Pasó una semana en la cual jade evitaba verlo y él se daba cuenta. No se presentaba en la cena con todos como solía hacerlo, la cena era llevada a su habitación por arlo quien se molestaba al verlos a ambos en ese estado tan frío, pero jade no estaba tan sola a medida que pasaban los días más mariposas iban a su habitación logrando entretenerla y no pensar tanto en él, se repetía a sí misma que cualquier cosa era mejor que volver a colmillo negro. En esa misma mañana un pajarito se posa en su ventana y ella se asombra y corre fuera de la habitación y es tanta su emoción que abre la puerta de la habitación de Alastor el cual dormía. Se acercó a él en puntillas y movió su mano para ver si estaba despierto, su cara estaba cubierta por su capucha dejando solo sus ojos cerrados visibles y al ver que este no despertó decidió marcharse, pero su mano la sostuvo con dureza de su brazo y abrió sus ojos de golpe —¿que pretendías hacerme?— —no no, sólo vine a...— la jalo hacia él subiéndola so
Nuevamente jade se revuelca sobre su cama, el dolor la invade y siente que va a morir esta vez. Su cuerpo está bañado en sudor y trata de soportar sin hacer ruido para no molestar al alfa por miedo a que la quiera volver a echar de la manada.Se baja de la cama como puede y cae, una tos la ataca haciendo que su pecho duela mucho y puede notar un poco de sangre en su palma ¿que rayos estaba pasándole? Aprieta sus ojos como alguien resignándose, tambaleante y con pocas fuerzas, mientras tiembla considerablemente, llega a su ventana y trata de abrirla, el viento no existe en ese lugar, no hay árboles y ahora mismo solo anhela un viento fresco, algo que la pueda relajar. Algo corre por su nariz y lo limpia puede ver la sangre espesa en sus dedos y siente temor, esto nunca antes le había sucedido.Alastor quien no ha pegado un ojo se siente extraño agudiza su odio, pero no escucha nada y a su cabeza llega el recuerdo de jade, de sus besos y sus caricias, suspira y entre cierra los ojos, el
Me despierto adolorida como si hubiese tenido clases de etiqueta en casa, se que es un ejemplo absurdo, pero terminaba castiga todo el tiempo. Abro los ojos forzadamente y veo la claridad del día y por lo cómoda que estoy se que no estoy en mi habitación al parecer Alastor me escuchó, suspiró recordando cómo me sentía juré que iba a morir nunca antes me había dolido tanto como anoche. Quito la manta de mi cuerpo y me siento en la cama, tiro mis pies al piso de madera y trato de buscar mi ropa, pero antes quitó lo que cubre las ventanas del balcón para poder ver mejor y justamente cuando me doy la vuelta Alastor abre la puerta y se queda viéndome, intento cubrirme, ya que él no me quita los ojos de encima y cierra la puerta detrás de él, camina hacia a mí y me asombra al sentir cómo me acuna en sus brazos. —¿te sientes bien?— asiento abrazándolo igual no queriendo despegarme de él —tienes que comer— me habla suavemente —no quiero ahora, estoy bien así como estoy, aquí ahora contigo
Cierro la puerta detrás de mi espalda cansado y abatido, pero voy con arlo —ah, ya despertaste— lo miro de mala gana —ni siquiera he dormido ¿de que estás hablando?— él niega —¿ya tienes un diagnóstico?— le pregunto, mientras froto uno de mis ojos —quiero que vayamos al lugar donde vertimos la sangre de aurora— —arlo, ¿que quieres conseguir con esto?— —ya verás—ambos salimos y puedo ver cómo ha crecido la hierba —¿ves que interesante? Hierba en luna blanca— me da un poco de tranquilidad, después que jade está aquí las cosas han mejorado mucho. —bingo!— Espeta arlo y me saca de concentración. —¿ves cómo a muerto al igual que los espinos?—frunzo el ceño y vuelvo a mirar hacia las espinas de la ventana donde cayó jade y están en muy mal estado. Trato de procesar lo que arlo me cuenta y no se si es el cansancio o la sorpresa, pero me siento aturdido —vuelve desde el principio, me estás diciendo que jade no tiene una enfermedad en los huesos si no que su sangre está enven
Jade mantiene sus piernas recogidas abrazadas con sus brazos y su cabeza sobre sus rodilla. Un tronco sostiene su espalda, mientras Alastor prepara la carne para servirla como cada noche.Los ojos de ella están fijos en la fogata como si no escuchara nada en su alrededor pese a las risas de los demás lobos. Su cerebro esta en cualquier lugar menos ahí. Ellos empiezan a contar historias pasadas, él observa de reojo a jade, prefiere que esté así tranquila que teniendo conversaciones innecesarias con ellos.—JAJAJAAJ, recuerdo el miedo que nos tenían en colmillo negro, Kant black, no nos podía mirar se ponía a temblar el muy gallina— todos ríen, mientras mastican y jade siente su corazón temblar, prestando atención a lo que decían.—si pudiera tenerlo en frente le arrancaría las pelota a él y toda su maldita descendencia, siempre fue un perro cobarde no merecía ser alfa— su labio inferior tiembla un poco y entra mechones de cabello por sus orejas.—eran unos bastardos y nos envidiaban, é
Una risilla se escucha en la habitación del alfa y rey Ronan, está teniendo sexo con dos mujeres y su puerta es abierta —¡joder!— se agita, mientras su beta un señor de edad entra, una de las lobas estaba sobre él y la otra lo besaba. Tapan su desnudez con almohadas mirando al beta el cual es muy educado —señor, Kant black está junto a su esposa aquí, solicitan verlo— —¿traen con ellos a mi esposa?— —han llegado solos, señor— agita la mano para que una de las loba lo alimenten con uvas —ahh, pues que me disculpen estoy algo ocupado atendiendo a estas hermosas damas, cuando termine voy con ellos, ahora retírate— él hace una reverencia y sale del lujoso aposento cerrando las puertas, mientras escucha la voz de él llamando a ambas mujeres —vengan con papi preciosas— Ha pasado por lo menos una hora, en la sala de estar y Alejandra espeta —es un mal educado ¿en serio nos tiene esperando?- Justamente Ronan entra con una sonrisa espléndida saluda a Alejandra besando su mano —
Con lágrimas y decepción lo espero en su habitación sintiéndome como la mujer mas miserable que pueda existir, lloro con tanto sentimiento como nunca antes, aún en medio del dolor que me tala los huesos no cuestiono nada supongo que algunos simplemente nacemos para el dolor y está bien, todo está bien. Abre la puerta y escuchó su voz áspera y fría. —¿que haces aquí jade?— espeta cerrando la puerta y no hablo solo me pongo de rodillas. —quiero pedirte perdón por haberte hecho molestar, por haberte dicho que quería que me tocaras, actúe cegada por el miedo a morir sin saber lo que es sentirse mujer, lamento causarte tanta molestia y llevarte al punto de actuar tan descaradamente conmigo, actúe mal y lo admito, así que me humillo una vez más ante ti— no miro sus ojos, no puedo hacerlo, ni siquiera tengo el coraje. —jade, levántate ahora mismo ¿que carajos estás haciendo?— se molestó mucho y fue brusco en hacerme poner de pie. —¿por que haces eso?— me toma por los hombros y me rem
—¿a donde vamos?— pregunta jade un poco asustada, pues salen a escondidas de la manada y teme que sea a despedirla después de su extensa conversación y ciertas confesiones. El no responde y eso hace que se ponga más nerviosa y le vuelve a preguntar: —¿por que salimos a escondidas?— él se detiene dándole la espalda y voltea. —estás haciendo muchas preguntas— responde y la ayuda a saltar de un lugar a otro tomándola por la cintura y nuevamente le hace otra pregunta —no pretendes echarme ¿cierto?— sus ojos y los de ella se quedan fijos mirándose, ella queriendo una respuesta y él con ganas de comérsela a besos como no lo hacían hace mucho. Ella evade su mirada, pues la intensidad de él al mirarla la penetra y la pone muy nerviosa y él responde con calma. —a ver, ¿no sabes estar en silencio un momento? no saldríamos a escondidas si esa fuera la idea— Asiente y camina hacia delante nerviosa dejándolo detrás y él se detiene para ver que tan distraída es, pero al no escuchar sus