ARIAEl sol comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo de tonos cálidos mientras caminaba por los terrenos de la manada Sombra Nocturna. Mi mente no podía dejar de pensar en todo lo que había sucedido desde que llegué aquí.Miré hacia la arena de entrenamiento, donde los guerreros entrenaban con movimientos rápidos y decididos. Una extraña mezcla de envidia y admiración me invadió. Quería ser como ellos, fuerte, capaz de defenderme."Quizás debería intentarlo", me dije, cruzándome de brazos mientras observaba a los guerreros. La idea de pedirle permiso al comandante flotó en mi cabeza, pero la rechacé casi al instante. Era extraño cómo me miraba últimamente, como si estuviera estudiando cada uno de mis movimientos.Caminé hacia el comedor, con la mente aún llena de dudas y preguntas sin respuesta.Estaba comiendo cuando Melia apareció de la nada, su energía habitual brillando en su rostro.—Aria, tengo una idea —dijo, como si se le hubiera ocurrido la mejor de las soluciones.—¿Qué idea?
ARIA Mi corazón dio un vuelco. No esperaba que ella fuera tan directa, y de alguna manera, me sentí invadida por una mezcla de sorpresa y gratitud. —La relación con mi familia... no es fácil —respondí, con la voz quebrada por el peso de todo lo que no había dicho antes. Melia se quedó en silencio por un momento, observándome con una expresión seria. Conocía a la Melia extrovertida y llena de vida, pero aquí había algo más profundo en su mirada, como si pudiera ver algo que yo misma aún no quería admitir. —¿Qué pasó? —preguntó, con curiosidad, pero también con una cautela que reflejaba que no quería presionarme. Suspiré, mirando las estrellas que se asomaban por la ventana, buscando un respiro para las palabras que no quería decir. Pero al final, todo salió de golpe. —Mi madre... está aislada, por cul
SEIKDespués de aquella noche, intenté evitar cruzarme con la hembra alborotadora. Cada vez que la veía, una incomodidad extraña se apoderaba de mí. Me sentía ansioso.Me había consolado pensando en ella…‘¿Por qué lo hice?’La pregunta retumbaba en mi cabeza como un eco que no podía silenciar. ‘Sólo me dejé llevar’... traté de justificarme. ‘No es para tanto…¿o sí?’.‘No he hecho nada malo’, hace tiempo que no tengo relaciones, he estado demasiado ocupado protegiendo y guiando a los miembros de mi manada. Tengo demasiadas responsabilidades. Ser el líder que todos quieren no es fácil.‘Estaba frustrado’. ‘Eso es… estoy frustrado’. Recordé cómo ella había venido a mi habitación esa noche. Su sonrisa... ‘No es para tanto’, volví a repetirme. ‘¿Por qué debería sentirme nervioso?’ No le hice daño, ni le falté al respeto... Ella será mi compañera, después de todo. ‘¿No es normal que un hombre desee a su prometida?’ Sí, eso tiene sentido. Ella será mía…y entonces... El pensamiento me hiz
ARIAEstaba nerviosa. El gran día se acercaba. Mañana es mi boda. Todavía me resultaba difícil de aceptar. Todo estaba casi listo. Melia, con su entusiasmo inagotable, se encargaba de los últimos detalles. Decía que organizar bodas le emocionaba, aunque para mí era agotador. Las ceremonias de unión entre compañeros no tenían que ser ostentosas, pero tratándose del hijo del Alfa, la lista de invitados parecía interminable, y había demasiadas decisiones que tomar.Melia apareció con un grupo de hembras veteranas. Se reunieron conmigo para discutir sobre la comida y bebida que se serviría después de la ceremonia. No tenía ningún interés en esas cosas pero para ellas parecía un asunto de vida o muerte. Hablaban con una seriedad pasmosa, debatiendo entre opciones de vinos, sabores de pasteles y hasta la textura de los aperitivos.—El vino tiene que ser dulce, no fuerte. A los jóvenes les encanta algo más ligero. —dijo una.—Sí, pero que no falte el tinto, los machos siempre lo toman.—replic
ARIAPor la noche se llevaría a cabo una reunión formal con todas las hembras de la manada, una tradición que ocurre siempre antes de una ceremonia de emparejamiento. No solo el Comandante y yo nos unimos ese día; también se habían programado otras uniones, convirtiendo el evento en una celebración colectiva para toda la manada.La reunión de esta noche no solo tenía un propósito social, sino también práctico: las mujeres más veteranas compartían consejos sobre la vida marital, cómo adaptarse a los cambios y otros aspectos importantes de la vida en pareja. Era una oportunidad para aprender de la experiencia de quienes ya habían recorrido ese camino. Este tipo de reuniones me parecen molestas, la verdad. Además…sé que a muchas hembras no les parece bien que yo me case con el Comandante.Entré al salón donde todas las hembras estaban reunidas y me dirigí hacia Melia, quien conversaba animadamente con Sali, la modista que había diseñado mi vestido. Sin embargo, en cuanto me acerqué lo su
SEIKRoberto insistió en que tomáramos unas copas con los guerreros, así que nos dirigimos al comedor de la manada, ya que la sala principal estaba ocupada por las hembras. Estas se reunían antes de la ceremonia de unión, una tradición que las más veteranas no querían romper, mientras que las jóvenes se limitaban a participar con resignación.Los novatos se encargaron de ir al almacén a por comida y alcohol. Mi hermano Kael se fue con ellos, no podía perderlos de vista.Roberto y algunos guerreros juntaron un par de mesas y nos sentamos. Necesitamos una copa más que nunca, habíamos patrullado los alrededores del clan Kalo, pendientes de cualquier movimiento o señal extraña. Vigilar a los vampiros era complicado, ya que podían olernos fácilmente en nuestra forma de lobo, por lo que lo más prudente era desplazarnos en forma humana. Aunque existían formas de disimular nuestro olor, siempre era mejor tomar todas las precauciones necesarias cuando se trataba de vampiros.A la reunión tambié
SEIKNoté como mi beta y algunos guerreros se pusieron incómodos. —Eso es cierto —interrumpió de repente una voz femenina desde el otro lado de la sala. Todos voltearon a ver a la madre de Elisabeth, Nala, quien sonreía con suficiencia mientras se acercaba a nosotros—. Esa joven no es adecuada para ser nuestra Luna. Es solo la hija ilegítima del beta de una manada pequeña…Lo más sensato sería unir a mi hija Elisabeth con el comandante.—Es un matrimonio político—dije.—No entiendo en qué nos beneficia una alianza con Luna Menguante, es una manada que no puede ofrecernos nada de valor—dijo Nala con sorna—. Y si fuera necesaria una alianza, podríamos casarla con cualquier otro hijo del Alfa Axel; no tiene que ser el heredero.La tensión en la sala se hacía cada vez más densa, y mientras los murmullos aumentaban, la figura de Aria apareció en la entrada. Sus ojos estaban apagados, y una sombra de tristeza se reflejaba en su rostro. Algunos la miraron con curiosidad, otros con una mezcl
ARIA Unos murmullos y risas me despertaron. Entreabrí los ojos y vi a Meliá y Marcus mirándome desde una esquina del dormitorio. Sus sonrisas traviesas delataban que planeaban algo. Cuando me incorporé, Melia cambió su expresión y anunció: —Hoy es el día. Vamos a desayunar con Marcus y después empezaremos a arreglarnos. Marcus la miró confundido. —¿Qué? Pero si apenas son las nueve de la mañana y la ceremonia es a las siete de la tarde. —Aria, tenemos muchas cosas que hacer —replicó Melia con un tono que no admitía réplica. —¿No estás siendo un poco dramática? —le respondí incrédula. Bufó, cruzándose de brazos, y dio una palmada para apresurarnos. —¡Manos a la obra! No había forma de contradecirla, así que me dejé llevar. Fuimos a una peluquería donde una mujer loba extrovertida llamada Eva nos atendió. Me sorprendió que me tratara con amabilidad, algo poco habitual en las hembras fuera del círculo cercano al Alfa. Era evidente que a ella no le importaban las políticas de