°Narra Morelia Dalas°
¿Alguna vez se han enamorado con solo ver a una persona, sin conocerla?
Quizás en el autobús, en el metro o tal vez por la calle. Sin embargo, una vez que desaparece de tu mirada, él o ella, sigues con tu vida sin saber si lo volverás a ver. Analizando cálculos lo único que te queda es solo un 15 por ciento que algo así suceda. Pero conmigo eso fue diferente, yo sabía donde se encontraba y donde lo volvería a ver, aunque también comprendía que no podría hablarle o acercarme nunca.
Su bello rostro no ha salido de mi cabeza desde aquel día, estoy segura de que tiene muchas cosas misteriosas, pero fuera de eso, desprende algo que me hace sentir muy curiosa sobre él.
Nunca me he equivocado en leer los gestos de las personas, este hombre era especial, y se me encoge el corazón recordar que en sus duros gestos reflejaba mucho dolor y sufrimiento.
He ido ya tres veces a visitar a mi hermano, pero lamentablemente no lo he visto de nuevo. Intenté preguntarle a Maycol y simplemente me reprende por hacerlo, me dice tonterías como que estoy loca por interesarme en una persona que solo vi una vez.
Después de no saber nada de él, me atreví a buscarlo por internet, pero no encontré mucho, al parecer su información ha sido completamente protegida. Lo único que verifiqué en las páginas web, es lo que ya me había comentado mi hermano, que él proviene de una familia multimillonaria y que cometió un delito que le costaría muchos años en la cárcel, al parecer decía por una cantidad de 15 años.
No podía dejar de sentirme muy triste por él, toda esta situación me estaba haciendo sentir frustrada, al menos quería volverlo a ver una última vez.
Un día hablando con mi amiga Lourdes, me comentó sobre el voluntariado social.
Ella suele ir mucho a este tipo de organizaciones, ya que su familia es parte de una empresa que ayuda a muchas fundaciones, entonces automáticamente se me prendió el foquito de las ideas locas, le cuestioné si podía postularme en una asociación en específico, claro antes de decirle investigué cuál de todas las asociaciones trabajaba con la correccional en donde se encontraba mi hermano y él.
Entonces, ella me recomendó y comencé a asistir a las sesiones en donde nos preparaban explicándonos de qué forma podríamos ayudar a estas personas, quizás unas palabras de ánimos o demostrándoles que pueden seguir adelante en su vida con una nueva oportunidad, etc.
Mis padres me cuestionaban mucho del por qué estaba tan interesada en participar en esta organización, tuve que decirles una pequeña mentira, aunque en realidad no es tanto una mentira, les dije que quería visitar y ver más seguido a Maycol y que también quería ayudar a muchas personas con mis palabras de aliento. Ellos me felicitaron y dejaron de preguntarme.
Tiro un suspiro con mi corazón palpitándome como un motor, y comienzo a organizar los platos en las enormes mesas para servir la comida de nuestros invitados.
La señora María me indica cada paso de lo que debería hacer cuando ya comiencen a ingresar las personas y yo asintiendo le demuestro que comprendí.
Escucho la campana, me acomodo el cubrebocas y la gorra de cocina (esto nos han obligado a utilizar para que no caiga ningún cabello en la comida y para que, si en caso estemos enfermos, no podemos contaminar nada).
Me paro firme al costado de la mesa y observo a todos los que van entrando. Comienzo a repartir sus platos sobre fuentes amigablemente y rastreo el lugar, esperando ver a Maycol o a Kenny.
Sin embargo, ninguno aparece.
Pasan los minutos, y ya lleva casi la mitad del enorme salón lleno, algunos ríen, otros comen en silencio, algunos están solos en su mundo y otros están en grupo conversando alegremente, es completamente pacífico o al menos hasta el momento lo es.
Tiro un resoplido de decepción, porque no sé, si llegaran a venir.
«¿Se habrán portado mal por eso les castigaron?»
«Espero que no»,niego con la cabeza.
De pronto aparece mi hermano con un compañero conversando, alza la vista y se queda lelo al verme aquí.
«¿Tan rápido me reconoció vestida así?». Definitivamente me conoce muy bien.
Comienza a acercarse y en vez de ir con la otra señora que también reparte y en donde le tocaba, se traspasa a mi fila con el rostro fruncido.
—Morelia ¿Qué haces aquí? —Me susurra, mientras le sirvo el plato.
—Bueno te dije que iba a venir más seguido, ¿no? Aparte te extraño y también me siento contenta en hacer un bien común.
—¿Estás segura de que solo lo haces por eso? —asiento. Él trata de relajar su rostro y me reluce una sonrisa–. Entonces estaré contento verte más seguido.
—Toma, ya coge tu plato que no podemos conversar por mucho. Ya se acercan las olimpiadas así que ahí nos podremos ver y conversar un poquito más.
—¿Estarás en las olimpiadas?
—Sí… nuestra organización ayudará con la limpieza y los almuerzos, así que nos veremos seguido por una semana.
—Eso me pone contento.
—Hey, usted, ¿puede avanzar? —Un oficial se dirige a mi hermano.
—Anda... —Le apuro con mi gesto.
—Nos vemos mi Morelia. –dice y se va.
Pasa uno, y luego el otro detrás de él, cuando de repente se me acorta la respiración que en frente de mí está él: Kenny.
Mi corazón está incontrolable, me le quedo viendo, pero él no me mira, solo está en la espera de su plato observando hacia otro lugar.
—¿Frejoles o lentejas? —Le cuestiono.
—Ninguno, no me gustan las menestras. —responde y me quedo boba, al escuchar lo tan grave y varonil que es su voz.
«su voz es como la de un Dios griego».
—¿Pollo asado o carne a la parrilla?
—Carne. —Trago saliva, porque sin querer estoy comprendiendo sus gustos.
—¿Agua o refresco? —Él se gira a verme con su rostro fastidiado y exclama:
—Agua —con un poco de desesperación, conectando sus ojos con los míos por 3 segundos y de inmediato se gira rodándolos.
Creo que le estuve preguntando tanto que se molestó.
Él me recibe la fuente y se va sin decirme nada.
«Sí que es muy altivo y malhumorado», digo dentro de mí.
Sin embargo, no me decepciono, ya intuía que pudiese ser de esa forma.
Prosigo atendiendo al resto y a la vez, lo observo.
Quizás si no tuviera este cubrebocas y este gorro celeste, hubiera conocido mi rostro. Y al menos me siento tranquila, porque sé que jamás se fijaría en mí, tal vez solo me vería como una niña, o tal vez se horrorizaría con mi rostro nada atractivo.
“Basta Morelia de bajarte la moral”, me dice mi subconsciente.
“Concéntrate en verlo todo lo que puedas antes de que se vaya"
«Tiene razón.»
Termino de servir a la última persona, cuando puedo tirar un respiro. Me siento y me sirvo un vaso con agua, mientras veo que come solo sin nadie a su alrededor. Quiero decir, si tiene personas en la misma mesa, pero lo curioso es que, en las sillas de ambos lados de él, son las únicas que están vacías.
«¿Lo evitan? ¿O él les obliga a no sentarse a su lado?».
La segunda opción es lo que más concuerda con su personalidad.
Tiro un bufido, porque veo su rostro arrugado,
«¿Quizás la comida está mal?»
Corro a probar un pedazo de carne y siento que todo está bien, solo que tiene mucho condimento y está un poco picante.
«¿Tal vez no le gusta el picante?»
Veo que bebe agua como loco, pero trata de disimular, entonces cojo una jarra y comienzo a repartir más agua a todos disimulando mi verdadera intención para no ser directa, y me aproximo a su mesa.
—¿Desea agua? —Le cuestiono.
—Sí. —Simplemente me responde.
Le sirvo y me atrevo a preguntar.
—¿Se siente bien? —Sus mejillas están completamente rojas, incluso hasta sus orejas.
«¿Enserio no come picante?»
—Sí. —De nuevo me responde con mucha frialdad, entonces se pone de pie, sin decir nada, regresa la fuente en las mesas delanteras y se retira.
«Kenny…»
Me quedo admirándolo mientras se va.
—Señora, más agua por favor. —La voz del tonto de mi hermano me desconcentra de verlo salir por la puerta.
—Toma —Le digo con mala gana, por distraerme.
—Oiga señora, debe atenderme bien, sino, no pagaré sus servicios. —Arrugo mi entrecejo y trato de no reírme, porque sino los guardias se darán cuenta de que somos allegados.
—Tonto —Le susurro suavemente y con un pequeño roce de nuestras manos, me giro para regresar a mi lugar de trabajo.
***
Ha pasado varios días y me siento más emocionada que antes. Hoy se inicia las olimpiadas en donde todos los reclusos por grupos jugaran, fútbol, básquet y todo tipo de juegos.
Me pregunto qué juego jugará Kenny. Maycol es obvio que fútbol, es un loco pateador, en la universidad le decían piernas locas, porque sabía hacer confundir rápidamente a su contrincante, quiero decir, le gustaba amagar con el balón.
—Morelia… —La Sra. María me hace aterrizar de mis recuerdos divertidos—. Reparte estas botellas de agua a todos los jugadores. —Yo asiento—. Acompaña a la Sra. Dory.
—Está bien. —Ambas cogemos unos carritos por separado y acomodamos las botellas para pasearnos en el enorme campo, donde por grupos juegan distintas cosas en cada espacio.
Observo por todos lados y desde arriba nos observan todos los guardias o mejor dicho les observan a ellos. Miro alrededor y hay más guardias, en conclusión, hay guardias por todos lados.
Comenzamos a repartir las botellas, cuando de pronto me cae un pelotazo en la cabeza.
—¡Ay! —exclamo y me sobo la frente consternada.
—Perdóname señora, ¿la lastimé? —Alzo mi mirada y Maycol mantiene su sonrisa, de oreja oreja.
«Idiota», refunfuño por dentro, porque por fuera no puedo decir nada.
—Sí, estoy bien —Le respondo entre dientes.
—Con ese uniforme completamente verde, casi no te reconozco. —Se expresa burlón y yo lo fijo sin expresión.
Se estaba prácticamente burlando.
Hoy tuvimos que ponernos un enterizo de color verde oscuro, que nos queda completamente suelto y que parecemos bolsas de papas andantes, pero eso creo que es por precaución, para que nadie nos moleste.
—Tú… —Me muerdo el labio y cogiendo el agua, se lo apego a su pecho con todas mis fuerzas haciéndole doler.
—Gracias... —Me guiña el ojo, y con esa sonrisa pícara sigue su camino corriendo para seguir jugando.
Niego con la cabeza, porque a veces en infantil.
Sigo con mi trabajo, y a lo lejos veo a alguien recostado en la sombra del último escalón de las bancas, está con el brazo sobre el rostro y parece dormir.
Miro a todos alrededor y no hay ninguno que no esté de dos o en grupo, en cambio, esta persona está completamente sola.
Comienzo por acercarme poco a poco y dejo mi carrito a un lado, para subir las tres enormes gradas. Entonces ya de cerca lo reconozco al instante.
«Kenny»
Mi palpitar se vuelve un caos dentro de mi pecho y lo admiro por unos segundos. De pronto comienza a decir cosas en voz baja.
«¿Tiene una pesadilla?»
—No… no… —Se queja y no comprendo por qué. De pronto cae una lágrima por su mejilla y me quedo estupefacta—. ¡Mamá, no…!, ¡mi padre…! ¡él es mi padre…!
Me quedo en silencio, y me siento mal por él, aprieto mis labios y me acerco lentamente a su lado, entonces detallo que su rostro está completamente sudoroso.
«Algo anda mal»
Su rostro está rojo y su sudor es intenso, entonces rápidamente sin importarme nada, me arrodillo y toco su frente.
Él no reacciona ante mi tocada y descubro que, este hombre se encuentra ardiendo en fiebre.
«Necesito pedir ayuda»
Me pongo de pie rápidamente y me sostiene de mi muñeca.
—¿A dónde vas? —Me cuestiona y comienzo a sudar de los nervios también. Pero sus ojos siguen cerrados—. No te vayas Jessica, quédate un poco más.
Me quedo a ojos bien abiertos.
«¿Quién es Jessica? ¿Su mamá?»
Su agarre es muy fuerte entonces para tranquilizarme me vuelvo a arrodillar y comienzo a acariciar su cabeza para que se relaje. Su cabello es sedoso y suave, contemplo su rostro y aunque claramente está enfermo no se deja de ver muy apuesto.
Su gesto fruncido desaparece de inmediato, al parecer por mis caricias y una leve sonrisa se asoma.
Sonrío también, porque acabo de tener una cercanía por primera vez con él.
Han pasado alrededor de dos minutos, pero lo acabo de sentir como si hubiera sido una eternidad.
Mi corazón se siente demasiado feliz.
—¡Hey señora! ¿Sucede algo? —De inmediato me pongo de pie, mientras un guardia se comienza a acercar–. No debe de haber contacto físico con los prisioneros. —Me indica con voz recia.
—Señor perdón. —Me adelanto a él bajando las gradas en velocidad—.Lo que sucede es que le iba a entregar su botella de agua a ese chico y me percaté que tenía fiebre. Es por eso me acerqué para constatar mi teoría, justamente iba a ir a buscar a alguien para avisarle.—Él me asiente.
—Buen trabajo. Gracias por avisar, puede seguir con lo suyo, yo me hago cargo.
—Está bien —respondo, y sinceramente me siento preocupada, cojo el coche y comienzo a caminar para seguir entregando las botellas, y desde lo lejos veo que el guardia lo termina por levantar, se sienta y se comienza a sobar los ojos, veo que se percata del agua de su lado y se lo toma.
Algo habla con el guardia y juntos se retiran del patio, mi angustia me mata por dentro. ¿Él estará bien? Espero que sí.
Mis sentimientos por su triste acto me hizo sentir muy extraña, esto es algo diferente, no sé qué sucederá después, pero estoy segura que, de ahora en adelante trataré de hacerle sentir lo más cómodo en cuanto pueda.
No importa que solo reciba de mi parte, si él está bien, yo..., yo también lo estaré.
~AÑOS DESPUÉS…~ °Narra Morelia Dalas° —Morelia, ¿quieres que regrese más tarde por ti? —Me dice mi hermano, en tanto se detiene afuera del edificio en donde vive mi amiga. —No… no te preocupes, yo cogeré el bus de regreso. —Le respondo saliendo de su auto. —Pero… —Me asomo a la ventana y le digo: —Tranquilo Maycol, estaré bien, tú apresúrate en ir a la empresa, sino el abogado Vicente se volverá loco. —Tienes razón, aunque ya no me preocupo mucho, ese señor renegón no podrá controlarme más.—Reímos juntos. —Se nota que lo quieres, no le hagas sulfurar, ya está anciano y se vaya a ir por tu culpa. —Bromeo y me asiente sonriente comprendiendo lo que trato de decir. —Si lo sé, debo ser responsable para no darle dolores de cabeza, el tío Vicente ha sido demasiado bueno conmigo, y en gran parte, he seguido adelante gracias a él, y claro, también gracias a ustedes... —Me toma de la ma
°Narra Morelia Dalas°—¡Morelia…! ¡Morelia! —replica Lilian, tronándome los dedos enfrente de mi rostro, para lograr regresar de mi desconcierto.—¿Ah…?—Morelia… —Lilian se posiciona en frente de mí–, hace rato estás completamente ida, amiga. —Agito mi cabeza tratando de desatontarme y me percato que ya estamos fuera del edificio.—Lo lamento, estaba pensando en algunas cosas.«El rostro de Kenny no sale de mi mente, ¿era real? ¿O simplemente aluciné?», pienso.—Te venía diciendo, sobre si comer en este restaurante que me sale en Google maps. —Posiciona el celular a centímetros de mi rostro para constatar el lugar–. Como ves, se encuentra a unas dos cuadras de aquí, parece ser que no venden platos caros ni baratos, así que me brind
°Narra Morelia Dalas°—Yo… yo… —comienzo a titubear.—Ah… ahora recuerdo, fue en el restaurante del miércoles —me sonríe.«¿Él… él ahora puede sonreír de esa forma?»—La vi con su compañera, la señorita que tuvo la entrevista conmigo.—Ah… sí. —asiento, me refleja su sonrisa amigable de nuevo y siento como por dentro todo se me derrite.—Bien, prosigamos. Dígame, Señorita Dalas (…)Me quedo contemplándolo, y siento tan relajante cada palabra que van saliendo de sus labios. Su forma tan elocuente y bien pronunciada al hablar, endulza mis oídos locamente. Esa voz gruesa… esa voz bien tonificada, estaba hablándome más de la cuenta. Estoy escuchando, más de aquellas cinco palabras que cruzamos dur
°Narra Morelia Dalas°Con los ánimos por encima, con un suspiro me adentro al edificio y saludando a los vigilantes tomo emocionada el ascensor. Llego al séptimo piso y al abrirse con el primero que me cruzo es Adam, ajá, el curioso pelirrojo con quien pase vergüenza alguna vez a causa de mi amiga Lilian, él resultó ser un trabajador de aquí y nos reconocimos en el primer día de trabajo. Aún recuerdo ese día cuando conocí completamente aquí por primera vez.___________________FLASHBACK—Buenos días, Señorita Dalas.—Buenos días. —le correspondo el saludo a la secretaria.—Yo me llamo, Caroline y será un placer trabajar juntas. —me ruborizo un poco y mostrándome amigable, respondo.—El gusto es todo mío, por fa
•Narra Kenny Stewart•~Dos meses atrás…~La vida... es como una alocada montaña rusa. A veces avanzamos a velocidad y a veces lentamente. Todo transcurre depende del momento, depende de la altura en la en que estamos por caer, quiero decir, depende de la situación en la que te encuentras inesperadamente.En ese punto arriesgado solemos tomar las buenas decisiones o tal vez, las malas.En mi caso,fueron todas malas, y fueron demasiadas, que incluso destruí hasta mi propia reputación y humanidad.Hace unos años atrás, antes de salir de la cárcel, era el Villano de una trágica novela de amor, era el hermano del protagonista a quien por mis celos absurdos de poder, logré hacerle mucho daño junto con mi madre para poder quedarme con todo lo que creía me pert
•Narra Kenny Stewart•—Gracias —le digo al chofer, mientras salgo cerrando la puerta de la limusina y admiro el enorme casino en frente de mis ojos.—¿Señor Stewart? —una señorita en uniforme se me acerca en la entrada y asiento— Bienvenido, por favor sígame.Sigo sus pasos y cruzamos las máquinas de juegos, pasamos por el lado Vip en dónde mi sola presencia atrae las miradas de muchos.«Hay algunos rostros conocidos aquí»Yo sin temor camino con mi barbilla en alto con mi mismo semblante elegante, sin mostrar ninguna intimidación. Porque seré una persona sin dinero, pero tengo mi orgullo y estoy satisfecho con lo que he logrado hasta el día de hoy.—Kenny… Kenny, Kenny —Weber en traje blanco se acerca a mí y me da un saludo hipócrita, palmoteando mi espalda —mi amig
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•Narra Kenny Stewart•—Llegamos. —le digo sonriente mientras ella solamente se encuentra en silencio.—¿Dejará su auto aquí? —niego.—No, lo iré a dejar en una cochera aquí cerca, por favor, anda comprando los pasajes.—Está bien, Señor Stewart. —le entrego mi tarjeta y me lo recibe con sus dos manos delicadamente, entonces acelero para dejar el auto guardado y retornar pronto.Al regresar la detallo de lejos y me percato que las personas al pasar, se le quedan viendo de forma extraña. Es donde la detallo por completo, hoy ha venido con una falda larga de jean, una blusa blanca manga corta acompañado con un pequeño chaleco también de jean, y su sombrero color mostaza.«No está tan mal, ¿Por qué las personas son tan discriminatorias con sus miradas?»—&i