Leandro busca a Ester con la mirada y le encuentra entrando a la sala, parece que Enrique no es tan estúpido como para poner su terreno en la apuesta, solo era motivación para que Leandro aceptara.—Voy a mi conquista, espero que cumplas cuando gane.Enrique se va y deja a Leandro para acercarse a Alba. Realmente está despreocupado, su plan no se basaba en sacarle una apuesta a Enrique, sus intenciones es que Alba llegue a él, solo espera que con Ester cerca, su plan no falle.—Hola —Saluda Enrique a Alba.—Hola —le sonríe.—¿Viene sola? —Le da un sorbo a su copa.—Así es.—¿Desea compañía?—Vine por trabajo, no por diversión.—Entonces me parece que se puede dar la mano con mi socio —bromea y Alba se confunde—, soy Enrique, Enrique Fuenmayor. —Ofrece su mano y ella se lo estrecha.—Un placer, soy Alba Bermúdez.—¿Bermúdez? No me suena, creo que usted es única en esta fiesta, como su nombre —Lleva la mano de Alba hasta su labios y deposita un beso en la parte superior de su
—Acepto su invitación. Salgamos de este lugar. —Iremos a un bar que está cerca de aquí, pero es un lugar muy prestigioso y no todo el mundo puede entrar. —Sí, sí, estará perfecto —responde ella sin escuchar lo que el socio de su jefe le dice. Para ella, en ese instante, solo le importa desaparecer de aquel lugar y alejarse de Leandro lo más que pueda. Enrique Fuenmayor, le ofrece su brazo, ella se enlaza a él y caminan hacia la entrada principal. Leandro busca con la mirada a la pareja quien parece haber desaparecido de pronto. —¿Sucede algo, mi amor? —No, nada. Sólo busco un mesonero que pueda cambiar mi trago. —Allí, frente a ti, tienes justamente uno. —dice en un tono un poco sarcástico. —¡Bien, ya regreso! Desde allí, Leandro alcanza a ver a su asistente saliendo del salón de fiesta acompañada de su socio y sonriendo de alegría. Tuvo intenciones de llamarla, pero estaba atado de pies y manos. Por un lado, Ester lo observaba, por el otro sería una estupidez de
De forma abrupta, Leandro la sujetó de ambos brazos, estrechando su cuerpo contra el suyo; sus labios colisionaron con los de ella en el más explosivo de los besos. Alba se entregó a aquel intenso momento y su cuerpo reaccionó de forma instintiva. Podía sentir sus manos firmes en sus brazos y el roce de sus senos contra su pecho, su lengua danzando al ritmo suave y cadencioso de sus labios. Su piel reclamando sus caricias y su vagina humedeciéndose como si estuviese lloviendo en sus adentros.Tanto Alba como Leandro, añoraban aquel momento, ambos se necesitaban y deseaban intensamente; necesitaban descubrir que era ese sentimiento que los envolvía en el deseo mutuo y compartido de querer estar próximos el uno del otro.Sin embargo, en la mente de Leandro también habían otras miles de interrogantes, ¿Dónde estuvo metida? ¿Qué estuvo haciendo con Enrique Fuenmayor? Dejándose llevar por aquellas interrogantes, terminó apartándose de ella.—¡Lo siento! No debí hacerlo —fue lo único q
Definitivamente, no. Ella no era una mujer impulsiva, además debía tener dignidad y respeto hacia sí misma. Se levanta de la cama, se desviste, limpia el maquillaje en su rostro, llora y se consuela a sí misma. Luego se acuesta y se queda dormida hasta la mañana siguiente. Un rayo de luz se filtra por la ventana, Alba se levanta, mira el reloj. Se apresura en ponerse de pie e ir a ver a su abuela. Había olvidado ir a su habitación cuando llegó. Un fuerte dolor de cabeza la hace sentarse.—¡Joder! —se lleva la mano a la cabeza y frota sus sienes. Nunca había tomado licor, mucho menos de esa manera. Sentía que la cabeza le iba a estallar y no recordaba con precisión sobre lo que había pasado la noche anterior.Realmente discutió con su jefe o fue parte de un sueño. Si era cierto, ahora la vergüenza que sentía le impedía siquiera salir de aquella habitación. Tocaron a la puerta, ella dio la orden de entrada, la empleada de servicio abrió y entró a la habitación.—Srta Alba,
—¿Qué pretende hacer, Sr Suárez? —Toma el último vestigio de seguridad que queda dentro de ella— ¿Piensa convertirme en una de sus amantes?Leandro se enoja ante la absurda pregunta de la pelicastaña. Se aparta de ella por segunda vez. Alba exhala un suspiro, era lo mejor, aunque podía mirar el desconcierto en la mirada del hombre que la enloquece, no deja de pensar en que es un hombre comprometido.—Es mejor que te vayas —esgrime él. —Sí, es mejor. Su prometida puede llegar y malentenderlo todo y la única perjudicada sería yo. —dice agriamente. —¡No te expreses así de ella! Ester no sería capaz de botarte de tu puesto. En todo caso soy yo quien está fallando en la relación y por lo menos tú, deberías agradecerle el cargo que tienes.—¿Agradecerle a su novia? —pregunta con un evidente matiz irónico, lo cual irrita aún más a Leandro.—¡Sí, agradecerle! De no ser por su bondad, no estarías trabajando en la empresa.—¿De dónde saca eso? Yo a su novia no la conozco. Apenas la vi
La mirada intimidante de Leandro mantiene a Martina nerviosa, reconoce que su jefe siempre ha sido así, pero lo conoce bastante bien como para saber qué algo sucede.—Sr Suárez, ¿Sucede algo? —pregunta ella, temerosa.—¿Debería suceder algo, Martina? —Alza una ceja severo.—Pues no lo sé, me ha llamado, pero solo me ha pedido que me quedé aquí.—Solo estoy pensando en que voy a hacer contigo.Martina alza la mirada, sorprendida.—¿A qué se refiere señor?—A que te di la oportunidad de decirme la verdad y me has fallado, nuevamente.—No entiendo.Leandro aclara su garganta, le impacienta las personas que lo quieran tomar por tonto.—¿Quieres que ate los cabos o te confesaras sobre la contratación de la señorita Bermúdez? Martina desorbita los ojos y traga saliva.—Y-yo… —tartamudea.—La verdad Martina o lo averiguaré y sabes que será peor.La secretaria principal asiente y le confiesa los planes de su prometida, Leandro aprieta la mandíbula al escuchar cada palabra y cor
Leandro aprieta la mandíbula y luego la afloja soltando un suspiro.—Tiene razón, no es de su incumbencia.Sin más que decir, se retira. Alba cierra la puerta y siente celos de aquella información que no fue pedida. Más tarde es hora de cenar y la mesa se mantiene callada, Leandro es el primero en terminar y se retira, mientras que Alba se dirige al baño dejando por un momento a su abuela sola en la mesa. El timbre de la mansión suena y la empleada de servicio la atiende, era Ester. Se ve muy diferente a como estuvo con Leandro hace pocas horas y no porque había salido del baño, sino su aura, refleja que es una mujer a seguir luchando por el amor de prometido.—Huele delicioso —Ester camina al comedor guiándose por el olor.Tiene cierto don para actuar como si nada ha pasado y es su manera de estar positiva antes las situaciones que se le presente. Ester no era de darle tiempo a su pareja para que lo pensará, tiene claro que la mente es su peor enemigo y claro detendrá aquellos
Leandro se siente atado de pies y manos ante su realidad; imagina lo que puede estar sintiendo y pensando la pelicastaña. Él mismo se ha sentido igual. Cada vez, está más cerca la fecha de su boda y cada vez más, se siente inseguro de si debe casarse con Ester.Alba no sólo era la primera mujer que lograba seducirlo siendo sencilla y humilde, sino que sus labios y su cuerpo lo habían hecho estremecer como ninguna otra mujer antes.Ella era diferente, diferente y única.Toma el catálogo de tarjetas y las hace a un lado. No puede echar marcha atrás aunque lo quiera, tampoco era justo que jugara con los sentimientos de Alba. En ese momento recibe un e-mail en su PC, necesita enfocarse en su trabajo y dejar de lado sus emociones y sentimientos. Lo abre y lee con detenimiento; es un aviso de confirmación sobre la Convención Empresarial a efectuarse en Lisboa en dos días.Aquel evento era algo que el CEO aguardaba impaciente, llevaba varios meses esperando por ello; por lo que era imp