La mandíbula de Bradley dolía por la fuerza con la que apretaba los dientes, debido a los celos asesinos que lo habían invadido cuando descubrió a Emma dentro del abrazo de Steven. El hombre era imponente, rubio, soltero, y sin lugar a dudas, mucho más gentil que él. Suter dudaba que el ruso la poseyera sin preliminares, o que la apoyara en la mesada de la cocina y hundiera la cara entre sus muslos para darse un festín.Y el problema era que Bradley no podía permitirse más ese lujo. Entre Emma y él se había acabado todo. Simplemente había terminado.¡Dios! No había terminado.No acabaría hasta que el perfume de su piel hubiera salido de su cabeza, hasta que ya él no tuviera más su sabor en la lengua. Y sabía que al verla todos los días en la empresa eso no ocurriría pronto.Sin embargo, Emma tenía razón y la inocencia de Alexa merecía un intento más. Así que nada, Bradley debía guardarse sus celos, su anhelo y todas las emociones que Emma había despertado en su interior. Su ene
Emma dejó caer el bolso al suelo y caminó de prisa a su habitación. Se arrancó del cuerpo las prendas que llevaba puestas, las arrojó al cesto de lavar, y dejó correr el agua de la ducha.Entró al agua sin esperar a que alcanzara la temperatura que siempre usaba y se frotó con fiereza el cabello y la piel.Deseaba arrancar de su cuerpo el olor de Bradley, pero por encima del fresco aroma de flores del gel de baño que usaba; la esencia de Suter persistía. Todavía podía olerlo. Su piel reaccionaba por sí sola ante el recuerdo de sus caricias.Emma apoyó la cabeza contra las losas de la pared y respiró hondo, conteniendo un sollozo. Echaba de menos sus manos acunando sus senos, sus labios bebiendo de ella.—Bradley.Giró el rostro hacia la pared y se echó a llorar. Se deslizó al suelo y apretó las rodillas contra el pecho. Inclinando la cabeza siguió llorando mientras se mecía.«Ámame, Emma. Ámame siempre».La voz de Bradley se abrió paso entre la niebla de su mente y los soll
Dos semanas después…A medida que Bradley pasaba los días disfrutando de la compañía de Alexa, se sentía como alguien que había estado viviendo años en una caverna y que, de pronto, por fin conseguía luz para su vida.Proteger a Alexa. Que lo importante fuera la pequeña. Había conseguido que Lara y él, convivieran sin sobresaltos.La pasada noche habían llevado a la niña a un teatro de marionetas y ambos padres habían disfrutado de la risa de su pequeña. Bradley nunca había visto tanta calidez y sana alegría reunidas en una sola persona, como las veía en su hija.Alexa, a sus cinco años, tenía el don de disfrutar cada momento y compartía dicha virtud con ambos. Como padres lo estaban haciendo medianamente bien. En lo personal aún no lograban conectar, seguían durmiendo en habitaciones separadas, y aunque las reuniones con la especialista en terapia de pareja que comenzaron a visitar, les había permitido tocar temas que ambos habían mantenido callados durante mucho tiempo; su rela
—Entonces, ¿eres una especie de genio? —preguntó Paul al detener el auto en una luz roja. No habían intercambiado palabra desde que salieron apresurados del Benoit, después de que Emma alegara padecer una terrible jaqueca—. Disculpa, no me contestes, seguramente aún persiste tu malestar.—El dolor no se ha ido, pero puedo mantener una conversación. Gracias por tu consideración —replicó ella al magnate aéreo que le miraba con genuina preocupación—. Y no, no soy una genio. Solo tengo un IQ superior a la media y memoria fotográfica.Él estalló en una ronca risa que la hizo reír. Wagner era agradable, notablemente adecuado y elegible, pero… no era Bradley Suter.—Pues eso es genial. Yo tengo memoria selectiva, puedo recordar cada palabra de cada contrato que he firmado, pero olvido el tipo de muebles o arte qué hay en las casas de mis amigos.—Lo importante de recordar información es lo qué haces con ella.Él asintió mostrándose de acuerdo y apagó el auto frente al edificio de Emma.
Después de cantarle una fresca y empujarlo lejos de ella, Emma se limpió de los labios el beso de Bradley con el dorso de su mano.Cuando la vio hacer aquello, las llamas del infierno asomaron por sus ojos. Parecía tan cabreado que por un momento ella fue incapaz de averiguar lo que iba a hacerle. Indignado, se crispó como un iracundo e inmenso tigre, y la intensa expresión de su rostro la asustó por completo. ¡Ay, Emma, ahora sí la hiciste buena! se regañó mentalmente.La masculina mirada se desplazó por el cuerpo de Emma y esta se sonrojó al percatarse de que sus pezones se habían endurecido y presionaban contra la suave chaqueta de seda de su traje. Sintió cómo la excitación ardía entre sus muslos, y odió a Bradley por hacerla sentir así. Cuando el ascensor se detuvo, Emma se precipitó fuera con una impetuosidad tal que, terminó chocando contra un muro de carne y hueso que se hallaba justo frente a la frente las puertas.—¿Así es como reciben a los nuevos clientes? Me agrada —
Al día siguiente cerca de la hora del lunch, Bradley acudió al 1136 de la Quinta Avenida, en pleno Upper East Side. Un anciano y digno portero lo recibió y lo acompañó en el ascensor hasta el fabuloso ático del edificio. Lo agradó que el espacio aprovechara al máximo la luz. Parecía pensado para acoger a la familia y amigos. Un lugar en el cual compartir grandes momentos. Los muebles eran modernos y confortables. —¡Llegaste! —gritó Alexa corriendo hacia él.—Prometí que vendría —replicó Bradley acuclillándose para que su rostro quedará a la altura del de su pequeña hija—. Qué dices, ¿te gusta?—¡Es fabuloso! Me gusta igual que nuestra casa en Londres.—Bien, parece que la búsqueda terminó entonces —celebró Bradley y se volvió hacia su esposa para saludarla—. ¿También te gusta?—Me parece un buen lugar para echar raíces —murmuró con suavidad—. Ven te muestro.La blanca mano de Lara atrapó la suya y él se dejó guiar hacia la abierta cocina del lujoso departamento.Alexa ya hab
«Gerente de producción de CTH se suicida»Fue el primero de cientos de twits que comenzaron a llenar la pantalla del móvil de Suter esa mañana. «CTH anuncia que retira del mercado medio millón de unidades» Conforme deslizaba la pantalla los anuncios eran peores cada vez.—Papá, ¿escuchaste lo que te dije que debíamos incluir en mi lista navideña? —demandó Alexa ajena por completo de la tormenta que tenía lugar en la cabeza de Suter.Bradley parpadeó al mirar a su hija y recordó algo de un cachorro o galletas decoradas, ¿quería hacer galletas decoradas de cachorros? ¡Dios, no lo sabía! Pero no era ningún plan inocuo cualquiera de los dos.—Sí, sí, lo tengo. Haremos lo que tú digas, princesa —prometió mientras se ponía en movimiento—. Debo irme ahora, te amo.Se colocó el abrigo deprisa y cogió las llaves de su auto.—Querido, ¿qué sucede? —. Lo retuvo Lara antes de que pudiera tirar de la puerta.—Acabó de caer en números negativos —refunfuñó entre dientes—. Debo irme.—Lo res
«Bradley Suter y Lara Akerman alientan la calentura colectiva» rezaba el encabezado del tabloide. La glamorosa pareja brillaba sobre la alfombra roja de la gala navideña del MET. —Son perfectos —expresó maravillada Taylor—. Una pareja dorada. Emma sintió náuseas al observar el brazo de Lara firmemente sujeto al de Bradley. Los celos más venenosos que hubiera sentido jamás rugían rabiosos en su sangre. —Él es tan hermoso —suspiró Harper que asomaba la cabeza por el hombro de Taylor—. ¿Dónde se consiguen chicos así?—En el instituto todos los que son así de guapos tienen la cabeza hueca, seguro este también aunque esté más crecido —asumió Taylor con un tono tan melódico como varias navajas de afeitar. Dobló el suplemento y lo dejó de nuevo sobre el atril de revistas. —Él no es un cabeza hueca —afirmó Emma incapaz de quedarse callada.Su hermana Taylor se volvió hacia ella con los redondos ojos llenos de curiosidad.—Olvidé que estamos chismoseando de Bradley Suter, de Suter C