre la perturbaba, al menos físicamente, en otras palabras: la excitaba. Y reconocer eso hacía que algo en ella fuera cambiando, generando un extraño calor que le llenaba el pecho de ternura.—Me encanta cuando eres sincero conmigo —le dijo— Me haces sentir bien, yo no sé qué va a pasar en el futuro, no puedo prever las cosas, pero si te digo que cuentas con mi confianza y con mi amistad.—Tú también cuentas con mi amistad, Bri —le dijo él con sentimiento en la voz— Con mi sincera amistad.—Gracias, Steve —le dijo con sinceridad— Entonces, ¿nos vamos?—Sí, no me gusta manejar mucho de noche por la autopista —le dijo.—Si pudiera te llevara en mi auto, ¿pero cómo haríamos con el tuyo?—Bueno, entonces me puedes traer mañana para venir a buscarlo.—Me está pidiendo que me quede en Lo
Por eso había sido la duda de si viajaba de nuevo a San Francisco o se quedaba en Los Ángeles, pero había decidido ir e inevitablemente, había sucedido todo esto que lo tenía desconcertado.Decidió olvidarse por ahora del asunto, pero de que necesitaba meditarlo bien, era obvio que sí. Dando un gran suspiro se concentró en la carretera y aceleró, casi al máximo, su potente vehículo.Cuando llegó a su casa eran cerca de las diez de la noche, porque a pesar de todo no había conducido tan rápido como hubiera deseado, y ya de noche condujo aún más lento, nunca le había gustado conducir por las autopistas cuando las luces del día se apagaban.La señora Palmer, una ama de llaves que había contratado lo estaba esperando en la sala de la amplia casa—¿El señor desea comer? — le preguntó solícita— Si lo desea, le puedo calentar la comida, señor Lonergan.—No se preocupe por mí, señora Palmer —le dijo cariñoso— Si lo desea se puede retirar a descansar, ya sabe que no me gusta que se quede despi
A muchas millas de Los Ángeles, Bridgette Reynolds estacionaba su auto en la cochera que tenía la vivienda, bajó la puerta automática y entró en la casa por una puerta lateral de la misma.Su madre estaba terminando la cena cuando ella entró, eran casi las siete de la noche, aunque se había despedido de Steve a eso de las cuatro de la tarde, no se había dirigido a la casa directamente sino que se dirigió al mirador de la bahía, ese era un lugar apacible, al menos en horas del día porque de noche no era muy recomendable que se dijera.Se había quedado allí pensando mientras veía como el sol iba declinando hasta el hermoso crepúsculo que brillaba sobre la bahía con sus múltiples tonos rojos cobrizos, haciendo que las crestas de las olas parecieran montones de monedas doradas apiladas una sobre la otra.Primero se recostó del barandal, y estuvo allí pensando solamente, su rostro no denotaba nada en particular para cualquier testigo que la viera allí, parecía meditar en cosas profundas y
La chica casi se cae de la impresión, las piernas se le doblaron y tuvo que agarrarse a un mueble que estaba allí. Después de eso fue mucho más solícita con la fantástica cliente que le había tocado. Bri, le pidió que le mostrara medias de fina seda, también unos zapatos de vestir, acorde con la ropa. Y por supuesto, lencería, la más atractiva que pudiera mostrarle. Había unas preciosidades de brasieres, baby dolls, conjuntos de dormir y unas panties de infarto.Ella se probó toda la ropa y se miraba en el espejo, la que le parecía más sexy esas las compraba. De hecho se puso un conjunto de dormir negro, con un brasier tansparente así como la corta bata que le quedaba por encima de los hermosos glúteos, apenas cubriéndolos y para rematar un hermoso hilo de color negro, con una blonda super hermosa que apenas le cubría el pubis.Allí no pudo controlar su imaginación maliciosa y se imaginó entrar en la habitación de Steve con ese atuendo, caminando sensualmente hasta la cama del hombre
—¿Qué edad tiene, hija? —su madre parecía más preocupada por saber en quien estaba interesada, que en sus sentimientos.—Es un hombre adulto, madre.—¿Qué tan adulto? —preguntó incisiva.—Como de unos cincuenta y algo de años —le dijo Bridgette, le pareció que su madre suspiraba con tranquilidad, quizás se imaginaba que Steve era un viejito y no un hombre super atractivo.—Creo que deberías invitarlo a comer a casa —le dijo ella sorpresivamente— Me parece que se merece que le agradezca personalmente por haber salvado a mi niña a riesgo de su vida.—¿Sí, verdad? —le dijo ella un tanto suspicaz.—Claro que sí —le dijo— Creo que deberías ver si lo encuentras el próximo domingo y lo invitas a casa, en verdad me gustaria conocerlo.—Imagino que sí —le dijo tratando de que ella no ahondara en sus preguntas.Su madre se le quedó mirando durante largo rato mientras sostenía uno de los bikinis tipo hilo en sus manos, ella conocía a su hija, y sabía que no le estaba diciendo la verdad, al menos
—Eso es posible, pero no le vas a estar haciendo ojitos como al viejo Lucius, por favor.Ambas se echaron a reír durante un buen rato, hasta que se cansaron.—Espero que sepas lo que haces, hija —le dijo ahora en tono de consejo— Toda persona tiene un pasado y eso influye mucho en ellas, espero que él te pueda querer como tú lo quieres.—Gracias, mamá —dijo, pero de inmediato arrugó el entrecejo y la miró inquisidoramente— ¿Me estás diciendo que yo lo quiero, o, que yo estoy enamorada, madre? —Las dos cosas, hija, es posible que no lo sientas así, pero la atracción que sientes por ese hombre va más allá de lo físico y eso puedo verlo en tus ojos —le dijo con una inusitada ternura en su semblante mientras la tomaba por la barbilla y le acariciaba el rostro.Bridgette no dijo nada, pero se quedó cavilando las cosas que su madre le había dicho.—Es posible, mamá —le dijo otra vez haciendo gala de su sinceridad— Pero por el momento me conformaría con que se decidiera a darse una oportuni