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Capítulo 3: No Soy de los Fantasmas malos, No te temo

Casi me desmayo en los brazos fuertes del joven guapo y por eso me teletransporte. No sabía si en mi modo humano podría hacerlo y sí lo conseguí. Sus ojos oscuros me recordaron al lobo y de pronto siento ese anhelo de volver a verlo. Me dio un leve dolor de cabeza y pensé que tendría otra visión y se esfumó. De la misma manera que se fue mi cuerpo, en este instante me encuentro bien incorpórea. He venido al bar de Cardiff, me gusta vagar y escuchar música. Es divertido ver a las personas en su mundo y mientras las miro deseando tener un cuerpo. Será por eso que estoy teniendo leves momentos con mi cuerpo y me golpeo la cabeza desconcertada. En la esquina de la pista hay un hombre con ojos casi rojos y es imposible. ¿Cómo un ser humano tendría ojos de ese color? Gravito hacia él y está mirando a todos con rabia. Me detengo al frente de él y sus ojazos espeluznantes me enfrentan. No puede ser, no creo en esos ojos. Le hago muecas, consigo que ladee la cabeza y se cruce de brazos. En el segundo intento le saco la lengua y alzo mis orificios nasales. 

—Terminaste de monear en mi cara, chica fantasma —su voz parsimonia me hace abrir los ojos enormes.

Definitivamente todo está mal, el hombre me ve y no se asustó. 

—¿Eres un médium? —interrogo y él sacó un celular.

—Soy mejor que eso —respondió como si estuviera hablando con alguien por celular.

—Explicate —floto alrededor de él y una chica venía en su dirección, pero la crucé pasando por su cuerpo.

—¡Que frío! —alzó la voz la chica tetona y se volteó frotando sus brazos.

Sonrío orgullosa de espantarla.

—No apartes a mi diversión —su voz es maliciosa y furiosa.

—Es de mala educación dejarme con la duda —miro mis uñas con arena y eso me hace sentir pena por mí.

—No tengo que darte explicaciones, vete a otro lado y busca un cuerpo. Si consigues uno me buscas y así nos ponemos a jugar —me habló hastiado.

¿Un cuerpo? Este hombre me está hablando en chino y me enojo. Siento que por ser un fantasma me ignora. Él me dio la espalda y guardó el celular dando por finalizada la charla insulsa. Al mirar su espalda puedo ver una sombra negra dentro de su cuerpo y la curiosidad me hace atravesar su corazón. Él se detuvo abruptamente, sentí el instinto de exprimir la sombra y por increíble que sea tiré de la presión que daba. El tipo se tiró al suelo convulsionando y la sombra la sostengo en alto. Joder es un fantasma, es el viejo Drake y siempre se pasaba mirando morbosamente mi culo. Las personas socorrieron al hombre en el suelo, estoy ocupada con este viejo y no lo suelto.

—¡Maldita niña sin memoria! ¡Suéltame! Es imposible lo que has hecho —su rostro gordo se ve patético y parece como si fuera a explotar—. No puede ser, ¿cómo me sacaste del cuerpo?

—No sé cerdo, siempre odié tu desparpajo y tenerte sostenido es magnífico.

—No puedo, suél… ta… —se desintegró su cuerpo incorpóreo, era extraño cómo podía atrapar y sostener su frío espíritu.

El tipo que estaba en el suelo está asustado viendo todo. Sus ojos no son rojos, son de un color caramelo. Asumo que cuando están poseídos se ponen rojos. Su rostro es de espanto puro y floto a su lado.

—Oye, no sé qué ha pasado, pero no soy mala, te he sacado ese vejestorio de tu cuerpo.

—No me poseas, ¡aléjate, aléjate! —empezó a gritar y en eso vienen corriendo unos hombres.

—Meir, Meir que bueno encontrarte —uno de ellos le sostiene el rostro y él no deja de mirarme—. No tienes a… tus ojos volvieron —parlotea el recién llegado.

Al ver a su amigo conmocionado y los demás callados mirándome, él se giró. Se puso en pie y puedo ver que todos llevan en su brazo el tatuaje del rostro de un lobo. Me acerco y leo abajo del lobo dice: Gales del Sur. 

—No juegas limpio, en pleno bar —murmuró el tipo que recién llegó y sus ojos son verde fuertes.

—¿De qué hablas? —toco mi pecho ofendida. 

Las personas han vuelto a la normalidad, ya que el hombre está con sus amigos. Contando son cuatro sumando al poseído. Son enormes, todos están alertas por mi no presencia.

—¡Booo! —no pudiendo evitar hacerlo y se marcharon corriendo.

Me empecé a reír, qué divertido. Me giro y en el suelo está el polvo del viejo. Aunque fue divertido, esos hombres me veían y tenían un miedo atroz. Decido seguirlos, al salir no los veo, pero sigo buscando. Los conseguí en la camioneta cerca del bote de basura y están discutiendo. Floto sin que me vean y escucho. 

—La manada del Norte nos comunicó que debemos sellar su alma, en forma de lobos y sin darle tiempo a que nos posean. 

Por eso el viejo estaba en su cuerpo, podemos poseer a los humanos, pero ¿por qué habla de manada y lobos?

—¿Cómo lograste zafarte de ese fantasma? —le pregunta uno al poseído.

—La chica fantasma, ella lo sacó y lo convirtió en polvo —murmuró con la mirada perdida.

—Es imposible, ¿por qué ella lastimaría a los suyos? ¿Estás seguro? —le dice el que me habló tan altanero y su cabello es rizado oscuro.

—Fue lo que pasó —lo empujó molesto y se subió a la camioneta—, solo salgamos de aquí que fue horrible todo, no supero lo que me sucedió.

—Iremos al castillo de los del Norte —dijo el amigo rulado.

—¿Estás loco? —dijo el pelón—, no somos bienvenidos.

—No somos sus enemigos en este momento —afirmó el rulado.

El único que no habló fue el rubio de ojos azules y fue el que manejó. Se fueron, pero necesitando saber más los seguí. Llegamos a un castillo de princesa, me he quedado alucinada. El portón metálico es imponente, el pelón se bajó asustado y habló alto.

—¡Somos de la manada del Sur, tenemos información! —con su mano alrededor de su boca para ser oído.

Debe faltar poco para que salga el sol, en eso salen unos hombres mayores. Están armados, los demás se bajan de la camioneta con las manos en alto.

—Necesitamos hablar con el alfa —el que fue poseído habló.

En eso veo en el camino un auto bonito, se detiene y uno de los hombres mayores se pegó al cristal, mantienen una conversación. El tipo del auto abrió la puerta, la persona que se bajó es el hombre del camino y me quedo pasmada. La diferencia es que tiene traje de vestir con corbata y está bien peinado. Se ajustó la corbata, con pasos seguros se detuvo en el portón. Sin darme cuenta gravité hacia el portón y consigo armar un jaleo. Sin embargo, no solté la mirada oscura puesta en mí y es como un imán. Estar frente de su  presencia me atrae y siento el magnetismo que existe entre nosotros. Todos gritaban, pero fue como estar en una burbuja con él y de pronto los hombres mayores se han convertido en lobos. Todo fue de momento, escucho un aullido detrás y al girarme flotando veo lobos, la ropa rasgada en el suelo. No puedo creer lo que veo, gravito lejos de ellos y vuelvo troto cerca del único que no se convirtió. Estamos muy cerca y susurro.

—Eres el lobito —sus ojos me acarician sin toque alguno y puedo ver la súplica en ellos. 

Es como si me hablara directo, huye, desaparece y mi instinto me llevó a teletransportarme.

Con mis ojos le supliqué que se fuera, vete bonita, vete. Cuando uno de la manada saltó para sellar su alma ella se desvaneció y respiro profundo. Los lobos están alertas, por si vuelve. No le temo a ella, solo sufrí al verla expuesta al peligro. Se vuelven a convertir en humanos todos, están desnudos  y camino hacia mi auto.

—¿Alfa está bien? —preguntó uno de mis hombres mayores.

—Los esperaré en mi oficina del castillo, proveele ropa y los llevas cuando esten listo.

—¡Tenemos en la camioneta! —gritó uno de ellos.

No respondí y me subí en el auto, dando marcha atrás. Antes de empezar mi día le marcó a mi secretaria. Son las cuatro y media, el sol está asomando. No pude dormir, me di un baño y decidí empezar mi día.

—¡Buenos días, Berwin! No puedo creer que escuche tu voz tan temprano —Su voz es animada, es la secretaria de mi padre de confianza y es como una madre para mí. 

Esa mujer es adicta al trabajo y siempre madruga horrores.

—¡Buenos días, Lilith! Me gusta dar sorpresas, soy grande ya —su sonrisa me relaja—. La reunión ruédala a las ocho, tengo un imprevisto.

Tenía una reunión a las siete, con unos posibles propietarios de bares.

—De acuerdo.

He desconectado la llamada, camino hacia la oficina que era de mi padre y ahora es mía. Es con el toque de él, no quiero cambiar nada porque siento que de alguna manera sigue detrás de ese escritorio. Me paso la mano por el pelo y lo despeino. Sus ojos azules sorprendidos vuelven a mi mente. La chica fantasma es lista, ató los cabos. Ella sabe que soy el lobo, su fascinación me cautiva. Cierro los ojos y pienso en ella, en su cuerpo delgado en mis brazos. 

—¿Qué m****a hiciste? —abro los ojos al escuchar su timbre de voz.

Está en el medio de la oficina, no puede ser. Cuando pienso en ella aparece, en el camino pasó y ahora. Ella se mira, su cuerpo ha vuelto y corto la distancia.

—Chica fantasma —susurro y rozo su mejilla.

—Es la segunda vez que me atraes, es como si me tiraras de un hilo invisible. ¿Qué haces? —cuestiona con ojos curiosos y divertidos.

—No sé, sólo pensé en tus hermosos ojos —toco sus cejas y ella cerró sus ojos al sentir mis dedos.

—¿Eres el lobo?— abrió los ojos esperando la confirmación de lo que ya sabe y su emoción me abraza.

—¿Reconociste mis ojos? —pregunto sin responder.

—Tus ojos son tan oscuros y fuertes —susurró y ladeó el rostro mirándome.

Mi dedo índice lo deslizo rozando su nariz respingada y ella jadeó, al despegar esos labios delgados con mi dedo acaricié.

—Eres hermosa —ella me llega a la barbilla y sus ojos me siguen estudiando.

—Dime algo nuevo —se apartó y caminó hacia el escritorio—, ¿por qué cuando estoy contigo soy humana?

Puedo apostar que se apartó porque su corazón late al igual que el mío desbocado. La veo sostener una foto que salgo con mis padres y su dedo toca mi rostro.

—¿Solo tienes cuerpo conmigo?

—Te gusta responder con otra pregunta —soltó el marco y se giró sonriendo.

—No entiendo mucho tampoco, pero si una parte, los fantasmas pueden poseer a los licántropos.

—¿Licántropos? —pregunta dudosa.

—Hombres lobos —levanto mis hombros como niño.

—Tiene sentido, si existen los fantasmas, por qué no lobos. ¿Y los vampiros? —se tocó el labio pensativa.

—No tengo amigos vampiros, pero deben rondar por ahí —suelto casual.

Se le escapó una sonrisa, es jodidamente ver el arcoiris en sus labios. Su aura es como la aurora boreal. 

—No soy de los fantasmas malos —susurró y pude sentir que se lo decía más para ella que para mí.

—No temo de ti —vuelvo y me acerco a ella—, siento aquí —toco mi corazón—, que eres muy especial.

Ella puso su mano encima de la mía, el contraste de nuestras piel me gusta, ella es pálida comparada con mi piel tostada por el sol. Mi corazón se acelera más de lo que ya estaba. Levantó su vista y en sus ojos puedo ver ilusión.

—¿Cómo te llamas chica fantasma?

—No lo recuerdo, solo sé que soy un fantasma y mi apodo es Bellicienta.

—Es muy acorde contigo —admito sonriendo.

—Mi amigo el que vistes —sus ojos se alegran y mueve sus cejas—, Luke, lo inventó.

Lo que siento es celos, cierro el puño de mi otra mano y aprieto la mandíbula. No me parece un nombre lindo al saber quien se lo dio.

—Eres tan volátil —acarició mi mentón tenso—, sonríe más, hombre lobo —su voz fue melosa.

No puedo evitarlo, acerco mi rostro al suyo, su olor no es a muerte. Tiene un olor a abeto mezclado con avellana. En eso se escucha un revuelo y recuerdo que vendrían los de la manada del Sur.

—Vete, encuéntrame a medianoche en el cementerio, en la tumba de Leyla Hathaway —rozo sus labios con los míos y ella cerró los ojos.

Me despego y ella carraspeó, disimula tocando su cabello.

—Nos prohibieron ese cementerio —su voz es un poco más ronca. 

Estoy seguro que deseaba el beso, pero cuando la pruebe será sin prisa.

—No creo que seas de cumplir las reglas —dije burlón. 

Tocaron a la puerta y ella se alertó.

—Soy más de romperlas —levantó su mano y acarició mi cabello, se desvaneció—, te veré allí lobito —susurró en mi lóbulo por detrás y se esfumó.

Me ajusto el traje, respiro profundo y me acomodo detrás del escritorio.

—Adelante —los invito a pasar con mi voz baja y mis ganas por esa chica fantasma aumentando.

Entró Neal, es el hombre de confianza de mi padre y detrás los cuatro de la manada del Sur. se acercan con ropa nueva, unos jean y camisa. 

—Déjanos solos —ordeno a Nea, él se tensa y asiente sin querer marcharse.

—Gracias por recibirnos —dijo el pelón.

—Al grano, no les tengo mucho cariño. Está demás decir las razones —comento serio.

—No hemos olvidado lo que han hecho nuestros hermanos, pero siento que debemos unirnos contra los fantasma  —vuelve habló el pelón, aparentemente el líder de su grupo.

—No confío en ustedes, lucharé por proteger a mi gente solo.

—La chica fantasma —ha dicho el asustadizo de cabello castaño y me tenso—, ella sacó el fantasma que me poseía.

Mis ojos se agrandan y uno mis manos pensativo.

—¿La vieron? —pregunto y los demás niegan.

—Solo yo, ella se acercó cuando estaba poseído y sacó el espíritu. No lo soltó hasta que se hizo polvo, ella no es un peligro, por eso no me preocupé al verla fuera del castillo.

—Es un fantasma Meir, entiéndelo tal vez fue una trampa —dice el de cabello rizado.

—Pienso que si hubiera querido me hubiera poseído antes que ustedes llegaran y no lo hizo.

—Tienes razón, ¿la viste cuando hizo polvo el espíritu? —vuelvo y pregunto para estar seguro.

—Sí, ¿no me crees? —se pasó la mano desesperado por su cabello castaño.

—Te creo, tampoco la veo peligrosa. Su aura no es oscura —confieso con estos extraños de la manada rival.

—Es de muchos colores su aura —dijo animado el chico llamado Meir.

—Por el momento mantengamos esto en secreto, intentemos averiguar por nuestra cuenta. ¿Qué opinan? —les ofrezco.

Me levanto y les ofrezco mi mano. El primero en estrecharla es Meir y se siente correcto.

—Estoy de una, no quiero que me posean de nuevo. Si tenemos a esa fantasma de nuestro lado me sentiría a gusto.

—¿Ustedes? —los miro seriamente.

Todos asienten y sonrío al tener personas para poder ayudar a Bellicienta. La chica fantasma de aura hermosa es mi perdición. Sé que debo ser alfa, le debo fidelidad a mi gente. Pero en estos momentos siento que proteger a Bellicienta, es el primer paso para poder cuidar a mi manada bien.

—Estamos dentro —dijeron cada uno.

—Una pregunta, ¿por qué no acudieron a su alfa? —necesito saber.

—Cuando nuestro amigo fue poseído nos echaron por miedo a que fuéramos uno de ellos —susurró el de cabello rubio largo, hasta ahora se había mantenido al margen.

—Pero si por los ojos se sabe, los poseídos son rojos sobrenaturales —argumento.

—Ellos no confiaban en nosotros, por eso se me ocurrió la unión con ustedes —confesó el de cabello rizado.

—Desde ahora espero lealtad a mi manada y nada de trampas, sino les demostraré lo recto que puede ser por proteger a mi familia.

—No lo defraudaremos, ¿cierto? —dijo el pelón y miró a sus amigos.

—Así es, no lo haremos —empezaron a decir y les creí.  

No bajaré la guardia con ellos, pero siento que es lo correcto por hacer. Esta noche los pondré en marcha y probaremos si son leales.

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