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Capítulo 6: Seré un Alfa que no Teman

Llevo trabajando desde que terminó la reunión, he estado firmando contratos y finiquitando los gastos de la semana. En medio del caos de papeles no he olvidado mi cita en el cementerio con Bellicienta y tocan a la puerta. 

—Adelante —recojo un poco el escritorio y doy mi última firma poniendo el papel en la carpeta.

—Buenas noches, Berwin —entró Neal con mi padre sosteniendo su hombro.

Desde que papá perdió la vista, Neal siempre lo ayuda junto con mi madre. En sus rostros puedo leer el disgusto por permitir que los cuatro chicos de la manada del sur se queden en el castillo. Los dejé con Craig, la cara de mi amigo fue digna de grabar y a pesar de todo aceptó ser el guía de ellos. Les informó las normas (básicamente no traicionar) y todos los por menores. Los tuve que dejar solos por el trabajo y sabía que esto sería un gran problema para papá. 

—Hola Neal y papá —me pongo en pie y me acerco a mi padre—, ven te llevaré a tu silla —se opuso y se puso tedioso.

—No es mi lugar, es el tuyo y debes aceptarlo. Madura de una vez —su tono es autoritario y con su mano buscó la mía—. ¿Qué hacen esos hombres de la manada del sur? Tienes la responsabilidad de proteger a toda la manada y ser recto —apretó mi mano y Neal está con el rostro disgustado.

—Estoy consciente de todo papá, esos hombres no serán peligro para nuestra manada…

—Despierta —lleno de cólera me alzó la voz y se quitó sus gafas oscuras dándose golpes en sus ojos azulados, los cuales se privaron de ver los colores—, mírame, no puedo permitir que seas muy confiado, recuerda —Neal lo sostuvo y sentó en la silla.

Su rudeza me ha dejado sin habla, no he olvidado y menos la muerte de mi amiga. Estoy agotado, no dormí nada y solo ha venido a criticarme.

—¿En dónde está Berwin? —mi padre gritó y mueve sus manos frenéticos—. Neal este niño no entiende, ayúdame —rogó como si no estuviera presente.

Suelto el nudo de la corbata furioso y cansado de su falta de confianza.

—No pedí ser el alfa y me tocó —hablo con la voz contenida—. No he olvidado tu perdida y mucho menos el dolor de perder a mi mejor amiga. En algún momento me has preguntado cómo me siento —interrogo y se han quedado perplejos al verme quejándome.

Siempre he callado, mantenido el rostro agachado y mi padre ordenando. Camino por el despacho, esta caja que cada vez me asfixia y mi lobo quiere correr, huir de este encierro. 

—Neal dime que esto es una comedia —se burló mi padre y se puso sus gafas oscuras—. No te preocupa que un fantasma entró a nuestro castillo y rompió los sellos. Neal me contó que no te protegiste solo miraste, ¿cómo quieres que confíe en ti?

El pobre Neal no sabe donde meter la cara, aflojo mi corbata y suelto un par de botones de mi camisa. 

—El guardián de la línea ha dicho que todo cambió, obviamente los sellos también. Estoy investigando y pido paciencia. Necesito confianza.

—La manada necesita seguridad y que actúes de una —con su mandíbula apretada exige.

—Soy el alfa y las decisiones que he tomado deben ser acatadas. No eres el que manda, has puesto la manada en mi manos y pido el respeto que me merezco. Les guste o no, en todo caso si esos hombres nos dan un problema, seré el responsable. 

—Berwin Dee —se puso en pie con su altura y fornido—, ¿estas pasando por encima de tu padre?

Soy dos cabezas más alto que papá y con pasos decididos, sin miedo; y como alfa de Gales del Norte me enfrento a mis miedos. Muchos de ellos fueron por este personaje que tengo de frente, terror a no ser suficiente para él. Ahora que no tengo remedio seré libre. Sin tantas complicaciones, sin demasiadas expectativas. Mientras pueda mantener a salvo mi manada, porque tengo que ser una marioneta. Mi mejor amiga siempre me decía: No temas eres un gran líder. Cuando llegue el momento la manada estará orgullosa de seguir tus pasos. 

—Eres mi padre y siempre te respetaré —toco su hombro y me dio un manotazo—. Me aseguraré que la manada pueda vivir sin miedo a un fantasma. Les enseñaré a luchar y no temer, debemos estar unidos. Es un nuevo enemigo y desconocido, pero no imposible de combatir. Les enseñaré a que no teman a su alfa. Un alfa debe ser recto cuando debe serlo, proveedor y protector. Sobre todo debe aceptar que no todos pensamos igual, pero eso no significa que no podamos sentarnos a hablar —se han quedado callados.

Rebusco en mi desorden del escritorio mis llaves y maletín. Antes de irme le marco a mi secretaria Lilith y coloco el altavoz.

—¿Qué necesita mi niño?  —Su voz es un bálsamo en este estrés.

—He dejado todo firmado y terminado. Podemos irnos a casa —suavizo la voz.

—Has trabajado muy bien, tu padre debe estar orgulloso —se escucha su pulla por el despacho y mi padre se pone tenso.

—Sabes que el viejo no se engatusa tan fácil, para él nunca es suficiente. —Aunque intento ser chistoso me fue imposible, es la cruda verdad.

—Incordio que es —gruñó Lilith por la línea.

—Te escucho Lilith —se entrometió papá.

—He dicho la verdad, confía en tu hijo y sé indulgente.

—Gracias por siempre creer en mí —le agradezco a mi secretaria que me cuida. 

—Eres de un gran corazón, entraré por los papeles —enseguida colgó.

Acomodo el teléfono y mi padre está sumido en el silencio. Entró Lilith y fue hacia mi padre a abrazarlo. 

—Tengo unas cosas que hacer, nos vemos —comenté con nadie en particular y salí de la oficina.

Necesitando aire fresco sin mirar a nadie me fui. El cielo está oscuro, el viento me refresca el rostro y con pasos largos voy hacia mi Jaguar marrón. Desactivo el seguro, de pronto en los árboles puedo distinguir un celaje. Mis sentidos se alertan, escucho a alguien reírse con maldad y corro hacia el ruido. No me convierto, aún siendo humano soy veloz. El ruido me dirige y la escena que tengo al frente es confusa. Hay un lobo de pelaje marrón con su pata en el corazón del fantasma. Es un joven tiene su cara apunto de reventar y se desvaneció. No es un lobo de mi manada, al notar mi presencia se giró listo para atacar. 

—Cálmate, soy el alfa de la manada del norte y tú debes ser del sur —respiro agitado por la corrida y sus ojos son marrones desafiantes.

Escucho en mi mente: No pertenezco a ninguna, soy mi propio dueño. 

Se fue sin darme tiempo a hablar, ¿por qué merodeaba por mi compañía? Sus palabras me dejaron pensativo. Saco mi celular y le marco a Craig, espero que siga con los chicos.

—Berwin, estos lobos son imparables, comen y comen. Siempre están aburridos. Puedes volver por tu chicos, me rindo —con su voz desesperada mi amigo habló, sin respirar casi.

—No seas exagerado, es bueno para que distraigas la cabezota.

—Tengo suficiente contigo —resopló. 

—Pásame al calvo —tengo que aprenderme sus nombres.

—Hola —se escucha su voz demasiado alta, bajo el volumen del celular y me subo a mi auto.

—¿No ha pasado nada extraño? —pregunto saliendo demasiado rápido del estacionamiento.

—No cuenta molestar a Craig —se mofó de mi amigo.

—He visto a un lobo de pelaje marrón y… —saco la corbata con cuidado de no chocar y arrojo al suelo del auto.

—Ojos del mismo color —terminó el joven.

—¿Lo conoces? ¿Es de tu manada?

—Es Abe, y no es de ninguna, pero busca a su hermano. 

—¿Quién es?

—Es Meir y debió de enterarse que fue poseído.

—Estaba cerca de mi compañía, pero se fue sin darme tiempo. 

—Es desconfiado, pero volverá —aseguró.

—Los veo cinco minutos antes de la medianoche en el cementerio Cathays, y sin Craig —le pido y espero que puedan deshacerse de mi amigo.

—De acuerdo —aceptó sin complicaciones.

Me he desconectado y fui hacia mi próximo movimiento. Nunca pensé que estaría de camino a casa de una médium y eso hago. Pienso en los ojos azulados de Bellicienta y en sus labios delgados. La huelo antes de verla y su voz no es de sorpresa.

—Te esta gustando eso de tirar de mí, lobito —su voz es divertida desde el asiento de atrás y la miro por el espejo retrovisor. 

Se me escapó una sonrisa mostrando todos mis dientes y ella brincó al asiento del pasajero.

—¿Cómo vas? —intento no mirar su trasero—. Por cierto me llamo Berwin.

—Berwin el lobito —pone sus manos al frente de la calefacción y no pierdo su entusiasmo al ver sus dedos. Mi reacción fue sostener su mano—, se supone que nos viéramos a la medianoche —me recuerda con picardía.

Sigo conduciendo con una mano y sin pensarlo entrelazo mi mano con la suya. El camino es angosto y oscuro. Hemos llegado a la casa solitaria y se ve espeluznante. No tuve problema en encontrarla porque es muy conocida esta mujer. Me estaciono al frente del portón con calaveras colgadas de adorno. Vuelvo a mirar a Belli, y su hermosura me impacta. Ella sigue absorta mirando nuestra unión. 

—Necesito ver si funciona esta absurda idea —susurro ansioso.

—Me gustan las cosas imposibles —Con esa insinuación y su mirada me dejo llevar por el momento.

Se acabó el deseo, me acerco a Belli, y poseo su boca. Sus labios están inmóviles y ha agrandado sus ojos. Por inercia rozo sus labios y consigo un gemido como premio. Puedo oler su excitación y hace que el lobo en mí quiera poseerla y aullar por su cuerpo. Con mi mano libre sostengo su cabeza e introduzco mi lengua en su boca. Ella me sigue, nos besamos torpemente, hasta que las lenguas se acoplan y suelto su mano para sostener su cuerpo. Necesitando su cercanía la agarro de su cintura, trepando en mis piernas sin ningún esfuerzo y ella me sostiene por el cuello. Somos jadeos, el beso subió de tono y mi pene está como roca. Quiero poseer su cuerpo por completo. Termino el beso, lamiendo su barbilla y deslizando hasta su cuello. La tentación me hace chupar ese arco delicado y ella me otorga sus gemidos. El lobo estaba gruñendo y ella me tiró del cabello. Nos miramos con los ojos chiquitos y brillosos. 

—¿No es una locura? —entre jadeos quiso saber y la beso en respuesta—. Eres… un imán y… —tiró de mi cabello luchando con sus ganas—, si todo es por la m****a de línea prohibida esto que sientes —en sus ojos se lee el miedo.

La abrazo y huelo su aroma a abeto y avellana. Ella se relaja en mis brazos y suelta mi cabello. Empezó a acariciarme la espalda con movimientos circulares y son hipnóticos. Me muevo antes de sucumbir a sus encantos y sostengo sus mejillas sonrojadas. La examino por completo y deposito un beso en su frente. 

—No creo que lo nuestra sea falso, nosotros tenemos una conexión y se siente maravillosa.

Esto será lo que se siente por la compañera de uno, pero es un fantasma y Leyla siempre me platicaba del lazo irrompible que tenía con Craig.  

—No quiero lastimarte Berwin.

Mi nombre en su voz es mi nuevo sonido favorito. Sonreímos hasta que unos fuertes golpes en la ventanilla, nos hacen brincar y mi lobo se alerta. En medio de la oscuridad con un farol de mano nos acecha la médium y con ese rostro poco amigable es para pelos. En las fotos de las redes se veía menos temible. Oprimo el botón de la ventanilla y en lo que se desliza ella se pone más espantosa.

—Buenas noches, Imogen—le regalo una sonrisa a medias y su nombre raro no olvidé.

—Puede tener sexo con una mitad fantasma, no me incumbe. Pero no tiene que ser en mi portón —reclamó la médium,

Nos quedamos con la boca abierta mirándonos. La señora es muy amable y directa. Además que sabe que es un fantasma, aunque su cuerpo en este instante sea tan real como mi polla dura.

—Usted es la persona indicada entonces   —comento y ella negó.

—No serviría de mucho —comentó Imogen y se giró con su vestido largo a juego con la noche.

Puedo ver que Belli se está desvaneciendo.

—¡Espere señora, por favor! —no puedo rendirme después de probar esos labios.

Nunca me había sentido tan completo. Tener el cuerpo de Bellicienta acoplado y caliente me llenó inmensamente. Belli se ha vuelto incorpórea y flotó fuera de mi lado. «Maldición, la extraño». Se ha quedado afligida y callada.

—Antes de que me arrepienta, síganme. —La señora nos permitió un momento y tras sus palabras caminó hacia el portón, lo abrió dejándolo semi abierto.

—Hey, Belli quita esa cara —susurro con ganas de tocarla—. Estoy contigo. 

—¿Qué cara? —se desvaneció y luego susurró en mi lóbulo derecho—. Todavía puedo sentir tus labios en los míos y son el maldito regalo para una fantasma —se le escapó una sonrisa y es injusto no poder verla.

—No juegas limpio, muéstrate —abro la puerta del auto y cierro—. Mi polla tiene problemas graves.

—Grosero —susurró en mi lóbulo izquierdo y su melodiosa risa me acompaña.

—Apuesto que estás mirando en estos momentos allá abajo. —Su chillido me hace sonreír.

—No es así y muévete —se oye como una niña recién atrapada en el acto.

El camino tiene rocas y con cada paso se enciende una lámparas con sensores. Llego hasta dos escalones y subo hasta estar en el balcón de la casa. La puerta se abrió sola chirriando (todo está preparado para verse espeluznante) y escucho la voz de mal humor de la médium.

—Berwin Dee acaba y entra —su voz es amenazadora y en eso flotó a mi lado Belli.

—Vamos juntos, lobo —me lanzó una guiñada con esa sonrisa de arcoiris y mi corazón se quiere salir del pecho.

Cruzo el umbral y la energía la puedes palpar en esta casa. La puerta se cerró de golpe y nos giramos sobresaltados. Las luces se apagaron y encendió unas velas. Nos encontramos a Imogen sentada alrededor de velas y en posición de indio nos espera. Hay una mesa bajita y al frente dos cojines con colores chillones esperando por los recién llegados.

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