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CAPÍTULO 3: Sirviendo a la Reina

Cerca de su escritorio, en la parte de atrás, había un ventanal grande pero sencillo donde se ve el jardín y a cualquiera que pasara por ahí pero ahora estaría concentrada en algunos papeles sobre leyes o asuntos de comercio para el Reino. Tenía una lista secreta de hombres con los cuales podría firmar un contrato de matrimonio y así obtener el dinero de su herencia pero debían estar conscientes de que ella sería la que gobernaría y no él, no del todo.

-Si, Majestad.- Busca una bandeja para acomodar los platos para la Reina y una de las chicas la ayuda con la otra bandeja para la guardiana Victoria que siempre estaba con ella. Toca la puerta al tener todo listo y estar frente a la puerta de la biblioteca. Entra cuando tiene la autorización para dejar la bandeja en la mesita y acomodar todo. Ve que la chica está asustada por lo que había dicho ella cuando se presentó ante ellos y le quita la bandeja para indicarle que se vaya tranquila. Deja todo listo y se retira para poder ir a su siguiente tarea.

Comienza a comer cuando se sienta en la silla de la pequeña mesa que tenía en la biblioteca, con un documento en las manos y suspira un poco para seguir leyendo y comiendo al mismo tiempo, donde no puede evitarlo, es la costumbre que tiene y también hace una mueca. -Está la comida algo insípida.-

-Más bien es otra cosa que no te gusta... Estas sola.- Ve que deja de comer donde la deja a un lado y sigue trabajando donde suspira por lo que dijo pero tenía razón en eso y solo sigue comiendo.

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Regresa luego de una hora y se frota un ojo algo cansada pero toca la puerta y entra para buscar la bandeja. Ve que apenas había comido y la observa pero tenía que preguntar o se quedaría con la duda. -Lamento interrumpir pero... ¿No le gustó la comida, Majestad?- La había probado el probador real y estaba libre de venenos o de cualquier otra cosa peligrosa para su salud.

-No, solo es la rutina del trabajo. Acostúmbrate.- Sigue firmando decretos y corrigiendo algunos que no estaban bien elaborados. -¿Puedes traer una botella de cristal cerca de la chimenea y una copa también? Necesito relajarme para seguir con esto.- Sigue escribiendo pero escuchó a su guardiana y frunció el ceño.

-No lo hagas... No obedezcas esa orden que te da. Te lo prohíbo.- Se acerca al chico para evitar que se mueva de donde está. -No le des de beber eso, que ella lo haga sola para que muera como su padre.- Cuando ve que Joselinne la escucha y se levanta, ella también lo hace y la enfrenta pero la detiene para que no avance al gabinete de los licores ella misma. -No lo hagas, no comes bien y bebes mucho... No estás bien, Joselinne.-

Se mueve para buscar la botella pero se detiene cuando la guardiana le indica que no lo haga. Puede que la Reina se lo haya ordenado pero una criatura mágica que también era parte de la realeza y de la Reina, también tenía poder sobre los demás y podía ordenarles. Entiende de lo que habla y toma la botella igualmente con la copa pero se tropieza y la tira en la chimenea contra el fuego. -Oh oh...- No lo sentía en absoluto. -Lo siento, Majestad pero si me permite... Eso solo le hará daño y lo he visto en dónde vivía. Siempre dicen “Solo un trago y ya” o también “Es solo para calmarme”, cuando en realidad no es así.-

Al ver que tira todo y ensucia parte de la alfombra, toma el brazo de él para sacarlo de la biblioteca donde le da un portazo en la cara. -Solo vete de aquí y tú…- Voltea a ver a Victoria muy enfadada. -¿Cómo te atreves a cambiar mi forma de dar órdenes a los sirvientes? Es la última vez que te dejo desafiar mi autoridad.- Saco de su cajón un fuete donde empieza a golpearse sus propias piernas donde no siente tanto dolor pero si lo sentía su guardiana en sus patas. Ellos se llevaban la mayoría de dolor de sus humanos para que así pudieran estar a salvo y era una desventaja para los mismos guardianes o criaturas mágicas.

Annabelle suspira mientras se aleja de la biblioteca y va a la cocina para poder limpiar las cosas que iban a usar mañana con las demás chicas. Ella se había ofrecido a llevar la comida de la Reina ya que las demás chicas se habían asustado y habían tratado de ocuparse de lo que sea y 1 de ellas se ofrecido a limpiar los establos incluso. No quería irse a dormir ya que aún tenía pesadillas debido a lo que había pasado hace unos años, no eran tan frecuentes pero no la dejaban descansar mucho y más cuando compartía la habitación con otro hombre pero debía descansar el cuerpo para que mañana siguiera con su trabajo.

Va a la habitación y se sienta en la cama pero no se quita la ropa todavía, solo se queda sentada mirando hacia la ventana, pensando en que la Reina Joselinne estaba teniendo problemas y de alguna forma, sintió el deseo de poder ayudarla pero solo era alguien que fingía ser quién no era y era mejor así, aún cuando su corazón le gritara que fuera a su lado.

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Cuando Joselinne terminó, apenas pudo caminar bien pero sale junto con Victoria donde  ella camina cojeando de sus patas traseras. Solamente quería irse a su habitación y descansar pero esta vez, ella misma se quita la ropa, no dejando que las sirvientas la ayuden, no confiaba en ellas, ni siquiera cuando la ayudaban en las mañanas o en algún evento que tuviera y que necesitara cambiarse de inmediato, además de estar exhausta. -Espero que no lo vuelvas a hacer, Victoria.- Nota que va su cama tan grande como la de ella para descansar mientras se va curando las heridas que se provocó en las piernas para castigar a su Guardiana. -Ahhh... Hoy fue un día agotador y nada relajado al final.- Se tira en la cama con su bata ligera de color crema, dejando ver parte de su piel expuesta pero era larga hasta los tobillos. Bajó ella misma las cortinas que rodean su cama solo para poder acostarse, cubrirse bien y llorar sin emitir ni un sonido, solo dejó salir sus lágrimas debajo de las sábanas. Estaba muy sola y no quería hacer ningún contrato de matrimonio.

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Al otro día, Annabelle estaba ayudando a hacer el desayuno de la Reina pero era algo sustancioso ya que no había comido casi nada ayer y eso no era bueno para su salud, además de que le había costado convencer a Estela que sabía cocinar al ser un “hombre” pero no podía hacerle ver que era una mujer realmente. Al tener todo terminado, le indica a una de las chicas que suba la comida pero de nuevo niegan y lo hace ella misma. Sube las escaleras con cuidado y abre la puerta, luego de tocar y ver que ella estaba dormida todavía. Va recogiendo la ropa que estaba tirada en el piso y la acomoda en el closet para luego abrir la cortina. Suavemente, sin hacer mucho ruido.

Victoria escucha que abren las cortinas de las ventanas pero solo abre ligeramente los ojos, dejando que él siga con su trabajo pero oculta mis patas para no llamar su atención. -¿Cuál es tu nombre?- Él la mira algo confusa. -Solo quiero saber tu nombre, no voy a comerte o algo así… No es mi estilo y quiero saber tu nombre para saber quién eres y conocerte mejor. Descuida, ella aún sigue dormida, no nos escuchará. Tiene el sueño pesado desde que solo trabaja mucho y solo quiere dormir hasta tarde. Mi nombre es Victoria y la Guardiana leal de la Reina Joselinne, no tengas miedo.- Aún sentía que escondía algo, olía como hombre pero también como una mujer y era confuso.

Tener a un guardián frente a él no era fácil de digerir y menos a uno que se veía peligroso e imponente, sin importar que fuera hembra. -No tengo miedo. Eres grande pero ya he sentido miedo antes y usted no me provoca miedo.- Termina de doblar el vestido y cierra el clóset con cuidado. -Me llamo Andrew.- Era el nombre que se había inventado cuando empezó a fingir ser un hombre para evitar ser dañada nuevamente. Recoge algunas de las otras prendas y las deja en la cesta para luego verla. -Es un placer conocerla, señorita Victoria.-

-El gusto es mío, querido. Creo que tienes potencial en vivir aquí, ¿acaso ella te saco de las calles como acostumbra ella? Se me olvidó decirte que esto lo hace todo el tiempo, no te acostumbres. Dentro de poco te liberará, solo deja que se aburra de ti y serás libre, volverás a tu vida común... Solo sopórtala unos cuantos meses y te dejará ir. No confía en nadie, así que siempre se la pasa rotando personal y sirvientes.-

-Estaba siendo vendido. Supuestamente vinieron unos guardias y me detuvieron porque di refugio a unos traidores pero no sabía que lo eran. Mi hogar es... Era sencillo pero estaba bien.- Termina de colocar todo en la cesta y ve sus patas pero no deja que su voz cambie, sonaba suave pero también como un chico. -¿Se encuentra bien? Está sangrando un poco.- Ve que la Reina sigue dormida y se preocupa más temiendo que esté herida ella también por alguna cosa imprudente que se haya hecho ella misma.

-Ah, ¿esto? Estoy bien, siempre lo hace para molestarme, no te preocupes. Es mi trabajo y deber recibir daño para protegerla.- No deja que la toque él para no despertar a Joselinne. -Soy una Guardiana mágica, estoy ligada a ella y no puedo evitar estas cosas. Ella no lo quiere demostrar pero desde que fui invocada para estar a su lado, siempre ha estado sola... Rodeada de sirvientes y profesores ya que es la único que conoce. Su madre murió en manos de un espía del otro reino y su padre, por culpa del alcohol, se arrojó de la torre para morir junto con su Guardián.- Suspira un poco por todo lo que tuvo que sufrir ella.

Annabelle sabía lo que era vivir sola, sin tener a nadie que te ayudara cuando todos a los que amaste, se fueron por varias causas. La Reina Joselinne había sufrido realmente y ahora sentía más deseos de poder ayudarla y estar más cerca de ella pero no sabía cómo hacerlo, sin revelar lo que era. Deseaba decirle pero a la vez, tenía miedo de que se decepcionara por mentirle y la mandara a matar.

-Aún recuerdo cuando la conocí, estaba llorando cuando me invocaron y aparecí frente a ella y cuestionando si la iba de dejar como sus padres.- Se sienta en la cama para ver que aún sigue dormida. -Desearía que ella dejara que se le acerquen pero siempre es lo mismo, corre a medio personal y se encierra en la biblioteca a seguir trabajando, estando sola y sin nadie con que ella pueda desahogar su dolor y todo debo cargarlo sobre mí para compartir el mismo dolor y aliviarla… Aunque sea un mínimo.-

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