Capítulo 1

Sábado 29 de Marzo

Morelia, Michoacán, México

Narra David De María

Era un sábado 29 de marzo, estaba cabreado al máximo, ya que uno de los  profesores nos había ido a dar clases de una materia en fin de semana. Lo peor del caso no era aquello, era que yo tenía ya un compromiso, que llevaba tiempo posponiendo el de ir a cenar con mi madre. Así que a pesar de tener clases ese día, me propuse no posponerlo más y reunirme con ella en un lujoso restaurante después de salir de mis clases de la Universidad, cursaba entonces el 1er año de la carrera de Ingeniería Industrial en una de las mejores Universidades de México.

No obstante que estábamos en sábado en clases, fuera de días de escuela mi flamante profesor se extendió y lo que iba a ser una clase de 6 pm a 8 pm, se prolongó hasta las 8:15 pm. Algunos dirán que no es mucho tiempo, pero yo llevaba prisa por llegar. Salí cagando leches del aula de clases y no me entretuve en despedirme ni del profesor ni mucho menos de mis compañeros.  

Corrí al estacionamiento en busca de mi auto, un Cadillac CTS y una vez que me subí, pisé a fondo el acelerador, un poco más adelante me detuve en un semáforo que indicaba la luz roja, la cual aproveché para mandarle un mensaje a mi madre, avisándole que iba apenas en camino y que por favor fuera tan amable de esperarme. No era de los que solía llegar tarde a alguna cita, la puntualidad es esencial en mi vida diaria.

De camino para allá estaba muy pesado el tráfico vehicular en la Avenida por dónde transitaba, así que decidí coger un atajo y meterme por una pequeña calle para avanzar más de prisa, lo que segundos después me pareció un completo error pues delante de mí iba un auto pequeño un Honda Fit circulando a baja velocidad, pasé un rato tratando de hacer el rebase lo cual no logré pues venían más autos en sentido contrario, me era imposible adelantar. 

Me estaba desesperando demasiado pues la persona que conducía el Honda, parecía ser una persona de la tercera edad por su manera de conducir, eso pensaba yo cuando afortunadamente un camión que iba delante del Honda se salió de la fila de autos y entonces la conductora del Honda comenzó a saber para que servía el acelerador. 

Me sentí un poco menos presionado ya que empezamos a coger un paso algo veloz, así que me relajé y puse algo de música en mi auto. Estaba cambiando la pista musical a “Este es nuestro Amor” de David Bustamante, uno de mis artistas favoritos, inesperadamente el auto que venía delante de mí, frenó de golpe y yo no tuve oportunidad de frenar, cuando lo hice, era demasiado tarde, me había impactado de lleno contra la parte trasera del auto, el golpe fue devastador, el sonido del metal al colisionar fue irreal. 

Me quedé hundido en el asiento por unos momentos, el cinturón de seguridad había impedido que mi cabeza chocara con el vidrio, se había escuchado duro el golpe a pesar de que tenía mi música en volumen un poco alto. Vi que no se bajaba nadie del Honda y entonces me bajé del Cadillac lo más rápido que pude, para darme cuenta de la magnitud de los daños y cuando lo hice sólo pude exclamar. 

— ¡Hostia puta! 

Por la magnitud del golpe que prácticamente había acabado con el Honda. Me quedé pasmado viendo como casi mi auto entró en toda la parte trasera del Honda, solo esperaba que a la persona dentro del auto no le hubiera pasado nada, cuando de pronto veo bajarse del Honda a una tía joven y bastante cabreada, caminando hacia mí. Venía como un toro enojado, a punto de lanzarme la primera cornada.

Antes de poder decir o pronunciar yo, ni una sola palabra, que ni siquiera había empezado a procesar, ella quién pensé que era una tía mayor por ese modo lento de conducir, miraba fijamente el golpe sin dar crédito a lo que estaban viendo sus ojos, se llevó las manos a la cabeza, sin saber qué hacer, sus hermosos ojos cafés bajo unas pestañas rizadas y tupidas que enmarcaban esa mirada tan hermosa. Era una tía bastante joven quién pensé que no sería mayor que yo. Me distraje mirándola y de pronto ella me volvió a la realidad y de una forma que no fue para nada civilizada.

—A ver hijo de tu puta madre – Fueron las primeras palabras que me dirigió en ese momento – Parece que estás loco o ciego o ¿Qué rayos te pasa?, ¿Me querías matar o qué?

No esperaba que me atacara de esa manera, era una tía, menuda, guapa y se veía de muy mal carácter, me cautivó desde el primer momento en que la vi, prácticamente todo dejó de importarme, solamente quería saber cómo estaba, si no había sufrido ningún daño, si algo le dolía para poder llevarla a que la atendieran.

—Tranquila tía, es que tú te has frenado de golpe, no me ha dado tiempo de hacerlo a mí. ¿Pero, estáis bien?, ¿Te habéis hecho algún daño? –Quise tranquilizarla enseguida –Creo que lo material tiene remedio, me alegra que sólo parece haber sido eso y que no te ha ocurrido nada.

—Eres un pendejo, ¿Cómo puedes ir corriendo cómo imbécil por una calle que no es vía rápida? Me detuve porque se me atravesó un perro, ¿Es que no sabes leer el reglamento de tránsito? – Gritó ella histérica y cada vez más cabreada – Te voy a demandar, has matado a mi auto. Infeliz, desgraciado, cabrón. Va a caer todo el peso de la ley sobre ti.

No supe que decirle, sí, en efecto fui yo quién le pegué pero ella también tenía su parte de culpa, tenía que aceptar que también la tenía. La gente de pronto comenzó a congregarse en la calle y nos pidieron mover los autos, ya que estábamos obstruyendo el tránsito de la calle, ya la fila de autos se estaba haciendo más grande, por lo que ambos accedimos. 

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