SEIK Después de encargarme de todos los asuntos relacionados con la invasión de los Rogues, estaba agotado, estresado y de mal humor. Mi padre, Roberto y yo pasábamos los días discutiendo, alterados, tratando de encontrar respuestas. Divagábamos sobre lo que pudo haber ocurrido… y cada vez estaba más claro: había un topo. O quizá varios. Y eso sería un desastre. No había forma de que hubieran logrado atacar sin alguien dentro que les informara sobre los planes del Alfa y los míos. Alguien tuvo que decirles por dónde entrar para sorprendernos y asesinar a los centinelas del norte. Para colmo, lograron ocultar su olor. Solo cuando estuvieron lo suficientemente cerca, Aria pudo detectarlos… Estaban organizados. Tenían un plan. Incluso el Rogue que capturamos se suicidó. Eso no es normal. Los salvajes no hacen sacrificios. No planean. Cuando entré en el dormitorio, vi a Aria ajustándose unas botas, preparándose para salir. En cuanto me descuido un poco, hace lo que quiere. Solté un
ARIA —No veo que te estés oponiendo con demasiada convicción… —me dice el Comandante, con una mirada engreída. ‘¡Pues claro que no, maldita sea!’ Mi mente es un campo de batalla cada vez que estoy con él. Una lucha constante. Mi cuerpo quiere rendirse, dejarse llevar, perderse en el placer y liberar todo este deseo contenido… pero mi mente se aferra con fiereza a la realidad. Me recuerda, sin descanso, que el Comandante no es mío. Que comparte su cama con otras hembras. Puedo ser su compañera pero no llevo su marca. Desde pequeña me enseñaron que la mayoría de los machos, aun teniendo compañera, se aparean con otras. Que no se guardaban solo para una. Para mí era normal que la mayoría de los machos tuvieran varias mujeres. Pero en aquel entonces, no sabía cuánto dolía. Y lo peor… no puedo quejarme. No voy a mostrar debilidad confesándole que me duele saber que estuvo con Gema… o con quién sabe cuántas más. Y sin embargo, aquí estoy… gimiendo, incapaz de contenerme, buscando s
SEIK¿Qué ha sido eso?Se supone que tenía que hacerla sentir bien para que deseara estar conmigo cada noche, para que me buscara…pero lo único que he hecho es derramarme sobre su camiseta.No he podido evitarlo, me he quedado en blanco en cuento Aria se llenó de saliva la mano mirándome fijamente.‘Estaba tan preciosa, con esa mirada provocativa’ La sigo con la mirada porque me está ignorando. Veo como se quita la camiseta y va a coger otra del armario, puedo intuir que esta sonriendo.'Me la ha jugado.'Me subo el pantalón rápidamente.—Tú…—dije en un susurro.Aria me ignora mientras limpia el suelo y se quita la camiseta, pero en su actitud percibo un atisbo de picardía. Y, en el fondo, me gusta.Un sonido en la puerta me saca de mis pensamientos, y al instante entran al dormitorio de Aria mi hermana Melia y Roberto. Mi beta me lanza una sonrisa traviesa y se rie en voz baja al verme. —Seik, aquí estás, te estaba buscando.No sé qué que ve en mi expresión, pero se rie otra vez,
ARIA —Hembra… —Dime, ¿ha ocurrido algo? —volví a preguntar, viendo cómo se quedaba inmóvil, mirándome fijamente. Su mirada intensa me puso nerviosa. Aparté los ojos por instinto, pero casi de inmediato me arrepentí. No quería que pensara que me intimidaba. —¿Has bebido? No respondió. Solo gruñó, molesto. En un parpadeo, cerró la distancia entre nosotros y hundió el rostro en mi cuello, inhalando profundamente. Su aliento cálido sobre mi piel me hizo estremecer. —¿Te pasa algo? ¿Estás bien? —pregunté con preocupación. Él nunca venía a mi dormitorio… y hoy se comportaba de un modo extraño. —No, no estoy bien —murmuró contra mi cuello. Mientras hablaba, deslizó la mano bajo mi camiseta y atrapó mi pecho desnudo. Se detuvo un segundo, como esperando mi reacción, antes de comenzar a morder y lamer mi piel. Joder… aquí vamos de nuevo. Este hombre lobo va a volverme loca. —Quiero tomarte esta noche… —susurró con voz ronca mientras que su mano descendió por mi vientre hasta llegar
SEIKNecesito que entienda que no puede rechazar a mi lobo.Ni a mí…La giro con facilidad y me coloco de rodillas más cerca de su trasero. Mis dedos se aferran a su cintura, firmes, posesivos, mientras con una de mis manos le presiono la cabeza contra el colchón, dejándola completamente a mi merced.Esta vez, le dí a mi lobo lo que quería: tenerla a cuatro patas.Estas son muy buenas vistas....'Trago saliva imaginando lo que está por venir.Ella no se resiste…y está tan mojada que mi parte lobo aúlla en mi interior.—Portate bien y quédate así hasta que yo te lo diga.Aria susurró algo que no logré comprender.Estuve unos segundos grabandome su imagen a cuatro patas en mi mente pero como mi autocontrol pendía de un hilo, le metí mi entrepierna en su centro sin avisar. Ella gimió tan alto que mi ego se agrandó.—Buena chica, tómala entera.Mis embestidas son duras y tan fuertes que hacían que el cuerpo de Aria se moviera demasiado. Para estabilizarnos le cojo del cabello posesivamen
ARIA Hace 2 años… En la sala de reuniones de la manada Luna Menguante, se reunían las figuras más importantes o influyentes de la manada, cada una ocupando su lugar con una presencia imponente. En el centro de la gran mesa, se encontraban los guerreros de la manada, en su mayoría machos, aquellos a quienes se respetaba y, en ocasiones, se temía; su sola presencia llenaba el ambiente de autoridad y reverencia. Un poco más a la izquiera, se encontraban los lobos con linaje antiguo, cuyas características físicas y psíquicas eran superiores al resto. Estos lobos y lobas se encargaban de la política y administración de la manada, junto al Alfa y su heredero, quienes gobernaban sobre todos. Y, aunque parezca increíble, en esa sala también estaba yo… observando a esos imponentes lobos, mientras intentaba, sin mucho éxito, descifrar qué había hecho para terminar en medio de tanta solemnidad ¿Había perdido alguien una apuesta o simplemente necesitaban un relleno de último minuto?. Las mente
ARIALa voz firme del alfa me arrancó de mis pensamientos...—Hemos pensado que sería lo mejor mandar a Aria, junto con algunos guerreros, para visitar la manada Sombra Nocturna y convencerles para renovar el tratado de paz entre las dos manadas. Necesitamos tenerlos de nuestro lado para pedirles que se hagan cargo de proteger el territorio colindante a la zona irregular.La zona irregular, es un denso bosque de árboles torcidos y retorcidos que se entrelazan con espesas brumas que apenas dejaban entrever el suelo en que crecen una gran cantidad de plantas de acónito. Estas características del terreno hacían que cada paso fuera una trampa potencial para los guerreros y rastreadores. Algunos rogues se escondían en la zona irregular pudiendo así saquear y matar a los comerciantes y otros lobos que pasaban cerca. Por lo tanto, el terreno colindante a la zona irregular se había vuelto cada vez más difícil de proteger. Con el dinero escaseando, las patrullas se veían reducidas y la manada
ARIA A la mañana siguiente, recibí la visita de mi maestro. Él quería encontrar una manera de realizar la ‘misión’ que me habían encomendado sin que mi vida dependiera de ello. — Escucha Aria, el Alfa Lucciano está desesperado por ‘llevarse bien’ con la manada Sombra Nocturna. Sabe que son buenos guerreros y que el dinero no les importa. Lo que ellos valoran es la fuerza, la lealtad y la seguridad de su territorio. —Pero... ¿por qué tanto interés en ellos? —insistí, notando cómo sus palabras me ponían cada vez más inquieta. —Porque son nuestros vecinos y, si algún día decidieran ocupar nuestro territorio y desafiarnos, créeme, ellos ganarían—. El maestro hizo una pausa para que asimilara sus palabras. — El Alfa quiere evitar un conflicto y asegurarse de que, si ocurre algo en la zona irregular, los tengamos de nuestro lado. Bueno, sinceramente... quiere usarlos como perros de caza. Así que, si llegas a negociar con ellos, ofrece lo que sea necesario para renovar el tratado. Propo