ARIA Me dirigí a la reunión de las hembras con una sensación punzante en el pecho. Había intentado hablar con mi madre tantas veces sin éxito que la inquietud me carcomía. ¿Y si le había pasado algo? ¿Y si mi padre me lo estaba ocultando? Mis pensamientos oscuros se disiparon momentáneamente cuando Melia me interceptó en el camino con una sonrisa. Sentí cómo mi pecho se relajaba, como si su simple presencia me devolviera cierta calma. —Hermana, ¿cómo estás? —preguntó con calidez. Nuestra conversación se interrumpió cuando Helena se acercó y me saludó con un beso en la mejilla. Su gesto me reconfortó. Al llegar al salón de celebraciones, noté que casi todas las hembras de la manada ya estaban ahí. Estas reuniones se realizaban cada dos meses, un espacio donde discutíamos nuestras tareas, orientábamos a las más jóvenes y guiábamos a las nuevas hembras que se unían a la manada tras un emparejamiento. Todo transcurría con normalidad hasta que Helena sugirió que cada una de nosotras s
SEIKDesde que murio Mamá...no me había sentido tan feliz...Y esa felicidad tiene nombre propio: Aria.Si paso más tiempo con ella, se acostumbrará a mí y, con el tiempo, podré marcarla como mía.Ella tiene miedo, por eso se protege de mí...de todos...pero con el tiempo podré ganarmela.Espero que sea así.Junto a mi Beta, entro a las zonas comunes y la busco con la mirada, pero no la encuentro. En cambio, veo a mi hermana Melia caminando apresurada hacia la sala de juegos. La sigo y ahí está Aria. Todavía puedo oler mi olor impregnada en su piel.Al cruzar la puerta, los novatos en la sala me saludan con respeto. Ella hace lo mismo, aunque noto el leve rubor que tiñe sus mejillas. Me acomodo en un sofá y Roberto se sienta a mi lado, sin apartar la vista de mi hermana.Eso no me sorprende.Nos servimos unos whiskies mientras observamos a Aria y Melia jugar a los dardos. Mi hembra, al parecer, no tiene talento para la puntería. Cuando terminan, se acercan. Melia me abraza antes de lan
ARIACuando me despierto en un dormitorio que no es el mío, giro la cabeza y ahí está él.Anoche fue brutal. Mi cuerpo aún está exhausto, saciado y tembloroso en partes iguales.'J***, su cuerpo es magnífico.'Incluso dormido, el Comandante impone. Me encanta, su piel aceitunada marcada por grandes cicatrices, su espalda ancha, sus manos grandes, su ...Bueno, para ser honesta, todo en él me fascina de una forma que no quiero admitir.Me relamo al ver su cuerpo desnudo, aunque la sábana cubre su entrepierna. Menos mal. Si no, mi cuerpo traicionero ya estaría buscándolo.El deseo me quema por dentro. No puedo evitar imaginarme recorriendo cada una de sus cicatrices con mi boca, bajando lentamente hasta su cintura, siguiendo la línea de su V con la lengua hasta…‘Aria, por la Diosa Luna…vas a despertarlo con tu olor si sigues pensando en eso.’Reprimo un gemido. No puedo pensar en eso. No puedo pensar en lo que no me he atrevido a hacer. ¿Orgullo? ¿Vergüenza? No sé cuál de los dos me fr
ARIA Después del entrenamiento con Zacarías, Helena me pidió que ayudara a algunas hembras con la administración de la manada. No era algo complicado para mí, pues esas tareas habían sido parte de mi día a día en Luna Menguante. Nos reunimos en un despacho pequeño pero acogedor, con una mesa grande donde nos acomodamos Helena, dos hembras más y yo. Nos pusimos al día con el papeleo: facturas, pagos a proveedores, gestión de algunos negocios de la manada… El tiempo pasó volando. A la hora del almuerzo, nos trajeron un tentempié y aproveché para estirar las piernas después de haber estado sentada por horas. Mientras recorría el despacho, un cuadro llamó mi atención. En él aparecía una mujer loba tan hermosa que no pude apartar la mirada. Su cabello castaño caía en delicados tirabuzones enmarcando su rostro, su piel era tan blanca como la nieve y sus ojos… Si todo en ella era bello, sus ojos parecían de otro mundo. Sin embargo, su expresión no reflejaba felicidad. Más bi
ARIACaminé sin rumbo fijo después de salir de la biblioteca. Mi corazón aún latía con fuerza, pero no era solo por la ira. Las palabras de Gema se repetían en mi cabeza una y otra vez:"Si el Comandante no te acepta completamente y no te marca… No eres nadie."Apreté los dientes. ‘¿Por qué me afectaban tanto sus palabras?’ No era la primera vez que alguien ponía en duda mi lugar en esta manada, ni sería la última. Pero… esta vez sentía que me estaba afectando más profundamente.Regresé a mi habitación con una sensación incómoda en el pecho.Me tumbé de lado, mirando la puerta como si esperara que en cualquier momento se abriera. Pero no pasó.El Comandante esa noche no apareció.‘Él dijo que iba a venir todas las noches… ‘Traté de razonar. De decirme que estaba ocupado, que no significaba nada. Pero la duda se instaló como una sombra pesada en mi pecho. Y, por más que intenté ignorarlo, una idea se abrió paso en mi mente como una herida que no deja de sangrar:"Está con otra."Me
SEIK Los últimos días habían sido agotadores. Reuniones, entrenamientos, misiones en el bosque ,asuntos administrativos… Apenas había tenido tiempo para respirar y mucho menos para dormirmás de dos horas. Pero, aun con todo ese caos, mi mente siempre encontraba la forma de desviarse hacia ella. Aria. Me gusta estar con ella. Me gusta la forma en que llena los espacios sin esfuerzo, la manera en que su mirada se enciende cuando discutimos, el sonido de su risa cuando habla con el pequeño. Me gusta verla en mi cama. Estos últimos días habían sido jodidamente largos sin ella en mi cama. Estaba sumido en mis pensamientos cuando una voz me sacó de golpe. —Hermano... Me detuve y me giré. Melia estaba ahí, con los brazos cruzados y una expresión seria en el rostro. —¿Qué pasa? —pregunté, sin paciencia para rodeos. —Es sobre Aria. Mi atención se afiló de inmediato. —¿Qué ocurre? Melia suspiró, como si no estuviera segura de cómo decirlo. —La he notado extraña estos días. Se ve
ARIAUna inquietud inesperada me alcanzó a medida que nos acercábamos a la entrada del territorio de Luna Menguante.Los centinelas, de pie en sus puestos estratégicos, nos miraron con desconfianza tan pronto como nos vieron. Sabíamos que no seríamos bien recibidos, pero aún así, sentí un escalofrío recorrerme la espalda.Uno de los centinelas levantó la mano y, con un gesto autoritario, nos indicó que nos detuviéramos. No tardó en sacar su comunicador, y pude escuchar a lo lejos cómo llamaba a su superior, informando de nuestra llegada. La tensión aumentó en el aire y, aunque Jasper y Jiro se mantenían en silencio, podía notar su incomodidad. A mí, sin embargo, me invadió una mezcla de ansiedad y preocupación.A medida que avanzábamos por lo que antes era mi territorio, Jasper y Jiro no podían evitar mirar constantemente a su alrededor, nerviosos. Yo también lo sentía, esa extraña sensación de que alguien nos estaba siguiendo. —Parece que no les gusta nuestra visita sorpresa —murmu
ARIAEl agotamiento me pesaba como una losa. El viaje había sido largo y la discusión con mi padre me había dejado hecha pedazos. Apenas había tenido tiempo de respirar cuando una sirvienta llamó a la puerta con una orden:—A las nueve, baja al salón a cenar.Genial. Justo lo que me faltaba."Cenita en la mansión del Alfa Lucciano... como si no tuviera suficiente con este día de mierda."Con fastidio, me vestí y me dispuse a ir al salón. Pero antes de llegar, una voz cargada de burla me detuvo en seco.—Vaya, vaya… pero mira a quién tenemos aquí. La putita del gran Comandante de Sombra Nocturna.—dijo con sorna.Loren.Su sonrisa era puro veneno. A simple vista, su rostro tenía una belleza afilada, pero a mí siempre me había parecido repulsivo. Quizás porque conocía la podredumbre que se escondía detrás de sus rasgos perfectos.Le lancé una mirada de desprecio y seguí caminando. No tenía energía para discutir. Pero él no iba a dejarme ir tan fácil.Un segundo después, sentí su presen