••Narra Erika••
Al entrar en aquella habitación, sujeta de la mano de Derek, me sentí intimidada.
La mirada de la multitud cayó sobre mí. Todos los ojos masculinos me veían con indiferencia o simplemente me pasaban por alto, como si no se atrevieran a verme directamente.
¿Por qué?
La última vez que entré aquí, me pregunté: ¿Cuál es la función de estas personas? ¿En qué consistía su labor? ¿Simplemente observaban y se reían de las atrocidades que se cometían? ¿Era la forma de Derek de ejercer presión psicológica sobre sus víctimas? ¿Su manera de humillar? Porque si de golpear se trataba, solo necesitaba a tres o cuatro personas.
Me dirigió al centro de la habitación, las personas se abrían pasó ante él.
No pude
Traté de relajarme y respiré profundo, apartando ese día y escondiéndolo en lo más recóndito de mi cerebro.Preferí pensar en otra cosa, como el hecho que en cualquier momento Derek se levantaría y les daría una paliza por ingratos.―¿Saben que los tenemos grabados en video? Tengo el material suficiente para hundirlos en la miseria.Mi madre, tan prepotente como siempre, intervino:―Venga ya, ¿vas armar tanto jaleos por unos huevos de decoración?―Esos huevos de decoración, como usted lo llama, fue un regalo de la realeza y tienen un valor de millones de dólares. ¿Lo olvidaron? ―habló Derek, con seriedad.Mis padres se miraron el uno al otro, mostrando nerviosismo. Inclusive pude escucharlos tragar saliva.―¿Me van a decir dónde están o se los tengo que sacar a golpes? ―insistió mi esp
Lanzó el cofre vacío a un lado.―Ahora, estas son las reglas: harán lo que yo diga, cuando yo lo diga y porque yo lo diga. ¿Entendieron? ―Derek estaba disfrutando esto. Lo notaba en sus ojos, que parecían brillan más de lo normal.―¿Y por qué te haríamos caso? Fuiste tú quien rompió los adornos ―interrumpió mi madre, exaltada.Trató de levantarse, pero uno de los guardias volvió a ponerla de rodillas, presionando su hombro.―Pruébalo.―¿Qué?―Dije: Pruébalo ―habló Derek, con una sonrisa siniestra―. Según las cámaras de seguridad, ustedes robaron mi propiedad. Fueron los últimos que estuvieron con los objetos antes de que aparecieran destrozados.―¿Aparecieran? Pero si tú...―¡Ya cállate! ―Le gritó mi padre―. ¿No te est&aacut
―¿Cuántas veces? ―presionó Derek.―Unas... cuántas.Mi madre soltó un chillido, ofendida.Podía notar la vena que amenazaba con salir de su frente.Sí mi padre era un narcisista, mi madre era la reina de ellos. Siempre ha sido la más desquiciada para mí.En su frágil mente donde solo ella importa, la infidelidad, es el crimen más atroz, porque: ¿cómo alguien la va a engañar a ella siendo tan perfecta?―¿Me estás jodiendo? ―gritó mi madre.―¿Fue con la misma mujer? ―insistió Derek, que parecía fascinado por sacar a relucir los trapitos sucios.―No.―Miserable ―Soltó mi madre.Él no la miraba a la cara.―¿Y alguna de esas mujeres la conocía tu esposa?Robert soltó un suspiró.―Eran... Miembros de la igles
Otro maldito día; la misma testada rutina, la misma insípida comida, la mayor parte de mi día trabajando en una aburrida oficina, tolerando a una arrogante y prepotente jefa. Apenas llegue a mi casa veré por décima vez en esta semana la película: quiero matar a mi jefe. Estuve matándome estudiando para terminar siendo la asistente de una infeliz millonaria clasista y sin corazón. Me endeudé en la universidad, pagando una costosa matrícula la cuál aún debo, ¿para esto? ¿Esta era mi gran meta en la vida? No sé qué es peor, ¿tener a la peor jefa del mundo o que la peor jefa del mundo sea mi ex compañera de universidad que siempre me detestó? Por algún motivo que no entiendo, siempre estuvo en mi contra. Si yo decía que el pasto era verde, ella proclamaba que era amarillo. Si decía que el océano era azul, ella juraba que era rosado. La vida era tan injusta. Mientras yo me endeudaba para poder pagar la universidad, ella iba a grandes fiesta, nunca estudiaba y pasaba los semestr
Se me cortó la respiración. Llevaba años sin verlo en persona, específicamente desde los veintiuno. No podía negar que este hombre siempre fue atractivo hasta el punto de ser doloroso. Y los años solo lo mejoraron y le dieron un aire de madurez y sofisticación difícil de pasar por alto. Su estatura rozaba el metro noventa, sus piernas eran largas y bien definidas. Sus hombros anchos cubiertos con el traje de vestir. Siempre tuvo una contextura envidiable, no era ni muy robusto ni muy flaco, un equilibrio perfecto entre ambos. Me preguntaba cómo se vería sin camisa, que tanto se le marcarían los músculos. Me encontré con su mandíbula marcada y las facciones de su rostro eran armoniosas. Su cabello negro azabache estaba peinado hacía atrás y sus ojos grises creaban un gran contraste con su piel pálida. Jamás lo negué, físicamente me atraía, pero su personalidad me alejaba. Un brillo burlón bailaba en sus ojos grises. No sabía que expresión tenía mi rostro, pero debí que
El rostro de Derek era tan severo como armonioso. Sus fosas nasales se ensanchaban, su mandíbula estaba tensa y sus labios eran una línea recta. Sus ojos grises me evaluaron de arriba abajo, recorriendo mis piernas desnudas, mi blusa suelta que dejaba a la imaginación mis curvas, mis pequeños pechos que no se notaban gracias a la tela. A una chica de busto grande o promedio se le hubieran notado los senos a través de la tela, la forma al menos. Pero a mí no. Mis limoncitos no resaltaban. Y aún así, Derek las miraba con una intensidad que me hacía preguntar que estaba pasando por su mente. Por fin vio mi rostro y apartó la mirada sin mostrar expresión alguna. Aproveché y examiné su cuerpo. Tenía puesta una pijama sencilla; una camisa manga larga blanca y un pantalón gris de algodón. Parpadeé con pesadez. Mi cerebro aún estaba medio dormido, pero no comprendía porque se encontraba en esas fachas. Cómo si hubiera saltado de la cama. Pero eso no tenía sentido, porque había llamad
Me aclaré la garganta, pasando del rostro de Derek, al de su acompañante y el de mi jefa. Katy se encontraba con el ceño fruncido, los labios rojos apretados y la mandíbula tensa. Estaba celosa. El hombre con el que estaba intentando concertar un matrimonio tiene sus manos puestas sobre una secretaria que estudió en el pasado con él. Me solté bruscamente. ―No, no estaba fumando. Recordé al desgraciado de Martin; el prestamista, y lo maldije mentalmente. No era consciente del calibre de mi olor porque el humo que soltó en mi cara bloqueó mis fosas nasales. Pero debió ser tan grave para que Derek se diera cuenta solo por pasarle por el lado. Volvió a sujetar mi muñeca y llevó su nariz a la palma de mi mano. Mi corazón dio un vuelco por su forma tan íntima y personal de tocarme. No podía negar que este hombre me afectaba, no estaba hecha de hierro. Tenía corazón y hormonas como el resto de las mujeres. Físicamente era perfecto, el problema era su forma de tr
Estuve la mayor parte de la fiesta embriagándome y hablando con la novia. ―Estás colocadísima, Erika ―dijo Kira, la novia. Su voz se escuchaba más aguda de lo normal y arrastraba las palabras. ―No más que tú ―Me reí. Estábamos bailando las dos juntas en medio de la pista, como si fuéramos una pareja. Nos tomábamos del cuello y la cintura, girando y siguiendo el ritmo de la salsa. El mundo me daba vueltas, pero no entendía como me mantenía de pie. Choqué con un señor mayor bailando con su esposa. ―Disculpa ―dije, entre risas. El señor me dirigió una mirada de desagrado antes de apartarse. No me importaba. Ya varias personas han intentado separarnos porque estábamos haciendo “el ridículo” según ellos. Principalmente los quejones eran de la familia de Kira y el novio. Venga ya, la mujer se está divirtiendo en su propia boda. ¿Ahora es eso un delito? Ella debería poder divertirse sin preocuparse por las normas sociales. ―Me alegra que hayas venido, me hubiera a