Bradley mordisqueó aquellos labios que se abrieron con anhelo bajo su boca. Le acarició la lengua con la suya. El anhelo, la lascivia y algo oscuro, demasiado intenso y ardiente, lo golpeó tan fuerte que sintió como si estuviera quemándose vivo.Siempre había sido con ella. Desde aquella primera noche cuando la conoció en el bar. Se apartó apenas un suspiro y se sacó la camisa por encima de la cabeza. Enseguida su mano fue directa a la cremallera del vestido de Emma y se lo quitó con rapidez antes de volver a asaltar con voracidad su dulce boca. Mientras le arrancaba cada prenda que encontraba a su paso, Suter luchó por contener el aullido de lujuria que pugnaba en su pecho. Segundos después Emma estaba por completo desnuda y presionaba sus senos contra el firme torso de Bradley, mientras él la empujaba hacia la cama. Nada importaba más que Emma. Nada excepto tocarla y hacerle el amor.Ella se aferró a su cuello y lo besó como si estuviera sedienta de él. Era una mujer exigiendo a
En medio de un blanco amanecer, Bradley despertó con Emma entre sus brazos. Su estómago reclamó por comida, pues ninguno había cenado y sí que habían quemado calorías durante la noche con más de una sesión amorosa.Salió despacio del lecho para evitar despertarla y se acercó al montón de ropa que se había quitado. Mientras metía las piernas en sus pantalones, vislumbró la deliciosa y diminuta tanga de seda negra que Emma había llevado puesta y que tan fácilmente quedó descartada en cuanto pisaron la habitación de la joven. Después de atarse las agujetas de sus zapatos Oxford, dejó de luchar contra la tentación que le representaba la seductora prenda que yacía en el suelo y la atrapó en su mano para guardarla en el bolsillo de su pantalón. Vestido al completo, volvió junto a Emma, se inclinó y la besó en la frente, posando una mano en su rostro con delicadeza. Ella continuó dormida mientras él la miraba con una enamorada sonrisa.Se colocó el abrigo y salió del departamento con la
Cuando Bradley Suter consiguió por fin al médico que trataba a Alexa, sintió que la sangre en sus venas se helaba de miedo y angustia. «Rotavirus» había pronunciado el galeno con seriedad. —Llegó con una importante de deshidratación, lo que agravó el cuadro respiratorio con el que había iniciado. Pero descuide la canalizamos para suministrarle suero y antibióticos por la vena y el último reporte indica una importante mejoría.Eso era bueno, pensó Suter. Sin embargo, no cambiaba el hecho de que él no había estado allí para sostener la mano de Alexa, ni la de Lara cuando más asustadas habrían estado.—Le agradezco mucho, doctor.—Es mi trabajo —replicó el galeno de inmediato—. Vaya con su familia.Suter marchó por el frío y aséptico pasillo hacia la habitación de Alexa. Al empujar la puerta, escuchó la máquina que monitoreaba sus vitales. La pequeña dormía y en su carita persistía un gesto de aflicción. A Bradley le pareció que la diminuta forma pálida hundida en el lecho no podía
Suter no se podía creer que Emma hubiera aceptado tener una relación seria con Paul Wagner, pero el hermoso arreglo de flores que estaba sobre el escritorio de la joven analista y la ridícula danza de felicitaciones que había recibido de parte de todo el piso de operaciones por haber cazado un excelente prospecto, no dejaban lugar a dudas. ¿Acaso él había soñado y nunca sucedió que Emma hubiera admitido que lo amaba? No esa decisión provenía del despecho ¡Dios! Si se lo permitía, esa mujer acabaría por trastornarlo. Bradley sabía había supuesto que haberse marchado de su departamento sin avisarla y no comunicarse en todo el día debido a la hospitalización de Alexa; le causaría problemas con Emma. Estaba preparado para hablar con ella y explicarse, pero eso de enrollarse con Wagner no lo había visto venir. Eso tenía que acabarse ya. Tenía que escucharlo y darle la oportunidad de aclarar las cosas. Apretando los labios de frustración, Bradley bajó la escalera hasta el piso de operaci
“De común acuerdo, hemos decidido terminar nuestra relación matrimonial. El compromiso con nuestra hija permanece intacto. Dado que es una decisión de ámbito privado, pedimos el máximo respeto para nuestra hija y para todos los que están dentro de nuestro más íntimo círculo”. Lara Akerman y Bradley Suter.A Emma le sudaban las manos después de haber leído el comunicado. Miró a Bonnie con los ojos muy abiertos, sintiendo que él dolor que latía en sus venas amenazaba con desgarrar el manto de tranquilidad con el que se había envuelto.—¿Te das cuenta lo serio que es? —inquirió su amiga—. Suter fue en persona a mi oficina para pedirme que redactara un comunicado simple y conciso sobre su inminente divorcio.Caminaban por Central Park, porque después de su discusión con Bradley había sentido la necesidad de escapar de Suter Capital. Las elegantes estancias parecían tan llenas de presión como una tetera en ebullición.—Puede ser un juego de su maquiavélica mente. Él es muy astuto —reso
La felicidad en la forma que Bradley la había experimentado dejaría de ser. Pues aunque el proceso finalmente se había desarrollado en un ámbito tranquilo, respetuoso y buscando en todo momento el beneficio de Alexa; el momento en que debían Lara y él firmar su divorcio estaba marcado en su agenda como asunto prioritario para las dieciséis horas de ese día. Revisó cómo habían cerrado los mercados de Asia e hizo unas proyecciones que envió enseguida al piso de operaciones para que Caine y el resto de los corredores las tuvieran en cuenta. Salió de su oficina y caminó con paso firme hasta la baranda de cristal templado y remetiendo las manos en los bolsillos de sus pantalones, observó con detenimiento a sus colaboradores inmersos en sus transacciones.Su mirada cayó irremediablemente sobre Emma Henderson. Por alguna extraña razón, el piso de operaciones era el escenario perfecto para aquella diosa y su cuerpo elegantemente ataviado con una blusa de seda y una falda lápiz que se adh
La tarde ya había caído y el sol comenzaba a hundirse en el Hudson cuando todos los que estaban reunidos en la sala de juntas iban concluyendo con sus asignaciones. Hacia dos días que Lara Akerman había estado en la oficina con todo el esplendor de su dorada belleza para firmar los papeles del divorcio y luego había vuelto a Reino Unido en el más absoluto sigilo, tal y como había llegado. Porque al final la rubia socialité se había comportado de manera muy civilizada en la disolución de su matrimonio, y Emma tenía que darle crédito por eso. No tendría que lidiar con ella durante algún tiempo.Bradley Suter, por otra parte, era alguien con quien sí debía tratar. La sangre le había bombeado con furia en las venas durante todo el día, sus nervios estaban a flor de piel y una sensación de excitación se le clavaba en el vientre como afiladas garras.Habían trabajado uno al lado de la otra en el análisis del cierre de mes y las proyecciones para el siguiente, pero Emma hubiera querido n
El lugar era precioso con luz de baja intensidad y velas encendidas en las mesas. Romántico. Encantador. Con música suave e íntima. Emma se deslizó en la silla que Paul apartó para ella y le sonrió agradecida por encima del hombro.—Es muy lindo, gracias —murmuró y abrió el menú.—Mi trabajo es hacerte sonreír —afirmó y se reclinó en la mesa mirando hacia la cava mientras ella contemplaba sus risueños ojos. El camarero se presentó para tomar su orden y les sirvió el vino.Paul quiso saber por qué Emma se había dedicado a las inversiones y ella se sintió halagada por su interés.—Lo primero que debes saber es que mientras crecía nunca fui la bella sino la intelectual. —Soltó una risilla cuando Paul enarcó una ceja con escepticismo—. Los números, siempre fui hábil con ellos y lo más increíble de mi trabajo es que no importa mi aspecto sino mi mente. ¿Te digo algo? Hasta hace nada era solo una practicante en Suter Capital, tenía todo listo para irme al MIT y sacar un posgrado. Lueg