Al llegar a la zona de equipaje, Leandro retira su maleta. —Bien, ahora iremos de compras, necesitas estar impecable estos dos días para la reuniones y cócteles y por supuesto algo cómodo para los días siguientes.—No tengo tanto dinero en mi cuenta para pagar todo eso que dice, no traje nada, excepto lo que llevo puesto.—Yo me ocuparé de todo, tú sólo ocúpate de verte bien y practicar un poco de portugués.—Viví y crecí en Manresa, y hay algunas similitudes con ese idioma. —Pues excelente, así me sirves de traductora. —Claro, para eso vine. Suben al taxi que ya había contratado Martina, van a las tiendas más exclusivas de Lisboa. Alba se cohíbe al comienzo de escoger ropas muy costosas, por lo que el CEO le pide a la gerente de cada tienda que se ocupe de escoger los oufit de Alba. Transcurren algunas horas, incluso eligiendo la ropa íntima que combina con cada atuendo. En el lujoso vestido blanco no podía usar prendas cubiertas sino muy diminutas y sin costuras. Alba s
—¿Y hay algún problema con eso? —usa ese tono a la defensiva que me gusta, pero nuevamente estalla en risas, contagiándome.—¿Por qué tendría haber uno? —pregunto, intrigado.—No lo sé. —Se encoge de hombros—. No es común que me vea reír porque solo hemos pasado momentos siendo jefe-secretaría o profesor-alumna, en esas situaciones no tengo razón para reírme.—¿Y ahora sí la tiene? —Llega el ascensor y nos adentramos en él.—Algo así, son pensamientos tontos que me hace reír.—Yo creo que es porque está ebria.—Solo un poco, no estoy acostumbrada a beberMarco nuestro piso y la veo con una sonrisa, “Pues por lo que sea que se esté riendo, que no se detenga, se ríe como una demente que me parece dulce”. El ascensor se detiene y caminamos hasta nuestra habitación, abro la suite para luego adentrarnos.Alba se ve estable como para caminar sola, sin embargo, decido acompañarla.—Permítame llevarla a su habitación. —Poso mi mano en su zona de baja de la espalda y tomo su mano.—S
Muerdo el lóbulo de su oreja y la halo.—¿Para eso es la ducha?—No, eso es para no creas que estos es un sueño, no me basta con hacerte mojar entre las piernas.Poso mis manos en su cintura y subo una por la parte delantera de su cuerpo hasta obtener uno de sus senos en mi mano, masajeo con delicadeza y al mismo tiempo mi nariz se aferra a su piel inhalando su aroma, ella es mi droga.Tomo confianza a su cuerpo ajeno y bajo mi mano metiéndola entre sus piernas, está extremadamente empapada y ni he tocado su vulva. La giro de inmediato y la miro, la ventaja de que sea virgen es delicioso.—Como siempre te encanta estar aplicada a mis clases…—Los pensamientos sucios que tengo me ayudan un poco —me sonríe.Joder, no sé si hacer que se duche o aprovechar todos estos fluidos que emanan de ella. Apago la regadera, eso tendrá que esperar, la cargo en mi brazos y ella se enrolla a mi cuello con sus brazos. Salimos del baño y me apresuro a la cama para dejarla ahí, ambos quedamos ju
Al día siguiente la pareja amanece junta en la habitación de Alba, Leandro se encuentra abrazándola por detrás anhelando que ese momento no se acabase. Este le hacía mimos a ella con su boca cobre su piel mientras la acaricia su pierna con su mano.Alba está consciente de la noche que tuvo, pues no estaba ebria del todo, y aunque sabe que el hombre se casa en pocas semanas, al menos quería vivir la experiencia, a ver si con eso su cuerpo dejará de insistir en estar con él, pensó que podría ser un simple capricho por lo atractivo y prohibido que es, pero con lo que tuvo ano he, ahora solo desea más de él.—Pediré servicio a la habitación, ¿Qué deseas comer? —pregunta en su oído y deposita un beso en su mejilla.—¿Estas en el menú? —se gira quedando cara a cara y muestra una sonrisa traviesa.—No, pero si lo gustas puedo ser parte de él y sería algo muy exclusivo, solo para usted señorita Bermúdez. —Le guiña el ojo.Ella se remoja los labios, puesto que se le ha hecho agua la boca
Luego del viaje, Leandro y Alba han estado con miradas, toques y sonrisas algo cómplices y evidentes. Ahora Alba se encuentra en su escritorio con una sonrisa que la hace verse deslumbrante, mientras que Martina se ve de muy mal humor; siente que algo ha pasado como para que estén tan alegres y se odia por no haber ido al viaje con su jefe, en vez de evitar que estén juntos, el universo que como le da todo en bandeja de plata.—Voy por un café —avisa Alba y se levanta de su escritorio—, ¿deseas uno? —le pregunta a Martina muy servicial y esta se niega.Alba se va y Martina lleva sus manos a su cabeza para frotar su sien con los dedos, piensa en que ya no soporta a su compañera de trabajo y su sonrisa, tampoco soporta que muchos chicos de la empresa quieran estar con ella, dejando a Martina en segundo plano, aunque ella solo tuviese ojos para el jefe, le encanta ser deseada por otros.El intercomunicador de Alba suena, pero ella aún no se encuentra en su oficina.—Señorita Bermúdez
Alba regresa a su escritorio, visiblemente enojada, deja caer su peso en el espaldar de su silla giratoria. No puede creer que el hombre al que acaba de entregarse pueda pensar que ella es una cualquiera.Martina la observa de reojos y sonríe. Ver que la secretaria ya está comenzado a sentir lo mismo que ella, el rechazo del CEO, la llena de satisfacción.—¿Te ocurre algo? —pregunta en tono sarcástico.—No, nada. Más trabajo por hacer —contesta parcamente. Martina hace una mueca mostrando compasión.“Tonta, te crees especial porque él te llevó de viaje. Yo también viajé con él y disfruté de muchos encuentros sexuales. Pero ya veremos cuanto le dura la novedad” piensa Martina y sonríe con malicia.Las horas transcurren rápidamente. Alba sólo aguarda el momento de salir de la empresa y se prepara mentalmente para la cita con el prestigioso empresario. Debe continuar con el plan de su jefe a pesar de que ahora que estuvo con él, no desea seguir ese juego, ni mucho menos permitir q
Durante una hora, Alba ríe y se relaja con los comentarios y ocurrencias de Enrique, pero recuerda que debe volver a la empresa.—Me temo que debo irme, se me hace tarde y debo resolver algunos papeles que me solicitó mi jefe.—Oye no puedes dejarme ahora que le he tomado el gusto a la conversación.—Me encantaría quedarme, pero…—Vamos es que quiero que me acompañes a mi mansión, quiero mostrarte una decoración que he mandado a hacer a mi oficina y necesito una opinión de una mujer honesta y con buen gusto.Alba sonríe y piensa “buen gusto, si supiera”.—Bien, dame unos segundos para hacerle una llamada a mi asistente secundaria y pedirle que resuelva algunos asuntos, ¿vale?—Claro. Alba se levanta del asiento y se aleja lo más que puede de donde está su acompañante, para avisarle a su jefe que no regresará a la empresa. Justo en el momento que lo llama, este no atiende. Se enoja pensando que puede estar con su novia o incluso con Martina. Termina dejándole un mensaje de v
—¿Qué? ¿En mi oficina? —Alba palidece ante la situación y antes de responder, el hombre anticipa.—Sí, se equivocó de puerta. ¿Iba al baño, no? —¡Sí, sí! —contesta con voz trémula. Al notar las intenciones de su padre de incomodar a la chica, Enrique trata de justificarse:—Debí acompañarte, lo siento. Pero entonces, ya viste mi oficina, supongo.—Sí, por eso me dejé llevar por la lujosa decoración. ¡Lo siento! —baja la mirada.El hombre escucha atento a la nerviosa joven y esto provoca mucho más dudas sobre Mario, cuya suspicacia es superior a la de su hijo.—Bien, debo salir a una reunión. Volveré al rato. —mira por tercera vez a Alba y luego dirige la mirada hacia su hijo— Deberías invitarla para este fin de semana. Iremos a Ibiza con algunos socios en mi yate.El tono jactancioso de Mario, incómoda aún más a Enrique. Su padre realmente era un hombre poderoso, mas no perdía oportunidad para crecerse frente a otros, mucho más cuando los consideraba de bajo nivel. —Sí, po