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Elisa se estremeció de temor. Salió de la habitación a toda velocidad y se llevó su ropa.Se vistió apurada, recordó vagamente algunas cosas de ayer. Pero, en lo único que podía pensar era en que ese lunar no estaba en la piel de ese hombre; en cambio, estaba reemplazado por una gran cicatriz.Las lágrimas brotaron por los ojos de Elisa, cubrió su boca y se echó a llorar cuando sus peores temores salieron a la superficie.Recordó a su esposo, recordó a Lisardo.Si cerraba los ojos, podía verlo herido, aquel trágico día.«Esa cicatriz es grande, solo he visto esa cicatriz en una persona que sufrió una cirugía a corazón abierto», pensó con ansiedad, su padre tenía una cicatriz, así, cuando en su juventud, fue operado del corazón. Entonces, una realidad se instaló en su mente.—¡Él no es Lisardo! ¿Quién es este hombre? Lisardo estaba sano, pero lo lanzaron desde una azotea, su corazón latía, estaba vivo, pero su cuerpo… ¡¿Y si el corazón que late en ese hombre es el de…?! ¡Lisardo! —excla
Elisa detuvo el beso, entraron a casa y Leander la llevó hasta la habitación.—Debes cambiarte la ropa, o puedes enfermarte.Ella asintió despacio.Intentó levantarse, pero sufrió un mareo. Leander la detuvo antes de que cayera al suelo.—¿Elisa?—Estoy bien —dijo—No me mientas. Siéntate, por favor.Ella obedeció y se sentó sobre la cama.Observó al hombre ir al cuarto de baño, escuchó el agua correr.Leander volvió minutos después y tomó su mano.—Vamos, debes darte un baño y quitarte la ropa.Ella estaba nerviosa, recordó la cicatriz que Leander tenìa en su pecho.—¿Puedes bañarte conmigo? —dijo ella tomando su mano.Leander soltó su mano de inmediato y se quedó perplejo.«Ella es alguien extraño, debo saber qué quiere de mí», pensó.—No. Por favor, báñate, y cámbiate, volveré después.Leander salió y ella no pudo detenerlo, tampoco quiso.Quería ver su cicatriz, preguntarle la razón de ella, tal vez obtendría toda la verdad.Elisa se quitó la ropa, se dio un baño caliente.Cuando L
—¡Madre! ¿Qué pasa aquí —exclamó Leander?La mujer se asustó al ver a su hijo tan enojado.—Leander, esta mujer, ha estado investigando sobre tu salud, al parecer está muy interesada en tu muerte.Los ojos de Leander se abrieron incrédulos.—¿Qué dices? —exclamóElisa se puso nerviosa.—No es verdad, solo quería saber sobre tus platillos preferidos, quería saber si tenìa alergias. Me comentaron que tu dieta era especial y solo pregunté él por qué a una empleada. Ana entró y me gritó cosas sin sentido, no entiendo por qué actúan así.Leander mirò a su madre.—Madre, no te entrometas entre mi esposa y yo, por favor, vete de aquí.—¡Hijo!La mirada de Leander se volvió severa, y la mujer tuvo que salir.Leander y Elisa quedaron a solas.—¿Por qué te interesa tanto mi salud? ¿Cuál es tu plan, Elisa?—¿Mi plan? —exclamó nerviosa—. ¿Piensas que voy a matarte?Èl sonriò.—No. Y no tengo miedo, ¿qué es lo que quieres saber de mí? ¿Por qué no me lo preguntas de frente? Creo que eres tú quien t
Elisa abrió los ojos, mirò a ese hombre abrazado a ella. Verlo así era como ver a Lisardo, pero ahora màs que nunca estaba segura de que no era èl.Se levantó y segundos después él también despertó.—¿Qué horas?—Siete de la mañana.—Debo ir a trabajar —dijo èl.Leander fue a darse un baño, ella esperó en esa habitación, lo vio salir, y vestirse.Ella intentó no mirarlo, pero los ojos de Leander la seguían a través del espejo.«¿Es tímida? ¿O simplemente le soy tan indiferente?», pensó con las dudas asaltando su mente.—Pensé… en lo que me dijiste anoche.—¿Sobre pagar por tus besos?Ella se quedó perpleja, negó.—Yo… lo siento, ayer estaba un poco asustada y…—¿Asustada de mí? —exclamó acercándose tanto que ella tuvo que retroceder.Leander se detuvo.—¿Qué ibas a decirme?—Es sobre tu cirugía, dijiste que hubo un donador que salvó tu vida, quería preguntarte sì, ¿has agradecido a la familia de ese donador? Ellos perdieron a un ser querido, viviste gracias a eso —dijo ella con un ton
—¡Eso es imposible! —exclamó el hombre.Elisa se sintió decepcionada.—¿Qué? ¿Por qué?—Un donador es anónimo, es imposible que pueda decirle quién es, no es ético, no puedo hacerlo.La frustración invadió a Elisa.—Entiéndame, para mi esposo es de gran importancia, èl se siente en deuda con su donante, además, quiere ayudar a su familia, es una forma en que puede sentirse mejor tras todo esto.—Lo entiendo, pero, esa información es confidencial. Además, fue un donante de último minuto. Leander estuvo a punto de morir; sin embargo, será imposible.—Pida el dinero que quiera, yo estoy dispuesta a pagarlo.El hombre negó.—Lo siento, señora Moctezuma, debe irse.Elisa estaba tan decepcionada, estaba molesta y el doctor temió tener represalias. Esa familia seguramente le causaría problemas.Decidió llamar a la señora Sonia.—¿Doctor Obregón?—Señora Moctezuma, su nuera estuvo aquí. Ella exige saber el nombre del donante de corazón de su hijo, Leander Moctezuma, incluso está ofreciendo mu
Leander luchó para no sonreír de la sorpresa que le causaba ver a esa mujer ahí.—¿Qué quieres aquí? —exclamó Clara con rabia.—Lo mismo que tú, querida, pero yo tengo màs derecho, no olvides que yo sì, soy la señora Moctezuma.—¡Tal vez ahora lo seas, pero pronto serás nadie! Porque Leander se va a divorciar de ti, para casarse conmigo, ¿verdad que sì, mi amor? —exclamó tomando la mano del hombre y besando su dorso.Elisa sintió tal rabia, como nunca en su vida. Ella nunca sintió celos, esas locas ganas de matar a su rival, y el deseo de abofetear a ese hombre hasta llevarlo con ella, y hacer suplicar perdón de rodillas.Respiró profundo, no podía perder el camino, no podía enloquecerse ahora.Elisa esbozó una tenue sonrisa.—¿De verdad, querida? Pues se me hace que el único puesto que obtendrás es el de amante, ese te queda, como un anillo en tu dedo —dijo Elisa sonriente.Leander luchó por no reír, humedeció sus labios, tan frío y distante, mientras bebía su copa.Su mano derecha aú
Elisa manoteó, lo empujó con rabia.El hombre sonriò. Aún estrechaba su cintura, de forma en que esa mujer no podía escapar.El corazón de Leander latía fuerte, había perdido el miedo a sentirlo de esa forma, ya que siempre con ella, y solo con ella, latía sin cesar.Sonrió.—Mírame, Elisa.Ella se negaba, su rostro estaba enrojecido de rabia, luchando por alejarlo de su cuerpo.—¡He dicho que me mires! ¿De verdad me crees tan tonto para volver con una traidora? —exclamó.Ella le mirò intrigada.—¿Qué si te creo un idiota? —exclamó mirándolo fijamente—. Sí te creo.Leander sonriò de nuevo, la estrechó con más fuerza a su cuerpo.—Ten cuidado en cómo me hablas, no olvides que soy tu marido.—¡Eres nadie! —exclamó rabiosa—. Eres mi futuro exesposo.Él comenzó a reír.—No es así, ¿de verdad te creíste mi actuación con Clara?Elisa frunció el ceño, confundida e intrigada.—¿Qué dices?Leander se acercò a su rostro, de una forma tan sensual que la asustó.Lisardo nunca fue tan descarado,
Elisa detuvo el beso. Leander observó su gesto, parecía negada a cualquier caricia que èl quisiera comenzar.«¿Me rechaza? ¿O es que no nos conocemos? Es mi esposa después de todo», pensó.—Hasta mañana —dijo èl y se giró a dormir.Elisa se puso nerviosa, se quedó quieta.«No puedo estar con èl», pensó.Al día siguiente.La familia se reunió para desayunar.—¡Es ridículo que pierdas el tiempo con eso, Leander! Tu mujer no debe perder el tiempo en ese tipo de obras —dijo Sonia.El abuelo se sentó en la mesa.—¿Qué es lo que hace Elisa? Dime, hija —dijo refiriéndose a ella.—Bueno… queremos encontrar a la familia del donante de corazón de Leander, ayudar a su familia, como una compensación a un gesto tan amable.El abuelo sonriò.—Nunca se nos hubiese ocurrido, Elisa, eso habla de un alma generosa, no sé por qué te molesta, Sonia, esto debiste hacer tú o Ana, desde un principio. Hijo Leander, debes hacerlo.Leander no pudo evitar sentirse orgulloso.—Así será, yo mismo llamaré al doct