Definitivamente, no. Ella no era una mujer impulsiva, además debía tener dignidad y respeto hacia sí misma. Se levanta de la cama, se desviste, limpia el maquillaje en su rostro, llora y se consuela a sí misma. Luego se acuesta y se queda dormida hasta la mañana siguiente. Un rayo de luz se filtra por la ventana, Alba se levanta, mira el reloj. Se apresura en ponerse de pie e ir a ver a su abuela. Había olvidado ir a su habitación cuando llegó. Un fuerte dolor de cabeza la hace sentarse.—¡Joder! —se lleva la mano a la cabeza y frota sus sienes. Nunca había tomado licor, mucho menos de esa manera. Sentía que la cabeza le iba a estallar y no recordaba con precisión sobre lo que había pasado la noche anterior.Realmente discutió con su jefe o fue parte de un sueño. Si era cierto, ahora la vergüenza que sentía le impedía siquiera salir de aquella habitación. Tocaron a la puerta, ella dio la orden de entrada, la empleada de servicio abrió y entró a la habitación.—Srta Alba,
—¿Qué pretende hacer, Sr Suárez? —Toma el último vestigio de seguridad que queda dentro de ella— ¿Piensa convertirme en una de sus amantes?Leandro se enoja ante la absurda pregunta de la pelicastaña. Se aparta de ella por segunda vez. Alba exhala un suspiro, era lo mejor, aunque podía mirar el desconcierto en la mirada del hombre que la enloquece, no deja de pensar en que es un hombre comprometido.—Es mejor que te vayas —esgrime él. —Sí, es mejor. Su prometida puede llegar y malentenderlo todo y la única perjudicada sería yo. —dice agriamente. —¡No te expreses así de ella! Ester no sería capaz de botarte de tu puesto. En todo caso soy yo quien está fallando en la relación y por lo menos tú, deberías agradecerle el cargo que tienes.—¿Agradecerle a su novia? —pregunta con un evidente matiz irónico, lo cual irrita aún más a Leandro.—¡Sí, agradecerle! De no ser por su bondad, no estarías trabajando en la empresa.—¿De dónde saca eso? Yo a su novia no la conozco. Apenas la vi
La mirada intimidante de Leandro mantiene a Martina nerviosa, reconoce que su jefe siempre ha sido así, pero lo conoce bastante bien como para saber qué algo sucede.—Sr Suárez, ¿Sucede algo? —pregunta ella, temerosa.—¿Debería suceder algo, Martina? —Alza una ceja severo.—Pues no lo sé, me ha llamado, pero solo me ha pedido que me quedé aquí.—Solo estoy pensando en que voy a hacer contigo.Martina alza la mirada, sorprendida.—¿A qué se refiere señor?—A que te di la oportunidad de decirme la verdad y me has fallado, nuevamente.—No entiendo.Leandro aclara su garganta, le impacienta las personas que lo quieran tomar por tonto.—¿Quieres que ate los cabos o te confesaras sobre la contratación de la señorita Bermúdez? Martina desorbita los ojos y traga saliva.—Y-yo… —tartamudea.—La verdad Martina o lo averiguaré y sabes que será peor.La secretaria principal asiente y le confiesa los planes de su prometida, Leandro aprieta la mandíbula al escuchar cada palabra y cor
Leandro aprieta la mandíbula y luego la afloja soltando un suspiro.—Tiene razón, no es de su incumbencia.Sin más que decir, se retira. Alba cierra la puerta y siente celos de aquella información que no fue pedida. Más tarde es hora de cenar y la mesa se mantiene callada, Leandro es el primero en terminar y se retira, mientras que Alba se dirige al baño dejando por un momento a su abuela sola en la mesa. El timbre de la mansión suena y la empleada de servicio la atiende, era Ester. Se ve muy diferente a como estuvo con Leandro hace pocas horas y no porque había salido del baño, sino su aura, refleja que es una mujer a seguir luchando por el amor de prometido.—Huele delicioso —Ester camina al comedor guiándose por el olor.Tiene cierto don para actuar como si nada ha pasado y es su manera de estar positiva antes las situaciones que se le presente. Ester no era de darle tiempo a su pareja para que lo pensará, tiene claro que la mente es su peor enemigo y claro detendrá aquellos
Leandro se siente atado de pies y manos ante su realidad; imagina lo que puede estar sintiendo y pensando la pelicastaña. Él mismo se ha sentido igual. Cada vez, está más cerca la fecha de su boda y cada vez más, se siente inseguro de si debe casarse con Ester.Alba no sólo era la primera mujer que lograba seducirlo siendo sencilla y humilde, sino que sus labios y su cuerpo lo habían hecho estremecer como ninguna otra mujer antes.Ella era diferente, diferente y única.Toma el catálogo de tarjetas y las hace a un lado. No puede echar marcha atrás aunque lo quiera, tampoco era justo que jugara con los sentimientos de Alba. En ese momento recibe un e-mail en su PC, necesita enfocarse en su trabajo y dejar de lado sus emociones y sentimientos. Lo abre y lee con detenimiento; es un aviso de confirmación sobre la Convención Empresarial a efectuarse en Lisboa en dos días.Aquel evento era algo que el CEO aguardaba impaciente, llevaba varios meses esperando por ello; por lo que era imp
Al llegar a la zona de equipaje, Leandro retira su maleta. —Bien, ahora iremos de compras, necesitas estar impecable estos dos días para la reuniones y cócteles y por supuesto algo cómodo para los días siguientes.—No tengo tanto dinero en mi cuenta para pagar todo eso que dice, no traje nada, excepto lo que llevo puesto.—Yo me ocuparé de todo, tú sólo ocúpate de verte bien y practicar un poco de portugués.—Viví y crecí en Manresa, y hay algunas similitudes con ese idioma. —Pues excelente, así me sirves de traductora. —Claro, para eso vine. Suben al taxi que ya había contratado Martina, van a las tiendas más exclusivas de Lisboa. Alba se cohíbe al comienzo de escoger ropas muy costosas, por lo que el CEO le pide a la gerente de cada tienda que se ocupe de escoger los oufit de Alba. Transcurren algunas horas, incluso eligiendo la ropa íntima que combina con cada atuendo. En el lujoso vestido blanco no podía usar prendas cubiertas sino muy diminutas y sin costuras. Alba s
—¿Y hay algún problema con eso? —usa ese tono a la defensiva que me gusta, pero nuevamente estalla en risas, contagiándome.—¿Por qué tendría haber uno? —pregunto, intrigado.—No lo sé. —Se encoge de hombros—. No es común que me vea reír porque solo hemos pasado momentos siendo jefe-secretaría o profesor-alumna, en esas situaciones no tengo razón para reírme.—¿Y ahora sí la tiene? —Llega el ascensor y nos adentramos en él.—Algo así, son pensamientos tontos que me hace reír.—Yo creo que es porque está ebria.—Solo un poco, no estoy acostumbrada a beberMarco nuestro piso y la veo con una sonrisa, “Pues por lo que sea que se esté riendo, que no se detenga, se ríe como una demente que me parece dulce”. El ascensor se detiene y caminamos hasta nuestra habitación, abro la suite para luego adentrarnos.Alba se ve estable como para caminar sola, sin embargo, decido acompañarla.—Permítame llevarla a su habitación. —Poso mi mano en su zona de baja de la espalda y tomo su mano.—S
Muerdo el lóbulo de su oreja y la halo.—¿Para eso es la ducha?—No, eso es para no creas que estos es un sueño, no me basta con hacerte mojar entre las piernas.Poso mis manos en su cintura y subo una por la parte delantera de su cuerpo hasta obtener uno de sus senos en mi mano, masajeo con delicadeza y al mismo tiempo mi nariz se aferra a su piel inhalando su aroma, ella es mi droga.Tomo confianza a su cuerpo ajeno y bajo mi mano metiéndola entre sus piernas, está extremadamente empapada y ni he tocado su vulva. La giro de inmediato y la miro, la ventaja de que sea virgen es delicioso.—Como siempre te encanta estar aplicada a mis clases…—Los pensamientos sucios que tengo me ayudan un poco —me sonríe.Joder, no sé si hacer que se duche o aprovechar todos estos fluidos que emanan de ella. Apago la regadera, eso tendrá que esperar, la cargo en mi brazos y ella se enrolla a mi cuello con sus brazos. Salimos del baño y me apresuro a la cama para dejarla ahí, ambos quedamos ju