—Señorita Sommers —un hombre vestido con traje y una placa en la cintura se acercó a la cama donde Megan estaba acostada en el hospital. Después de que el médico había hablado con ella había quedado bastante confundida y preocupada.
Pareciera que nadie sabía nada del muchacho, o el hombre joven, que había corrido a ayudarla mientras los cinco hombres la atacaban. Esperaba que este policía pudiera darle alguna noticia sobre él, porque se veía mal herido, la sangre manaba de su cabeza manchando toda la camisa de cuadros que llevaba puesta.
—Soy yo, oficial —le dijo ella con aplomo.
—Soy el teniente Reynolds, señorita —le dijo con voz afable— Lamento que haya pasado por todo esto y sé que las preguntas a veces son molestas en estos casos, pero todo esto es necesario para el expediente.
—Lo entiendo, teniente —dijo Megan.
—Hay varias preguntas que me gustaría hacerle para ver si esclarecemos este caso —dio el teniente con aire preocupado— Porque no solo se trata del ataque que usted sufrió, sino de lo que rodea al caso.
—No lo entiendo, teniente —le respondió ella mirándolo a los ojos— Hay cosas que tampoco entiendo y eso que estuve allí, por ejemplo, ¿Puede usted decirme acerca del joven que trató de defenderme y que quedó mal herido o muerto en el parque?
El teniente Reynolds suspiró profundamente y sacó un bloc de notas de su abrigo y se puso a hojearlo.
—Sí, escuché a uno de los doctores que comentaba eso —dijo el teniente terminando de dar un vistazo a una hoja donde había tomado apuntes del caso— Pero créame, señorita Sommers, no había nadie más en ese lugar aparte de los cinco hombres que usted mencionó que la atacaron.
Megan se le quedó mirando fijamente, como si le costara creer lo que el teniente le estaba diciendo.
—No me vaya a decir que eso lo imaginé yo, detective —le dijo con los labios apretados, porque una de las enfermeras le había dicho que probablemente imaginó eso producto de la conmoción por el golpe— Yo estaba bien despierta cuando el joven los atacó y luego uno de ellos lo golpeó duramente con un grueso tubo en el brazo y luego en la cabeza, ¡yo lo ví sangrando abundantemente!
El teniente Reynolds la miró de hito en hito, se veía muy segura de sí misma. Y ahora que la hinchazón se había reducido considerablemente, se veían las hermosas pero duras facciones de la chica.
—Tengo que creerle, señorita —dijo escogiendo las palabras cuidadosamente— Pero quizás no estaba tan mal herido y se marchó cuando a usted la trajeron aquí, o quizás fue él mismo quien la trajo.
—Si hizo eso debe ser un hombre extraordinariamente fuerte —dijo Megan reflexivamente— Porque el parque está a varios kilómetros de aquí. Él no se veía tan fuerte y recuerdo que quién me levantó del piso era alguien con los brazos sumamente musculosos y el torso fuerte, y vino corriendo todo el camino hacia aquí.
Al ver la mirada de incredulidad del teniente ella acentuó las palabras siguientes— Sé que casi perdí el sentido cuando él me levantó, pero luego desperté por el movimiento porque estaba corriendo bastante rápido —dijo con aplomo— Estoy segura de eso.
Reynolds se rascó la cabeza mientras miraba el bloc que tenía en las manos. Le costaba mucho creer en el relato de la joven, porque primero, había recibido un soberbio golpe en la cara que estuvo a punto de provocarle una conmoción cerebral.
Por otro lado, el parque estaba a poco más de cinco kilómetros de distancia del hospital, la chica medía un metro setenta y cinco centímetros, y pesaba poco más de sesenta kilos, según el parte médico.
Y ciertamente, Megan Sommers era una chica refinada y alta, pero con las curvas puestas en su lugar justo. Poseía una hermosa figura, con un busto generoso, una estrecha cintura y amplias caderas que hacía que los hombres voltearan a verla a su paso. Ella decía bromeando que tenía antepasados africanos, aunque era rubia y de ojos azul claro como un cielo sereno y despejado, pero era de las personas que pueden sentarse cómodamente aún en el duro suelo.
—La comprendo, señorita —dijo el teniente un tanto confundido por la firmeza de la joven— Pero eso es algo bastante difícil, aun para un hombre atlético, usted es alta y… —no encontraba la palabra justa para no molestarla— de contextura fuerte. No le sería sencillo a nadie traerla corriendo desde esa distancia.
—Sé que es difícil —teniente— Y no tengo ni la menor idea de cómo sucedió, pero soy una persona coherente, no me asusto fácilmente y tengo buena memoria.
El teniente tuvo que estar de acuerdo con ella, porque la descripción que había dado al oficial que fue al hospital para levantar el acta del suceso, describía, casi con exactitud milimétrica, el físico y la vestimenta de los sujetos que llegaron luego que el sargento reportara el ataque y la policía rastreó el parque.
—Debo creerle —dijo el detective con acento confuso y desconcertado— ¡Pero es inexplicable! —dijo con algo de desespero.
—Ciertamente es confuso —detective dijo Megan en tono reflexivo— El sujeto que me… —le costaba decir las palabras— estaba atacando prácticamente se montó arriba de mi y alguien lo levantó como si fuera una pluma.
—¿Pudo usted verle las facciones? —preguntó el teniente Reynolds animándose de nuevo— ¿Logró ver alguna característica que os ayude a identificarlo?
—El lugar estaba muy mal iluminado, no se veía bien en algunos lugares —dijo— Pero pude ver que era alguien muy alto, mucho más alto que el llamado Rob —Sintió un breve escalofrío al mencionar el nombre recordando la circunstancia.
El teniente notó su incomodidad y buscó que ella se concentrara de nuevo en el individuo que la había salvado.
—¿Y qué más pudo notar en él? —preguntó de nuevo— Su ropa, su porte, alguna característica física notable, cicatrices, tal vez.
Megan reflexionó un poco, haciendo un esfuerzo mental para recordar algo del sujeto en medio de la maraña de recuerdos que tenía.
—Se veía muy musculoso, alto y esbelto —dijo— Y usaba como una chaqueta de piel de animal, se veía de un color castaño oscuro, y parecía manga larga.
—Eso es importante —dijo el teniente mientras tomaba nota de lo que ella le estaba diciendo— ¿Algo más?
—También parecía que cargaba una especie de pasamontaña, porque sólo pude notar sus ojos —Megan se detuvo porque no quería decirle al teniente que en un momento dado lo había visto al rostro y los ojos le destellaban con un brillo azulado. Eso parecería como una alucinación— Y su voz… era gruesa y fuerte.
El teniente tomaba notas con rapidez, y Megan se preguntaba si los hombres no lo habían podido ver con más detalle que ella, porque desde el suelo no podía ver mucho, en especial a través de la corpulencia de Rob.
—¿Y los hombres que me atacaron? —preguntó curiosa— ¿No pudieron verlo mejor? Al menos pudieron mirarlo de cerca.
El teniente hizo un gesto extraño, como si ellos hubieran dicho cosas incoherentes.
—Los que los interrogaron primero creen que estaban bajo los efectos de la bebido o alguna droga —dio el teniente, un poco reacio de compartir información de ese tipo, en especial con la víctima— Dijeron muchas incoherencias, así que su testimonio no puede ser muy creíble.
—¿Por qué, teniente? —saltó de inmediato Megan levantándose un poco en la cama— ¿Qué dijeron ellos?
Una sonrisa burlona se asomó al rostro del policía y movió la cabeza como negando, antes de contestar.
—Pues… —dijo y se detuvo unos segundos antes de seguir, no quería condicionar los recuerdos de la chica, por si recordaba algo que pudiera ayudarles más— Por lo que dijeron cualquiera creería que pelearon con un monstruo, imagino que por la chaqueta que usaba y ese pasamontañas que usted describió.
—¿Ellos mencionaron eso mismo? —preguntó con avidez.
—Pues sí —respondió Reynolds— Pero mucho más exagerado, dijeron que era un gigante con fuerza sobrehumana… —hizo una pausa riendo un poco a modo de burla— Y otro dijo que los ojos le relampagueaban en un azul brillante.
Megan no se rió como lo estaba haciendo el teniente, sino que su boca se secó de golpe, porque esa descripción era bastante exacta cuando vio el rostro del sujeto muy cerca al verlo tomar a Rob por un brazo y levantarlo como si fuera un muñeco de juguete.Se mojó los labios con la punta de la lengua y trató de respirar profundo para calmar la súbita ansiedad que había sentido.Ella misma creía que lo que había visto era una especie de alucinación por la situación, pero las alucinaciones no eran colectivas (ella como estudiante de psicología sabía ese concepto básico). Eso quería decir que lo que vió fue real.El teniente había dejado de reír y se fijó que ella se había puesto un poco pálida.—Lo siento, señorita Sommers —dijo con tono preocupado— Creo que la hice sentir mal.—No, estoy bien, teniente —dijo con rapidez— Aún me dan mareos inesperados —dijo tratando de sonreír.—Puedo volver mañana, si tiene algo más que decirme —dijo Reynolds.—No se preocupe —volvió a decir— Pero… el l
Clyde recordó que la chica era aquella con la que Adam bromeaba con él. Recordó la vez en la biblioteca.Clyde había estado mirando a la hermosa chica que estaba buscando un libro en la estantería de la biblioteca de la universidad, justo delante de la mesa donde él se hallaba estudiando con su amigo Adam.—Creo que no aprenderás nada sobre historia antigua si continúas mirando el hermoso trasero de esa chica, Clyde —le dijo Adam con una risita irónica.—Ya cállate, Adam —le dijo con algo de enfado— No estoy mirando su trasero, solo la estoy viendo completa.—Pues se nota que te gusta —le replicó su amigo— Y además tiene un trasero super hermoso… ¡Auch!Adam se quejó por el golpe que le había dado Clyde en el hombro.—Ya deja de decir tonterías, pareces un baboso adolescente —le dijo Clyde con tono molesto.—Mira quien habla de baboso —le dijo Adam con rencor— Por cierto, ¿estás yendo al gimnasio de la universidad? Cada vez me golpeas más fuerte.Clyde lo ignoró por unos momentos, en
El doctor revisaba la cara de Megan y luego miraba para ver la radiografía que le habían hecho. Después de unos minutos de cuidadosa exploración, por fin levantó el torso y la miró después de arreglarse la bata.—Muy bien, señorita Sommers —le dijo el galeno— Creo que ya podemos darla de alta, solo tenemos que esperar los resultados de la tomografía que me deben estar entregando dentro de una hora más o menos.—Gracias, Doctor —le dijo ella animada, esos cinco días en el hospital se habían hecho muy largos.Aunque Sandra la había visitado con frecuencia para ponerla al día con las materias y asignaciones que estaban viendo, Megan se sentía ultra aburrida. El doctor había permitido que paseara por los amplios jardines del hospital, pero tenía que llevarla un camillero en una silla de ruedas, lo que era particularmente molesto, pero al menos podía respirar aire puro al menos una vez al día.—Vendré después de que me sean entregados los exámenes que faltan y me acercaré a conversar con u
—¿Recuerdas el latido de su corazón? —le preguntó Sandra mirándola con curiosidad— No sé cómo puedes recordar ese detalle.— Creo que lo recuerdo porque me sentía tan mal, adolorida, asustada —dijo recordando las sensaciones que sintió en esos momentos— Y el escuchar ese poderoso latido hizo que me llenara de una extraña paz.Sandra la miraba con curiosidad y algo de sorpresa, no solamente por lo que estaba diciendo, sino por la expresión que tenía su amiga en el rostro. Su mirada estaba perdida en la distancia y la expresión de su rostro era de auténtico embeleso.—Solo espero que el sujeto sea guapo y tenga mucho dinero —dijo Sandra conteniendo la risa.El comentario burlón hizo que Megan saliera del ensueño de sus recuerdos.—¿Por qué dices eso? —le pregunto frunciendo el ceño.—Porque tenías la misma cara de tonta que tienen los enamorados —dijo Sandra ya comenzando a reír abiertamente.—No seas tonta —replicó con el rostro ahora serio— No estoy enamorada de ese sujeto, quien quie
—Clyde —le dijo con preocupación en la voz, al ver la cara de seriedad de su amigo— ¿Quieres que vayamos a un lugar más privado?Su amigo no contestó con palabras, pero asintió varias veces antes de levantarse. Adam lo tomó por el brazo y juntos salieron del cafetín hacia la parte del campus donde estaba la residencia de Adam.Clyde caminaba como por inercia, parecía abatido y cabizbajo. En esos momentos estaba pensando cómo le iba a contar a su amigo que se había transformado en algo que ni siquiera él sabía a ciencia cierta qué era.Cuando llegaron al pequeño departamento de Adam, este dejó a Clyde en el sofá de dos puestos que tenía en la habitación y fue a buscar debajo de la cama una botella de coñac, sirvió un par de vasos pequeños y le entregó uno a Clyde.Este vio lo que Adam le había dado y se tomó el vaso de un solo trago.—Caray, salud —dijo Adam, a quien no le había dado tiempo siquiera de acercarse el vasito de licor a la boca— A ver, respira hondo y cuéntame todo.Clyde
Clyde estaba en la cabina telefónica. Había preferido llamar desde allí porque las comunicaciones en el norte de Escocia se ponían pesadas a veces.—¿Aló? —se escuchó la recia voz de su padre después de varios repiques— ¿Con quién desea hablar?—Hola, padre —dijo Clyde con voz alegre.—¿Clyde? —dijo su padre— ¿Cómo estás? ¿Todo bien por allá? —Sí, padre. Todo va bien por aquí —Clyde sentía un extraño desasosiego.—¿Y eso que llamas ahora? —le preguntó— Casi siempre llamas los fines de semana, apenas estoy llegando de la oficina.—Es que hay algo de historia antigua que me gustaría conversar con el abuelo —le dijo.—Hmmm, debe ser algo interesante y que no sale en los libros —Clyde se asombraba de lo acertado del comentario de su padre, pero él era así, por eso era tan bueno en los negocios, la familia de Clyde tenía muchas tierras y empresas asociadas con las mismas, y su padre había sido el artífice del éxito en los últimas décadas.—Pues sí —contestó— Es algo que no sale en los lib
—¿Que tu abuelo tiene qué? —preguntó Adam sorprendido.—Un libro, las memorias del abuelo Angus McCallum —dijo Clyde una vez más a su amigo— Allí están escritas muchas cosas que me pueden ayudar con esto, con “mi legado”.—¡Genial! —dijo Adam muy contento— Apenas te llegue me avisas para verlo, ¿De acuerdo?—Está bien —dijo Clyde con una sonrisa— Ahora es mejor que vayamos a clase, ya he perdido varias.—¡Vamos! —dijo un entusiasta Adam siguiendo a su buen amigo.El agradecimiento de Clyde era enorme, tenía un gran amigo en quien confiar y que lo ayudaría en cualquier circunstancia, y el apoyo de su familia. Creyó que no necesitaba nada más…………………….Megan iba cruzando por el amplio patio de la universidad que quedaba justo delante de la biblioteca, ese era un lugar donde acudían la mayoría de los estudiantes de la universidad para estudiar e investigar en las enormes salas de la biblioteca universitaria.Famosa por lo extenso de su contenido, con libros que no se conseguían en ningun
Clyde dejó a Sandra en una silla de la biblioteca aparentemente sin esfuerzo alguno.—¡Caray! —la expresión de sorpresa salió espontáneamente de la boca de la chica— Parece que trabajas mucho en el gimnasio, ¿eh?—No mucho —mintió descaradamente Clyde, porque él nunca iba al gimnasio. Adam miró hacia otro lado para no delatar su mirada— Pero me mantengo en forma.—Ya veo —dijo Megan mirándolo curiosa— Igual gracias, Clyde —ahora sí suavizó un poco las facciones porque se dio cuenta de que tenía la mandíbula apretada y el rostro tenso.—No hay por qué —le contestó Clyde.—Por supuesto que no —remachó Adam— Somos unos caballeros.El acento escocvés de ambos muchachos había casi desaparecido, no en balde este era ya el segundo año que estaban en el país y ambos habían procurado hablar más como canadienses para que no los miraran de manera extraña.—Gracias, chicos. De veras —dijo Sandra.—Tranquila —repitió Clyde— Cuando terminen de estudiar nos avisan para llevarte a la enfermería.—Est