[CAPÍTULO TREINTA Y OCHO]

Estábamos comiendo. Bueno, si a zampar como si no hubiera un mañana se le pudiera llamar así, pues bien. Yo no paraba de introducir la cucarra a la boca. De pronto mi vista viajó al plato de Nicolás, me entraron ansias de probar aquel pavo a la plancha que se había pedido.

—No me digas que no te basta tu plato—alcé la vista para mirarlo horrorizada. Tenía su mirada sobre mí con una sonrisa en los labios.

—Perdón…—intenté torpemente disculparme—es que yo…

—Me recuerdas a mi hermana, Jessica, ¿te acuerdas de ella? —asentí con la cabeza, recordaba perfectamente que la había conocido en la ceremonia de abertura del nuevo bufete. —Puedes probar si quieres—dijo acercándome su plato. Me sentí un poco avergonzada.

—No hace falta…

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