Brenda se sintió incómoda al ver que el abogado no se le había quedado callado y que además no podía manipularlo como ella estaba acostumbrada a hacerlo con las demás personas. Así que no le quedó otra alternativa que controlarse y tratar de hablarle de una forma más amable, de manera que éste no le fuera a dar la espalda también, porque prácticamente se encontraba sola y no tenía a más nadie a quien pudiera pedir ayuda, la única amiga que siempre había tenido había sido Cándida, pero después de que la intentara estafar, esta había desistido definitivamente de su amistad, ella había entendido que Brenda jamás había sido su amiga de verdad, que todo el tiempo de amistad que tuvieron después de que esta dejara a su hermano Rogelio plantado en la iglesia, había sido solo con el interés de que Cándida la mantuviera siempre informada de todos los movimientos que hacía Rogelio, porque Brenda solo tenía una mente enferma.Luego de calmarse un poco y bajar la guardia ante el abogado, ella le
Habían pasado seis largos meses en donde habían sucedido algunas cosas que definitivamente habían cambiado la vida de la familia Salinas. Cándida había recibido por fin su tan ansiada herencia, Rogelio fue muy generoso con ella en vista de todo lo que había pasado y de la forma tan cruel como se había comportado con ella durante muchos años, él quería de alguna manera recompensarla y que ella disfrutara al máximo de todo lo que le habían dejado sus padres antes de su fallecimiento y además cumplió su promesa de pagarle los intereses que se habían acumulado durante todos los años que ella no había podido gozar de su herencia, no conforme con eso también la hizo dueña de la mitad de todas las empresas que él había fundado gracias al dinero que había invertido de la herencia de ella, por lo tanto consideraba que era justo que Cándida también tuviera la mitad de las ganancias de todo lo que a lo largo de los años él se había encargado de trabajar.Cándida después de haber estado un mes e
Emperatriz, una joven de 19 años, era la única hija de una familia prominente de la alta sociedad. Su padre, Miguel Cimarro, era propietario de una de las fábricas de zapatos más importantes del país. Sin embargo, la situación económica familiar se tornó crítica; la fábrica enfrentaba la quiebra debido a la ludopatía de Miguel, quien había ido perdiendo su fortuna en apuestas diarias. Endeudado hasta el extremo, se vio obligado a hipotecar tanto la fábrica como su mansión. El tiempo se agotaba para cumplir con los pagos, y la falta de liquidez lo llevó a una situación desesperada.A su creciente deuda se sumaba el compromiso con Rogelio Salinas, un empresario millonario en la industria hotelera, quien presionaba a Miguel para que le devolviera cada centavo. Sin opciones para saldar su deuda, Rogelio le propuso un trato: a cambio de cancelar sus deudas, Miguel debía entregarle a Emperatriz como esposa. Rogelio estaba obsesionado con la belleza y la pureza de la joven, lo que lo llevó a
En la mansión de los Cimarros, la elegante Emperatriz se encontraba junto a su madre, Maruja. Esta última, una mujer de ambiciones desmedidas, había disfrutado del lujo proporcionado por su esposo, Miguel. Proveniente de una familia humilde, Maruja había conquistado a Miguel, un hombre millonario, con el objetivo de asegurar su futuro. Sin embargo, nunca imaginó que su esposo sería un adicto al juego, lo que eventualmente conduciría a la ruina financiera de la familia.—Es extraño que tu padre aún no haya llegado —comentó Emperatriz, visiblemente preocupada—. He notado que está muy cabizbajo y deprimido. La hipoteca de la fábrica y de esta casa lo afecta profundamente.Maruja, con un tono de desdén, respondió:—Tu padre salió supuestamente a buscar una solución a la deuda, pero me pregunto cómo lo logrará si no tiene un solo centavo.—Podríamos considerar la venta de algunas de nuestras joyas —sugirió Emperatriz, esperanzada.Maruja la miró con incredulidad:—¿Qué insensatez estás dic
Emperatriz se encontraba en estado de shock al escuchar las palabras frías y superficiales de su madre. La propuesta de Maruja le generó un horror aún mayor que la situación misma. Miguel, igualmente atónito, no podía creer la falta de consideración de su esposa hacia su propia hija.—¡Maruja, por favor! ¿Te estás escuchando? ¿Te das cuenta de lo que acabas de decir? Estoy consternado y me siento mal desde que Rogelio me hizo esa propuesta, y tú lo tomas como algo normal, sin pensar en lo que siente nuestra hija.Con lágrimas en los ojos, Emperatriz interrumpió:—Te desconozco, mamá. No puedo creer que, siendo mi madre, no te importe vender a tu propia hija. Eso es lo que pretende ese hombre: comprarme a cambio de pagar las dos hipotecas. Me parece una acción ruin y descarada.—¿Y tú, papá, qué le dijiste? Por favor, háblame.—Por supuesto que no acepté; eso sería aberrante.Maruja, sin inmutarse, contestó:—Por favor, dejen de lado los sentimentalismos. ¿No ven que es una buena oport
Una hora después…. Emperatriz se acercó a su madre, quien se encontraba en la sala de espera de la clínica, mientras Miguel seguía en la sala de emergencias. Se sentó a su lado y le dijo:— Mamá, he reflexionado sobre la situación y he tomado una decisión.Maruja, visiblemente ansiosa, la miró:— ¿Qué has decidido, Emperatriz? Por favor, háblame.— He decidido aceptar la propuesta que el señor Rogelio le hizo a papá. Voy a casarme con él para que mi padre pueda ser operado.Maruja abrió los ojos, sorprendida por la decisión de su hija. No pudo evitar que su rostro se iluminara con una sonrisa.— ¿En serio, hija? ¿Estás dispuesta a casarte con Rogelio Salinas?— Sí, mamá. Quiero que estés tranquila, pero debes entender que lo haré únicamente para facilitar la operación de papá.— Comprendo, hija. Pero no sabes cuánto me alegra esto, porque no solo ayudará a tu padre, sino que también podremos recuperar el patrimonio familiar. Voy a llamar a Rogelio de inmediato; no hay tiempo que perd
El médico se dirigió a ellos con franqueza:— Entiendo su preocupación por su padre, pero debo ser claro: no puedo realizar la operación en solitario. Puedo colaborar exonerando mis honorarios médicos, pero lamentablemente no puedo eliminar los demás gastos de la clínica. Estamos hablando de una suma considerable de dinero y, si no toman una decisión a tiempo, lamentablemente tendremos que solicitar que retiren al paciente de la clínica, asumiendo el riesgo de que su vida corra peligro en cualquier momento.Emperatriz comenzó a llorar amargamente, exclamando entre sollozos:— ¡No! ¡Mi papá no puede morirse! ¡No puedo aceptar esto! Por Dios, la desesperación que siento es abrumadora.— Señor Rogelio, esta fue la razón por la que me atreví a llamarlo, por encima de mi marido. Basándome en una propuesta que usted le hizo antes de esta tragedia, deseo que lleguemos a un acuerdo. Estoy dispuesta a aceptar lo que usted disponga.— Comprendo su angustia, señora Cimarro. Sin embargo, he discu
Maruja, al notar que el joven se mostraba cada vez más alterado, le dijo con firmeza para evitar que Rogelio se diera cuenta de la situación:— Por favor, basta, no te permito hacer una escena aquí en la clínica. Lo mejor es que te retires de inmediato.— Con todo respeto, señora Maruja, no me moveré de aquí hasta que Emperatriz me explique con sus propias palabras qué está sucediendo. Por favor, dime: ¿es cierto lo que acaba de decir tu madre?Emperatriz permaneció en silencio, mientras Guillermo, incapaz de soportar la incertidumbre y la impotencia, exclamó:— Si no piensas decírmelo tú, me imagino que este señor podrá darme una explicación, y en este momento lo voy a confrontar.— ¡No, Guillermo, por favor! No es necesario que hables con el señor Rogelio. Estoy dispuesta a decirte toda la verdad.Guillermo, lleno de rabia y dolor, con los ojos rojos y llenos de lágrimas, le exigió:— ¡Habla! ¡Dime la verdad de una vez!Emperatriz, armándose de valor, le res