Capítulo 54. Fugaz
Albert la miró y vio su delicada mano posada sobre la de él. Lo acariciaba con ternura. La sensación era extraña, tierna. Norah jamás había sido tan atenta con él, ni había tomado la iniciativa de tocarlo.

Suprimió una sonrisa que quería estallar en una risa de felicidad, le tomó la mano a su esposa y la hizo levantarse. No podía desperdiciar un momento así. No cuando era tan difícil que se repitiera.

―¿Estás segura, Norah?

Su voz era suave, aun con el acto de un esposo preocupado por la salud de su esposa.

Norah asintió. ―Sí, quiero que me ayudes a entrenar. Solo mi esposo puede ayudarme.

Albert tragó saliva. No podía creer lo que estaba escuchando. Ella lo había llamado su esposo tan de repente.

Ahora podía cumplirle lo que fuera. Aunque buscaría una manera de que el entrenamiento fuera apenas un ligero ejercicio. No podía exponerla a un esfuerzo innecesario que provocara que su frágil cuerpo se debilitara.

Norah lo miró con una gran sonrisa mientras él seguía sonriendo sin sa
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