Capítulo 3

Se levanta, la mira unos segundos y se va a su habitación, arlo le pregunta:

—¿qué hago con ella?— pero él solo lo ignora y sube las escaleras, llega a su cuarto cierra la puerta y siente como sus rodillas flaquean, frota su mano y después de tantos siglos sonríe con calidez humana, era bueno volver a sentirse vivo después de tantos siglos, pero cierra su boca y cierra los ojos

—no me vas a jugar una mala pasada diosa, no se que quieres lograr con esto pero no, ella no huele como una mujer fuerte es pequeña y débil como si su cuerpo se fuera a romper—

Rechina sus dientes, pues estaba molesto, de igual forma no habían condiciones para tener una mujer en el castillo, pero su corazón no para de latir, ese aroma estaba metido entre sus fosas nasales y no sabe que hacer, jamás pensó que sería posible que una mujer llegara a su vida.

Volvió a bajar las escaleras después de unas horas, la chica estaba siendo alimentada, aún con las manos atadas

—¿QUIEN LOS MANDÓ ALIMENTARLA? USTEDES NO SABEN SI ES UNA ESPIA— ellos se alejan de ella, mientras ella mastica con el ceño fruncido y espeta

—tenía hambre, llevo días tratando de cazar y por eso el oso me persiguió, además ya te dije que no soy una espí...—

La tomó por un brazo fuertemente interrumpiéndola, había cubierto su rostro nuevamente y la llevó a su habitación subiendo las escaleras con ella casi arrastrada, solo para que los lobos no agarren confianza con ella, pero aún así los dejó a todos sorprendidos. Al llegar la empujó hacia adentro cayendo al piso, ella observó su habitación el lugar era muy grande y bonito era la única área limpia, había una gran bañera con agua y ella corrió hacia allá y bebió, él la miró y frunció el ceño

—me había bañado con esa agua— espero serio

Escupió todo y pasó la mano por su boca con asco y él sonrió sin que ella se diese cuenta, pues su cara fue graciosa, le dijo que tomara asiento y le ofreció agua limpia y se sentó frente a ella, volvió a quitarse la capucha y descubrirse el rostro

—¿quiero que me digas cómo te llamas?—

—entonces si sabes hablar sin gritar, me gusta mas cuando no me gritas porque me asustas—

—no te voy a gritar otra vez...—

—me alegra escuchar eso—

—a menos que no sea necesario, ahora dime tú nombre—

—¡agh! Eres un desgraciado—

—y otras cosas más te lo puedo asegurar, te vuelvo a preguntar ¿cómo te llamas?—

—me llamo Jade—

—Jade, ¿por qué estabas tan cerca de mis tierras? ¿acaso no sabes que el paso está prohibido por estas áreas del bosque?—

—ya te dije tenía días es...cazando y el oso me vio y pues, no sabía nada de estas tierras soy una loba abandona que ha sobrevivido sola todo este tiempo—

El frunce el ceño, pues su forma de hablar y su actitud le hacían deducir que no mentía acerca de que no sabía nada de él, pero era muy educada y delicada pese a la suciedad de su rostro y calmado para no asustarla le vuelve hacer otra pregunta

—Jade ¿no sabes quien soy?—

Ella se queda viéndolo fijamente y niega con la cabeza frunciendo el ceño, él suspira mostrando seriedad

—¿no me estás mintiendo?— pero ella le dice algo que lo desconcierta totalmente

—siento cosquillas en mi estómago ahora, una vez me contaron que cuando sentías eso frente a un lobo era porque él era tú mate ¿eres mi mate?—

Pero él se queda pasmado y trata de procesar lo directa que es ella, no sabe cómo lidiar con esa situación, pues es demasiado difícil para un lobo como él que no sabe, ni tiene idea de cómo tratar una mujer, así que le pregunta su edad, pues cuando sabes quien es tu mate es obvio darse cuanta de una vez, pero ella no tenía idea

—¿cuál es tu edad, Jade?—

Le pregunta aún más despacio, ella entra un mechón de cabello por su oreja y habla con rapidez

—tengo 17 años, pero pronto cumpliré 18, además no quiero irme de aquí porque por alguna razón que no se, me siento bien—

El agranda sus ojos por su edad, aún no es mayor ¿y como era posible que no se quisiera ir? ni siquiera lo conocía y no tenía idea donde estaba metida y quien era él, así que le vuelve a preguntar

—¿no te da miedo verme? ¿mi cara no te asusta? No huelo desagradable para ti?— ella lo olfatea, estaban un poco cerca e intenta tocar su rostro despacio creyendo que él la va a rechazar, pero necesitaba comprobar algo, así que cerró los ojos disfrutando de su tacto, sus dedos se deslizaban por su cicatriz

—me gusta tu cicatriz, te hace ver atractivo, no se porque te cubres la cara si eres h-hermoso, nunca había visto un hombre tan hermoso como tú—

Abre sus ojos de golpe y un destello de luz cruza por ellos, hacia tantos siglos que no escuchaba aquellas palabras "hermoso" y se aleja de ella cubriendo nuevamente su cara, ella suelta un respigo y le pregunta apenada

—¿te dije algo mal? ¡lo siento! A veces hablo mucho y suelo arruinar las cosas—

Se acerca nuevamente y corta con una de sus garras la cuerda que ata sus manos

—wow! Que garra tan enorme— ella aclara los ojos

—algo así— espeta de forma cortante.

—gracias, ya me dolían las muñecas— sonríe y es la sonrisa más hermosa que había visto en todos sus siglos, siente un calor recorrer sus venas y observa sus muñecas estaban muy enrojecidas el nudo de la cuerda había sido muy fuerte se siente extraño al verla así y le pregunta

—¿te duelen las muñecas?—

—no, todo está bien—

cuando ella sonríe él se pierde en ese detalle nuevamente, quiere salir de aquel trance en el que está y quiere engañarse pensando que aquello solo es un hechizo de una espía bruja, pero tiene una carga de sentimientos en su corazón que no sabe cómo controlar.

Sale de la habitación y la deja encerrada sin decirle nada, pues estaba demasiado abrumado y no sabía que más preguntarle por el momento.

Al bajar las escaleras pide con urgencia ver a arlo, pero le dijeron que había salido a buscar agua, ya que había visita. El observa todo el lugar por primera vez y ve lo horrible del Castillo como para que una mujer tan delicada como ella esté en el, la mugre es demasiada así que eso lo hace sentirse incómodo, incluso destapa un espejo de la sala y al verse, ve lo sucio de su ropa y lo vuelve a tapar.

Alastor rara vez salido de su castillo, pues todo lo llevaban a él, así que no le importaba el exterior, pero por alguna razón quería ir a cazar para darle una cena decente.

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