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Mi Reina y el Contrato
Mi Reina y el Contrato
Por: danmary8000
CAPÍTULO 1: Vendido a la Reina

Hace tiempo, en el siglo XV, en una tierra hermosa pero a la vez fría en su exterior, no solo por el invierno, una chica llamada Annabelle de ojos color café claro, 1,76 de alto y con ropa desgarbada que la hacía parecer alguien que no era, es capturada por algunos guardias, junto a otros grupo de personas en nombre de la Reina que gobernaba en ese momento las tierras de Inglaterra. Habían sido un Reino próspero y mucho más al tener las bendiciones de los dioses  criaturas mágicas que habitaban en los bosques de varias regiones del mundo. Esos mismos dioses y diosas, habían concedido a los humanos con un alto nivel de fuerza interior, una criatura mágica que se adaptaba a la forma de su alma. Dicha criatura, podía sentir todo lo que ellos sentían y más. Si la criatura moría, el humano aún viviría pero solo por un período de tiempo determinado ya que nadie podía vivir sin su alma. Si el humano moría antes que la criatura, esta moriría de inmediato ya que su vida dependía del humano.

A cambio de eso, los humanos mantenían una vida pacífica y respetaban la Madre Naturaleza o habrían castigos severos. Habían otras cosas que también podían consentir a cumplir para los humanos pero el precio siempre debía ser igual o equitativo a lo que deseaban obtener o los dioses tomarían o necesario ellos mismos para que todo en la tierra tuviera un equilibrio. Ella no entendía por qué hacían esto, si vivían en las mismas tierras pero seguramente era porque había alojado a 3 traidores hace casi una semana, debido a que habían estado heridos. No creía que eso hubiera sido malo pero no sabía que eran espías de España, enviados por información de la debilidad de la Reina, además de su criatura. Habían estado en guerra durante más de 5 años pero gracias a la Reina, la cual iba ganando, todo estaba en relativa calma pero las noticias y rumores que se escuchaban, eran alentadoras; dependiendo del punto de vista del que sepa.

Se queda dentro del carruaje con forma de jaula mientras tenía las manos atadas y mantenía a una de las chicas cerca de ella ya que se notaba que tenía miedo y no deseaba que le pasara nada malo. Ella tenía 22 años y la chica a su lado, apenas tenía 18 como la mayoría de las mujeres que estaban en esa jaula. Ya sabía para qué las habían capturado pero no les diría nada, ella misma estaba disfrazada para que no la pudieran reconocer. Vestirse de hombre no era lo ideal pero no tenía opción, se había apretado el gorro con fuerza para no revelar su cabello, el cual estaba corto pero no demasiado y la delataría si se llegaba a caer. Esperaba no tener que luchar para escapar y que solo quisieran a alguien para servir o trabajar en algún lugar pesado. No sería la primera vez que lo hacía.

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Desde el Castillo, el cual era de color gris con tonos blancos y plateados, además de tener más de 30 habitaciones, sótano para lavar la ropa, una cocina funcional donde preparaban los alimentos de todos, salón del trono, salón de reuniones y salón de fiestas para celebrar alguna ocasión especial. La Reina observa su Reino pero aún sintiéndose vacía por dentro. Se había quedado sola sin sus padres, dejándola como la única heredera de todo el lugar donde tomó las riendas de su Reino a los 12 años, estudiando como un hombre, aprendiendo política, arte, modales, música y estrategia militar donde la magia está solo para los miembros de la corona y pocas veces, para algunas personas en el Reino que tuvieran un potencial mágico fuerte, aunque eran escasos.

Siendo una mujer de 1,66, cabello color negro, ojos verdes claros y cuerpo bien trabajado, a pesar de ser mujer, tenía que ser delicada también, aunque muchas veces no lo fuera. Tenía la reputación de ser amable pero también estricta y algo fría, no teniendo miedo a la hora de decir las cosas. Ahora también debía pensar en buscar un esposo pero primero se aseguraría de que firmara un contrato de matrimonio y que todo quedara claro entre ellos. Solo estarían juntos por el contrato matrimonial y no por algo más. Solo así ella podría ser Reina legítima y gobernar su Reino, además de acceder al dinero de su herencia y así ayudar a su gente.

Siempre estaba rodeada de guardias a su lado que la ayudaban a tener otros ojos y pensamientos pero también tenía a su guardián mágico personal y solo los miembros de la realeza tenían derecho a uno y algunos sirvientes reales, los cuales tenían una fuente de magia dentro de sus cuerpos. Ella aún estaba en busca de uno pero ninguno llenaba sus expectativas y mucho menos sus guardianes, así que no importa lo que hagan, ninguno llega a sus talones, según su opinión pero debía encontrar a un esposo pronto para poder acceder a su herencia.

Antes de salir del Castillo, se puso ropa común de campesina, queriendo pasar desapercibido y unos guardias también donde puede salir para saber como estaba su Reino, aunque a algunos no les gustaba por su trato tan frío y a menudo los arrestaba para no ser interrumpida o molestada cuando deseaba estar completamente a solas y su guardiana se quedaba en el Castillo, siendo vigilada y cuidada por los guardias reales y con sus comodidades. -Hora de partir, caballeros.-

Deciden ir en un carruaje algo viejo que ella había conservado, precisamente para estas ocasiones y ve que están llegando a un extraño mercado abierto que no conocía ya que los normales estaban cerca de la entrada del Castillo para que los sirvientes pudieran conseguir los alimentos necesarios para los que vivían dentro. Nota que varias personas son bajadas cuando tiran de las cuerdas para luego acomodarlos en una fila. La venta de sirvientes era inevitable en todos los Reinos pero los suyos no tenían ninguna queja al respecto ya que vivían bien y nunca sufrían ningún abuso.

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Ahora pasó de ser chica tranquila en un campo, aún disfrazada, tratando de sobrevivir, a ser una posible esclava en venta. Ahora odiaba con más ganas a los de la realeza por apartarla de su hogar y también por dejar que le sucediera algo lamentable hace ya 10 años pero eso no venía al caso ya que la culpa había sido de los guardias pero ahí había estado un noble observando y sabía que era malvado. Había estaba sola en la granja y eso le gustaba pero pareciera que en este Reino no les gustaba ver a la gente feliz.

-Lo bueno es que estoy bastante sucia y no se fijarán tanto en mi.- Son sus pensamientos y ve que varios hombres están viendo a las demás pero ella permanece con la mirada baja para que no la vean y no sepan que es mujer.

Entre más se acercaba al mercado, la Reina miraba las condiciones en las que estaba el pueblo, donde ve que hay gente que no tiene los recursos y algunos los tienen pero no es suficiente; aún que por sentido común, aún quieren estar como antes pero realmente no le agrada mucho lo que veía y realmente terminar con esto. -La venta de personas se irá de este Reino.- Sonríe un poco cuando veo algunos puestos de comida y ver que también hay una manera de ayudar a su gente, donde deben tener otro tipo de menesteres. Al estar frente a la subasta de personas y notando la práctica de todo eso, haciendo que se arrodillen o sean medio desnudados, más aborrece lo que sucede pero ahora solo se ocultó donde sus soldados disfrazados empiezan a ver cuántos pueden liberar y también cuantos podemos rescatar y poner a trabajar. -Apuesten lo que puedan, estaré con ustedes también.- Se pone atrás de ellos para ver lo que hacen los demás.

-¡La subasta va a empezar! ¡Aquí hay prospectos para que los usen como deseen!- Un hombre de unos 100 kilos de sobrepeso, cabello grasoso pero con ropa fina puesta, debido a la cantidad de negocios sucios que tenía, lleva a Annabelle y a otras 4 mujeres para que se pusieran de rodillas. -Saben cocinar, limpiar y lo mejor de todo... ¡Uno de ellos es puro!- Sonríe y alza el cabello de Annabelle pero sin quitarle el gorro todavía. -¡Él vale mucho más para los que tengan gustos exquisitos y diferentes!-

Hace una mueca de dolor y se queda quieta mientras trata de apartarse pero otro jalón en su cabello y gorro, hace que se quede quieta mientras trata de estar tranquila para que no se lo quiten y no revelar quién es realmente.

Le hace una señal  a sus guardias para que empiecen a subir la oferta por las chicas y sigue mirando como ellos ofrecen pero parecen buitres, todos pidiendo al mismo tiempo y peleando por ello. Sigue con la misma estrategia y fingiendo retirarse cuando suben los precios más y más pero se le acaba la paciencia a los 15 minutos. -Den 2400 monedas de plata y 30 de oro por las 3.- Les susurra para que no pierdan el tiempo en esta situación.

-De acuerdo, mi señora.- Solo podían llamarla así fuera del Castillo, nunca debían por su nombre o lo que era para que no corriera peligro. Alzó la voz para que lo escuchen mientras hace su oferta. -¡2400 monedas de plata por las 3 chicas que estás ofreciendo y 30 de oro por el chico!-

Todos voltean cuando se ofrece la cantidad, aunque ve que el vendedor no va a decir que no, así que le muestra las bolsas llenas de dinero cuando se acerca. -Ahora y nos las llevamos.-

-¡Vendidas!- Toma el dinero y verifica que en verdad sean reales para luego hacer que sus 3 hombres dejaran a las mujeres y al chico con ellos y empezaran a vender a los hombres que habían capturado aparte.

Ella se baja de la tarima de donde estaba cuando jalan la cuerda y hace una mueca cuando la llevan con sus compradores pero aprovecha para tocar su cabeza y frotarla debido a que le dolía pero también acomoda su gorro.

La Reina se acercó a uno de ellos para hablarle en voz baja y seguir con el resto de la subasta pero al otro lo acompañó para traer a las chicas, donde ve a cada una y espera al otro donde solo se cruzó de brazos. -Interesante... ¿Será que encuentro algo bueno o no?- Sonrió un poco pero dejó de verlos para seguir esperando al otro caballero y ver si podían rescatar más pero sigue pensando cómo puede dejar esta tradición que casi nunca trae nada bueno.

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