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Capítulo: Es como mi esposo

Elisa tenía ojos enormes, y su cuerpo temblaba, no entendía lo que  pasaba, pero era verdad, ese hombre, frente a ella, tenía el mismo rostro que Lisardo Expósito.

«¿Qué es esto? ¡No puede ser! ¿Acaso, Lisardo no murió?», pensó con desesperación.

—¿Qué haces aquí, mujer? ¡Esto debe ser una m*****a broma! ¿Piensas que es así como puedes seducir a un millonario? —exclamó el hombre

Elisa frunció el ceño, con desconcierto, este hombre ni siquiera parecía reconocerla como su esposa, ¿tenía amnesia? ¿O acaso estaba fingiendo?

Ella sintió que un impulso frenético la dominó.

«Si es Lisardo, puedo tener una prueba de que lo es», pensó

La mujer se abalanzó sobre el hombre, tomándolo desprevenido, cuando menos pensó, sintió las pequeñas manos de la mujer sobre su pecho, ella intentaba abrir los botones de su camisa, con tal fuerza sorprendente, que incluso logró arrancar varias botones de su saco, hasta que por fin el hombre sostuvo con fuerza sus manos y la detuvo.

—Pero ¡¿Qué demonios haces?! ¿Te has vuelto loca? —exclamó incrédulo, mirándola con severidad.

Sintió esas manos cálidas sobre las suyas, pensó que era una mujer loca, de esas que buscan seducir a hombres ricos con tal de tener estatus social y dinero, sin embargo, esta chica era de verdad bella, sus ojos parecían horrorizados.

Elisa luchaba contra él, luego una chispa de cordura volvió a ella, había decepción y dolor en sus pupilas, solo quería ver ese lunar en forma de medialuna y de color rojizo, en su pecho, tan característico de su esposo, solo así podía estar segura de que él no era Lisardo. Pero, no la dejó hacerlo.

Ella retrocedió.

«¡¿Qué significa esto?! ¿Es una maldición? ¿Este hombre es mi esposo?», pensó

—¿Qué haces? ¿Cómo te atreves a venir y seducirme de una manera tan… absurda? Podría demandarte por esto, ¿lo sabes, acosadora?

Elisa no dijo nada, la puerta  se abrió y el empleado entró. La mujer aprovechó para salir corriendo.

Leander la observó.

—¡¿Está bien, señor?! —exclamó

El hombre sintió que su corazón latía de una forma enloquecida y se asustó.

—¡¿Por qué han dejado entrar a una acosadora  que busca seducirme?!

—¡Lo siento, señor!

—¡Llama a mi chofer, ahora mismo! Quiero irme.

El empleado se apuró a hacerlo.

Leander tocó su pecho, seguía latiendo a toda prisa, sintió miedo, quería ir a un hospital.

—¿Qué me pasa? Todo fue culpa de esa mujer —murmuró.

***

Elisa corrió hasta salir del salón, estaba desesperada, pero unas voces de unas damas se colaron en sus oídos.

—Sí, mi boutique diseñará el vestido de Clara Pons, la futura esposa de Leander Moctezuma.

—Supimos que la novia no ha elegido el vestido y solo faltan quince días para la boda.

—Es un poco caprichosa, pero la mujer lo elegirá de nuestra tienda “Noche azul”

—Esperamos que así sea, porque te has quedado sin diseñadora.

Elisa escuchó suficiente, salió a toda prisa, temerosa de volver a ver a ese hombre.

«¿Es Lisardo y perdió la memoria o no es mi esposo?», pensó, y salió de ahí, tomó un taxi y se fue.

Más tarde, Leander estaba en el hospital, el doctor revisó su supuesta taquicardia.

—Todo está perfecto, señor Leander, su presión arterial, incluso su corazón, todo está muy bien, le aseguro que su salud está mejor que nunca y no tiene de que preocuparse.

El hombre estuvo conforme, salió del hospital, de camino a casa, intentó llamar a su prometida, pero ella no respondió.

Al día siguiente.

Elisa casi no durmió y cuando lo hizo tuvo pesadillas, estaba ansiosa.

Su mente no dejaba de pensar en ese hombre, intentaba convencerse de que todo se trataba de un juego de su mente.

Recordó las palabras de las mujeres, abrió el cajón y miró los bocetos de vestidos que tenían, se dio fuerza para  salir de la cama y llegar a la boutique "noche azul"

«Conseguiré el trabajo y conoceré a la prometida de Leander Moctezuma, debo saber por qué ese hombre es tan parecido a Lisardo, ¿y si es Lisardo, pero tiene amnesia y no me recuerda?», pensó.

La desesperación le ganó.

Elisa llegó a ese lugar, tuvo una entrevista con la misma dueña del lugar, ella le mostró bocetos de sus vestidos.

La mujer estaba fascinada. Elisa había cambiado su apellido para no ser reconocida, usando el apellido de su madre muerta, Elisa Montero. Ahora nadie la podía relacionar con su pasado en prisión.

Una empleada entró.

—La señorita Clara Pons está aquí, viene a elegir el vestido para su boda con Leander Moctezuma.

Sus palabras la inquietaron, la mujer sonrió.

—Sígueme, mujer.

Elisa se levantó, fue con ella.

Llegaron con una mujer elegante y bonita, la dueña le enseñó los bocetos de vestidos, Clara eligió uno de ellos.

—¡Qué hermoso vestido! Este es el que quiero —dijo la mujer.

—Diseñará el vestido para usted.

La dueña se dirigió a Elisa.

—Estás contratada, debes diseñar este vestido.

Elisa sonrió, miraba a esa mujer con recelo, ella se iba a casar con el hombre que tenía el rostro de su esposo.

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