Clyde besaba a la chica que tenía en sus brazos con una pasión que hacía que el viento frío del país se calentara alrededor de ellos. Y es que no hay pasión más profunda que la que nace de un amor profundo, y en especial, cuando se trata del primer amor.
La chica se arqueaba procurando pegar su cuerpo del joven que la tenía estrechamente pegada a sí mientras parecía que se comía sus labios. Algo en el fondo de su conciencia le decía que lo que estaban haciendo era riesgoso, que las cosas se podrían salir de control y que podría perder su virginidad esa misma noche, pero la excitación había subido a un nivel peligroso ofuscando un poco su sentido común.
Las manos de Clyde habían comenzado a recorrer el hermoso cuerpo de la chica, las manos recorrieron la espalda, desde su cuello hasta el comienzo de sus hermosos y turgentes glúteos, ella lo dejaba hacer al mismo tiempo que ella misma recorría a su vez la espalda masculina, mientras estaban recostados en el amplio sofá para tres personas
Clyde y Megan habían estado saliendo en los últimos tres meses, estudiaban en la misma universidad desde hacía un par de años, pero nunca habían interactuado mucho, hasta que un incidente que los involucró a ambos los hizo acercarse de una manera que no habían experimentado antes.
Y en esta ocasión particular habían decidido ir al apartamento que Clyde había alquilado en la ciudad desde hacía un mes, alegando que no le gustaba mucho estar en el campus de la universidad, así que estaban completamente solos.
Clyde profundizaba el beso de una manera casi salvaje, sus labios abrían los labios femeninos mientras su lengua invadía la cálida boca de la chica. Se sentía muy excitado, porque nunca habían podido besarse con tranquilidad, pero ahora estaban solos, sin nadie que pudiera interrumpirlos.
Una de las manos de Clyde se deslizó de la cintura de Megan por debajo de su brazo, que en ese momento agarraba los abundantes cabellos masculinos para atraerlo hacia ella con mayor facilidad, pero la mano no se detuvo allí sino que siguió subiendo hasta alcanzar el hermoso pecho femenino apretándolo con pasión.
Megan sintió la invasión a su sensible pecho y un golpe de excitación terminó por enceguecer su mente, solo quería sentir y sentir más de lo que estaba sintiendo. Un gemido agudo se escuchó contra la boca masculina mientras se pegaba lo más posible al cuerpo masculino.
Megan sacó la camisa del joven y sus manos recorrieron la espalda por debajo de la tela, disfrutando de su calidez, aunque realmente sentía que la piel masculina estaba casi ardiendo de lo caliente que se sentía. Pero no hizo mucho caso, creyó que eso era normal por las circunstancias, pues ella misma sentía que se estaba quemando por la excitación.
Clyde siguió acariciando el firme pecho femenino por unos instantes, pero luego su mano se metió entre ambos cuerpos y comenzó a desabotonar la blusa de la chica. Ella se echó un poco para atrás, puesto que ella estaba encima de él, para facilitarle la tarea.
Ella aprovechó para tratar de quitarle la camisa y él se levantó un poco más para que ella la pudiera sacar con más facilidad, así que ambos se despojaron de sus prendas superiores y se unieron de nuevo en un renovado y apasionado beso.
Clyde metió las manos por debajo del suave brassier de tela de encaje con facilidad, hasta que sus dedos se apoderaron del duro y virginal pezón de la chica. Ella emitió un nuevo gemido y sintió como se humedecía su intimidad de una manera que jamás le había pasado.
Por supuesto que nunca había tenido una relación sexual completa, sin embargo si había tenido unas caricias con un chico que fue su novio en la secundaria, pero las cosas no pasaron a mayores porque ella tuvo miedo y terminó rechazándolo varias veces.
Pero ahora no quería apartarse ni tampoco, apartar al hombre del que se había enamorado profundamente y que amaba con todo su corazón.
Él tampoco razonaba, solamente quería poseer ese cuerpo que lo enloquecía, tomar esa esencia de la que se había enamorado con locura. Al principio había tratado de evitarlo, no sabía si podía controlarse a sí mismo, o si ella corría peligro, su legado estaba en su sangre y eso lo convertía en alguien fuera de lo común.
Pero luego dejó de preocuparse, de vez en cuando salían juntos y en el cine aprovechaban para besarse y compartir unas tímidas caricias, pero ahora que estaban solos no quería detenerse a meditar.
Terminó de quitar el brassier y así tuvo acceso a ambos pechos, los cuales acariciaba con fruición mientras ella se restregaba con la pierna masculina que estaba entre las suyas.
Ya la pasión estaba subiendo a niveles muy altos, donde ambos solo querían llegar a la consumación del acto, ella se sentía lista, él se sentía preparado.
Clyde la levantó con mucha facilidad mientras se sentaba en el mueble, la cargó hasta ponerla acostada debajo de él, pero antes de besarla de nuevo descendió con su boca por el cuello femenino haciendo que la piel de ella se erizara por completo.
Pero no se detuvo en el cuello, siguió bajando dejando un rastro de fuego en la piel de Megan hasta que llegó a los hermosos y esbeltos pechos, allí se apoderó de ellos con las manos mientras trazaba círculos de fuego con la lengua alrededor de los pezones, los cuales se habían endurecido tanto que parecían hechos de piedra.
Megan gemía suavemente mientras disfrutaba de la enloquecedora caricia, y por instinto, más que por conciencia, sus manos se dirigieron al borde del pantalón de Clyde, procurando abrir el botón de cierre, lo que no se le hizo tan difícil porque él no usaba cinturón.
Pero él también estaba desatando el pantalón de ella, el delicado cinturón metálico cedió sin ningún problema, así como el botón y el cierre. Él bajó el pantalón con suma facilidad hasta que se lo sacó por los pies, dejando expuesto el sensual bikini rosa que ella usaba para cubrir su más recóndita intimidad.
Clyde acarició su pubis por encima de la tela, haciendo que ella se arqueara contra su mano. Luego besó su vientre mientras terminaba de quitarse sus propios pantalones y la ropa interior, quedando completamente desnudo.
Siguió besando su piel y subiendo por su cuerpo hasta que sus labios se apoderaron de nuevo de sus pezones erectos, lo que hizo que ella aumentara sus gemidos por el placer que sentía. Megan acarició la ahora completamente desnuda piel de su novio, y sin perder más tiempo bajó sus manos todo lo que pudo hasta apoderarse del enhiesto miembro masculino, ahora al que le tocó gemir fue a Clyde.
Este se dejó caer sobre el suave cuerpo femenino mientras buscaba la boca femenina para volver a fundirse en un beso infinito mientras las manos de ambos se prodigaban caricias mucho más íntimas.
Clyde se sentía arder, como si tuviera fiebre y Megan sentía como la temperatura del cuerpo masculino parecía aumentar. Ella separó sus piernas y él se movió entre ellas, de manera que el miembro rozaba la intimidad de ella, solo faltaba apartar un poco la delgada prenda y el camino quedaría libre para consumar lo que tanto deseaban.
Pero algo no estaba bien por completo. En medio de la excitación, Clyde pudo sentir cómo sus músculos iban creciendo y su piel comenzó a llenarse de una vellosidad fina pero abundante.
—Hazme tuya, mi amor —jadeó ella sin poder contenerse, al mismo tiempo que elevaba las caderas para facilitar el contacto final, sin darse cuenta de lo que le ocurría a él.
Con un rugido que salió de lo más profundo de su pecho Clyde se levantó y salió corriendo hacia el balcón, saltando sin dudar a pesar de que estaba en un tercer piso.
Megan se sorprendió al sentir que él se levantaba, sin el calor de Clyde el aire de octubre pronto le hizo sentir frío de inmediato. Entonces abrió los ojos justo para ver cómo el hombre amando saltaba por el balcón del apartamento.Cubriendo sus pechos con una mano se levantó de inmediato para correr hacia el balcón también, el placer que sentía había sido sustituído por el terror.Se asomó al balcón con la incredulidad marcada en su expresión, pero pudo ver con claridad cómo su amado corría desnudo por el amplio jardín que rodeaba el edificio.—¿Pero, cómo demonios pudo…? —la frase quedó truncada a la mitad por la sorpresa.Esto era casi imposible. Nadie podía saltar desde tan alto y luego correr como si hubiera salido por la puerta principal…Entonces Megan recordó…Unos meses atrás…La chica estaba aterrada, sus ojos, desmesuradamente abiertos contemplaban a los cinco hombres que la rodeaban. Todos tenían los rostros libidinosos y su aliento a licor hacía que las náuseas que sentí
Megan despertó con un terrible dolor de cabeza, las luces blancas de la habitación donde estaba acostada molestaron mucho sus pupilas incrementando el dolor que sentía, por las ventanas, la tenue luz del alba comenzaba a colarse en la habitación.Parpadeó varias veces antes de poder mantener los ojos abiertos, se fue acostumbrando a la claridad poco a poco y pudo ver que estaba en una limpia y pulcra habitación de un hospital. Cerca de ella había otras dos camas donde reposaban dos mujeres más conectadas a unos monitores al igual que ella.Sentía el rostro acartonado por la inflamación, usó su mano derecha para tratar de palparse el rostro, pues el brazo izquierdo estaba conectado a una vía por donde le administraban un suero y en el dedo índice de esa mano tenía un dispositivo para lecturas digitales de su estado.Al pasar la mano por la parte izquierda de su cara sintió la inflamación y al presionar un poco el dolor la atenazó de golpe haciendo que emitiera un ahogado quejido.—Tran
La luz del sol entraba en la pequeña habitación ubicada en el conjunto de residencias del campus de la Universidad de Vancouver, en la Columbia Británica de Canadá.Cuando llegó a la cama le dio de lleno a un joven delgado, pero bastante alto, que estaba durmiendo boca abajo sobre ella, vestido solo con un sucio blue jean. Este abrió los ojos poco a poco volteando hacia un costado para evitar que le diera de lleno en los ojos.Clyde abrió los ojos por completo, cuando se movió para tratar de voltearse en la cama, sintió que todos los músculos de su cuerpo crujían por el esfuerzo, como si hubiera estado picando piedras con un enorme martillo en una prisión.De pronto imágenes borrosas llenaron su mente y recordó lo que había sucedido en la noche. De la impresión se levantó sobre sus manos y terminó sentado en la cama, aunque un poco mareado, como si hubiera bebido anoche, pero estaba seguro de que no había probado más que una cerveza fría y ni siquiera se la tomó por completo.—¡Demoni
—No sé, pero lo va a pagar caro —gruñó el otro sujeto metiendo su mano en la chaqueta de cuero que llevaba y extrayendo un gran cuchillo que brilló con la luz que llegaba de un poste a unos metros de ellos.Este último se lanzó a fondo contra el hombrón y trató de apuñalarlo en el estómago, y creyó que lo había conseguido hasta que una mano muy grande y fuerte lo sujetó por el antebrazo y lo apretó con tanta fuerza que le crujieron los huesos y el cuchillo cayó de su mano mientras gritaba de dolor.Trató de golpearlo con la otra mano y alcanzó la cara del hombre pero parecía que le había hecho cosquillas nada más. La mano izquierda del hombre lo golpeó en el pecho y le abrió unas profundas heridas haciendo que cayera hacia atrás mientras gritaba de dolor nuevamente.El otro agarró el tubo que “Chico” había tenido en la mano y golpeó con fuerza al sujeto en la espalda mientras sujetaba a su compañero del cuchillo, pero este apenas se inmutó aunque el golpe fue formidable, después de go
—Señorita Sommers —un hombre vestido con traje y una placa en la cintura se acercó a la cama donde Megan estaba acostada en el hospital. Después de que el médico había hablado con ella había quedado bastante confundida y preocupada.Pareciera que nadie sabía nada del muchacho, o el hombre joven, que había corrido a ayudarla mientras los cinco hombres la atacaban. Esperaba que este policía pudiera darle alguna noticia sobre él, porque se veía mal herido, la sangre manaba de su cabeza manchando toda la camisa de cuadros que llevaba puesta. —Soy yo, oficial —le dijo ella con aplomo.—Soy el teniente Reynolds, señorita —le dijo con voz afable— Lamento que haya pasado por todo esto y sé que las preguntas a veces son molestas en estos casos, pero todo esto es necesario para el expediente.—Lo entiendo, teniente —dijo Megan.—Hay varias preguntas que me gustaría hacerle para ver si esclarecemos este caso —dio el teniente con aire preocupado— Porque no solo se trata del ataque que usted sufr
Megan no se rió como lo estaba haciendo el teniente, sino que su boca se secó de golpe, porque esa descripción era bastante exacta cuando vio el rostro del sujeto muy cerca al verlo tomar a Rob por un brazo y levantarlo como si fuera un muñeco de juguete.Se mojó los labios con la punta de la lengua y trató de respirar profundo para calmar la súbita ansiedad que había sentido.Ella misma creía que lo que había visto era una especie de alucinación por la situación, pero las alucinaciones no eran colectivas (ella como estudiante de psicología sabía ese concepto básico). Eso quería decir que lo que vió fue real.El teniente había dejado de reír y se fijó que ella se había puesto un poco pálida.—Lo siento, señorita Sommers —dijo con tono preocupado— Creo que la hice sentir mal.—No, estoy bien, teniente —dijo con rapidez— Aún me dan mareos inesperados —dijo tratando de sonreír.—Puedo volver mañana, si tiene algo más que decirme —dijo Reynolds.—No se preocupe —volvió a decir— Pero… el l
Clyde recordó que la chica era aquella con la que Adam bromeaba con él. Recordó la vez en la biblioteca.Clyde había estado mirando a la hermosa chica que estaba buscando un libro en la estantería de la biblioteca de la universidad, justo delante de la mesa donde él se hallaba estudiando con su amigo Adam.—Creo que no aprenderás nada sobre historia antigua si continúas mirando el hermoso trasero de esa chica, Clyde —le dijo Adam con una risita irónica.—Ya cállate, Adam —le dijo con algo de enfado— No estoy mirando su trasero, solo la estoy viendo completa.—Pues se nota que te gusta —le replicó su amigo— Y además tiene un trasero super hermoso… ¡Auch!Adam se quejó por el golpe que le había dado Clyde en el hombro.—Ya deja de decir tonterías, pareces un baboso adolescente —le dijo Clyde con tono molesto.—Mira quien habla de baboso —le dijo Adam con rencor— Por cierto, ¿estás yendo al gimnasio de la universidad? Cada vez me golpeas más fuerte.Clyde lo ignoró por unos momentos, en
El doctor revisaba la cara de Megan y luego miraba para ver la radiografía que le habían hecho. Después de unos minutos de cuidadosa exploración, por fin levantó el torso y la miró después de arreglarse la bata.—Muy bien, señorita Sommers —le dijo el galeno— Creo que ya podemos darla de alta, solo tenemos que esperar los resultados de la tomografía que me deben estar entregando dentro de una hora más o menos.—Gracias, Doctor —le dijo ella animada, esos cinco días en el hospital se habían hecho muy largos.Aunque Sandra la había visitado con frecuencia para ponerla al día con las materias y asignaciones que estaban viendo, Megan se sentía ultra aburrida. El doctor había permitido que paseara por los amplios jardines del hospital, pero tenía que llevarla un camillero en una silla de ruedas, lo que era particularmente molesto, pero al menos podía respirar aire puro al menos una vez al día.—Vendré después de que me sean entregados los exámenes que faltan y me acercaré a conversar con u