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Capítulo: Una propuesta interesante

En el hospital

Leander fue llevado a urgencias, debían revisarlo.

Cuando preguntaron a Elisa por la familia del hombre, ella no supo responder.

Al final, pudieron localizar a su familia.

Elisa esperó, sabía que debía irse, pero, aunque su razón le decía que se marchara, algo en su interior la detenía.

—¿Puedo verlo?

La enfermera dijo que sí.

—Está sedado, pero puede verlo.

Elisa entró en la habitación, apenas abrió la puerta, pudo verlo. Recordó a su esposo herido, sintió escalofríos.

Se adentró a la habitación, se acercó y lo observó.

«Es como si fuera él, pero… No estoy segura…», pensó con nostalgia.

El corazón de Elisa dio un salto.

La puerta se abrió, la misma mujer de la iglesia entró.

—¿Quién eres tú, mujer? ¿Qué haces con mi hijo?

Elisa se puso nerviosa.

—Yo… lo encontré herido en un bar, lo traje al hospital.

Sonia la miró con ojos recelosos.

—Has hecho suficiente —dijo Sonia, la madre de Leander—. ¿Cuánto te debo? —la mujer quiso pagarle

—¡No me debe nada!

Sonia la miró de arriba abajo.

Elisa salió de ahí.

Estaba por irse, pero no fue capaz. Se quedó ahí.

***

Más tarde.

Leander abrió los ojos, su madre estaba ahí.

—Estaba preocupada, Leander, ¿Por qué has hecho esto? Encima te vas con otra mujer, las habladurías comenzaron, tu abuelo está furioso.

—¿Otra mujer?

Su madre le mostró esas fotografías en su teléfono, eran de él, en el auto con una mujer, algún reportero  social que cubrió la nota de la boda fallida, seguro lo siguió y encontró esa escena y ahora era un gran cotilleo de alta sociedad.

Leander estaba perplejo, ¿Qué había hecho?

—Yo… no…

—Clara escapó con un hombre, nadie sabe quién es él.

Leander sintió rabia.

—Clara ya no me importa, le deseo lo peor, no quiero volver a verla.

—Tu abuelo está furioso, nos han humillado, todos se burlan de nosotros.

Leander sintió rabia de ser el hazmerreír del mundo.

—Voy a casarme, Clara es nada para mí. Busca a cualquier mujer, me casaré.

—¡Hijo!

—¡Obedece! —exclamó

—¡Te volviste loco!

Leander negó.

—Quiero que Clara sepa que cualquiera podrá sustituirla, porque ella ya no vale nada —sentenció.

Sonia salió de la habitación, estaba pensativa.

Al salir, encontró a Gustavo, era su guardia personal, estaba junto a su hija mayor Ana.

Elisa estaba a punto de irse, cuando vio a Sonia acercarse a esos hombres. Corrió a ponerse tras una columna y se detuvo al escucharlos.

—Leander enloqueció, pretende casarse con cualquier mujer, quiere demostrar que Clara ya no es importante para él.

Elisa tuvo una idea en su mente.

«Si él es mi Lisardo, debo estar a su lado y hacerlo recordar. Si no es, también necesito estar segura, entender por qué se parecen tanto, y él por qué Leander Moctezuma y su familia están involucrados con su muerte», pensó determinada.

Elisa corrió sin ser vista, hasta entrar en la habitación de Leander Moctezuma, otra vez.

Leander abrió los ojos al escuchar la puerta, abrirse, miró sus ojos.

—¿Tú de nuevo aquí? —exclamó sorprendido.

Elisa sintió que un nudo apresaba su garganta.

—¿Qué harás para seducirme esta  vez, mujer? Ya veo que me persigues como una acosadora —dijo Leander con voz severa, ella se asustó, se sintió pequeña ante él.

—Sé que buscas una esposa; yo seré tu esposa —dijo con una seguridad inexistente, ya que su voz temblaba.

Los ojos de Leander se abrieron enormes ante sus palabras.

—¿Y por qué piensas que te elegiría a ti? Tengo mejores opciones —dijo con crueldad.

—Sí, pero, no creo que ninguna mujer de su posición querrá casarse con un hombre que fue plantado en el altar y no ha olvidado a su ex, si me acepta, yo fingiré bien y haré el mejor papel de esposa.

Las respuestas de la mujer eran astutas para Leander, pero la miraba con recelo.

—¿Qué buscas de mí, mujer? ¿Qué obtendrás de todo esto? —exclamó intrigado.

Elisa se puso nerviosa.

—Dinero, mucho dinero, tiene razón, solo busco un hombre rico para casarme —mintió

Leander arrugó el gesto, confundido, había algo en esa mujer que hacía que su corazón latiera rápido, algo en su mirada le decía que el dinero no era lo único, le importaba a esa mujer, y estuvo tentado a averiguarlo.

—Está bien, mañana te casarás conmigo, ve a la misma iglesia, a la misma hora, y lleva un vestido de novia.

Elisa sintió su corazón, latir con fuerzas, asintió despacio.

Sonia entró en la habitación, se sorprendió al ver  a la mujer ahí.

—¿Tú que haces de nuevo aquí?

—Madre, ella es… —Leander se dio cuenta de que ni su nombre conocía.

—Elisa… Elisa Montero.

—Elisa Montero se casará conmigo mañana mismo, habla con el sacerdote, y arregla todo para que los invitados se trasladen a la hacienda, ahí será la fiesta, no me importa lo que cueste o se tarden, que tengan listo todo.

—¡No! ¡Leander, no te casarás con esta! Ni siquiera la conocemos, ¿este es tu precio por salvar a mi hijo, mujer?

—¡Basta! Es mi decisión, ¿no querías una boda? Pues la tendrás, es una decisión tomada.

Sonia se quedó perpleja, tragó saliva, pero no  pudo decir nada más. Tuvo que aceptarlo.

***

Elisa llegó al departamento, estaba pensativa, ¿Qué estaba haciendo?

«No importa, debo saber quién es él, debo averiguar toda la verdad, no importa de qué forma lo haga, voy a descubrirlo», pensó

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