Gracias por seguir la novela. Ya que me lo suelen preguntar. Actualizo 3 días a la semana, con 3 o 4 capítulo en el mejor de los casos. Vils
SEIK¿Qué ha sido eso?Se supone que tenía que hacerla sentir bien para que deseara estar conmigo cada noche, para que me buscara…pero lo único que he hecho es derramarme sobre su camiseta.No he podido evitarlo, me he quedado en blanco en cuento Aria se llenó de saliva la mano mirándome fijamente.‘Estaba tan preciosa, con esa mirada provocativa’ La sigo con la mirada porque me está ignorando. Veo como se quita la camiseta y va a coger otra del armario, puedo intuir que esta sonriendo.'Me la ha jugado.'Me subo el pantalón rápidamente.—Tú…—dije en un susurro.Aria me ignora mientras limpia el suelo y se quita la camiseta, pero en su actitud percibo un atisbo de picardía. Y, en el fondo, me gusta.Un sonido en la puerta me saca de mis pensamientos, y al instante entran al dormitorio de Aria mi hermana Melia y Roberto. Mi beta me lanza una sonrisa traviesa y se rie en voz baja al verme. —Seik, aquí estás, te estaba buscando.No sé qué que ve en mi expresión, pero se rie otra vez,
ARIA —Hembra… —Dime, ¿ha ocurrido algo? —volví a preguntar, viendo cómo se quedaba inmóvil, mirándome fijamente. Su mirada intensa me puso nerviosa. Aparté los ojos por instinto, pero casi de inmediato me arrepentí. No quería que pensara que me intimidaba. —¿Has bebido? No respondió. Solo gruñó, molesto. En un parpadeo, cerró la distancia entre nosotros y hundió el rostro en mi cuello, inhalando profundamente. Su aliento cálido sobre mi piel me hizo estremecer. —¿Te pasa algo? ¿Estás bien? —pregunté con preocupación. Él nunca venía a mi dormitorio… y hoy se comportaba de un modo extraño. —No, no estoy bien —murmuró contra mi cuello. Mientras hablaba, deslizó la mano bajo mi camiseta y atrapó mi pecho desnudo. Se detuvo un segundo, como esperando mi reacción, antes de comenzar a morder y lamer mi piel. Joder… aquí vamos de nuevo. Este hombre lobo va a volverme loca. —Quiero tomarte esta noche… —susurró con voz ronca mientras que su mano descendió por mi vientre hasta llegar
SEIKNecesito que entienda que no puede rechazar a mi lobo.Ni a mí…La giro con facilidad y me coloco de rodillas más cerca de su trasero. Mis dedos se aferran a su cintura, firmes, posesivos, mientras con una de mis manos le presiono la cabeza contra el colchón, dejándola completamente a mi merced.Esta vez, le dí a mi lobo lo que quería: tenerla a cuatro patas.'Estas son muy buenas vistas....'Trago saliva imaginando lo que está por venir.Ella no se resiste…y está tan mojada que mi parte lobo aúlla en mi interior.—Portate bien y quédate así hasta que yo te lo diga.Aria susurró algo que no logré comprender.Estuve unos segundos grabandome su imagen a cuatro patas en mi mente pero como mi autocontrol pendía de un hilo, le metí mi entrepierna en su centro sin avisar. Ella gimió tan alto que mi ego se agrandó.—Buena chica, tómala entera.Mis embestidas son duras y tan fuertes que hacían que el cuerpo de Aria se moviera demasiado. Para estabilizarnos le cojo del cabello posesivamen
ARIAMe desperté con la garganta seca, el cuerpo adolorido y un hombre lobo enorme jugando con mis pechos. Mordía, lamía… y su mano en mi vientre me mantenía inmóvil.Me sentía diminuta a su lado.Y avergonzada. Sobre todo avergonzada.Los recuerdos de la noche anterior volvían a mi mente sin permiso. Si no quería excitarme otra vez, debía dejar de pensar en la noche anterior.—Buenos días, Seik.—Buenos días, cosita —murmuró, sin dejar de juguetear con mis pechos.Intenté incorporarme, pero su mano me lo impidió.—¿Se puede saber a dónde vas?—Tengo que prepararme para...Un gruñido bajo vibró en su pecho. Su mano se deslizó desde mi vientre hasta mi sexo y le dio una pequeña palmada.—Tú no vas a ninguna parte...—Ah... —gimotee. Aunque me estaba empezando a excitar de nuevo.—Cosita, pórtate bien...¿Por qué eres tan escurridiza, eh?—me mordió la oreja.De repente, escuché voces en el pasillo. Al principio no les presté atención, pensando que simplemente seguirían de largo, hasta que
ARIA Me dirigí a la reunión de las hembras con una sensación punzante en el pecho. Había intentado hablar con mi madre tantas veces sin éxito que la inquietud me carcomía. ¿Y si le había pasado algo? ¿Y si mi padre me lo estaba ocultando? Mis pensamientos oscuros se disiparon momentáneamente cuando Melia me interceptó en el camino con una sonrisa. Sentí cómo mi pecho se relajaba, como si su simple presencia me devolviera cierta calma. —Hermana, ¿cómo estás? —preguntó con calidez. Nuestra conversación se interrumpió cuando Helena se acercó y me saludó con un beso en la mejilla. Su gesto me reconfortó. Al llegar al salón de celebraciones, noté que casi todas las hembras de la manada ya estaban ahí. Estas reuniones se realizaban cada dos meses, un espacio donde discutíamos nuestras tareas, orientábamos a las más jóvenes y guiábamos a las nuevas hembras que se unían a la manada tras un emparejamiento. Todo transcurría con normalidad hasta que Helena sugirió que cada una de nosotras s
SEIKDesde que murio Mamá...no me había sentido tan feliz...Y esa felicidad tiene nombre propio: Aria.Si paso más tiempo con ella, se acostumbrará a mí y, con el tiempo, podré marcarla como mía.Ella tiene miedo, por eso se protege de mí...de todos...pero con el tiempo podré ganarmela.Espero que sea así.Junto a mi Beta, entro a las zonas comunes y la busco con la mirada, pero no la encuentro. En cambio, veo a mi hermana Melia caminando apresurada hacia la sala de juegos. La sigo y ahí está Aria. Todavía puedo oler mi olor impregnada en su piel.Al cruzar la puerta, los novatos en la sala me saludan con respeto. Ella hace lo mismo, aunque noto el leve rubor que tiñe sus mejillas. Me acomodo en un sofá y Roberto se sienta a mi lado, sin apartar la vista de mi hermana.Eso no me sorprende.Nos servimos unos whiskies mientras observamos a Aria y Melia jugar a los dardos. Mi hembra, al parecer, no tiene talento para la puntería. Cuando terminan, se acercan. Melia me abraza antes de lan
ARIACuando me despierto en un dormitorio que no es el mío, giro la cabeza y ahí está él.Anoche fue brutal. Mi cuerpo aún está exhausto, saciado y tembloroso en partes iguales.'J***, su cuerpo es magnífico.'Incluso dormido, el Comandante impone. Me encanta, su piel aceitunada marcada por grandes cicatrices, su espalda ancha, sus manos grandes, su ...Bueno, para ser honesta, todo en él me fascina de una forma que no quiero admitir.Me relamo al ver su cuerpo desnudo, aunque la sábana cubre su entrepierna. Menos mal. Si no, mi cuerpo traicionero ya estaría buscándolo.El deseo me quema por dentro. No puedo evitar imaginarme recorriendo cada una de sus cicatrices con mi boca, bajando lentamente hasta su cintura, siguiendo la línea de su V con la lengua hasta…‘Aria, por la Diosa Luna…vas a despertarlo con tu olor si sigues pensando en eso.’Reprimo un gemido. No puedo pensar en eso. No puedo pensar en lo que no me he atrevido a hacer. ¿Orgullo? ¿Vergüenza? No sé cuál de los dos me fr
ARIA Después del entrenamiento con Zacarías, Helena me pidió que ayudara a algunas hembras con la administración de la manada. No era algo complicado para mí, pues esas tareas habían sido parte de mi día a día en Luna Menguante. Nos reunimos en un despacho pequeño pero acogedor, con una mesa grande donde nos acomodamos Helena, dos hembras más y yo. Nos pusimos al día con el papeleo: facturas, pagos a proveedores, gestión de algunos negocios de la manada… El tiempo pasó volando. A la hora del almuerzo, nos trajeron un tentempié y aproveché para estirar las piernas después de haber estado sentada por horas. Mientras recorría el despacho, un cuadro llamó mi atención. En él aparecía una mujer loba tan hermosa que no pude apartar la mirada. Su cabello castaño caía en delicados tirabuzones enmarcando su rostro, su piel era tan blanca como la nieve y sus ojos… Si todo en ella era bello, sus ojos parecían de otro mundo. Sin embargo, su expresión no reflejaba felicidad. Más bi