Horas más tarde, Leia alzó su vista al cielo negro de esa noche, la luz de la sala alcanzaba a iluminar el exterior gracias a las paredes de cristal, sus ojos azulinos bajaron de las nubes relampagueantes al agua de la alberca que era rota en su tranquilidad por las miles de gotas que caían suaves pero constantemente sobre ella.«Ha anochecido completamente» pensó preocupada al apoyar su mano en el frío cristal; suspiró pesadamente al girarse y acercarse a tocar el pequeño botón que cerraría las cortinas de ese lugar, ya era noche y Caleb no había llegado aún.Sintiéndose extrañamente preocupada se dirigió escaleras arriba y llegó a su habitación, buscando distraerse un poco encendió el televisor y dejó que las noticias que corrían en ese canal informativo sonaran, mientras ella daba un últim
—¡Hey, Leia, abre ya, nos estamos congelando! — exigió Hillary al hablarle al intercomunicador. —No grites, tonta, nos avergüenzas— regañó Kristel al golpearla con el codo. Leia sonrió y luego de avisarles que bajaba, colgó el teléfono. —¿Llegaron? — preguntó el rubio que bajó de la habitación al escuchar el timbre. —Ajá— ella le asintió mientras dejaba una bandeja con diversos aperitivos en la mesa. —Yo bajo— se ofreció él y ella agradeció y le sonrió, después volvió a la cocina sólo a verificar que tuviese todo listo, era la primera vez que recibía visitas formales en su casa y hasta cierto punto, deseaba ser una buena anfitriona. Vio a Caleb perderse por las escaleras y suspiró al morderse un labio, la noche anterior había estado más cercano de lo normal, hicieron el amor varias veces durante la noche, algo que no ocurría desde las primeras noches enteras que compartían; en la mañana apenas tuvo valor de abrir los ojos y ducharse para asistir a la universidad, él también habí
Dos sonoros golpes en el cristal llamaron la atención de Leia, Kristel y Elric. —El partido continúa, ¿no vienen? — Hillary hizo un movimiento de cabeza invitándolos a entrar. —Oh, por supuesto— dijo Elric y se adelantó llevándose de la mano a Kristel. —Bien, el partido no es lo que más deseo ver— se quejó la castaña y aun así lo siguió. —Llamaré a Caleb— informó Leia al caminar con ellos, dándose cuenta que muy buena anfitriona no estaba siendo al haber dejado a aquellos dos solos. —Bien, te esperamos adentro – Kristel y Elric entraron y Leia cambió de dirección directo a las escaleras. —No me importa— escuchó la voz seca de Caleb y detuvo sus pasos. —No puedes arreglar un problema con otro— la voz de Elton la hizo fruncir el ceño. El pequeño alboroto del interior no disminuyó la intriga que esa conversación le generaba. —Joder, Caleb, tú ni siquiera deseas hijos, ¿por qué lo haces? — esa pregunta en la voz alta e incrédula de Elton le hizo latir el corazón de una forma ext
Esa pregunta y el tono amargo y resentido de la lacia cobriza le generaron un mal sabor de boca a Leia. Su respiración suave y calmada escapaba despacio por sus labios al esperar que Emireth hablara, a decir verdad, no tenía idea de lo que hacía ahí, los ojos de ella y los de Darlene no dejaban de ver a la convaleciente cobriza, aunque los de esta última, con algo más que preocupación. Emireth sonrió con burla y autosuficiencia al acercarse un par de pasos a Leia, la misma que la vio con recelo pero que no se apartó un milímetro de ella. —Y dime, ¿Tú a qué has venido? – cuestionó sin disminuir un poco el grado de su autosuficiencia e incluso, elegante altanería. Leia la vio de medio lado cuando Emireth se colocó a su lado, terminando de analizarla, como siempre, subestimándola, mientras se negaba a aceptar su derrota por culpa de esa chica un par de años menor que ella – Mph— sonrió con ironía y un tinte de molestia – ¿me dirás que también estás embarazada? – preguntó tensando a L
—Pero ella es tan cruel y una mentirosa — soltó al apoyar sus codos en el volante mientras se apretaba las cienes, pretendiendo centrar sus pensamientos.Recordar la noche anterior cuando Caleb y ella estaban juntos hizo incrementar su llanto y el dolor, esa noche, cuando sus amigos dejaron su casa, él había vuelto a besarla, acariciarla y desnudarla despacio antes de tumbarla en la cama y subirse sobre ella; Caleb le había hecho el amor de forma larga y tranquila, viéndola a los ojos, para luego incrementar la fuerza de sus embistes y no perder detalle de cada uno de sus gestos, eso la había hecho sentir tan vulnerable ante él.Porque lo era, demonios.«Esto no puede estarme pasando» Se lamentó y apretó sus manos en sus ojos, Necesito dejar de llorar, ahogar su llanto y tragarse su dolor, al menos por las horas siguientes, no ser est&
—Fuiste muy cruel con esa chiquilla— se quejó Darlene al ver molesta a Emireth, luego de que el médico la regresara a su habitación y le ordenara a una enfermera aplicarle una nueva dosis de sus medicamentos, pues antes de llegar, la lacia pelinegra casi se desvanece.Los ojos negros de Emireth siguieron puestos en las agujas que atravesaban su brazo, al ser por donde le subministraban diversos medicamentos.—Esa niña irá a contarle todo a Caleb, le reclamará y él…—Me importa un demonio— interrumpió y dejó claro la otra.—Sabes que cavaste tu propia tumba— alegó indignada Darlene.Emireth sonrió de medio lado —Entonces sí que estoy a tono con la situación— dijo con amargura.La otra abrió los ojos gran
—Hermano… - Elton mencionó al revolverse el cabello semi húmedo por las gotas de agua que caían, al entrar al edificio de los dormitorios en el campus universitario, todavía mantenía el móvil en el oído cuando escuchó cómo alguien llamó al rubio del otro lado, siguió con pasos cansados avanzando por el pasillo, para finalmente doblar y tomar dirección a la habitación que ocupaba en ese lugar.Escuchó a Caleb hablar con otra persona y dejó de prestar atención cuando su mirada se clavó al fondo de ese pasillo, justo frente a la puerta de su sencillo cuarto.—Elton— la voz de Caleb lo distrajo y nervioso devolvió su atención a la voz del rubio -, hablaremos más tarde.—Ah… ah, sí… cla-claro, hermano— dijo y pasó saliva a
En ese mismo día lluvioso, al otro extremo de la enorme ciudad, Caleb cortaba de forma desinteresada la llamada que no le fue respondida.—¿Qué demonios le pasa a todo el mundo en esa maldita universidad? – se preguntó comenzando a fastidiarse.Devolvió su móvil al bolsillo de su pantalón mientras se sentaba ligeramente en su grande y pulcro escritorio.Su mirada cayó de medio lado al cielo lluvioso, le había marcado a Elton luego de que su llamada anterior fuera interrumpida y el cretino joven no le había respondido, luego llamó a Leia para invitarla a comer pues sus clases estarían por finalizar, pero tampoco lo atendió.—Joder— soltó frustrado y regresó su mirada a su escritorio, sobre el cual se encuentran un folder que recién le había entregado Enzo, su s