«Economía de EE.UU. cae en recesión técnica al caer un 0.2% en la primera semana de febrero» leyó Suter el tweet que asomó en la pantalla de su móvil mientras conducía entre el tedioso tráfico de Manhattan. Las pantallas de Times Square comenzaron a llenarse de reacciones y opiniones al respecto. Bradley se mantuvo controlado, sería un reto terminar el primer trimestre del año sin pérdidas significativas, pero lo harían. Encontraría el modo o… Emma lo haría.Cuando emergió del ascensor, Krakov lo esperaba. Suter se abrió paso con tranquilidad en el atestado piso de operaciones y con la mirada llamó a Caine y a otro par de experimentados corredores a su oficina.—Señores, estamos al inicio de una pesadilla. Experimentaremos simultáneamente recesión e inflación, lo cual es como la tormenta perfecta. Tenemos un compromiso con nuestros inversores y nuestras propias carteras, así que deben ganarse su sueldo —les ordenó Suter—. Debemos movernos o quedaremos atrapados en esta tormenta.
Bradley olía a cedro y albahaca. Y a algo más... una esencia dulce y seca que, a Emma le recordaba al enebro de Virginia que estaba plantado en patio de la casa de sus padres. Su beso era incomparable, era una caricia profunda, tierna e impaciente. La lengua de Suter jugueteaba en el interior de la boca de Emma con cálidas caricias que recorrían desde el borde de sus dientes hasta la sedosa humedad que se extendía tras ellos. Él alzó sus cálidas manos hasta el rostro de Emma para cubrir las mejillas de la muchacha al tiempo que se concentraba en su boca y la poseía con hambriento beso de esos que robaban el alma. Emma jadeó ante golpe de fuego de su lengua, sedosa e íntima, y entonces el nudo de gozo que se le formó en la boca de su vientre comenzó a extenderse a sus senos, a su ingle…Era delicioso. Exquisito. Dios cuánto lo había echado de menos, pero eso tenía que parar.—No.Arrancó su boca de los labios de Suter y forcejeó para salir de su abrazo sintiendo de inmediato un
Emma había acudido a su práctica de kick boxing esa mañana al agradable gimnasio que se hallaba a unas cuadras de su edificio. Se lavó la cara para deshacerse del sudor que corría por sus mejillas y se abrigó con un calientito hoodie.Salió a la calle y paró en seco. Recargado en la portezuela de un auto estaba Bradley.Emma se sorprendió ante el súbito deseo que sintió al verlo. Su mirada le acarició el pelo rubio oscuro que llevaba peinado hacia atrás, los marcados y altos pómulos y los feroces ojos verdes. —¿Hay algo más sexy que un hombre vestido con esa impecabilidad? —preguntó Bonnie a su espalda—. Parece un digno heredero de James Bond.Suter escogió ese momento para sonreírle con aquel varonil encanto que derrochaba a rabiar.—Caminaré sola a casa —comentó Bonnie con una risita cómplice—. Ve con él.Emma miró a ambos lados de la calle antes de cruzar, pero él también se movió hacia ella. Aquellas largas piernas caminaron a su encuentro con varonil gracia y la joven se
Emma mantenía un irritado semblante en el rostro cuando rodó el precioso Maserati hasta el segundo cajón de estacionamiento al que tenía derecho por el alquiler del departamento en que vivía. Tomó el ascensor en lugar de las escaleras cómo hacía siempre y al salir de este se dio de bruces contra un hombre.—Disculpe.Emma esbozó una fugaz sonrisa e intentó pasar por un lado del caballero.—Los relatos de su belleza no fueron para nada exagerados.Al detectar en él un acento californiano con la pronunciación rótica evidentemente prolongada de la letra a, Emma clavó los ojos en el extraño.—Señorita Henderson, ¿verdad?—¿Sí?—Michael Wagner. —Le tendió la mano.El padre de Paul. El cual era rubio donde su hijo era oscuro, su cabello era una mezcla de dorado trigo y plata, sus ojos eran marrones. Las líneas de su rostro eran bellas pero duras, con la textura del mármol desgastado.Emma le estrechó la mano con cordialidad.—Espero que no la moleste mi presencia en su ciudad —c
No podía dejar de pensarla. Intentaba mantenerse a distancia y no sobrepasar la relación profesional, pues pensaba que si Emma se sentía demasiado presionaba podría irse sin importarle el contrato. Y esa noche inquieto y sin poder dormir, una pregunta no cesaba de aparecer en su mente ¿Emma se acostaba ya con Paul Wagner? Tenía que saberlo. Tenía que verla, sentirla, saber que aún le pertenecía aunque no podía tenerla. Habían pasado dos meses. Llevaba poco más de dos meses sin las caricias de la mujer que amaba, sin su perfume en su almohada. Y ni siquiera podía tomar a otra mujer; odiaba la sola idea de hacerlo. Era como si el alma de Emma lo retuviera. No podía tenerla a ella, y tampoco a ninguna otra. Y si Emma ya compartía su cama con Wagner, ¿cómo él podría vivir sabiendo que eran los brazos de otro hombre los que ella buscaba para sentir placer?Se metió a jalones el abrigo y fue a buscar su Aston Martin, tomó una calle lateral al edificio de Emma y detuvo el auto detrás un
—Emma, Caine llamó y pidió que te recordara que hoy es la cirugía de Rachel y debías encargarte de sus pendientes. Y el jefazo pidió que te presentaras en su oficina de inmediato.La voz de Kat, la recepcionista subía por su espalda demasiado estresada y apenas comenzaba la jornada. Eso no pintaba bien. Mucho menos cuando ella tenía resaca por haberse terminado sola una botella de Château Lafite Rothschild la noche anterior.—¿Escuchaste algo de lo que dije, Emma? —Kat sonaba cada vez más irritada—. Mira, si hemos de priorizar los asuntos, yo diría que fueras de inmediato a dirección. Suter es todo un papacito pero algunos días parece que nos arrancará las cabezas a todos y jugará al béisbol con ellas. Yo diría que este es uno de esos días.Emma casi curvó los labios. Kat siempre se asustaba de Bradley, era algo melodramática. Se deshizo del abrigo y lo colocó sobre el perchero al igual que su bolso, luego giró la cabeza y miró a Kat. La afroamericana chica, llevaba un corte con f
Suter inspiró hondo llenándose el cuerpo, la mente y el espíritu de un solo pensamiento: Emma Henderson, quien por ahora, por un breve tiempo estaría a su lado. No es que se conformara, prueba de ello era todo de lo que echaba mano para tenerla y no tener que recriminarse no haberlo intentado. Su corazón la reclamaba.Suter Capital Tenía menos de tres semanas para lograr hacerse con la propiedad que le interesaba en Long Island. Hayley se aseguraría que Bradley fuese el comprador elegido, pero él debía junto con Emma armar un proyecto que fuera sostenible y les redituara ganancias.Bradley se acercó a la sala de juntas donde se reuniría con Emma para compartir ideas y elegir el enfoque que implementarían para conseguir sus objetivos. El sonido de una acalorada discusión traspasó la puerta a pesar de estar cerrada.—Mi trabajo es importante para mí —. Emma se plantaba—. Necesito el desafío, o me vuelvo loca de aburrimiento.Bradley sonrió, esas palabras también le sonaban mucho a
Power Over Me By Dermot Kennedy se reproducía desde el BT en su Maserati, Emma coreaba alegre la letra mientras rodaba por el puente de Brooklyn hacia su departamento. Le había entregado una copia de sus llaves a Bradley y el código de acceso del portero electrónico. Iría a cenar con Paul y sería sincera con él, no se verían más. El aprecio que ella le prodigaba no era una buena razón para continuar, y además no era suficiente. Emma había decidido dejar de engañarse, lo que sentía con Bradley no lo sentía con nadie más. Y no era solo fuego, era un deseo cargado de sentimientos.Al salir del ascensor en su piso, una vecina suya estaba en el corredor y tenía problemas para meter la llave en la cerradura de su puerta.—Señora Bouvier —la llamó antes de llegar a ella para evitar sobresaltarla. La ancianita giró despacio y cuando la reconoció, le sonrió—. Permítame ayudarla.—Gracias, querida —aceptó, entregándole con su mano temblorosa las llaves.Emma se inclinó hacia el suelo para r