“De común acuerdo, hemos decidido terminar nuestra relación matrimonial. El compromiso con nuestra hija permanece intacto. Dado que es una decisión de ámbito privado, pedimos el máximo respeto para nuestra hija y para todos los que están dentro de nuestro más íntimo círculo”. Lara Akerman y Bradley Suter.A Emma le sudaban las manos después de haber leído el comunicado. Miró a Bonnie con los ojos muy abiertos, sintiendo que él dolor que latía en sus venas amenazaba con desgarrar el manto de tranquilidad con el que se había envuelto.—¿Te das cuenta lo serio que es? —inquirió su amiga—. Suter fue en persona a mi oficina para pedirme que redactara un comunicado simple y conciso sobre su inminente divorcio.Caminaban por Central Park, porque después de su discusión con Bradley había sentido la necesidad de escapar de Suter Capital. Las elegantes estancias parecían tan llenas de presión como una tetera en ebullición.—Puede ser un juego de su maquiavélica mente. Él es muy astuto —reso
La felicidad en la forma que Bradley la había experimentado dejaría de ser. Pues aunque el proceso finalmente se había desarrollado en un ámbito tranquilo, respetuoso y buscando en todo momento el beneficio de Alexa; el momento en que debían Lara y él firmar su divorcio estaba marcado en su agenda como asunto prioritario para las dieciséis horas de ese día. Revisó cómo habían cerrado los mercados de Asia e hizo unas proyecciones que envió enseguida al piso de operaciones para que Caine y el resto de los corredores las tuvieran en cuenta. Salió de su oficina y caminó con paso firme hasta la baranda de cristal templado y remetiendo las manos en los bolsillos de sus pantalones, observó con detenimiento a sus colaboradores inmersos en sus transacciones.Su mirada cayó irremediablemente sobre Emma Henderson. Por alguna extraña razón, el piso de operaciones era el escenario perfecto para aquella diosa y su cuerpo elegantemente ataviado con una blusa de seda y una falda lápiz que se adh
La tarde ya había caído y el sol comenzaba a hundirse en el Hudson cuando todos los que estaban reunidos en la sala de juntas iban concluyendo con sus asignaciones. Hacia dos días que Lara Akerman había estado en la oficina con todo el esplendor de su dorada belleza para firmar los papeles del divorcio y luego había vuelto a Reino Unido en el más absoluto sigilo, tal y como había llegado. Porque al final la rubia socialité se había comportado de manera muy civilizada en la disolución de su matrimonio, y Emma tenía que darle crédito por eso. No tendría que lidiar con ella durante algún tiempo.Bradley Suter, por otra parte, era alguien con quien sí debía tratar. La sangre le había bombeado con furia en las venas durante todo el día, sus nervios estaban a flor de piel y una sensación de excitación se le clavaba en el vientre como afiladas garras.Habían trabajado uno al lado de la otra en el análisis del cierre de mes y las proyecciones para el siguiente, pero Emma hubiera querido n
El lugar era precioso con luz de baja intensidad y velas encendidas en las mesas. Romántico. Encantador. Con música suave e íntima. Emma se deslizó en la silla que Paul apartó para ella y le sonrió agradecida por encima del hombro.—Es muy lindo, gracias —murmuró y abrió el menú.—Mi trabajo es hacerte sonreír —afirmó y se reclinó en la mesa mirando hacia la cava mientras ella contemplaba sus risueños ojos. El camarero se presentó para tomar su orden y les sirvió el vino.Paul quiso saber por qué Emma se había dedicado a las inversiones y ella se sintió halagada por su interés.—Lo primero que debes saber es que mientras crecía nunca fui la bella sino la intelectual. —Soltó una risilla cuando Paul enarcó una ceja con escepticismo—. Los números, siempre fui hábil con ellos y lo más increíble de mi trabajo es que no importa mi aspecto sino mi mente. ¿Te digo algo? Hasta hace nada era solo una practicante en Suter Capital, tenía todo listo para irme al MIT y sacar un posgrado. Lueg
«Economía de EE.UU. cae en recesión técnica al caer un 0.2% en la primera semana de febrero» leyó Suter el tweet que asomó en la pantalla de su móvil mientras conducía entre el tedioso tráfico de Manhattan. Las pantallas de Times Square comenzaron a llenarse de reacciones y opiniones al respecto. Bradley se mantuvo controlado, sería un reto terminar el primer trimestre del año sin pérdidas significativas, pero lo harían. Encontraría el modo o… Emma lo haría.Cuando emergió del ascensor, Krakov lo esperaba. Suter se abrió paso con tranquilidad en el atestado piso de operaciones y con la mirada llamó a Caine y a otro par de experimentados corredores a su oficina.—Señores, estamos al inicio de una pesadilla. Experimentaremos simultáneamente recesión e inflación, lo cual es como la tormenta perfecta. Tenemos un compromiso con nuestros inversores y nuestras propias carteras, así que deben ganarse su sueldo —les ordenó Suter—. Debemos movernos o quedaremos atrapados en esta tormenta.
Bradley olía a cedro y albahaca. Y a algo más... una esencia dulce y seca que, a Emma le recordaba al enebro de Virginia que estaba plantado en patio de la casa de sus padres. Su beso era incomparable, era una caricia profunda, tierna e impaciente. La lengua de Suter jugueteaba en el interior de la boca de Emma con cálidas caricias que recorrían desde el borde de sus dientes hasta la sedosa humedad que se extendía tras ellos. Él alzó sus cálidas manos hasta el rostro de Emma para cubrir las mejillas de la muchacha al tiempo que se concentraba en su boca y la poseía con hambriento beso de esos que robaban el alma. Emma jadeó ante golpe de fuego de su lengua, sedosa e íntima, y entonces el nudo de gozo que se le formó en la boca de su vientre comenzó a extenderse a sus senos, a su ingle…Era delicioso. Exquisito. Dios cuánto lo había echado de menos, pero eso tenía que parar.—No.Arrancó su boca de los labios de Suter y forcejeó para salir de su abrazo sintiendo de inmediato un
Emma había acudido a su práctica de kick boxing esa mañana al agradable gimnasio que se hallaba a unas cuadras de su edificio. Se lavó la cara para deshacerse del sudor que corría por sus mejillas y se abrigó con un calientito hoodie.Salió a la calle y paró en seco. Recargado en la portezuela de un auto estaba Bradley.Emma se sorprendió ante el súbito deseo que sintió al verlo. Su mirada le acarició el pelo rubio oscuro que llevaba peinado hacia atrás, los marcados y altos pómulos y los feroces ojos verdes. —¿Hay algo más sexy que un hombre vestido con esa impecabilidad? —preguntó Bonnie a su espalda—. Parece un digno heredero de James Bond.Suter escogió ese momento para sonreírle con aquel varonil encanto que derrochaba a rabiar.—Caminaré sola a casa —comentó Bonnie con una risita cómplice—. Ve con él.Emma miró a ambos lados de la calle antes de cruzar, pero él también se movió hacia ella. Aquellas largas piernas caminaron a su encuentro con varonil gracia y la joven se
Emma mantenía un irritado semblante en el rostro cuando rodó el precioso Maserati hasta el segundo cajón de estacionamiento al que tenía derecho por el alquiler del departamento en que vivía. Tomó el ascensor en lugar de las escaleras cómo hacía siempre y al salir de este se dio de bruces contra un hombre.—Disculpe.Emma esbozó una fugaz sonrisa e intentó pasar por un lado del caballero.—Los relatos de su belleza no fueron para nada exagerados.Al detectar en él un acento californiano con la pronunciación rótica evidentemente prolongada de la letra a, Emma clavó los ojos en el extraño.—Señorita Henderson, ¿verdad?—¿Sí?—Michael Wagner. —Le tendió la mano.El padre de Paul. El cual era rubio donde su hijo era oscuro, su cabello era una mezcla de dorado trigo y plata, sus ojos eran marrones. Las líneas de su rostro eran bellas pero duras, con la textura del mármol desgastado.Emma le estrechó la mano con cordialidad.—Espero que no la moleste mi presencia en su ciudad —c