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CAPÍTULO 2: ¿Trabajo en el Castillo?

Annabelle se sube a una carreta abierta pero siguen con las manos atadas mientras está observando alrededor, tratando de encontrar la forma de escapar de ahí pero no podía abandonar a las otras 3 chicas. -¿A dónde iremos ahora? Dieron demasiado dinero por nosotras y mínimo, debe ser para un burdel.- Lo susurra en voz muy baja para ella misma y se acomoda dentro con las demás chicas pero pareciera que aún querían comprar a más personas todavía.

Después de una hora, ya no podían rescatar a más personas, solo 4 hombres más y las 3 mujeres pero se subió a la parte de enfrente y uno de los guardias se subió atrás para cuidar el carruaje. -Hoy todo termina aquí. Ya saben qué hacer.-

-Sí, mi señora.- Hace que carruaje camine a otro rumbo, no por el enfrente donde sonríe al ver como algunos se hacen aún lado pero trata de no levantar tanto la mirada para evitar que sepan que es la Reina y pasar por debajo de un puente de un acueducto.

Se sujeta del asiento cuando la carreta se mueve y ve que se dirigen al Castillo. Eso la extrañaba pero la aliviaba un poco, ya que si se quedaba como sirvienta, entonces podría mantenerse alejada de los hombres y mantenerse disfrazada y lejos de ellos ya que no importaba si estaba en un Castillo y fuera una sirvienta, igualmente no confiaba en los hombres ya que le daban asco desde que varios le habían hecho algo que no olvidaba del todo, a pesar de los años.

Cuando llegaron, se bajó ella misma sin ayuda de los guardias y entraron por la parte de atrás del Castillo. Se baja la capa y así pueden ver su rostro, a medida que todos se bajan de la carreta. -Bueno, ahora me deben dinero todos ustedes... Yo soy la Reina de este Castillo y tierras: Joselinne Anastasia Guerrero Wright. Así que quiero que ustedes sean sirvientes de aquí para pagarme el dinero que di por ustedes; además de su ropa, comida, vivienda y sobre todo, no cortarles la cabeza. Así que disfruten su "libertad", los veo en la sala de reuniones y... No me digan sus nombres, no los recordaré a menos que sea necesario.- La Reina se aleja para subir a su cuarto a cambiarse y también tomar un baño caliente.

-¡Oh, cielos! Olvidé que el Castillo era de la Reina Joselinne. Es la más peligrosa pero también dicen que es justa y amable pero por lo que dijo…- Piensa y suspira al dejar que la guíen a una habitación que compartiría con otro chico y se frota las muñecas cuando finalmente les quitan las cuerdas. Ve la ropa que tenían que usar y decide entrar primero al baño para lavarse ella sola, sin que el otro se acerque al mismo. Tranca la puerta con una silla que había ahí y se lava rápidamente con el agua fría a la que estaba acostumbrada. -Esto es mejor que ser la esclava o juguete de alguien.-

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Cuando Joselinne terminó de bañarse, se sentía más fresca y las sirvientas la ayudan a cambiarse, aunque les indica que abran la puerta donde entra un tigre de bengala blanco de buen tamaño pero era hembra. -Victoria, querida. ¿Te sientes mejor?- Ella misma se sentía bien, así que seguramente la molestia era por otra cosa que tomaba todas las noches antes de dormir.

Se acerca a ella donde se frota contra su pierna y deja que la acaricie a su gusto. -Claro, Joselinne. Todo está bien, estuve durmiendo mucho y ahora quiero salir un poco. ¿Podemos ir al jardín? Quiero salir en nuestro día libre.- Va caminando con ella hacia el probador cuando está con su ropa ya lista y así se la coloquen, queriendo salir al jardín donde las dejan a solas pero con guardias de cerca vigilando los alrededores. Joselinne no deja de pensar en la cláusula para poder acceder a su herencia y un contrato de matrimonio con cláusulas sonaba bien, siempre y cuando la otra parte también aceptara los términos para poder casarse con ella.

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-Aquí es dónde van a trabajar.- Una mujer mayor llamada Estela de unos 56 años, cabello ya casi canoso, algo regordeta pero en buena forma por trabajar varios años en el Castillo y de 1,60cm; guía a los nuevos sirvientes por varios pasillos hasta la cocina. -Ustedes 2 se quedarán en la cocina por ahora y tú...- Mira a Annabelle y se frota la barbilla. -Me ayudarás con las habitaciones. Ya luego cambiarán de turnos cuando yo lo diga o la Reina lo haga.- A pesar de ser un chico, podría serle útil a la hora de levantar cosas pesadas, ya su edad le estaba pasando factura y muchas veces se cansaba fácilmente.

Annabelle la sigue cuando empieza a caminar y toma la cesta que le da para luego subir las escaleras. Entra junto a ella en la habitación más lujosa y limpia que había visto en su vida, así que supone que es la habitación real de la Reina, aunque le aliviaba que no estuviera por ahí.    -Desearía estar en mi hogar ahora.- Comienza a levantar algunas cosas sucias para luego ordenar la cama y cambiar las sábanas cuando Estela se lo ordena y las va acomodando, tratando de no ser muy femenina al respecto. Se acomoda su gorro de nuevo y al terminar, espera a que Estela salga del baño mientras se queda cerca de la puerta.

-Ahora tenemos que ir al jardín para buscar las flores que hay que dejar en la habitación de la Reina.- Estela la guía por los diferentes pasillos, hasta terminar en el jardín de afuera del Castillo.

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Joselinne sonríe suavemente cuando Victoria está retozando en la hierba donde ella se siente menos tensa y puede jugar como una gatita. Aprovecha y se sienta en una banca con un poco de sombra. -Es un buen día realmente...- Se relaja un poco al sentir el aire del jardín y sabe que los jardineros han hecho un buen trabajo con todo el lugar.

La tigresa de bengala blanca se quedó en la sombra con ella mientras siente que acaricia su cabeza donde comenzó a ronronear  al estar con ella completamente relajada. Sabía que ella seguía pensando en el contrato por matrimonio ya que solo así podría acceder a la herencia del Reino y así ayudar a su gente.

Al estar ya en el jardín le muestra cuáles son las flores que debía recolectar con cuidado para no dañarlas. -Estas son las flores. Las dejarás sobre la almohada y luego me buscas en la habitación de al lado. Todavía quiero levantar unos muebles y necesito unas manos masculinas.-

-Si, señora.- Annabelle se agacha y va cortando las flores con cuidado mientras aprovecha para mirar la belleza del jardín pero no se había dado cuenta de que la Reina estaba cerca de ahí. No pensaba que lo pondrían a hacer esto pero así evitaría ser una mujer y estar a merced de los guardias del Castillo. Puede que la gente creyera que eran buenos pero para ella, todos eran solo hombres violentos y aprovechadores.

-Ahh... Vamos, Victoria. Quiero seguir caminando aunque yo...- Se había levantado para poder caminar y ve a uno de los nuevos sirvientes que había comprado. -¿Estás cortando mis flores favoritas?- Era extraño que pusieran a un hombre a hacer eso pero seguramente las demás mujeres estaban en la cocina o las habitaciones del castillo. -Usa la lavanda y las rosas blancas, son lo que más me gustan.-

Victoria se acerca al chico donde lo olfatea para saber quien era y sabe que esconde algo pero no sentía malas intenciones en él, su olor no era el de un hombre pero tampoco de una mujer. -¿El nuevo sirviente? Mmm… Seguramente volviste a rescatar gente de nuevo.- Deja salir el aire para dejarlo en paz. -Deja de gastar dinero en salvar sirvientes, ninguno te puede complacer sobre tus gustos o exigencias, nadie te entiende o no dejas que lo intenten siquiera.- Ve que ella se cruza de brazos ignorando su comentario.

-Si, Majestad.- Baja la cabeza al tenerla cerca pero corta varias de lavanda ya que en la cesta mediana tenía varias rosas blancas acomodadas pero no demasiadas. La tigresa de bengala blanca la había impresionado pero su rostro no reflejaba nada para evitar que le dijeran algo despectivo o en su contra. -Si que es hermosa. Debe ser uno de esos seres mágicos de los que he oído.- Piensa mientras termina de cortar todo y se levanta para hacerle una reverencia a ambas e ir caminando al Castillo pero se detiene unos segundos para admirar las rosas rojas ya que eran sus favoritas.

Suspira un poco solo para continuar paseando pero cuando no tiene a nadie a la vista, se quita los zapatos donde siente el pasto, lo que la hace reír y también camina al laberinto para poder jugar con Victoria, donde solo ahí, puede dejar aún lado el aire de realeza y la presión social y sentirse mejor pero también alza un poco su vestido cuando ella la persigue por todos lados para llegar al centro del mismo. Seguía pensando con quién podría casarse para acceder a su herencia pero también que estuviera consciente que solo era un matrimonio por contrato y nada más, no gobernaría del todo, las decisiones las tomaría únicamente Joselinne. Dudaba que algún hombre quisiera eso pero no había otra opción, su Reino necesitaba ese dinero para comida y demás cosas.

Annabelle se voltea antes de entrar y ve que ella se aleja hacia el jardín pero había notado que sus zapatos estaban en todo el camino, lo cual la hace sonreír un poco al ver que no estaba cómoda con ellos pero sacude su cabeza y va a la habitación. Decide acomodar las flores de una forma bonita para ella como agradecimiento por haberla traído al Castillo.

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Al cabo de unas horas, va acomodando los platos en el comedor para la hora de la cena de la Reina y de la criatura blanca también ya que tenía un lugar a su lado en el suelo pero había acomodado el cojín donde debía acostarse en el lado derecho. -Creo que así está bien, realmente no sé cómo atender a una criatura mágica pero bueno…- Susurra al terminar y va hacia las cocinas para buscar la comida y colocarla en su lugar.

Después de jugar con Victoria, Joselinne se coloca sus zapatos para entrar al comedor pero ve al chico de nuevo donde suspira un poco. -No comeré en el comedor, déjalo todo ahí y lleva mi comida a la biblioteca, por favor y la de Victoria también, estaré trabajando.- Va hacia la biblioteca donde tiene una gran colección de libros de diferentes tipos, mapas y sillones cerca de la chimenea ya encendida, un pequeño armario de vinos donde tenía varios tipos de ellos y también otros más fuertes. Adicional a esto, unos chocolates rellenos de licor que solo hacían para ella.

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