El beso

De forma abrupta, Leandro la sujetó de ambos brazos, estrechando su cuerpo contra el suyo; sus labios colisionaron con los de ella en el más explosivo de los besos.

Alba se entregó a aquel intenso momento y su cuerpo reaccionó de forma instintiva. Podía sentir sus manos firmes en sus brazos y el roce de sus senos contra su pecho, su lengua danzando al ritmo suave y cadencioso de sus labios. Su piel reclamando sus caricias y su vagina humedeciéndose como si estuviese lloviendo en sus adentros.

Tanto Alba como Leandro, añoraban aquel momento, ambos se necesitaban y deseaban intensamente; necesitaban descubrir que era ese sentimiento que los envolvía en el deseo mutuo y compartido de querer estar próximos el uno del otro.

Sin embargo, en la mente de Leandro también habían otras miles de interrogantes, ¿Dónde estuvo metida? ¿Qué estuvo haciendo con Enrique Fuenmayor? Dejándose llevar por aquellas interrogantes, terminó apartándose de ella.

—¡Lo siento! No debí hacerlo —fue lo único q
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