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Elisa detuvo el beso. Leander observó su gesto, parecía negada a cualquier caricia que èl quisiera comenzar.«¿Me rechaza? ¿O es que no nos conocemos? Es mi esposa después de todo», pensó.—Hasta mañana —dijo èl y se giró a dormir.Elisa se puso nerviosa, se quedó quieta.«No puedo estar con èl», pensó.Al día siguiente.La familia se reunió para desayunar.—¡Es ridículo que pierdas el tiempo con eso, Leander! Tu mujer no debe perder el tiempo en ese tipo de obras —dijo Sonia.El abuelo se sentó en la mesa.—¿Qué es lo que hace Elisa? Dime, hija —dijo refiriéndose a ella.—Bueno… queremos encontrar a la familia del donante de corazón de Leander, ayudar a su familia, como una compensación a un gesto tan amable.El abuelo sonriò.—Nunca se nos hubiese ocurrido, Elisa, eso habla de un alma generosa, no sé por qué te molesta, Sonia, esto debiste hacer tú o Ana, desde un principio. Hijo Leander, debes hacerlo.Leander no pudo evitar sentirse orgulloso.—Así será, yo mismo llamaré al doct
—¿Qué es lo que dice? —exclamó Elisa.Un hombre apareció enseguida.—¿Qué sucede? ¿Quién es ella?—¡Ella dice que nuestro hijo donó su corazón!—¡Sì! —exclamó el hombre bastante nervioso, la mujer a su lado le mirò incrédula.—¿Qué dices? —soltó la mujer con perplejidad, pero el hombre tomó el brazo de su mujer y cerraron la puerta en el rostro de Elisa.Ella se quedó perpleja. Pero, unos minutos después, el hombre abrió la puerta.—¿Qué es lo que quiere? —dijo de mala gana.—Quiero que me diga de una buena vez, fue su hijo el donante de corazón para mi esposo, ¿sì o no?El hombre parecía nervioso.—Sì, pero no queremos tener nada que ver con usted, ni con ese hombre, no queremos nada que nos recuerde a nuestro hijo muerto.—¡Pero…!—¡Respete nuestro dolor! —el hombre iba a cerrar la puerta, pero ella lo detuvo.—Al menos, ¿puede decirme en qué fecha murió su hijo?—¡Déjeme en paz!El hombre cerró la puerta.Elisa estaba desconcertada, tocó su pecho.«Ellos mienten. Deben mentir, Lisar
El chofer aceleró.—¡Acelera todo lo posible! Intenta desviarlo del camino.El chofer, que era muy diestro, obedeció y luchó todo lo posible por hacerlo.Mientras Elisa estaba agachada, y sintió cómo Leander la protegía con su cuerpo, pegándolo al de ella, tanto, como si fuera un escudo humano para protegerla.El corazón de Elisa latía, no quería morir, tampoco quería que Leander muriera.«¿Quién puede ser el culpable de esto? ¿Nos querrán secuestrar por dinero o…? ¿Estará relacionado con la muerte de Lisardo?», Elisa sintió que se volvería loca.De pronto, el auto viró y entró por un camino. Observaron cómo el auto quedó varado, al parecer por una falla mecánica, entonces, el chofer aprovechó y aceleró tanto como pudo, alejándose del alcance de esos hombres.—Señor Moctezuma, los hemos perdido.Leander sonriò y Elisa por fin pudo respirar y limpiar sus lágrimas.Una lluvia comenzó a caer, mientras el chofer se alejaba màs de la ciudad. Fue la única forma en que pudo escapar, ahora vol
Los ojos de Elisa se abrieron asustados.—Yo…Ella levantó su vestido, intentó alejarse, pero èl la devolvió a ella.—Dime la verdad, no es la primera vez que mencionas a Lisardo, ¿Quién es?Ella tembló, sintió sus manos, sobre sus hombros.—Él era… ¡Mi esposo!Los ojos de Leander se abrieron enormes al escucharla.—¿Qué…? ¿Qué dices?—Él está muerto… sí, soy viuda.Leander dio un paso atrás, se sentó en la cama, ella se sentó a su lado.—¿Cómo murió?—Fue un accidente… pero, por favor, no quiero hablar de eso, —dijo casi como una súplica.—¿Hace cuanto fue?—Cinco años.Leander se quedó perplejo.«Cinco años y no supera, sigue pensando en èl», pensó.—¿Tanto lo amabas? —preguntó.Ella bajó la mirada.—Sí, lo amé mucho, èl me amaba, éramos felices, pero un maldito destino nos acabó.Leander se levantó y, salió de la habitación del hotel.Elisa bajó la mirada, las lágrimas brotaron por sus ojos, sin control.Pensó que Leander no volvería, y ella se recostó, cerró los ojos.Más tarde, si
Elisa abrió los ojos, aún estaba envuelta en los brazos de Leander, observó a ese hombre a su lado.Su rostro a veces no era idéntico a su esposo. Leander tenìa una delicada barba que le hacía lucir diferente, además sus gestos y su forma de comportarse eran diferentes.Ella acarició su rostro. Pero, en su corazón, sentía culpa.Estaba a punto de levantarse, cuando sintió que Leander la abrazó a su cuerpo, otra vez.—No te vayas, quédate conmigo.Ella no pudo evitarlo, se abrazó a su cuerpo, le gustaba la calidez, durmió a su lado.***Sonia estaba despierta, intentaba llamar a su hijo, pero la llamada no era respondida.—¿Dónde estás, Leander? ¡Esa mujer te está separando de mí! ¿Qué va a pasar cuando tu abuelo te deje a cargo de toda la fortuna? ¿Me la quitarás?Gustavo abrió la puerta.—¡Porque no has cumplido mis órdenes!—Lo siento, señora, no pudieron hacerlo, la mujer se les escapó.Sonia hizo de sus manos un puño.—Elisa está separando a mi hijo de mi lado, no puedo soportarlo,
Sonia estaba en su casa, cuando de pronto recibió esas imágenes, la sonrisa de la mujer fue casi frenética.—Madre, ¿Qué pasa?—¿No te he dicho, ya que Elisa es una gran zorra, Ana? —exclamó Sonia.—Sí, pero… mi hermano la ama, y ella lo hace feliz. ¿Acaso no viste su sonrisa?Sonia rodó los ojos.—Mira esto —la mujer le enseñó esas fotografías.Ana quedó perpleja—¡No puede ser! Ella engaña a mi hermano, ¡con nuestro peor enemigo! —exclamó.—¡Ella es una bruja! Y pagará por esto, hoy mismo se largará de esta casa.***Leander estaba en su empresa, a punto de irse para volver a casa, fue entonces, que llamaron a su puerta, era su jefe de seguridad.—¿Qué sucede?—Señor, debo mostrarle algo.Leander le permitió pasar, y le mostró entonces una grabación.Habían capturado al hombre que ayer quiso matarlos, cuando exigieron que confesara quién le ordenó hacerlo, el hombre soltó un apellido.—¡Los González!Leander se levantó rabioso, y pegó en su escritorio con su puño.—¡Maldito Rafael Go
Leander sintió que la rabia estaba haciéndolo enloquecer.—Sal de aquí.—Hijo, pero…—¡Sal ahora mismo!La mujer salió apurada, pero ese grito se escuchó hasta el comedor.Todos se quedaron paralizados. Elisa sintió la mirada severa de Ana, tuvo un mal presentimiento, pero no supo qué pensar, respiró profundo.Sonia pasó de la mesa, dijo que no tenìa hambre, el abuelo la miró confuso.Màs tarde, Elisa subió a su alcoba.Leander bebió esa copa, se sintió rabioso, había luchado por contenerse, por pensar antes de actuar, pero no lo consiguió.Abrió la puerta con rapidez. Elisa iba a cambiarse, sus miradas se encontraron, pudo notar que había un remolino en su interior, su mirada era oscura, severa.—¿Leander?Èl se acercò la tomó de los brazos.—¿Qué es esto? ¿Sales con mi enemigo?Leander lanzó las fotografías a Elisa, ella miró y sintió terror.Respiró, porque en realidad no se le ocurría nada que decir.—Déjame explicar.—¿Qué vas a explicar? ¿Qué tipo de relación tienes con èl? ¿Sa
Leander llevaba a Elisa del brazo, estaba rabioso, ella podía sentirlo.Se detuvieron afuera de la mansión González.—¡Habla! Dime, ¿Qué tienes que ver con ese maldito hombre?Elisa tragó saliva, mirò sus ojos.—Él… él fue mi abogado.—¿Tu abogado? —exclamó Leander incrédulo—. ¿Abogado de qué? ¿Por qué no me dijiste que necesitabas un abogado?—¡Fue antes de conocerte! —exclamó—. Leander… yo… ¡Estuve presa!Los ojos de Elisa se volvieron llorosos.Leander frunció el ceño al escucharla, luego alzó las cejas, sorprendido de lo que le decía.—¿Por qué? Dime, ¿Por qué estuviste presa? ¿Por qué nunca me lo dijiste?Elisa hundió la mirada, tragó saliva, mirò sus ojos, cuando èl tomó su mentón, elevando su rostro para que lo viera.—Habla —ordenó.—Fui a la cárcel, porque mi primer marido tuvo un accidente, cayó de un edificio, fui condenada por su muerte, me acusaron de asesinato, Leander.El hombre se puso pálido, sus ojos se abrieron enormes.—¿Qué?—Soy inocente, me creas o no. Rafael f