En ese mismo día lluvioso, al otro extremo de la enorme ciudad, Caleb cortaba de forma desinteresada la llamada que no le fue respondida.
—¿Qué demonios le pasa a todo el mundo en esa maldita universidad? – se preguntó comenzando a fastidiarse.
Devolvió su móvil al bolsillo de su pantalón mientras se sentaba ligeramente en su grande y pulcro escritorio.
Su mirada cayó de medio lado al cielo lluvioso, le había marcado a Elton luego de que su llamada anterior fuera interrumpida y el cretino joven no le había respondido, luego llamó a Leia para invitarla a comer pues sus clases estarían por finalizar, pero tampoco lo atendió.
—Joder— soltó frustrado y regresó su mirada a su escritorio, sobre el cual se encuentran un folder que recién le había entregado Enzo, su s
—Esta mañana me encontré con Emireth— soltó amargamente al tiempo que se levantaba y rodeaba el sofá para verlo de frente.El rostro serio del rubio y su mirada profunda y ligeramente más oscura, le dio a saber a Leia que él sabía perfecto de qué le hablaba -… me dijo que…—No me importa lo que te haya dicho— cortó con voz seca y luego de dejar de verla por un segundo, volvió su atención a ella – Lo que haya sido, es parte del pasado –A Leia volvió a rompérsele el corazón, los ojos azulinos verdosos se llenaron de lágrimas.—¿Jugaste conmigo? – su voz fue como un susurro que golpeó con fuerza al rubio que tragó pesadamenteÉl tensó su mandíbula y bajó la mirada, no d
—No voy a estar con ella, no importa que no estés, ella siempre lo supo – dijo Caleb al referirse a Emireth…y es que, después de Leia, jamás podría amar a otra mujer…jamás. El delgado cuerpo femenino tembló y Caleb tomó su rostro para alzarlo, la mirada de ella mostró temor o inseguridad y él besó despacio sus labios, haciéndola cerrar sus ojos y que de estas resbalara el exceso de lágrimas, los labios del ojiazul se separaron y se fundieron en los de ella, que también los separó añorante de ese contacto. Caleb la apretó y ella suspiró en medio de ese beso. —Ya no quiero estar contigo— soltó Leia amargamente, rompiendo el corazón del petrificado ojiazul – ya no puedo verte a los ojos sin ver al egoísta chico que jugó conmigo; me hiciste darte todo por rencor…y nunca fuiste capaz de decirme la verdad…— le dijo viéndolo a los ojos y se salió de su abrazo sin mucha dificultad. —Fui un imbécil— aceptó – pero cómo empez
—Es decir, no te confundas, sé que está mal y todo, pero él también tuvo que actuar así movido por algo, por ti, porque te…—Lo sé, sé que ama, y que todo lo que ha hecho es por esa razón…pero, aun así, no puedo seguir soportando más mentiras…mi vida está destrozada y el…no tuvo el valor de decirme las cosas a la cara, por más amor que le tenga o me tenga…vivir una relación que se construyó a base de mentir y mentir…no es lo que quiero…no puedo…— interrumpió la cobriza ya con los ojos rojizos a Hillary –Caleb todo este tiempo ha justificado su egoísmo en el amor, viéndome a mí como una estúpida, la Leia imbécil y manipulable, la que puede vivir en una burbuja cuando todos afuera deciden lo que ocurre o no conmigo, lo que sé o lo que no puedo saber
Con la luz del cielo de su departamento golpeándole sus ojos azules, Caleb siguió recostado sobre su sofá, con una de sus piernas y brazos pendiendo de éste.El apenas perceptible rechinar que emitió el sofá cercano, cuando Elric se acomodó sobre él, hizo que el rubio rodara sus ojos a su primo. Con la noche ya cubriendo la ciudad, Leia cerró la puerta de su casa luego de despedir a sus dos amigas que permanecido hasta esa hora con ella.Suspiró al quedarse enteramente sola.Se recargó en la puerta y su vista fue sin interés alguno, a las escaleras al final del pasillo.—Si voy a superarlo, voy hacerlo desde la raíz— se dijo al dejar escapar el aliento y comenzar a caminar para dirigirse a la segunda planta.Anoche, mientras el dolor la corroía, había pensado casi en huir y desaparecer del alcance de Caleb, pero era infantil e inoportuno, teniendo en cuenta que no tenía mucho dinero, toda la mañana y parte de la tarde, mientras charlaba con sus amigas, estuvo pensando; Necesitar superarlo, no esconder el dolor.Fue por esto, que Leia decidió seguir viviendo en esa casa, que, a pesar de estar infestada de recuerdos, ahora amargos, del rubio, era suya y era lo que tenía, por algún segundo se planteó la idea de venderla y con el dinero obtuvo adquirir un apartamento en New York,Solo cuestión de tiempo
Los climas fríos del invierno comenzaron a desaparecer opacados por un calor gradualmente más notable y agradable, las hojas de los árboles comenzaron a reverdecer y eran movidas por suaves vientos frescos, en la clara muestra que la primavera estaba en puerta.—¡Achú! – Leia estornudó. •Con el sol brillando en lo alto y con un delicado suéter sujeto al cuello, bajo su negro cabello, Leia parpadeó una vez más al salir del edificio de su facultad, su cabeza no había dejado de doler y justo sintió que sus ojos comenzaban a lagrimear.Su móvil vibró y ella lo extrajo del bolsillo de su coqueto vestido de lana gris, vío el mensaje que Hillary le mandaba al ser consciente de que ya terminó sus clases; leyó la invitación de comer que hacía mientras avanzaba por los suelos adoquinados del campus, haciendo sonar suavemente el tacón de sus botas negras y por encima de la rodilla que ese día había decidido usar."Creo que esta vez no. No me siento muy bien e iré al médico."La cobriza envió el mensaje y no se detuvo hasta llegar a su auto, Leia, con poco ánimo, esbozó una sonrisa cuando la pelicorta se ofreció a acompañarla, pero finalmente se negó, no tenía caso, después de pasar por el departamento de urgencias de cualquier clínica, le indicarían algún médico general que laGran mentira
El rostro de Leia estaba pálido y sus ojos temblaban incrédulos, casi asustados, la chica que se sintió descubierta no pudo más que boquear intentando justificar su presencia en el lugar, pero Darlene, a pesar de encontrarse tan cansada, conservaba rastros de la astucia que siempre la caracterizó.—Lo sabes, ¿eh?La cobriza apretó su cartera entre los dedos de sus manos, cerró sus ojos despacio y dejó escapar el aliento con suavidad, todavía sintiendo a su corazón oprimido latir fuertemente.—Creo tener idea— confesó segundos después, viéndola con incredulidad. Darlene y ella siempre estarían lejos de ser amigas, pero en ese momento, era la única que podía ofrecerle las respuestas que necesitaba — ¿Ella está…? – —¿Muriéndose? — la rudeza con la que soltó esa palabra la de largo pelo lacio, hizo mayor impacto en la joven cobriza — Sí, Leia, Emireth está muriendo – La nombrada quiso sonreír, en muestra clara de su nerviosismo —No puede ser – La otra cerró los ojos despacio y suspiró