Una llamada

Con la luz del cielo de su departamento golpeándole sus ojos azules, Caleb siguió recostado sobre su sofá, con una de sus piernas y brazos pendiendo de éste.

El apenas perceptible rechinar que emitió el sofá cercano, cuando Elric se acomodó sobre él, hizo que el rubio rodara sus ojos a su primo.

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