Capítulo 11

Pero en medio de su confusión cierra la puerta en la cara de arlo y quince minutos después baja y sale, jade está apretando las ramas sin importarle el dolor de las espinas y arlo le suplica que abra las manos porque se está haciendo mucho daño. Ella también pensaba que era Alastor, el sol ya pegaba fuerte y en esa manada no llovía, por eso los suelos se volvieron malditos y solo cardos y espinas crecían, pero esas fueron las primeras plantas en mucho tiempo.

Cuando el alfa vio como todo estaba destrozado se quedó en silencio y veía la tristeza y el odio en la mirada perdida junto a las lágrimas que no cesaban de jade, ella volteó hacia él su mano derramaba sangre y él le habló

—suelta esas espinas, solo te están lastimando las manos— su tono fue tan frío, ella caminó hacia él y estalló

—si tanto me odias mátame, acaba con mi vida, pero no tenías que ser tan maldito y destruirlas no tenías que ser tan bastardo, si tú vida es tan miserable deja de querer que la vida de todos sea i
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