Capítulo: Boda fallida

Quince días después, el vestido estuvo listo.

Elisa tuvo que asistir a la casa de Clara Pons y ayudarla a vestirse.

Todo estaba listo para la boda.

Clara, la prometida de Leander, se miró al espejo, el vestido le quedaba casi dibujado al cuerpo, sonrió, pero sus ojos denotaban amargura.

—¿Está bien, señorita? —exclamó Elisa, al notarlo.

Clara asintió, Elisa no le creyó.

—Puedes irte mujer.

—¿En qué iglesia será su boda, señorita? Seguro de que será en la más lujosa de la ciudad.

—Sí, es la Catedral, ahora vete, debo ir a mi boda.

Elisa salió de ahí, pero tenía un plan en su mente, estaba bien vestida.

—Iré a la iglesia —murmuró, pensó en lo que hacía, pero no escuchó sus advertencias.

***

Dos horas después estaba en la iglesia.

Fue de las últimas en entrar, pero  se coló con un montón de gente, y se quedó en una banca atrás, por lo que su presencia no llamó la atención.

Esa gente era elegante, eran millonarios, ella desentonaba, pero no se dio por aludida.

Esperaban a la novia, y supo cuando llegó, por las murmuraciones, que ya llevaban un rato esperándola.

Las personas estaban desesperadas, y vio salir a la señora Sonia, molesta, supo que  era la madre de Leander Moctezuma.

Elisa salió detrás de la mujer y alcanzó a escuchar.

—No la encontramos en el departamento, el chofer dijo que ella no estaba cuando él llegó —dijo un hombre a su lado.

—¡¿Qué dices?!

Elisa se giró al ver a Leander acercarse, apartó su mirada para no ser vista, no quería parecer una acosadora de nuevo. Verlo, era como ver de nuevo a su esposo.

—¿Madre? ¿Qué pasa? ¿Por qué no ha llegado Clara? Vayan a buscarla, algo debió pasar —dijo con angustia.

Recibió un mensaje, leyó con rapidez en su teléfono.

El rostro de Leander Moctezuma cambio a un color rojo intenso.

—¿Hijo?

Sus manos se volvieron un puño de furia. Su hermana Ana estaba detrás de él, tomó su teléfono y leyó con angustia.

—Ella no vendrá, esa mujer se ha escapado con un amante, cancelen la boda —sentenció Leander con firmeza, subió al auto y se fue.

Elisa corrió tras el auto, fue un arrebato, ni siquiera supo por qué lo hizo.

Tomó un taxi y pidió que siguiera al vehículo.

***

Leander Moctezuma llegó a un bar, bebía sin control, estaba despechado y furioso.

Elisa entró a ese lugar y tomó la mesa al fondo. Observó al hombre desde lejos, bebía sin control, cuándo se acercó un mesero y le pidió que ordenara o debería salir de ahí, ella pidió cualquier trago, pero escucharon fuertes gritos.

Ella vio como dos hombres se golpeaban, se levantó desesperada, porque era Leander  Moctezuma, otros dos hombres sometieron a Leander y comenzaron a golpearlo.

Corrió hacia ellos, horrorizada por la forma como le pegaban.

—¡Déjenlo, no pueden golpearlo entre todos!

—¡¿Así que necesitas que una mujer te defienda?!

Leander golpeó al tipo que habló, tan duro, que el hombre cayó al suelo.

Los otros hombres intentaron golpear a Leander, pero los guardias aparecieron; sacaron al hombre y a Elisa de ahí.

Al salir, Elisa se acercó, tomó su brazo, el hombre sangraba de la nariz, y tenía varios moretones.

Él la observó, confundido.

—¿Dónde está tu auto?

El hombre apuntó hacia enfrente, llegaron lentamente, ella lo ayudó a subir, mientras él se quejaba del dolor.

Elisa subió al auto, iba a manejar, le quitó las llaves.

Adentro del auto, sus ojos se encontraron por un segundo.

—¿Quién eres? ¿Una ladrona?

Ella se quedó congelada ante sus palabras, verlo era tan difícil, sobre todo sangrando, le recordaba aquel fatídico día de la muerte de Lisardo.

—No…

—Espera —dijo Leander, empujó su cuerpo hacia adelante, acercándose a ella—. Yo te conozco —dijo y de pronto, su rostro se acercó tanto a ella, que sintió que podía besarla.

Elisa cerró los ojos de forma instintiva, congelada, cuando los abrió, observó al hombre desvanecerse en el asiento.

Elisa se asustó y condujo rumbo al hospital.

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