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Los ojos de Elisa se abrieron asustados.—Yo…Ella levantó su vestido, intentó alejarse, pero èl la devolvió a ella.—Dime la verdad, no es la primera vez que mencionas a Lisardo, ¿Quién es?Ella tembló, sintió sus manos, sobre sus hombros.—Él era… ¡Mi esposo!Los ojos de Leander se abrieron enormes al escucharla.—¿Qué…? ¿Qué dices?—Él está muerto… sí, soy viuda.Leander dio un paso atrás, se sentó en la cama, ella se sentó a su lado.—¿Cómo murió?—Fue un accidente… pero, por favor, no quiero hablar de eso, —dijo casi como una súplica.—¿Hace cuanto fue?—Cinco años.Leander se quedó perplejo.«Cinco años y no supera, sigue pensando en èl», pensó.—¿Tanto lo amabas? —preguntó.Ella bajó la mirada.—Sí, lo amé mucho, èl me amaba, éramos felices, pero un maldito destino nos acabó.Leander se levantó y, salió de la habitación del hotel.Elisa bajó la mirada, las lágrimas brotaron por sus ojos, sin control.Pensó que Leander no volvería, y ella se recostó, cerró los ojos.Más tarde, si
Elisa abrió los ojos, aún estaba envuelta en los brazos de Leander, observó a ese hombre a su lado.Su rostro a veces no era idéntico a su esposo. Leander tenìa una delicada barba que le hacía lucir diferente, además sus gestos y su forma de comportarse eran diferentes.Ella acarició su rostro. Pero, en su corazón, sentía culpa.Estaba a punto de levantarse, cuando sintió que Leander la abrazó a su cuerpo, otra vez.—No te vayas, quédate conmigo.Ella no pudo evitarlo, se abrazó a su cuerpo, le gustaba la calidez, durmió a su lado.***Sonia estaba despierta, intentaba llamar a su hijo, pero la llamada no era respondida.—¿Dónde estás, Leander? ¡Esa mujer te está separando de mí! ¿Qué va a pasar cuando tu abuelo te deje a cargo de toda la fortuna? ¿Me la quitarás?Gustavo abrió la puerta.—¡Porque no has cumplido mis órdenes!—Lo siento, señora, no pudieron hacerlo, la mujer se les escapó.Sonia hizo de sus manos un puño.—Elisa está separando a mi hijo de mi lado, no puedo soportarlo,
Sonia estaba en su casa, cuando de pronto recibió esas imágenes, la sonrisa de la mujer fue casi frenética.—Madre, ¿Qué pasa?—¿No te he dicho, ya que Elisa es una gran zorra, Ana? —exclamó Sonia.—Sí, pero… mi hermano la ama, y ella lo hace feliz. ¿Acaso no viste su sonrisa?Sonia rodó los ojos.—Mira esto —la mujer le enseñó esas fotografías.Ana quedó perpleja—¡No puede ser! Ella engaña a mi hermano, ¡con nuestro peor enemigo! —exclamó.—¡Ella es una bruja! Y pagará por esto, hoy mismo se largará de esta casa.***Leander estaba en su empresa, a punto de irse para volver a casa, fue entonces, que llamaron a su puerta, era su jefe de seguridad.—¿Qué sucede?—Señor, debo mostrarle algo.Leander le permitió pasar, y le mostró entonces una grabación.Habían capturado al hombre que ayer quiso matarlos, cuando exigieron que confesara quién le ordenó hacerlo, el hombre soltó un apellido.—¡Los González!Leander se levantó rabioso, y pegó en su escritorio con su puño.—¡Maldito Rafael Go
Leander sintió que la rabia estaba haciéndolo enloquecer.—Sal de aquí.—Hijo, pero…—¡Sal ahora mismo!La mujer salió apurada, pero ese grito se escuchó hasta el comedor.Todos se quedaron paralizados. Elisa sintió la mirada severa de Ana, tuvo un mal presentimiento, pero no supo qué pensar, respiró profundo.Sonia pasó de la mesa, dijo que no tenìa hambre, el abuelo la miró confuso.Màs tarde, Elisa subió a su alcoba.Leander bebió esa copa, se sintió rabioso, había luchado por contenerse, por pensar antes de actuar, pero no lo consiguió.Abrió la puerta con rapidez. Elisa iba a cambiarse, sus miradas se encontraron, pudo notar que había un remolino en su interior, su mirada era oscura, severa.—¿Leander?Èl se acercò la tomó de los brazos.—¿Qué es esto? ¿Sales con mi enemigo?Leander lanzó las fotografías a Elisa, ella miró y sintió terror.Respiró, porque en realidad no se le ocurría nada que decir.—Déjame explicar.—¿Qué vas a explicar? ¿Qué tipo de relación tienes con èl? ¿Sa
Leander llevaba a Elisa del brazo, estaba rabioso, ella podía sentirlo.Se detuvieron afuera de la mansión González.—¡Habla! Dime, ¿Qué tienes que ver con ese maldito hombre?Elisa tragó saliva, mirò sus ojos.—Él… él fue mi abogado.—¿Tu abogado? —exclamó Leander incrédulo—. ¿Abogado de qué? ¿Por qué no me dijiste que necesitabas un abogado?—¡Fue antes de conocerte! —exclamó—. Leander… yo… ¡Estuve presa!Los ojos de Elisa se volvieron llorosos.Leander frunció el ceño al escucharla, luego alzó las cejas, sorprendido de lo que le decía.—¿Por qué? Dime, ¿Por qué estuviste presa? ¿Por qué nunca me lo dijiste?Elisa hundió la mirada, tragó saliva, mirò sus ojos, cuando èl tomó su mentón, elevando su rostro para que lo viera.—Habla —ordenó.—Fui a la cárcel, porque mi primer marido tuvo un accidente, cayó de un edificio, fui condenada por su muerte, me acusaron de asesinato, Leander.El hombre se puso pálido, sus ojos se abrieron enormes.—¿Qué?—Soy inocente, me creas o no. Rafael f
Leander ayudó a Elisa a bañarse, sus acciones eran caricias. Cuando enjuagó delicadamente su cuerpo, ella comenzó a recuperar la cordura.La fiebre había bajado demasiado, y sus miradas se encontraron.—Leander, yo…Él siseó.—Necesito que te pongas bien.—Y yo necesito hablar… ¿Quieres el divorcio?Los ojos de Leander se abrieron incrédulos.—¿Quieres dejarme?Ella negó, èl se acercò a sus labios.—Menos mal, porque no lo permitiría —sentenció.De pronto, sus labios reclamaron los suyos, besándola con tanta pasión.La envolvió en la toalla, y la llevó hasta la cama. El cuerpo de su mujer estaba húmedo, pero ya no había fiebre, y era una tentación total difícil de evadir.Las manos de Elisa le quitaron la camisa, necesitaba sentirlo, ya no estaba pensando con lógica.Cayeron en la cama, sedientos de deseo.Los labios de Leander hacían magia, besando su cuello lentamente, mientras sus manos subían a sus pechos turgentes, masajeándolos hasta hacer erizar su piel, y su lengua bajó para
—¿Elisa, estás ahí? —exclamó Rafael.—Sì… ¿Esto qué significa, Rafael, ¿quién es el culpable de lo que pasó con mi esposo?—Necesito verte. Tengo una cita en el orfanato de Chaise, tengo entendido que tu esposo creció ahí.—¡Sí! Quiero ir, por favor —suplicó.—No solo eso, Elisa, también he pedido una petición para exhumar el cadáver de Lisardo Expósito, y tú debes autorizarlo.Elisa sintió que su corazón dio un vuelco.—¡¿Qué dices?! ¡Dios mío! Eso sería necesario, así sabía exactamente que Lisardo está bajo tierra, y si su corazón está con èl —dijo con la voz rota.—Mañana ven a verme en el puente de Loreto, a las doce del día.Rafael colgó la llamada.Elisa estaba desesperada, quería conocer la verdad ya.***Por la noche, Leander llamó a Elisa, le informó que debía atender a unos socios extranjeros, y los llevaría a una cena, por lo que debía estar llegando tarde.Elisa no quiso salir de su habitación, pidió que le trajeran la cena, no tenìa ganas de ver o hablar con nadie.Durante
Elisa sintió cómo el coche se detuvo, tenìa miedo, rezaba.«¡Lisardo, por favor, mi amor, perdóname si fallé en tu venganza!», pensó.Las lágrimas rodaban por su rostro desesperado, abrieron el maletero, pero ella aún tardó en adaptarse a la luz. Fue entonces cuando sintió unas manos fuertes que la sacaron de ahí.—¡Aléjense! —gritó.Fue en ese momento en que la dejaron sobre el suelo, ella estaba arrodillada, sus ojos se adaptaron por fin a la luz.Dos hombres sujetaron sus brazos, y ella mirò a Gustavo a los ojos.—¡Por favor, no me haga daño! ¿Qué hace? ¡Mi esposo le matará si me hace daño!Gustavo se rio por lo bajo.—¡Tonta! Tu esposo ahora cree que eres una zorra màs que se metió con su cuñado.El rostro de la mujer palideció, pensó en sus palabras, las lágrimas corrieron por su rostro, entonces lo supo: era una trampa.«¡Tan mala es Sonia! Puede hacer esto para deshacerse de mì, ¿qué haría para conseguir el corazón para Leander? ¿Matar a Lisardo y tomar su corazón?»El hombre l