Pov NICOLÁS HARRIS
Aquellos no eran los labios de Ronnie, pero los estaba besando desesperadamente con el deseó de olvidarme de una vez por todas de ella.
Aquél día que se presentó en mi despacho sentí ansias de levantarme y decirla lo que me hacía sentir, pero me retracté y la traté de aquella manera que me estaba produciendo arrepentimiento constante. Fue peor aún cuando me contó Daniel que ella había firmado el contrato de modelaje. Debí haber ido tras ella, pero no lo hice porque pensé que lo hacía por su bien. Que sería
Estaba en la playa, frente al mar con la mirada en el horizonte. Era el lugar favorito de mi hermano y yo. Pero aparte de eso, era también el lugar donde se alejaba él cuando estaba molesto, todo lo contrario que a mí, iba para pasar el tiempo. Nunca pensé que también necesitaría aquel lugar para despejar la mente, en cambio allí me encontraba. Era el mes de junio y la temperatura era de diez grados. Estaba frustrado y confundido. Daniel me había manipulado todo ese tiempo y no lo vi venir porque era imposible imaginarse que haría algo igual. Joder, ¡que se trataba de Daniel!Y a pesar de todo, le encontraba sentido a todo. A él nunca le importó las mujeres con las que salía, nunca se había involucrado. En cambio, con Ronnie había sido todo tan distinto que recordaba lo mucho que me sorprendía. Por no mencionar que hasta se
Pov RONNIE BELLWOODÚltimamente no me sentía muy bien y no era solo por el abandono de Nicolás, lo cual ya tenía asumido. Sino físicamente. Me sentía a veces cansada y se me ocurrió pensar que era por el trabajo.Aquel día era muy importante, estaba posando con una nueva producción de uno de los diseñadores más conocidos a nivel mundial. Carlos estaba a mi lado y me daba ánimos. A pesar de ser el supervisor de todo lo que se hacía allí, siempre estaba atento mí, aunque no se lo pidiera y de alguna manera me hacía bien.
Estábamos comiendo. Bueno, si a zampar como si no hubiera un mañana se le pudiera llamar así, pues bien. Yo no paraba de introducir la cucarra a la boca. De pronto mi vista viajó al plato de Nicolás, me entraron ansias de probar aquel pavo a la plancha que se había pedido.—No me digas que no te basta tu plato—alcé la vista para mirarlo horrorizada. Tenía su mirada sobre mí con una sonrisa en los labios.—Perdón…—intenté torpemente disculparme—es que yo…—Me recuerdas a mi hermana, Jessica, ¿te acuerdas de ella? —asentí con la cabeza, recordaba perfectamente que la había conocido en la ceremonia de abertura del nuevo bufete. —Puedes probar si quieres—dijo acercándome su plato. Me sentí un poco avergonzada.—No hace falta…&m
Estaba sentada en el suelo de mi baño, pegada contra la pared mientras pensaba en el gran giro que estaba a punto de tomar mi vida, cuando de pronto escuché que me llamaban al móvil. Me asusté por el sonido inesperado, pero quité mi móvil del abrigo que todavía llevaba puesto y antes de descolgar pude ver que se trataba de Nathan.—Hola querido hermanito. —dije con un tono alegre por saber de él—¿Qué tal?—Bien. Pero desde que te has ido no has vuelto a llamarme.—Lo lamento, no ha sido mi intención. Es que de pronto tenía muchas cosas y…—Ahora eres modelo, —continuó él—me lo ha contado papá.—Eso, sí. Dime, ¿estás bien?—Mañana es el partido, ¿vendrás?Me llevé la mano a la cara al aco
Llegamos en el instituto privado donde asistía mi hermano y nos bajamos del auto. Me había puesto unos vaqueros negros, una blusa y un buen abrigo, quería estar bien abrigada.Caminé junto a Nicolás por el gran campo hacia la puerta principal. Preguntamos a una señora mayor que estaba regañándoles a unos alumnos por la cancha donde se estaba llevando a cabo el partido de básquet; nos dijo que había comenzado hacía rato y se ofreció a acompañarnos.Entramos en la sala, el lugar no estaba lleno, pero había suficiente gente en las gradas animando a los jugadores. Busqué a Nathan entre los jugadores y sonreí al localizarle, utilizaba el mismo número de siempre, el veintiuno. Le indiqué a Nicolás dónde se encontraba y también le vio.&mda
Durante las siguientes semanas procuré que todo pareciera normal tanto en mi lugar de trabajo como con la gente con me rodeaba. Me compré unas vitaminas para el embarazo y siempre me los tomaba. De vez en cuando buscando por internet un lugar en el que podía mudarme cuando mi vientre empezara a notarse. Nadie podía enterarse de que estaba embarazada, ni siquiera mi familia. Ya se enterarían cuando lo decidiera. Pero por ahora, todo iba a ser un secreto.Estaba saliendo de la agencia para dirigirme a mi casa, pero justo cuando iba llegando me pareció ver a Maya salir del patio de mi casa y tomarse un taxi. No tenía sentido si sabía que yo estaba en la agencia, a menos que no fuera allí por mí. Miré la hora en el reloj de mi auto y justo se estaba acabando la hora de su descanso, de seguro estaba regresando al tra
Eran las ocho de la noche y me encontraba en la cocina comiendo sopa de fideos mientras pensaba en lo que había pasado en el bufete aquella tarde. Nicolás se había marchado y no había vuelto a saber de él, no podía permitirme tenerlo así de lejos a estas alturas, por lo tanto, me armé de valor y le marqué después de darle vueltas a una excusa por mi llamada.Llevé el móvil al oído mientras me mordía las uñas por los nervios. No contestaba a mi llamada y me preocupé pensando en que no quería hablarme, que quizás estuviera harto de mí. Saltó el contestador y me atreví a dejarle un mensaje de voz.—Hola Nico. Espero no molestarte, pero me preguntaba si no te importaría pasar por mi casa…no me siento muy bien y no quiero molestarle a Maya. Pero si no puedes, tampoco im
Estaba de espaldas sobre la alfombra de la sala de estar mientras Nicolás estaba sobre mí besándome con pasión y ternura, excitándome. Acariciaba cada parte de mi cuerpo por encima de la ropa hasta que al fin pasó sus cálidas manos por debajo de mi camisa. Podía sentir su dura erección contra mí y me aceleraba aún más el pulso. Pasó sus labios por mi cuello y continuó dejando intensos besos apasionados, cerré los ojos y disfruté cada segundo hasta que tuvo que interrumpirnos del sonido de su móvil.—¡Maldición! — lo escuché quejarse mientras se incorporaba a regañadientes tomando el celular y llevándolo al oído. — ¿Sí?... —resopló y observó la hora en su reloj de muñeca mientras escuchaba a su interlocutor. Me tuve que incorporar entretanto que me arreglaba la ropa, sabía que aquello tristemente se había acabado—estaré allí en una hora. —concluyó la llamada y colgó el móvil. Se volvió a mirarme, estaba totalmente ruborizada, ni siquier