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Elisa abrió los ojos, mirò a ese hombre abrazado a ella. Verlo así era como ver a Lisardo, pero ahora màs que nunca estaba segura de que no era èl.Se levantó y segundos después él también despertó.—¿Qué horas?—Siete de la mañana.—Debo ir a trabajar —dijo èl.Leander fue a darse un baño, ella esperó en esa habitación, lo vio salir, y vestirse.Ella intentó no mirarlo, pero los ojos de Leander la seguían a través del espejo.«¿Es tímida? ¿O simplemente le soy tan indiferente?», pensó con las dudas asaltando su mente.—Pensé… en lo que me dijiste anoche.—¿Sobre pagar por tus besos?Ella se quedó perpleja, negó.—Yo… lo siento, ayer estaba un poco asustada y…—¿Asustada de mí? —exclamó acercándose tanto que ella tuvo que retroceder.Leander se detuvo.—¿Qué ibas a decirme?—Es sobre tu cirugía, dijiste que hubo un donador que salvó tu vida, quería preguntarte sì, ¿has agradecido a la familia de ese donador? Ellos perdieron a un ser querido, viviste gracias a eso —dijo ella con un ton
—¡Eso es imposible! —exclamó el hombre.Elisa se sintió decepcionada.—¿Qué? ¿Por qué?—Un donador es anónimo, es imposible que pueda decirle quién es, no es ético, no puedo hacerlo.La frustración invadió a Elisa.—Entiéndame, para mi esposo es de gran importancia, èl se siente en deuda con su donante, además, quiere ayudar a su familia, es una forma en que puede sentirse mejor tras todo esto.—Lo entiendo, pero, esa información es confidencial. Además, fue un donante de último minuto. Leander estuvo a punto de morir; sin embargo, será imposible.—Pida el dinero que quiera, yo estoy dispuesta a pagarlo.El hombre negó.—Lo siento, señora Moctezuma, debe irse.Elisa estaba tan decepcionada, estaba molesta y el doctor temió tener represalias. Esa familia seguramente le causaría problemas.Decidió llamar a la señora Sonia.—¿Doctor Obregón?—Señora Moctezuma, su nuera estuvo aquí. Ella exige saber el nombre del donante de corazón de su hijo, Leander Moctezuma, incluso está ofreciendo mu
Leander luchó para no sonreír de la sorpresa que le causaba ver a esa mujer ahí.—¿Qué quieres aquí? —exclamó Clara con rabia.—Lo mismo que tú, querida, pero yo tengo màs derecho, no olvides que yo sì, soy la señora Moctezuma.—¡Tal vez ahora lo seas, pero pronto serás nadie! Porque Leander se va a divorciar de ti, para casarse conmigo, ¿verdad que sì, mi amor? —exclamó tomando la mano del hombre y besando su dorso.Elisa sintió tal rabia, como nunca en su vida. Ella nunca sintió celos, esas locas ganas de matar a su rival, y el deseo de abofetear a ese hombre hasta llevarlo con ella, y hacer suplicar perdón de rodillas.Respiró profundo, no podía perder el camino, no podía enloquecerse ahora.Elisa esbozó una tenue sonrisa.—¿De verdad, querida? Pues se me hace que el único puesto que obtendrás es el de amante, ese te queda, como un anillo en tu dedo —dijo Elisa sonriente.Leander luchó por no reír, humedeció sus labios, tan frío y distante, mientras bebía su copa.Su mano derecha aú
Elisa manoteó, lo empujó con rabia.El hombre sonriò. Aún estrechaba su cintura, de forma en que esa mujer no podía escapar.El corazón de Leander latía fuerte, había perdido el miedo a sentirlo de esa forma, ya que siempre con ella, y solo con ella, latía sin cesar.Sonrió.—Mírame, Elisa.Ella se negaba, su rostro estaba enrojecido de rabia, luchando por alejarlo de su cuerpo.—¡He dicho que me mires! ¿De verdad me crees tan tonto para volver con una traidora? —exclamó.Ella le mirò intrigada.—¿Qué si te creo un idiota? —exclamó mirándolo fijamente—. Sí te creo.Leander sonriò de nuevo, la estrechó con más fuerza a su cuerpo.—Ten cuidado en cómo me hablas, no olvides que soy tu marido.—¡Eres nadie! —exclamó rabiosa—. Eres mi futuro exesposo.Él comenzó a reír.—No es así, ¿de verdad te creíste mi actuación con Clara?Elisa frunció el ceño, confundida e intrigada.—¿Qué dices?Leander se acercò a su rostro, de una forma tan sensual que la asustó.Lisardo nunca fue tan descarado,
Elisa detuvo el beso. Leander observó su gesto, parecía negada a cualquier caricia que èl quisiera comenzar.«¿Me rechaza? ¿O es que no nos conocemos? Es mi esposa después de todo», pensó.—Hasta mañana —dijo èl y se giró a dormir.Elisa se puso nerviosa, se quedó quieta.«No puedo estar con èl», pensó.Al día siguiente.La familia se reunió para desayunar.—¡Es ridículo que pierdas el tiempo con eso, Leander! Tu mujer no debe perder el tiempo en ese tipo de obras —dijo Sonia.El abuelo se sentó en la mesa.—¿Qué es lo que hace Elisa? Dime, hija —dijo refiriéndose a ella.—Bueno… queremos encontrar a la familia del donante de corazón de Leander, ayudar a su familia, como una compensación a un gesto tan amable.El abuelo sonriò.—Nunca se nos hubiese ocurrido, Elisa, eso habla de un alma generosa, no sé por qué te molesta, Sonia, esto debiste hacer tú o Ana, desde un principio. Hijo Leander, debes hacerlo.Leander no pudo evitar sentirse orgulloso.—Así será, yo mismo llamaré al doct
—¿Qué es lo que dice? —exclamó Elisa.Un hombre apareció enseguida.—¿Qué sucede? ¿Quién es ella?—¡Ella dice que nuestro hijo donó su corazón!—¡Sì! —exclamó el hombre bastante nervioso, la mujer a su lado le mirò incrédula.—¿Qué dices? —soltó la mujer con perplejidad, pero el hombre tomó el brazo de su mujer y cerraron la puerta en el rostro de Elisa.Ella se quedó perpleja. Pero, unos minutos después, el hombre abrió la puerta.—¿Qué es lo que quiere? —dijo de mala gana.—Quiero que me diga de una buena vez, fue su hijo el donante de corazón para mi esposo, ¿sì o no?El hombre parecía nervioso.—Sì, pero no queremos tener nada que ver con usted, ni con ese hombre, no queremos nada que nos recuerde a nuestro hijo muerto.—¡Pero…!—¡Respete nuestro dolor! —el hombre iba a cerrar la puerta, pero ella lo detuvo.—Al menos, ¿puede decirme en qué fecha murió su hijo?—¡Déjeme en paz!El hombre cerró la puerta.Elisa estaba desconcertada, tocó su pecho.«Ellos mienten. Deben mentir, Lisar
El chofer aceleró.—¡Acelera todo lo posible! Intenta desviarlo del camino.El chofer, que era muy diestro, obedeció y luchó todo lo posible por hacerlo.Mientras Elisa estaba agachada, y sintió cómo Leander la protegía con su cuerpo, pegándolo al de ella, tanto, como si fuera un escudo humano para protegerla.El corazón de Elisa latía, no quería morir, tampoco quería que Leander muriera.«¿Quién puede ser el culpable de esto? ¿Nos querrán secuestrar por dinero o…? ¿Estará relacionado con la muerte de Lisardo?», Elisa sintió que se volvería loca.De pronto, el auto viró y entró por un camino. Observaron cómo el auto quedó varado, al parecer por una falla mecánica, entonces, el chofer aprovechó y aceleró tanto como pudo, alejándose del alcance de esos hombres.—Señor Moctezuma, los hemos perdido.Leander sonriò y Elisa por fin pudo respirar y limpiar sus lágrimas.Una lluvia comenzó a caer, mientras el chofer se alejaba màs de la ciudad. Fue la única forma en que pudo escapar, ahora vol
Los ojos de Elisa se abrieron asustados.—Yo…Ella levantó su vestido, intentó alejarse, pero èl la devolvió a ella.—Dime la verdad, no es la primera vez que mencionas a Lisardo, ¿Quién es?Ella tembló, sintió sus manos, sobre sus hombros.—Él era… ¡Mi esposo!Los ojos de Leander se abrieron enormes al escucharla.—¿Qué…? ¿Qué dices?—Él está muerto… sí, soy viuda.Leander dio un paso atrás, se sentó en la cama, ella se sentó a su lado.—¿Cómo murió?—Fue un accidente… pero, por favor, no quiero hablar de eso, —dijo casi como una súplica.—¿Hace cuanto fue?—Cinco años.Leander se quedó perplejo.«Cinco años y no supera, sigue pensando en èl», pensó.—¿Tanto lo amabas? —preguntó.Ella bajó la mirada.—Sí, lo amé mucho, èl me amaba, éramos felices, pero un maldito destino nos acabó.Leander se levantó y, salió de la habitación del hotel.Elisa bajó la mirada, las lágrimas brotaron por sus ojos, sin control.Pensó que Leander no volvería, y ella se recostó, cerró los ojos.Más tarde, si