Megan despertó con un terrible dolor de cabeza, las luces blancas de la habitación donde estaba acostada molestaron mucho sus pupilas incrementando el dolor que sentía, por las ventanas, la tenue luz del alba comenzaba a colarse en la habitación.
Parpadeó varias veces antes de poder mantener los ojos abiertos, se fue acostumbrando a la claridad poco a poco y pudo ver que estaba en una limpia y pulcra habitación de un hospital. Cerca de ella había otras dos camas donde reposaban dos mujeres más conectadas a unos monitores al igual que ella.
Sentía el rostro acartonado por la inflamación, usó su mano derecha para tratar de palparse el rostro, pues el brazo izquierdo estaba conectado a una vía por donde le administraban un suero y en el dedo índice de esa mano tenía un dispositivo para lecturas digitales de su estado.
Al pasar la mano por la parte izquierda de su cara sintió la inflamación y al presionar un poco el dolor la atenazó de golpe haciendo que emitiera un ahogado quejido.
—Tranquila, señorita —se escuchó la voz de una enfermera que entraba en ese momento al cuarto— Tiene un trauma bastante fuerte en su rostro, en un rato el doctor recibirá las radiografías para ver cómo está todo.
—¿Dónde me encuentro? —preguntó con algo de dificultad, pues el dolor y la rigidez de la piel le impedía mover la boca con soltura.
—En un rato comenzará la revista, el doctor le dirá lo que necesite saber —le dijo con paciencia la enfermera— Pero por ahora trate de no hablar ni moverse mucho, porque no sabemos el alcance de sus lesiones.
«¿Tan mal me veo? —se preguntó Megan, al parecer que tenía una lesión considerable»
Megan recordaba con claridad lo que le había ocurrido. De hecho, estaba sorprendida de que el duro golpe que le había dado el sujeto no la hubiera noqueado, Megan tomó nota mental de eso, quizás debería practicar boxeo o algún arte marcial, porque tenía buenas condiciones para aguantar golpes. Un torcida sonrisa apareció en su rostro al pensar en eso.
—Me alegra que mi misteriosa paciente esté mejor —la voz de un hombre con una bata blanca la sorprendió un poco, el doctor se acercó a ella y se inclinó un poco para ver su rostro más de cerca— Vamos a ver cómo estás en general, ya van a traer las radiografías, pero quiero ver si el golpe te afectó las vértebras del cuello.
Megan intentó hacerle preguntas al doctor, pero este le hizo un gesto para que permaneciera quieta y sin hablar mientras el auscultaba delicadamente el cuello femenino, desde atrás hasta adelante..
De vez en cuando emitía un sonido con la boca, quizás en señal de aprobación. Luego pasó delicadamente sus dedos sobre la inflamación y luego miró su boca.
—¿Puedes abrir la boca un poco? —preguntó— Hazlo poco a poco y si te duele mucho te detienes, ¿De acuerdo?
Megan asintió brevemente y luego abrió la boca hasta donde pudo, sintió una especie de punzada dolorosa donde se unía el maxilar al hueso de la cara, pero pudo separar los labios una pulgada y poco más.
—Bien —dijo el galeno mientras tocaba la mandíbula atrás, donde había sentido el dolor— ¿Te dolió aquí? —preguntó solícito, a lo que Megan asintió de nuevo.
Luego continuó hablando.
—Pareciera que es solo una contusión. Hace unos minutos inyectamos un sedante más fuerte y también antiinflamatorios, en un rato más te sentirás mejor —le dijo sonriéndole.
En ese momento entró una enfermera con las radiografías. El doctor las tomó en sus manos y las vió a la luz de las lámparas del techo, aunque ya la claridad inundaba la habitación por completo anunciando el amanecer.
—Ajá —dijo el doctor al terminar de revisar las placas y los exámenes— Tengo buenas noticias para ti, jovencita. Todo está en orden, no tienes fracturas ni fisuras, por fortuna solo fue una contusión bastante extrema.
Al ver que ella se trataba de levantar para, seguramente, bombardearlo a preguntas, levantó la mano y puso el rostro severo.
—Sé que tienes preguntas —le dijo— Pero vamos a esperar que la medicación haga efecto para que puedas hablar con mayor comodidad, ¿De acuerdo?
El doctor se enderezó para marcharse pero luego se volteó al recordar algo de repente, le dedicó una sonrisa al hablarle.
—¡Ah! —dijo— Y no tienes ninguna otra lesión, así que tranquila, sólo lastimaron tu rostro y tienes unas pequeñas escoriaciones en la espalda, pero nada más. En una hora regresaré.
Al salir el doctor, Megan suspiró largamente, como si hubiera estado conteniendo la respiración por mucho tiempo. Sintió un calor en su pecho y el alivio distendió un poco sus facciones.
«¡Había sucedido! —se dijo con fervor— ¡Dios había escuchado sus ruegos!»
Los malvivientes no la habían podido lastimar, eso era poco menos que un auténtico milagro. Pero había algo que no entendía, y esperaba que quien fuera que la hubiera salvado le explicara cómo hicieron para reducir a una banda de cinco forajidos grandes y musculosos. Quizás hubiera sido la policía, aunque ella no recordaba ni sirenas ni luces, pero pudo haberse desmayado.
También recordó al muchacho que había tratado de ayudarla, el doctor debería haberle dicho algo sobre él, porque de seguro lo habían llevado al mismo hospital que a ella. ¿O sería que lo habían golpeado tan fuerte que lo habían matado, por lo que lo habrían llevado a la oficina del forense?
Megan apretó fuertemente las manos, rogando que no le hubiera pasado nada, se veía que era un hombre joven, estudiante de la Universidad, quizás de la misma donde ella estudiaba. De hecho, cuando el joven llegó corriendo le pareció un joven estudiante con el que había coincidido varias veces en la biblioteca, pero no estaba segura por completo.
Pasado lo que le pareció una eternidad a Megan, el doctor entró sonriendo en su habitación.
—Bien, veamos esa linda carita de nuevo dijo —haciendo que Megan dibujara una sonrisa en su cara, de hecho se dio cuenta de que le costaba mucho menos sonreír, la tirantez había desaparecido bastante.
—Hmmm, esto se ve muchísimo mejor —le dijo después de revisarla con cuidado— ¿Cómo te sientes?
—Mejor, doctor, mucho mejor —le dijo con mayor soltura— Gracias.
—No tienes por qué darlas —le dijo el galeno sonriendo— Es nuestro trabajo, creo que podremos darte de alta en unas horas.
Megan seguía sorprendida de que el doctor no mencionara al joven herido que debían haber conseguido junto a ella, por lo que se apresuró a preguntar.
—Disculpe, doctor —dijo— ¿Trajeron a un joven herido conmigo?
—Pues, no —dijo el doctor arrugando el entrecejo— ¿Había alguien acompañándote?
—No, pero cuando me atacaron esos hombres —dijo ella, sintiendo un leve escalofrío al recordar— Un joven trató de defenderme y lo hirieron.
La cara de confusión del doctor era todo un poema al asombro.
—Eso es raro —le dijo— La policía trajo a cinco hombres, muy mal heridos, un tiempo después de que ingresaste aquí, pero a ningún joven.
—¿Y quién me trajo, doctor? —preguntó sorprendida.
—Pues eso es más extraño aún —le dijo— Te dejaron en la entrada del hospital y cuando salieron los enfermeros no vieron a nadie, aunque uno de ellos dijo que vió una sombra alejándose a mucha velocidad, ¿No es de locos eso?
«Pues sí que lo era —pensó Megan»
La luz del sol entraba en la pequeña habitación ubicada en el conjunto de residencias del campus de la Universidad de Vancouver, en la Columbia Británica de Canadá.Cuando llegó a la cama le dio de lleno a un joven delgado, pero bastante alto, que estaba durmiendo boca abajo sobre ella, vestido solo con un sucio blue jean. Este abrió los ojos poco a poco volteando hacia un costado para evitar que le diera de lleno en los ojos.Clyde abrió los ojos por completo, cuando se movió para tratar de voltearse en la cama, sintió que todos los músculos de su cuerpo crujían por el esfuerzo, como si hubiera estado picando piedras con un enorme martillo en una prisión.De pronto imágenes borrosas llenaron su mente y recordó lo que había sucedido en la noche. De la impresión se levantó sobre sus manos y terminó sentado en la cama, aunque un poco mareado, como si hubiera bebido anoche, pero estaba seguro de que no había probado más que una cerveza fría y ni siquiera se la tomó por completo.—¡Demoni
—No sé, pero lo va a pagar caro —gruñó el otro sujeto metiendo su mano en la chaqueta de cuero que llevaba y extrayendo un gran cuchillo que brilló con la luz que llegaba de un poste a unos metros de ellos.Este último se lanzó a fondo contra el hombrón y trató de apuñalarlo en el estómago, y creyó que lo había conseguido hasta que una mano muy grande y fuerte lo sujetó por el antebrazo y lo apretó con tanta fuerza que le crujieron los huesos y el cuchillo cayó de su mano mientras gritaba de dolor.Trató de golpearlo con la otra mano y alcanzó la cara del hombre pero parecía que le había hecho cosquillas nada más. La mano izquierda del hombre lo golpeó en el pecho y le abrió unas profundas heridas haciendo que cayera hacia atrás mientras gritaba de dolor nuevamente.El otro agarró el tubo que “Chico” había tenido en la mano y golpeó con fuerza al sujeto en la espalda mientras sujetaba a su compañero del cuchillo, pero este apenas se inmutó aunque el golpe fue formidable, después de go
—Señorita Sommers —un hombre vestido con traje y una placa en la cintura se acercó a la cama donde Megan estaba acostada en el hospital. Después de que el médico había hablado con ella había quedado bastante confundida y preocupada.Pareciera que nadie sabía nada del muchacho, o el hombre joven, que había corrido a ayudarla mientras los cinco hombres la atacaban. Esperaba que este policía pudiera darle alguna noticia sobre él, porque se veía mal herido, la sangre manaba de su cabeza manchando toda la camisa de cuadros que llevaba puesta. —Soy yo, oficial —le dijo ella con aplomo.—Soy el teniente Reynolds, señorita —le dijo con voz afable— Lamento que haya pasado por todo esto y sé que las preguntas a veces son molestas en estos casos, pero todo esto es necesario para el expediente.—Lo entiendo, teniente —dijo Megan.—Hay varias preguntas que me gustaría hacerle para ver si esclarecemos este caso —dio el teniente con aire preocupado— Porque no solo se trata del ataque que usted sufr
Megan no se rió como lo estaba haciendo el teniente, sino que su boca se secó de golpe, porque esa descripción era bastante exacta cuando vio el rostro del sujeto muy cerca al verlo tomar a Rob por un brazo y levantarlo como si fuera un muñeco de juguete.Se mojó los labios con la punta de la lengua y trató de respirar profundo para calmar la súbita ansiedad que había sentido.Ella misma creía que lo que había visto era una especie de alucinación por la situación, pero las alucinaciones no eran colectivas (ella como estudiante de psicología sabía ese concepto básico). Eso quería decir que lo que vió fue real.El teniente había dejado de reír y se fijó que ella se había puesto un poco pálida.—Lo siento, señorita Sommers —dijo con tono preocupado— Creo que la hice sentir mal.—No, estoy bien, teniente —dijo con rapidez— Aún me dan mareos inesperados —dijo tratando de sonreír.—Puedo volver mañana, si tiene algo más que decirme —dijo Reynolds.—No se preocupe —volvió a decir— Pero… el l
Clyde recordó que la chica era aquella con la que Adam bromeaba con él. Recordó la vez en la biblioteca.Clyde había estado mirando a la hermosa chica que estaba buscando un libro en la estantería de la biblioteca de la universidad, justo delante de la mesa donde él se hallaba estudiando con su amigo Adam.—Creo que no aprenderás nada sobre historia antigua si continúas mirando el hermoso trasero de esa chica, Clyde —le dijo Adam con una risita irónica.—Ya cállate, Adam —le dijo con algo de enfado— No estoy mirando su trasero, solo la estoy viendo completa.—Pues se nota que te gusta —le replicó su amigo— Y además tiene un trasero super hermoso… ¡Auch!Adam se quejó por el golpe que le había dado Clyde en el hombro.—Ya deja de decir tonterías, pareces un baboso adolescente —le dijo Clyde con tono molesto.—Mira quien habla de baboso —le dijo Adam con rencor— Por cierto, ¿estás yendo al gimnasio de la universidad? Cada vez me golpeas más fuerte.Clyde lo ignoró por unos momentos, en
El doctor revisaba la cara de Megan y luego miraba para ver la radiografía que le habían hecho. Después de unos minutos de cuidadosa exploración, por fin levantó el torso y la miró después de arreglarse la bata.—Muy bien, señorita Sommers —le dijo el galeno— Creo que ya podemos darla de alta, solo tenemos que esperar los resultados de la tomografía que me deben estar entregando dentro de una hora más o menos.—Gracias, Doctor —le dijo ella animada, esos cinco días en el hospital se habían hecho muy largos.Aunque Sandra la había visitado con frecuencia para ponerla al día con las materias y asignaciones que estaban viendo, Megan se sentía ultra aburrida. El doctor había permitido que paseara por los amplios jardines del hospital, pero tenía que llevarla un camillero en una silla de ruedas, lo que era particularmente molesto, pero al menos podía respirar aire puro al menos una vez al día.—Vendré después de que me sean entregados los exámenes que faltan y me acercaré a conversar con u
—¿Recuerdas el latido de su corazón? —le preguntó Sandra mirándola con curiosidad— No sé cómo puedes recordar ese detalle.— Creo que lo recuerdo porque me sentía tan mal, adolorida, asustada —dijo recordando las sensaciones que sintió en esos momentos— Y el escuchar ese poderoso latido hizo que me llenara de una extraña paz.Sandra la miraba con curiosidad y algo de sorpresa, no solamente por lo que estaba diciendo, sino por la expresión que tenía su amiga en el rostro. Su mirada estaba perdida en la distancia y la expresión de su rostro era de auténtico embeleso.—Solo espero que el sujeto sea guapo y tenga mucho dinero —dijo Sandra conteniendo la risa.El comentario burlón hizo que Megan saliera del ensueño de sus recuerdos.—¿Por qué dices eso? —le pregunto frunciendo el ceño.—Porque tenías la misma cara de tonta que tienen los enamorados —dijo Sandra ya comenzando a reír abiertamente.—No seas tonta —replicó con el rostro ahora serio— No estoy enamorada de ese sujeto, quien quie
—Clyde —le dijo con preocupación en la voz, al ver la cara de seriedad de su amigo— ¿Quieres que vayamos a un lugar más privado?Su amigo no contestó con palabras, pero asintió varias veces antes de levantarse. Adam lo tomó por el brazo y juntos salieron del cafetín hacia la parte del campus donde estaba la residencia de Adam.Clyde caminaba como por inercia, parecía abatido y cabizbajo. En esos momentos estaba pensando cómo le iba a contar a su amigo que se había transformado en algo que ni siquiera él sabía a ciencia cierta qué era.Cuando llegaron al pequeño departamento de Adam, este dejó a Clyde en el sofá de dos puestos que tenía en la habitación y fue a buscar debajo de la cama una botella de coñac, sirvió un par de vasos pequeños y le entregó uno a Clyde.Este vio lo que Adam le había dado y se tomó el vaso de un solo trago.—Caray, salud —dijo Adam, a quien no le había dado tiempo siquiera de acercarse el vasito de licor a la boca— A ver, respira hondo y cuéntame todo.Clyde