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CAPÍTULO 4: Soledad, solo eso tengo

-Pero... ¿No tiene nadie con quién hablar? ¿Alguien que la escuche para que pueda desahogarse un poco al menos? ¿Alguna amiga?- Evita tocarla cuando nota que no desea que lo haga y se mantiene al margen pero se levanta y se acerca hacia la cama, acomodando la cobija de la Reina ya que hacía algo de frío. -Entonces puede que nos eche a todos de nuevo cuando se aburra de nosotros, ¿no?- Baja un poco la cortina para que el sol no le dé en la cara pero si en el cuerpo y se caliente un poco más.

-Es lo habitual, siempre que puede solo da la orden al azar donde selecciona con su dedo quien se va o quién se queda; es su mandato. No quiere a nadie cerca, solo los soldados se quedan pero las sirvientas, mayordomos, jardineros, caballerangos, cocineros y hasta de limpieza se van. No importa si tienen toda su vida trabajando, simplemente los corre con sus pertenencias y un pago del mes, meses o años que trabajaron a su lado, aún así no deja que nadie le hable o se acerque.- Se bajo de la cama para caminar hacia el desayuno y beber algo de agua fresca. -Te preguntarás por qué te lo digo todo esto. Es porque ya no lo soporto, incluso cuando ella trata de alejar a todo el mundo, hasta a mi me deja a veces sola cuando mi deber es protegerla. Pago los platos rotos cuando trato de hacerle ver las cosas que está haciendo mal hacia ella misma.-

-Tal vez... Podría hablar con ella. No presionarla pero si estar cerca para ayudarla con algunas cosas.- Se acomoda su gorro nuevamente pero deseaba revelarle quién era y aún no era el momento. Ve que Joselinne se remueve y sigue dormida pero al escuchar como maulla ligeramente, la hace sonreír. -Es tierna en realidad. Sonó como una gatita.- Tose un poco y ve a la Guardiana. -Se leer y podría ayudarla con algunos papeles que no fueran serios. Así no creerá que deseo hacer mal uso de ellos.-

-Tal vez... Aunque ella se encargaría de todo igualmente.- Ve que está pateando las sábanas donde salta a su cama para acomodarse mejor para que la abrace y no se sienta sola de nuevo. -Ya... Ya... No pasa nada.- Colca su cabeza sobre la de ella para poder ver lo que ella soñaba. -Está soñando con la muerte de su padre, puedo sentir su miedo ahora.- Ahora deja de moverse para seguir durmiendo. -Andrew... Sálvala. Se está matando, no come bien, bebe cuanto puede y está llegando a la locura de morir en cualquier momento.-

Salvar a la Reina era un trabajo realmente grande y no sabía si realmente podría hacerlo.-Le puedo aligerar la carga para que no se estrese con cosas pesadas.- Ve que se remueve y se arrodilla para cantarle algo que la calmaba a ella cuando estaba enojada o triste y que su difunta madre le había cantado de pequeña. -Esta vez, puedo ver... Los recuerdos me envuelven... La canción que escuché... Una vez en diciembre... Me adoraban con fervor... Como extraño sentir amor... Quién gozaba al bailar un vals... Inmemorial...- Ve que se empieza a relajar y sigue en la misma posición para que siga durmiendo tranquila. -Me adoraban con fervor... Como extraño sentir amor... ¿Quién gozaba al bailar un vals inmemorial? Lejos fue, tiempo atrás. Poco a poco se pierden... Lo que amé, de verdad... Más conservo en mi mente... La canción que escuché...- Le acomoda un mechón de su cabello a Joselinne sin darse cuenta y tampoco que su voz había cambiado, delatando lo que era en verdad.

Lo escucha cantar y se apartó para que pueda Joselinne pueda escucharlo mientras se queda mirando a Andrew por cómo la trata y puede controlar su voz, la cual había cambiado y así pudo saber qué es lo que escondía en verdad pero también siente que ella empieza a llorar de nuevo, así qué con cuidado coloca su pata sobre las manos de su protegida. -Sigue descansando, Joselinne. No estás sola.-

Junta su frente con la de ella. -Andrew, gracias... Quédate 2 horas más, no diré lo que eres realmente y...- Con su hocico levantó la almohada para que saque la botella de vino. -Saca esto, no debe beber más, está al límite de ser una alcohólica en proceso.-

-Sí, mi señora.- Toma la botella y bota el líquido en la chimenea apagada para luego arrojarla por la ventana. Caería cerca de los arbustos y se rompería. Le preocupaba que ella supiera su secreto pero era una criatura mágica, así que supuso que ya se había dado cuenta de su disfraz Vuelve y saca el resto de las botellas que había en la habitación, haciéndolo mismo para luego sacudir sus manos y vuelve a estar arrodillada delante de la Reina. -¿Qué más puedo hacer?- Ve que está algo relajada y decide contarle un cuento que a ella le encantaba sobre las aventuras de un chico buscando un tesoro en una isla desconocida.

Victoria sigue escuchando su voz donde sonríe por el cuento que le dice a su protegida, solo para ronronear feliz de que está entendiendo la situación y se siento mejor cuando Joselinne está descansando, hasta que despierta estirándose en la cama donde la ve. -Buenos días, mi Reina, ¿estás bien?-

-Si...- Se estira en la cama para abrir bien los ojos y ver al mismo sirviente de ayer pero frunce el ceño ya que ningún hombre debería estar en su habitación. -Buenos días.- Se levanta de la cama para ir al baño. -No sé por qué Victoria te dejó entrar, sabiendo que eres hombre pero me molesta que hagan las cosas por mí o no me avisen de esto, solo prepara el desa…- Nota que tiene su desayuno, así que entra al baño sin decir nada más para meterse a bañar un largo rato ya que era muy pulcra con su higiene.

Se retira cuando la Reina se levanta y va acomodando la cama para luego acomodar las flores en la almohada de forma elegante para ella. También hace lo mismo con el cojín de la señora Victoria y se levanta de nuevo para arrojar la última botella que había dejado escondida debajo de la mesita. -Ya está.- Le susurra bajo a la tigresa de bengala blanca.

Victoria se quedó a lado de la mesa donde estaba el desayuno y ve que sus patas se están curando poco a poco cuando siente que Joselinne va curando sus propias piernas, lo hace que también sienta alivio. -Me encanta... Cuando está de buen humor.- Suspira y se sacude ligeramente para quedarse sentada y la espera para que salga.

La Reina sale después de 25 minutos y lo hace con una bata de baño suave pero va hacia su clóset, notando que el chico seguía ahí pero estaba cerca de la puerta y le daba la espalda a la habitación cosa que estaba bien realmente. Saca un vestido y se coloca su ropa interior detrás del probador y el vestido ya que no necesitaría amarrar nada y al terminar, va al tocador para hacerse su propio peinado.

-¿Algo más que necesite, Majestad?- Annabelle siente que Victoria había empujado su pierna, señalándole que ya podía voltearse y va hacia la mesa donde está el desayuno para destaparlo y que ella pudiera comer relajada per que si comiera un poco más. Ahora debía ir a las otras habitaciones a buscar más botellas y deshacerse de ellas.

-Por el momento no, estoy bien. Solo limpia la habitación y gracias por los flores. Por último… Las cortinas las quiero con esencia de lavanda todo el tiempo en la habitación y la oficina también.- Toma un poco de té donde le pone azúcar pero no demasiada. -Dile a la ama de llaves que te enseñe todo lo que ella hace en los cuartos, pisos, cortinas, platos de comida y todo lo demás y si te cuestiona, enséñale esto.-

Hace que Victoria le entregue una pequeña bolsita de piel. -Dentro tienes un collar con una joya llamada amatista.- Sigue comiendo ya que esta vez, no sabía tan insípido.

-Ese collar significa que serías uno de las sirvientes personales de la realeza británica y estarás en entrenamiento pero aún así debes esperar fuera la próxima vez ya que eres hombre. Siéntete orgulloso de ese título, serías el primero en el tiempo que ella ha llevado reinando.- Se acerca a su comida para comenzar y bebiendo mi agua fresca que le había traído.

-Ella lo está haciendo, Majestad. A veces la ayudo más debido a que se cansa fácilmente por el dolor que sufre en una de sus piernas.- Acomoda las cortinas y saca las lavandas que llevaba en el delantal para colocarlas ahí y que su esencia durara más. Toma la bolsita que le ofrece Victoria y la abre para ver un hermoso collar con una amatista morada. -Gracias, Majestad y a usted, señorita Victoria.- Hace una reverencia y alza la cesta con la ropa sucia mientras guardaba la bolsita el bolsillo de su pantalón para que no se le perdiera.

-Dile a una sirvienta que te ayude con la ropa y llévate esto, terminé de desayunar- Había dejado menos de la mitad de todo esta vez solo para ir a la entrada. -Estaré en la oficina y más tarde saldré, así que quiero que pases tiempo con Victoria, tengo mucho trabajo y cura sus patas traseras.- Sale de a habitación de forma elegante para irse a trabajar. Había recordado lo que tenía que hacer hoy y eso la molestaba.

-Está de mal humor... Cuando no quiere que entre es porque planea algo grande siempre lo hace para que yo no esté en peligro o que no me preocupe por ella pero eso es inevitable.- Suspira y mira a Andrew. -Vamos con la ama de llaves, yo le explicaré todo.-

-Si, Majestad.- Asiente y hace una reverencia cuando se va de la habitación para seguir a Victoria. -Solo espero que no se enoje más cuando vea que no hay licor en su habitación más tarde pero me falta la biblioteca y su estudio personal.- Llega a las cocinas y deja la bandeja de comida ahí para luego bajar a la lavandería con ella y buscar a la señora Estela que le enseñaba lo del Castillo al resto de los sirvientes.

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