Siendo egoista

Horas más tarde, Leia alzó su vista al cielo negro de esa noche, la luz de la sala alcanzaba a iluminar el exterior gracias a las paredes de cristal, sus ojos azulinos bajaron de las nubes relampagueantes al agua de la alberca que era rota en su tranquilidad por las miles de gotas que caían suaves pero constantemente sobre ella.

«Ha anochecido completamente» pensó preocupada al apoyar su mano en el frío cristal; suspiró pesadamente al girarse y acercarse a tocar el pequeño botón que cerraría las cortinas de ese lugar, ya era noche y Caleb no había llegado aún.

Sintiéndose extrañamente preocupada se dirigió escaleras arriba y llegó a su habitación, buscando distraerse un poco encendió el televisor y dejó que las noticias que corrían en ese canal informativo sonaran, mientras ella daba un últim

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